¿Qué pasa cuando la vida te roba todo, incluso el amor que creías eterno? ¿Y si el destino te obliga a reescribir una historia con el único hombre que te ha roto el corazón?
NovelToon tiene autorización de Daricha0322 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 7
Daniel sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Se levantó del suelo, su mente funcionando a mil por hora. No había tiempo para el remordimiento, solo para la acción.
En cuestión de minutos, se transformó en el Presidente Méndez, el hombre que movía hilos.
Llamó al investigador privado que acababa de enviarle el informe. "Quiero que uses toda tu red, todos tus contactos. Olvídate de la discreción. La prioridad es encontrar a Ana Méndez. Necesito su ubicación, su destino, cualquier rastro."
Luego llamó a la Dra. Herrera, sin importarle la hora. Ella, sorprendida y finalmente liberada del secreto de Ana, le dio el único dato que tenía: Ana había preguntado sobre una clínica de cuidados paliativos discretos en una zona costera del sur para "una amiga".
Daniel sintió un escalofrío. Ana no se iba a curar; se iba a rendir.
Tuvo que dar explicaciones rápidas y vagas a su suegro, el Sr. Méndez, diciéndole que Ana había sufrido una recaída por estrés y había huido. El suegro, preocupado, se ofreció a cuidar a Martín. Daniel solo pudo asentir, sintiendo que no merecía la bondad de ese hombre.
Antes de salir de la casa, Daniel se dio cuenta de que no podía buscar a Ana cargando el peso de su pasado. Tenía que cortar el último hilo que lo ataba a su error.
Daniel condujo frenéticamente, no hacia la costa, sino hacia la sede de la empresa
Eran las 7:00 de la mañana. La empresa aún estaba en silencio. Daniel entró en la oficina de la Señorita Soto, que ahora tenía una posición más alta gracias a la reestructuración de Ana. Laura estaba en su escritorio, radiante y vestida de forma impecable.
Al verlo, Laura se levantó con una sonrisa seductora, pensando que él venía a celebrar la firma del divorcio y el fin de la farsa.
"Daniel, mi amor, me alegro de que ya seas libre," susurró Laura, acercándose a él y rodeando su cuello con los brazos. "Sabía que esto terminaría. Tu mujer era demasiado fría para ti. Ahora podemos estar juntos."
Daniel sintió un escalofrío. El olor de su perfume, antes embriagador, ahora le resultaba nauseabundo, recordándole la bajeza de su traición.
Con una firmeza que no había usado en el último año, Daniel la agarró de los brazos y la apartó suavemente, pero con determinación.
"No vuelvas a tocarme, Laura," dijo él, con la voz dura y sin emoción. "No vuelvas a llamarme 'amor'."
Laura se quedó congelada, ofendida. "¿Qué dices? ¿Es que no recuerdas las noches que pasamos...?"
"Lo recuerdo perfectamente," la interrumpió Daniel, su mirada fría. "Recuerdo que te acostaste con un hombre casado y desesperado, y que luego te encargaste de humillar a mi esposa por toda la empresa. Y yo recuerdo que fui un cobarde patético que buscó consuelo fácil en lugar de afrontar los problemas en casa."
Daniel se acercó al escritorio y tomó un formulario de Recursos Humanos.
"Este es tu finiquito. Tienes un cheque generoso, más una cláusula de confidencialidad que, si violas, te costará el triple. Estás despedida."
Laura abrió la boca, furiosa. "¡No puedes hacerme esto! ¡Tu esposa te ha echado y vienes a vengarte de mí!"
"No," replicó Daniel, sosteniendo su mirada con una honestidad brutal. "Mi esposa hizo un trato conmigo y lo cumplió. Y yo acabo de descubrir que mi esposa, la mujer que tú y yo denigramos, se estaba muriendo por protegerme. Ella es diez veces mejor persona de lo que tú o yo seremos jamás. Vete, Laura. Y no vuelvas a aparecer."
Daniel dejó el finiquito sobre la mesa. El acto fue un cierre definitivo a su culpa y un compromiso de que el hombre que buscaría a Ana era un hombre nuevo, un hombre arrepentido.
Daniel regresó a su coche, con el corazón más ligero por la ruptura, pero más pesado por la verdad. Ahora sí, transformado en el hombre que necesitaba ser, aceleró hacia el sur, hacia la pista gélida que le había dado la Dra. Herrera: la clínica costera y el mar. Su único objetivo era encontrar a Ana Méndez, la Jefa de Acero que había preferido morir sola antes que manchar el recuerdo de su familia.
¡Perfecto! El personaje de Daniel ahora está redimido ante el lector. Ha enfrentado su error y ha demostrado que está listo para luchar por Ana con honor.