Aurora West ha dedicado su vida a construir un futuro brillante en el mundo del derecho. Cuando consigue una codiciada oportunidad de prácticas en el bufete más prestigioso de la ciudad, cree que está un paso más cerca de alcanzar sus sueños. Sin embargo, lo que no esperaba era que su jefe, Rafael Novoa, fuera un hombre tan implacable como fascinante.
Frío, reservado y con una reputación impecable, Novoa es un abogado brillante, pero detrás de su carácter severo esconde un conflicto interno que no está dispuesto a admitir: una atracción innegable hacia Aurora. Aunque intenta resistirse, su presencia desafía cada una de sus reglas, cada uno de sus principios.
Entre juicios, miradas furtivas y una tensión imposible de ignorar, Aurora deberá descubrir si es capaz de derribar las barreras de Rafael y demostrarle que algunas batallas no se ganan con argumentos, sino con el corazón.
¿Podrá él aceptar lo que siente o dictará su propio veredicto antes de permitirse amar?
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Capítulo 5
POV Aurora
Los días continuaban pasando, todo seguía en perfecto orden y de la misma forma que en otras ocasiones, a excepción de una cosa... Rafael. ¡Dios! Todo se ha vuelto tan complicado con él, esa tensión que siento cuando estamos juntos solo ha incrementado cada día, ahora lo noto menos reservado conmigo, ha comenzado a hablarme más, y platicamos un poco mientras terminamos el trabajo, eso es nuevo.
Incluso podría jurar que en alguna de nuestras conversaciones lo pude ver sonreír por un milisegundo, eso me dejó impactada, pero mantengo mi mismo pensamiento acerca de él, ¿Por qué tiene que ser un hombre tan misterioso? Hay tantas cosas que me gustaría saber de él, pero veo bastante difícil que se note abierto a tener una conversación meramente social conmigo.
Algo que aún me tenía confundida era la mujer que vino hace días a la oficina, me preguntaba si era su novia o algo, pero dudaba que fuera así ya que conocía algo de la personalidad de Rafael sumándole que él no parecía muy feliz de verla, pero en fin, ese no era mi problema.
El día de hoy me encontraba en la oficina que me asignaron en el último piso, eran muy pocas las veces que trabajaba aquí ya que casi siempre estaba en la oficina de Sebastian o en la oficina de Rafael. Hoy había sido un día muy pesado y cargado con trabajo y no tuve tiempo de poder leer los casos archivados que me daba Sebastian, por lo que me quedé aquí después de mi hora de salida, era mejor estar aquí que sola en mi departamento.
POV Rafael
Siento que me estoy volviendo loco, tener a Aurora aquí cada día era una completa tortura para mí, pero no podía decir nada, yo mismo me metí en esta situación y definitivamente el transferirla a otro piso o correrla de la empresa no era una opción; aunque fuese una tortura verla sin poder acercarme y tocarla, no podía dejarla ir.
Tenía que admitir que la chica me agradaba, me agradaba bastante muy a mi pesar, dejando de lado en que físicamente era un completo sueño hecho mujer, también su personalidad lo era, ella era divertida, amable, responsable y demasiado brillante, aun me sorprendía demasiado el conocimiento que tenía sobre todo, no era difícil para Aurora seguirnos el ritmo a Sebastian y a mí, ella era muy... impresionante.
Detestaba estarme sintiendo de esa forma, ¿Por qué su presencia me estaba afectando tanto? Esa mujer me estaba haciendo desear cosas que jamás creí volver a querer, este no soy yo, a mí no me interesa conocer a una mujer, no me interesa conocer sus gustos y miedos, querer tenerla junto a mí todo el tiempo, pero por algún motivo que no comprendo es lo único que deseo hacer con Aurora, sin mencionar TODO lo demás que me encantaría hacer con ella... pero no, no lo haré, me tengo que controlar.
Solo quedarme trabajando hasta muy tarde mantenía mi mente lo suficientemente ocupada para no estar pensando cada jodido segundo en ella, me estaba volviendo loco. Era ya muy tarde por la noche, por lo que decidí que ya era hora de irme, era suficiente por este día; salí de mi oficina con la intención de irme del edificio pero me detuve abruptamente al ver la luz de una oficina encendida, por la hora yo asumí que ya no habría nadie aquí.
Mierda... Era Aurora, ¿Qué hacía a esta hora aquí? Un sentimiento agridulce me invadió, y aunque el objetivo de quedarme hasta tarde era no pensar en ella, ver que aún estaba aquí me hizo sonreír y no pude evitar acercarme hasta donde estaba.
-¿Aurora?- Llamé su atención, pareció sobresaltarse y sorprenderse de verme frente a ella -¿Qué haces aun aquí? Ya es muy tarde- Pregunté con suavidad.
-Yo...- Se quedó en silencio tomando su teléfono para ver la hora, al parecer no tenía percepción de lo tarde que era -¡Mierda!- Susurró en voz baja levantándose de su silla.
Esa boca muñeca...
-¿Está todo bien?- Pregunté al verla inquieta rejuntando todas sus cosas.
-Sí, todo está bien señor Novoa, no me había dado cuenta de la hora, ya me retiro, disculpe- Decía sin mirarme y recogiendo todo a prisa.
La vi caminar con su bolso en mano, cuando pasó frente a mí la tomé del brazo con suavidad deteniéndola por completo, ella levantó su rostro para poder verme a los ojos... Joder, estaba tan cerca de mí.
-¿Qué sucede, Aurora?- Le pregunté en un susurro viendo sus bonitos ojos.
-No es nada, señor. Es solo que no me percaté que era tan tarde y a esta hora ya no hay taxis, no me encanta caminar de noche así que, si me disculpa, ya me tengo que ir- Respondió desviando la mirada y soltándose de mi agarre.
¿A dónde va? No debería interesarme nada de ella, pero no lo puedo evitar, no puedo permitir que se vaya sola a su casa y menos a esta hora, no me puedo permitir que algo le suceda. Caminé hasta ella hasta alcanzarla, la volví a tomar con delicadeza del brazo haciendo que girase a verme de nuevo.
-¿A dónde vas? Yo te llevaré a tu casa, no puedo dejar que te vayas así- Le dije viéndola de forma seria.
-No, señor Novoa, no se moleste, puedo caminar hasta...- Comenzó a decir hasta que la interrumpí.
-No era una sugerencia Aurora, vamos- Ordené tajante, no permitiría que algo le sucediese, estaba loca si creía que la dejaría irse caminando a esta hora.
Ella pareció sorprendida pero no dijo nada, solté su brazo pero puse mi mano en su espalda baja invitándola a caminar, entramos al ascensor y marqué el piso del estacionamiento. Sentía la maldita tensión dentro del ascensor, tenía tanto deseo dentro de mí, la veía por el reflejo morder su labio inferior mientras observaba el suelo, yo negué con la cabeza discretamente, cerré mis ojos y suspiré.
Llegamos al estacionamiento, de nuevo la conduje con mi mano en su espalda, tocar su piel era como tocar fuego, y definitivamente de seguir así, me iba a quemar. Llegué a mi auto, abrí la puerta para Aurora pero ella se quedó de pie solo observando.
-¿Este es su auto?- Preguntó en un tono algo indescifrable, yo la miré confundido.
-¿Hay algo malo?- Devolví la pregunta con voz suave.
-No, no, para nada, es solo que jamás había visto uno de estos en persona, es... impresionante- Dijo ella con un brillo en sus ojos y una bonita sonrisa.
¡Mierda! Se veía preciosa, y ahora sumándole a la lista de cualidades de esta muñeca que también les gustan los autos, estoy jodido.
-¿Sabes de autos?- Pregunté una vez que estábamos dentro del este, ella pareció emocionarse cuando lo encendí.
-Sí, un poco. Jamás había visto un McLaren Speedtail, hay menos de 120 unidades en el mundo. Creí que eran prohibidos en Estados Unidos- Ella siempre tan curiosa y tan observadora.
-Lo son, pero, tengo contactos... digamos que tiene sus privilegios ser el mejor abogado de Boston- Le respondí con un tono egocéntrico y una pequeña sonrisa ladeada.
Nada tenía yo que estar informándole esto a Aurora, eso no era de su incumbencia, pero aquí estaba, con ella en mi auto, llevándola a su hogar y respondiendo cada una de sus dudas, y aunque un lado de mí me gritaba que era un completo imbécil por hacer esto, el otro se sentía bastante tranquilo y en paz con ella.
Me dió la dirección de su departamento, estaba relativamente cerca de la empresa, pero era una completa locura que quisiese venirse caminando a estas horas de la noche.
-Entonces, ¿Te gustan los autos?- Pregunté rompiendo el silencio aun sintiendo esa curiosidad por ella.
-Claro, me encantan, tengo una debilidad por los autos veloces- Respondió con una emoción particular en su tono de voz.
-Es algo... exótico- Dije simplemente viéndola de reojo, tardó unos segundos en responder.
-Bueno, soy de gustos algo... particulares- Comentó en un susurro condenadamente sexy, sentía su mirada sobre mí, pero no podía voltear a no ser que quisiera una jodida erección en este maldito instante, ¿Cómo puede lograr ocasionar todo esto en mí?
¡CARAJO! Debo mantener mi distancia, debes enfocarte Novoa, no vas a caer por una mujer, no lo harás...
No dijimos nada el resto del camino, ya no podía decir una sola palabra, sentía que iba a explotar en cualquier momento, jamás me he sentido tan impotente como en este tiempo que llevo conociéndola, no puedo seguir así, ¿Qué voy a hacer?
-Gracias por traerme señor Novoa, no se hubiera molestado, fue muy amable de su parte- Dijo ella cuando llegamos al edificio de departamentos donde vivía, la voltee a ver antes de que bajara del auto.
-No es nada Aurora, si te sientes muy cansada mañana puedes llegar una hora después, no te preocupes... buenas noches- Dije simplemente una vez que llegamos, ella me dedicó una pequeña sonrisa y cerró la puerta del coche.
Y ahí estaba yo nuevamente, preocupándome por la salud y el bienestar de la chica y dejando que hiciera lo que quisiese, le estaba dando completa libertad de todo y eso no era correcto, al menos no en mi mentalidad... Estoy realmente jodido.
POV Aurora
Me lleva el carajo, ese hombre me iba a hacer perder la cordura, ¿Cómo podía ser tan odioso pero tan jodidamente sexy y atractivo a la vez? El hecho de que se ofreciera a llevarme a casa a pesar de que insistí en que podía irme sola me hizo sentir de algún modo... especial. Puede que sea una tontería, y probablemente así sea, pero no pude evitar sentirme demasiado halagada.
Algo que me volvió loca fue ver esa joya de auto que tiene, como se lo mencioné, tenía una debilidad por los autos rápidos, y sentí como mi emoción se hizo muy presente en cuanto vi aquella preciosidad, y una cosa que pudo afectarme de igual manera, fue sentir todo el maldito perfume de Rafael impregnado en el auto, todo olía deliciosamente a él, realmente me hizo sentir muy deseosa de poder hacer algo, pero sé que cualquier movimiento con él era un despido seguro y no estaba dispuesta a perder esta oportunidad de continuar en la empresa.
Al día siguiente me desperté a la misma hora para ir a la oficina, a pesar del ofrecimiento de Rafael de poder llegar una hora después a la oficina si necesitaba descansar un poco más, que vaya que si lo necesitaba, decidí solo seguir manteniendo una buena imagen y seguir siendo esa persona puntual que he sido desde que entré. Al llegar noté que Sebastian y Rafael estaban conversando fuera de sus oficinas, ambos voltearon a verme cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso, Rafael pareció muy sorprendido de verme ahí, supongo que creyó que llegaría mucho más tarde.
-Buen día señor Stan, señor Novoa...- Los saludé cortésmente, Rafael solo asintió levemente con la cabeza contrario a Sebastian que se acercó a saludarme.
-Buen día Aurora- Respondió Sebastian con una gran sonrisa dejando un beso en mi mejilla, era muy común que nos saludásemos y despidiéramos de esa manera, pero me causó algo de sorpresa que lo hiciera enfrente de Rafael, era la primera vez que eso sucedía.
Él solo nos vio con confusión, vi que apretó un poco su mandíbula y sin decir una sola palabra se fue a su oficina cerrando la puerta una vez dentro, eso me confundió mucho.
-¿Está bien?- Le pregunté a Sebastian mientras caminábamos por el pasillo para ir a nuestras respectivas oficinas.
-Sí, ya sabes cómo es él- Respondió despreocupado.
Comenzamos con nuestros labores diarios, como era de costumbre no estaba en mi oficina, en este momento me encontraba en la oficina de Novoa, él estaba detrás de su escritorio revisando documentos y yo estaba sentada en el sofá de su oficina leyendo un caso que Rafael me había dado, sentía sus intensas miradas sobre mí, ¿Qué pretende este hombre? ¡Me confunde demasiado!... Estaba entretenida en aquellos papeles cuando escuché que alguien entró a la oficina con nosotros.
-¡Dios! ¿Por qué tanto silencio? Parece un funeral- En efecto, era Sebastian bromeando como siempre, yo reí al escucharlo.
-¿Qué haces aquí? ¿No tenías que ir a una junta?- Preguntó con su típico tono frío.
-Exacto, por eso estoy aquí. ¿Quieres acompañarme a la junta, preciosa? Puede ayudarte para tener más experiencia- Me cuestionó acercándose a mí, yo miré un segundo a Rafael y devolví mi mirada a Sebastian.
-Me encantaría acompañarlo señor Stan, pero tengo trabajo que terminar- Informé levantando tímidamente las carpetas que tenía entre mis manos.
-Oh vamos viejo, déjala ir, no te afectará que te la robe un par de horas- Yo los miraba a ambos sintiéndome extraña, ¿Qué es eso de "te la robe"? Se miraron unos segundos como si tuviesen una discusión mental hasta que finalmente Rafael me miró con intensidad.
-Ve con él...- Dijo simplemente en un tono un poco más suave, sonreí levemente y vi de nuevo a Sebastian.
-Excelente, solo una cosa... antes de que nos vayamos, ¿Me puedes traer un paquete de carpetas vacías? Están en la bodega del 18- Me pidió Sebastian amablemente.
-Claro, enseguida vuelvo señor Stan- Le dije levantándome y saliendo para bajar al piso 18 que era donde antes trabajaba.
Fui rápidamente al piso mencionado, el pequeño cuarto que usaban como bodega estaba justo enfrente del ascensor, no tardé prácticamente nada en tomarlas. Me disponía a volver al último piso, pero justo después de salir del pequeño cuarto escuché que alguien mencionaba mi nombre entre susurros y me fue imposible no quedarme a escuchar.
-Yo insisto en que la chiquilla esa, Aurora, algo tuvo que hacer para que la mandaran al último piso para trabajar con el jefe. Hay dos opciones, o está metiéndose en la cama del señor Stan y él le pidió el favor a Novoa de llevarla a ese piso con ellos, o se está metiendo directamente con Novoa y le está lavando el cerebro para mantenerla ahí. Yo no le creo el teatrito de ser muy preparada a la mosquita muerta esa, yo soy una mujer mucho más preparada que ella y mírame llevo metida en esta estúpida oficina 8 años solo de abogada secundaria... Pero claro, como soy vieja y yo no le sirvo a ninguno de los dos para ser su zorra personal-
¡¿QUÉ MIERDA?! Era Greta, estaba hablando de mí con unas mujeres que no conocía, ¡¿Cómo se atrevía?! Me sentía furiosa, oh no, esto no se quedaría así... Me acerqué con paso rápido hasta donde ella estaba, al verme pareció palidecer.
-Escúcheme bien Greta, he tratado de ser cordial y respetuosa con usted desde que entré en este lugar, no sé cuál es el motivo de su odio hacia mí, pero no es mi culpa que usted esté frustrada por no poder seguir superándose a sí misma, soy una mujer muy preparada e inteligente, y no voy a permitir que ponga en tela de duda mi capacidad y trate de difamarme y sobajarme con acusaciones falsas, así que le sugiero que pare de hacerlo y comience a respetarme... Con permiso- Traté de decirle con el mayor respeto que pude y la dejé ahí con la boca abierta.
Me fui del lugar sintiéndome muy impotente y enojada, no es la primera vez que intentan degradar lo que hago y lo que soy solo por pensar que tengo cierto tipo de preferencia por "ser bonita", he intentado esforzarme cada día de mi vida por demostrar que puedo hacer las cosas por mis propios méritos y soy lo suficientemente capaz de merecerme lo que tengo.
Marqué el último piso de la oficina, estando en el ascensor las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, era una persona realmente sensible y no es que llorara por creer lo que decía aquella mujer, ¡Claro que no!, lloraba de impotencia y del coraje que sentía dentro, me sentía cansada de que siempre hubiese alguien que intentara acusarme de algo así. Salí del ascensor cubriendo un poco mi rostro, no quería que me viesen así, pasé rápido frente a las oficinas y me fui a la mía solo a intentar tranquilizarme antes de ir con Sebastian... Realmente estaba harta.
POV Rafael
Algo que nunca había sentido jamás en mi vida se hizo presente el día de hoy, sentí un poco de celos de ver como Sebastian le daba un beso a Aurora cuando la saludó por la mañana, al igual que siempre la llamaba "Preciosa" o "Linda" para pedirle cualquier cosa, desearía ser yo el que la llamara así siempre, no él. Cuando vino a pedirme que Aurora lo acompañase a la junta dudé en decirle que sí, pero al final creo que me haría bien no estar pensando en ella cada segundo así que terminé por decirle que sí.
Cuando Aurora fue por las carpetas que Sebastian le pidió, aproveché para hablar con él.
-¿Me quieres explicar que mierda fue eso de "Te la voy a robar un par de horas"? ¿Qué va a pensar Aurora de mí? ¿Qué me creo su maldito dueño?-
-¡Oh vamos!, ambos sabemos que estás loco por ella y que siempre estás buscando como tenerla aquí para verla, no soy idiota- Decía Stan con tono burlón.
-Deja de decir estupideces Sebastian, lo que ella haga no me importa...-
Ahora repítelo un millón de veces en tu cabeza hasta que lo creas, me reprochaba a mí mismo...
Seguimos hablando un par de segundos, Aurora había dejado la puerta abierta, por lo que pude ver cuando ella volvió con las carpetas, pero lo que vi me dejó con una extraña opresión en el pecho.
-Está llorando...- Susurré casi inaudible.
-¿Qué dices?- Preguntó Stan confundido.
-Aurora, pasó frente a la oficina llorando, se fue por el pasillo, algo le pasó...- Informé sintiéndome preocupado al instante, quería correr a preguntarle qué había pasado, pero Sebastian fue más rápido y salió corriendo en dirección en su oficina.
No podía quedarme con la duda, ¿Qué tal si le hicieron algo? Caminé con lentitud hasta estar fuera de la oficina de Aurora, la puerta estaba entreabierta, me sentía como un jodido acosador pero eso era lo que menos me importaba, solo quería saber que ella estaba bien, escuchaba la conversación que tenía con Sebastian.
-¿Qué pasó, linda? Cuéntame- Pedía él con tono suave.
-No, no quiero decírtelo- Respondió ella entre sollozos, nunca me había sentido de esta forma, jamás creí que escuchar el llanto de alguien podría hacerme sentir tan... afectado.
-Por favor dímelo, déjame ayudarte, ¿Sí?- Insistía Sebastian.
-Es solo que, no quiero meter en problemas a nadie... Por favor prométeme que no dirás nada...-
Así que una persona es la culpable de que ella en este momento esté llorando... pobre infeliz.
-Lo prometo... cuéntame-
-En grandes rasgos... hay una persona en el 18 que está insinuando que me cambiaron de puesto porque me acuesto contigo o con el señor Novoa, insinúa que solo estoy en donde estoy por estarme metiendo con alguno de ustedes. Lloro porque no es la primera vez que intentan sobajarme y estoy muy cansada de ello, sabes que me he esforzado por llegar a donde estoy y es denigrante que piensen que cada uno de mis logros se deben a que tengo sexo con alguien- Terminó de explicar aun llorando, yo sentí mi sangre hirviendo de coraje
¿Cómo pueden ser capaces de hablar así de ella? Ella es una mujer increíble que aunque es cierto tengo un deseo incontrolable por tocarla, se ha dado a respetar todo el tiempo y está con nosotros por el simple hecho de que es brillante en lo que hace, ya me encargaría yo de este asunto... Sebastian intentó consolarla diciéndole que no creyera en las estupideces que dijeron.
-Sebastian... prométeme que no le dirás a Rafael lo que pasó, si se entera de que alguien cree que me acuesto con él me va a despedir, sabes lo mucho que le importa mantener su postura y la firmeza de sus reglas, me odiaría si supiera lo que están inventando de nosotros...- Pedía ella con miedo.
Ay, cielo, ¿Cómo crees que sería capaz de despedirte?
Negué son una pequeña sonrisa enternecido por su inocencia y volví a mi oficina sentándome detrás de mi escritorio y poniendo los videos de las cámaras de seguridad, esto no ese iba a quedar así... Pasé algunos minutos buscando dicha grabación hasta que la encontré, escuché todo lo que esa hija de perra se atrevió a decir de Aurora y también la manera precisa en que ella se defendió, admito que me sentí orgulloso de ello, pero volví a mi postura sintiendo la furia volver a invadirme. Salí de mi oficina, Sebastian y Aurora ya se habían ido, pero yo bajé al piso 18 a dejar un par de cosas claras. Llegué y caminé hasta el grupo de mujeres que estaban cotilleando, al verme las vi palidecer, es obvio, jamás ponía un pie en estos pisos, sabían que algo malo se avecinaba al ver mi rostro furioso.
-Quiero que quede muy en claro una cosa, los puestos en esta empresa se ganan únicamente con las capacidades que tengan cada uno de ustedes, algo que no voy a permitir es que se me esté difamando a mí o a mis colegas con las idioteces que han estado chismorreando entre ustedes. La señorita West está donde está por su capacidad, no por ninguna otra situación, y si no le parece eso, señora Jones, la puerta está muy abierta para que se largue de esta estúpida oficina- Le dije amenazante recordando sus mismas palabras.
Que sepan desde ahora que no voy a andar con ningún jueguito, y si se atrevían a hablar de forma degradante de mí, de mi empresa, y mucho más, de Aurora, que sepan que un despido podía ser el mínimo de sus problemas, estaban advertidos...