Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.
NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 4
Definitivamente era otro mundo.
No es que se sintiera fuera de lugar, pero este era una fiesta de otro nivel, porque solo veía a personas famosas y superfamosas. Cantantes, grupos musicales, actores, y artistas de todo tipo, gente que solo había visto en televisión o shows de internet.
Simplemente, el glamour estaba en todas partes, y eso que ella se había sentido demasiado deslumbrante con la ropa que le dio el señor Smith, pero era el más discreto de cualquier dama en este lugar.
Y ciertamente lo agradecía, no podría estar tranquila si tuviera la espalda descubierta como esa cantante, o el escote hasta la cintura como esa otra actriz. Lo único bueno y memorable del lugar es que había logrado hablar con algunos famosos y ya se daba bien servida, aunque hubiese querido pedir un autógrafo, no quería incomodar a nadie ni quería dejar mal al señor Smith al actuar como una calabaza de pueblo.
-Iré a saludar a mi agente – el señor Smith le dejó una copa de champaña. Había encontrado un lugar apartado del bullicio para que ella descansara y estaba muy agradecida. Los zapatos empezaban a matarla – No tardo. No hables con extraños.
Dalia sonrió ante sus palabras. No es que fuese una niña, pero tampoco se iría con alguien que acabase de conocer. No estaba loca.
-No se preocupe. Me quedaré sentada. - tomó un sorbo del champán y luego lo dejó en la mesa al lado del sofá donde estaba sentada.
Él asintió y entró de nuevo al salón. Pero no tardó tanto tiempo cuando alguien salió hacia donde estaba ella.
-Vaya, vaya, pero qué tenemos aquí.
Un hombre rubio, bastante atractivo, con ojos azules y sonrisa coqueta, vistiendo un traje blanco se le acercó y sin invitación se sentó en el mismo sofá donde estaba ella.
-Buenas noches – ella saludó. No se dejaría intimidar, sea quien sea – No sé con quién tengo el gusto de conocer.
-No, no, el gusto es mío por conocer a tan espléndida belleza – estiró su mano hacia ella – Silvain James.
-Dalia Morgan – lo saludó. Aunque tenía la leve sospecha que ya había escuchado su nombre – ¿Es alguien famoso?
-Se podría decir – él parecía encantado por su sugerencia y no quiso soltarle la mano, pero Dalia se zafó con fuerza – Pero usted será la famosa. ¿Es la nueva musa de BlackRose?
-¿Musa?
-Ah, ya entiendo – sonrió con cierta malicia que hiso que Dalia se arrimara de su lado – Aun no te ha tocado.
Era más una afirmación que pregunta y Dalia se sintió molesta.
-Eso es mucho mejor. ¿Por qué no cambias de proveedor? Mientras me satisfagas te puedo dar todo el lujo que quieras – sonrió con picardía – Soy más rico que BlackRose, te daré lo que pidas, coches, bolsos, una casa…
Dalia enfureció. La estaba tratando como una arribista prostituta. No es que las prostitutas sean menos, pero si lo fuera, aun estaría enojada por su descaro. Todas las sandeces que escupía, ofuscaron su mente e intentó propinarle una cachetada pero él la detuvo.
-¡Eso! ¡Me gustan indomables! – se acercó a su rostro mientras Dalia comenzaba a forcejear – Al final terminan gimiendo y gritando mucho más luego de darles una buena follada.
En ese instante, el brazo de ese hombre rubio fue torcido y la soltó. Pronto vio cómo el señor Smith le propició un puñetazo en la cara, tirándolo al suelo.
-Ella es mucho para ti, bastardo.
-¡Ja! – solo sonrió con provocación el tal Silvain – Siempre es así al principio y luego terminan siendo del montón.
Kei no le respondió y solo tomó la mano de Dalia y salieron del lugar.
Dalia estaba preocupada por el semblante sombrío del señor Smith y no sabía si era debido a su descuido. Estando en la calle, aun con la mano sujeta a la de él, caminaban por las calles oscuras. Aunque más bien parecía que él la estaba arrastrando y ni siquiera tenía el valor para detenerlo. Sin embargo, sus pies gritaban de dolor. Ya no podía continuar. Así que se arriesgó a hablarle.
-Se… Señor Smith… yo… lo lamento. No pensé que fuese un loco y por eso…
Pero antes de continuar con su diatriba. Él se detuvo en seco, se dio la vuelta, masculló alguna maldición antes de estamparle un beso.
Dalia debería estar sorprendida y empujarlo, pero en cambio, dejó que la besara e inclusive abrazó su cuello, apegándose a su cuerpo, dejando que las manos de él la abrazaran y que el beso se profundizara todavía más.
Él era un experto.
Saqueó su boca con su lengua, dejándola sin aire, haciéndola boquear y que continuase besándola como si quisiera devorarla. Hasta que un bulto duro que rozaba su vientre la hizo gemir, y el beso se rompió.
Él no dijo nada y rápidamente llamó un taxi. Se subieron y ninguno de los dos dijo nada.
Llegaron al edificio y Dalia comenzó a sentirse nerviosa y perdida. El beso la había descolocado por completo y ni siquiera sabía lo qué sucedería a continuación.
Se preguntaba si dejaría que él continuara con el beso o simplemente se marcharía para evitar sucesos que podrían hacerla arrepentirse. Pero fuera de su imaginación, él se encerró en su estudio y ella se quedó sola en la sala.
Debería sentirse aliviada, pero solo sintió un ligero dolor en el pecho. Se sentó porque además de cansada, le temblaban las piernas. No sabría ella si de miedo o anticipación, de cualquier manera, hoy había sido un día todavía más cansado que otros días.
Estaba pensando si lo mejor era dejar el trabajo porque las cosas estaban yendo por el camino equivocado y ciertamente no quería ser una del montón, del repertorio de sus aventuras amorosas de BlackRose.
Ella quería casarse y formar familia; y evidentemente, el señor Smith no parecía ese tipo de hombre hogareño que formaba familia. No quería hacerse ilusiones en lo que parecía su primera experiencia amorosa.
Antes de seguir pensando en renunciar, salió el señor Smith. Dalia se sobresaltó y se puso de pie tan rápido que tropezó hacia adelante, con la inevitable certeza de la caída. Pero cayó en los brazos de ese hombre que hacía palpitar su corazón.
-Se… señor Smith.
Te di la oportunidad de huir – la ciño a su cuerpo, dejándola sentir su miembro que continuaba duro – Ya no te lo permito.
-Pero – Dalia guardó silencio cuando vio de nuevo esos oscuros que la tragaban. Ciertamente su cuerpo clamaba por sentirlo más, pero debía admitir que tenía miedo – Yo… yo… soy su ama de llaves. No… no es correcto.
-Pues no solo seas mi ama de llaves, sé mi amante – le susurró en su oído, haciendo que la mente de Dalia empezara a flaquear.
-Es mi primera vez – soltó pronto y creyó que él al fin la soltaría, que todo se volvería incomodo pero no pasó nada de eso.
-Y eso qué…
-Es mi primera vez… en todo – lo miró a los ojos con ganas de llorar – Nunca he tenido amante, ni he estado en ninguna relación. Yo no sé cómo debería proceder.
Algunas lágrimas traicioneras escaparon de sus ojos, pero él solo la abrazó y acarició su espalda.
-Solo disfruta del momento – le dijo al fin – Yo no puedo prometer nada. Decide si quedarte o irte.
Al final, él solo le dio un beso en la frente y se marchó de nuevo a su estudio. Mientras que Dalia se quedó aún perdida en sus palabras.
No quería hacerse daño. Tenía miedo de enamorarse y luego sufrir la pérdida; pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de experimentar de primera mano estar en una relación, así solo sea algo sexual.
Si nunca se arriesgaba a nada, cuándo podría experimentar y adquirir conocimiento alguno.
El conocimiento conlleva riesgos, pero la ignorancia llevaba a la eterna estupidez y al engaño.
Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.
Tomó papel y bolígrafo y dejó una nota.
“Hagamos lo que hagamos, no nos arrepintamos de nada. Lo veo la otra semana”
Kei arrugó la nota y sonrió satisfecho con su respuesta.