Latentis

—Qué haces—preguntó Arthur 

—Yo nada—responde pellizcando la mejilla, haciendo que él deje de sostener su mano

—Por qué fue eso—dice sobándose su mejilla 

—Por lento, es hora de irnos ven—dice ella extendiendo su mano 

Ella mueve sus dedos de arriba hacia abajo desapareciendo de la habitación dejando una pequeña bruma morada de su magia, apareciendo en el segundo reino de Latentis, ahí se podía respirar libremente en especial podía salir a cualquier lugar sin preocupación de que alguien viera sus orejas puntiagudas o su magia en sí.

—Tus orejas se alargan —señala esa parte de Daphne, Arthur 

—Soy una Elfa, acaso no miras tus alas que han salido—le menciona sin preocuparse por esos detalles 

—Que, pero yo no las invoque —intenta ocultarlas, pero no puede—qué demonios—maldijo 

—Cuidado como hablas—menciona—podrías invocar un demonio

—Por qué no puedo ocultarlas—dice preocupado 

—ni te molestes en intentarlo, aquí la magia es para verse no para ocultarse, pongas molo así estamos en Latentis el mundo mágico de las criaturas mágicas, donde reina la magia pura—crea una llama de su magia

—Siendo que eres un ángel cierto—hace un silencio—puedo llevarte al primer reino, pero primero tengo que descansar y ver cómo está mi palacio—termina de decir 

— no creo que sea buena idea ir a ese reino, además tengo más cosas que hacer en mi archiducado —menciona él 

—Pero ya estamos aquí —dice Daphne, dice Daphne mostrando el palacio en el que se encuentran 

El reino de los elfos tiene cuatro castillos principales el más grande que es donde se reciben visitas de otros reinos y que además es donde viven los reyes elfos óseos sus padres, y están los dos palacios uno de Daphne y el otro de su hermano el príncipe heredero, el cuarto está más alejado por qué ahí es donde viven sus abuelos paternos.

—Alteza que bueno que ha vuelto, su hermano le dejó unos documentos—dice el mayordomo 

—Hola Luisen, y donde están esos documentos—dice Daphne ya cansada 

—Están en su palacio la señorita Ava se los ha llevado—dice el mayordomo 

—Muchas gracias —dice Daphne tomando rumbo hacia su propio palacio que está del otro lado del bosque.

—Cómo cruzaremos las islas—pregunta Arthur 

—tal parece que las plumas han acabado con tu cerebro, vuela para eso tienes alas—dice Daphne haciendo su hechizo de portal, apareciendo ahora en la otra isla

Voltea a ver a la otra isla observando que Arthur aún no emprende vuelo, ella agita la mano saludándolo, observando como él comienza a elevarse al cielo volando hacia donde está ella, como ya vio que el chico no va a perderse comienza a caminar saludando a las personas que la ayudan a mantener el lugar en movimiento y limpio.

—Guíalo a la habitación de invitados— señala a su espalda 

Ella llega a su oficina observando la montaña de documentos que están en la mesa, Daphne se sienta mientras se soba la cabeza maldiciendo a su hermano por dejar tanto trabajo, ahora entiende por qué pidió que ella viniera y él no vino.

—le traje un poco de limonada con unos aperitivos—entra A su doncella personal 

—Gracias Ava tú siempre me consientes no como mi hermano que me pone a trabajar—dice estirando los brazos en la mesa 

—No hay de qué princesa, si quiere puedo ayudarle—propone Ava 

—Gracias, pero te voy a pedir que veas cómo tratan al invitado especial—dice ella—por cierto llévale un té de jazmín con agua del manantial sagrado para que pueda ocultar sus alas—le pide 

Ava asiente a lo pedido y pasa a retirarse para cumplir con lo que ha pedido su señorita, sabe que algunos elfos suelen ser muy sarcásticos o enojados cuando conocen personas de otras razas así que puede haber algunas rivalidades entre otras razas.

Daphne sabe que los elfos pueden tener algunas diferencias con otras razas, pero ese no es motivo de odiarse ¿cierto? Sin esperar más tiempo se sirve un poco de limosna para así refrescarse mientras hace su trabajo que es revisar documentos de donaciones que han hecho a dos de los orfanatos del reino, y también algunos documentos de comercialización que han enviado los reyes de las hadas.

Tres horas más tarde ya había acabado con más de la mitad de los documentos así que decidió tomar un pequeño descanso yendo al jardín principal de su palacio.

—este palacio es enorme—escucha una voz cerca de su misma 

—Ah me asustaste—pega un brinco 

—Lo siento, te vi y quise agradecerte por el té —dice Arthur 

—No hay de que—dice ella 

Daphne pasa a sentarse en el kiosco del jardín junto a ella se sienta Arthur observando las diferentes islas que conforman el reino de los elfos, ya que está en este lugar le gustaría conocer las ciudades de esas islas.

—Puedo visitar las ciudades—preguntó Arthur 

—Sí, pero no puedes andar solo por el reino al no ser elfo—dice ella 

—Por el peligro—pregunta él 

—De hecho no, es porque algunos elfos no están tan acostumbrados a las personas de otras razas—responde ella 

—Entiendo, la princesa podría ser mi guía—propone él 

—Pues yo no soy guía de nadie, pero haré una excepción—dice ella a la defensiva 

—eso está bien—responde él 

—Hoy en la noche se va a celebrar un carnaval en la ciudad capitalina—hace una pausa—así que podemos ir—dice ella 

—Entiendo, gracias por la invitación —dice él haciendo una media reverencia 

Él se retira a su habitación sabe que cuando conoció a Daphne él estuvo muy a la defensiva y ahora ha notado que es ella la que está a la defensiva y pues no la puede culpar.

—Señorita su vestido está listo quiere probárselo antes por si tiene que hacer cambios—habla Ava apareciendo junto a ella 

—Está bien yo sé que sabes mis gustos y mis medidas—dice ella—también deberías de buscar un vestuario para ti—menciona Daphne 

—sí señorita, iré a buscar mi vestuario entonces—dice desapareciendo por un portal 

Daphne camina por el jardín oliendo las diferentes flores que han crecido, camina alrededor de la isla flotante aún le parece extraordinario que exista un lugar así tan mágico.