Alison Borgui, trabaja en un periódico de prestigio, pero, últimamente las ideas se le han ido de la cabeza. A tal grado que es obligada a investigar un caso de una mujer condenada a 30 años de prisión por el asesinato de su padre y madre y después los despedazó y los tiró a la basura en bolsas negras. Sin embargo, Sofía Morin se ha declarado culpable. Esta mujer, gorda, fodonga, sin una gota de maquillaje, experta en dibujar rostros humanos, es, verdaderamente insoportable.
Alison Borgui sospecha que esta mujer es inocente, y si así fuera, ¿a quién protege esta mujer?
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¿Dejar el trabajo o no?
Alison estaba revisando unos títulos para ver cuál podía escoger.
Ya tenía varios, pero aún no se decidía por uno. Y tampoco sabía si se quedaría más tiempo en el trabajo o haría el artículo para ella sola o para el periódico.
Aunque ella no sabía si cualquier decisión que tomara le beneficiaría.
Estaba en un dilema y no sabía qué hacer.
La celadora le había dicho que Sofía se molestaba con frecuencia con sus compañeras, por eso la habían aislado, porque no querían que fuera a ocurrir una tragedia dentro de la cárcel.
Esta mujer solía dibujar, le gustaba mucho. Ya había dibujado por lo menos a diez compañeras.
Su parecido era en un 90%.
Ella era muy buena en ese sentido. Nadie sabe cómo una mujer que dibuja muy bien, puede cometer tal crimen y estar muy tranquila.
Eso era lo que tenía que averiguar Alison, pero hasta el momento, esa mujer no quería decir nada.
"¿Cuánto tiempo tendría que pasar para poder sacarle toda la información que necesitaba?
En su mente no podía apartar las imágenes de las personas que Sofía había descuartizado. Aunque no los conocía, podía imaginarlo.
Sentía tal repulsión que corrió al baño, no pudo evitar vomitar. Todo su cuerpo se estremecía con la sola idea de estar otro día con esa mujer grasosa, y maloliente. Además, los dientes amarillos sobresalían de esa boca desfigurada por la gordura de su cuerpo. Toda ella apestaba a rancio y sudor.
Y, sin embargo, Sofía parecía no darse cuenta del efecto que producía en todo aquel que la veía, aunque fuera la primera vez, como le pasó a Alison.
Y aunque sí supiera, a ella no le importaba. Nunca le había importado nada.
Sofía estaba viendo la manera de contarle toda su vida a Alison, y que ella sacara sus propias conclusiones. Tampoco le daría todo en bandeja de plata.
Y, aunque Sofía no era precisamente una perita en dulce, tampoco quería asustar a la susodicha. A ella la mandaban de su trabajo, no tenía voz ni voto, era solo un títere manejado al antojo del patrón.
Y, ¿quién tenía la culpa?, ¿el que la manejaba o la que se dejaba manejar?
Alison nunca se quejaba, ella obedecía siempre a todo lo que le ordenaban.
Sobre eso su novio ya le había dicho que no se dejara, pero ella era de noble corazón. Siempre acostumbrada a hacer lo que otros le dijeran.
Si nos ponemos a reflexionar, todo empezó de sus padres, hermanos, maestros de escuela, siempre mandones y obligándola a hacer lo que ellos le dijeran.
Alison creía que eso era lo más normal y jamás se quejaba ni hacía nada por evitar que todos la trataran como si fuera un títere.
Pero esta situación empezaba a cansarle. Ya no era la misma, desde que entró a esa cárcel su vida había cambiado. Había visto la vida desde otra perspectiva y esa le gustaba más.
Los dos días siguientes, Alison se dedicó a su novio, le preparó los alimentos más sabrosos.
Oye, amor, eres una verdadera mujer, mira que rico banquete me voy a dar.
Lo preparé como a ti te gusta, amor.
Yo hablo de otro banquete, o sea, tú, dijo guiñándole un ojo.
Ella se sonrojó, Igor aún tenía la facultad de hacerla sonrojarse.
Es la verdad, amor, eres increíblrmente fabulosa, te amo. Me faltan palabras para decirte todo lo que siento. Tu amor no se compra con nada, eres única. Cuento las horas y los minutos para estar contigo.
Igor, todo eso que me dices es muy hermoso, y no sé qué decir.
No me digas nada, solo ámame. Igor se había mudado con ella hace muy poco. Y le procuraba todo a Alison.
Después de comer, ambos se dieron una ducha. Uno detrás del otro.
Alison salió envuelta en una toalla, recién bañada. A Igor se le saltaron los ojos, lucía hermosa. No esperó más y la tomó en sus brazos. La toalla que la cubría cayó al suelo.
Eres muy bella, dijo Igor entre beso y beso. Las manos de él acariciaban cada parte de su cuerpo.
Ella se tumbó en la cama y él se trepó sobre ella, con cada movimiento de sus manos ella lanzaba un pequeño gemido.
Eso bastaba para que Igor se excitara mucho más. Besos y más besos.
Alison le pedía más a Igor. Y él la complacía en todo.
Luego la hizo suya, una y otra vez. Alison temblaba de placer.
Igor era delgado y muy atractivo, además tenía el cuerpo muy bien formado, como si fuera al gym. Los músculos brotaban por todo su cuerpo.
Era muy hermoso.
Cuando por fin terminó todo, ambos quedaron exhaustos tumbados en la cama.
¿Sabes, amor?, la vida a tu lado me parece tan llevadera. Con todo esto que me está pasando, tu apoyo es fundamental. Nunca me dejes, por favor.
Claro que no, siempre estaré para ti.
Y nuevamente empezaron con el ritual del amor.
*Autora*
Discúlpenme si escribo "ritual del amor", es que yo tenía un hermano que siempre decía así, y pues, a mí se me quedó decir así. Desgraciadamente, él falleció hace algunos años y, pues, ya lo digo en cada historia que cuento. Gracias por su comprensión. Les mando saludos a cada parte del mundo de donde me leen.
También les pido disculpas si me tardo en escribir, pero el internet ha estado fallando mucho. Aquí andamos con toda la buena actitud. Gracias por sus comentarios, y se valen críticas constructivas, no destructivas.
Gracias.