La Muerte De Lina

Llegue a las oficinas del señor Nicolas, entregué la tarjeta con la recepción, ellas llamaron y me indicaron que siguiera hasta el final del pasillo, ahí estaba la secretaria del señor Nicolas.

Hola buen día, dije nerviosa.

Hola, pasa eres la chica que va ayudar a las modelos.

Si esa soy, dije nerviosa.

¿Cómo te llamas?.

Soy Tamara Camacho.

Muy bien, espérame aquí.

La secretaria entro a la oficina y después salió sonriendo.

Bien el señor Nicolas va hablar contigo, dijo sonriendo.

Entre nerviosa el me pedía que pasará y me sentara.

- Me dijo mi secretaria que te llamas Tamara Camacho, dijo sorprendido.

- Si

- Mucho gusto Tamara, extendió su mano. Yo soy Nicolás Montejo. Vaya jamás pensé que ...

No termino la oración, el me miraba y sonreía.

- Jamás pensó ¿que?

- Nada, te voy a llevar con Magda ella es la encargada de las modelos, te dirá que hacer, si necesitas algo más, no dudes en venir a mi oficina.

- Muchas gracias.

Su secretaria me llevo con Magda, cuando me la presentaron ella me miró sorprendida.

Después, me presento con todas las modelos, ellas eran muy bonitas.

El primer día fui a comprar con una que se puso a llorar frente al espejo porque se le mostraba un gordito en la espalda, la ayude cambiando el modelo del traje de baño y ella se fue feliz, era un trabajo muy pesado pero estudiar enfermería me ayudaba a ser paciente.

Salí de las oficinas cansada, llegué a la parada de autobús y me subí rápido, cuando llegue a casa mis padres hablaban con unos policías, ellos volvían hacer preguntas sobre mi hermana, pero en algo tenían razón los policías no teníamos idea de la vida de Lina. Descubrieron que tenía casi seis meses sin trabajar en la tienda departamental ahora entendía por qué muchas chicas que les pregunté decían que no la conocieron. La gerente también era nueva, así que nadie conocía a Lina.

Cuando se fueron los policías, mi mamá lloraba.

¿Quién carajos era Lina?, le gritaba a mi papá.

Ella era una mujer adulta, que tenía muchos sueños y uno de ellos era renunciar a ese trabajo, donde se sentía frustrada.

¿Pero por qué no nos dijo?, no íbamos a enojarnos.

Tal vez si, cada vez que tocaba el tema de dejar el trabajo le decíamos que hiciera antigüedad para que tuviera un mejor puesto.

Mi mamá se subió enojada a su recámara, mi papá se me acercó y me abrazo.

Por favor, cuídate, no quiero que nos ocultes cosas por miedo.

Estoy trabajando en una agencia de modelos, dije rápido

Mi papá me miró asombrado. Pero eso es peligroso.

¿Por qué?, solo las ayudo a elegir su ropa.

Muy bien cariño, dijo mi papá dándome un beso en la frente.

Al día siguiente llegué temprano, aún las chicas no llegaban, me puse a acomodar alguno de los clóset que tenían con ropa de prueba.

¿Que haces?, dijo el señor Nicolas.

Señor Nicolas, buenos días, es que las chicas no han llegado y pensé que podía acomodar la ropa para hacer un inventario y no se, reciclar la ropa.

El se acercó y me miró asombrado.

Me parece buena idea, tendre que subirte el salario, dijo sonriendo.

No es necesario, yo lo hago con gusto, además quería pedirle un favor, me podía adelantar un poco de lo que me va a pagar es que ya no tengo para los pasajes.

Si claro, saco su billetera.

¿Cuando quieres?.

Solo cien pesos.

No tengo cien pesos, dijo sonriendo.

Saco un billete de 1000 pesos.

Pero señor Nicolas esto es demasiado, por favor déjelo.

Tómalo Tamara por favor, dijo alejándose de mi.

Pero señor Nicolas es mucho, ya en tres días me van a pagar.

No tengo billetes más chicos, decía caminando hacia su oficina.

Señor Nicolas, es que no van a tener cambio los del autobús, dije detrás de el.

El se paró y se giro.

Te llevaré a tu casa, dijo sonriendo.

Por favor, señor Nicolas no quiero causarle molestias.

Déja de decirme señor Nicolas, no soy tan viejo, decía sonriendo.

Soy Nicolás para ti y vamos a trabajar después me pagas lo que te adelante y al rato le digo a mi chófer que te lleve a tu casa

Gracias, se..., me miró enojado.

Gracias Nicolas.

De nada Tamara, ahora ve a trabajar que yo también tengo mucho trabajo, dijo entrando a su oficina.

Mire el billete, este hombre tiene dinero, pensaba. Claro es rico, tonta.

Tengo tantas ganas de preguntarle que tuvo con mi hermana, pero tengo miedo que escape de la justicia y si el, si la mato.

Acomode la ropa de las chicas, hoy me tocó ir con una modelo de lencería.

Cuando llegamos a la tienda de lencería me imaginé a Nicolás aquí, me imagino que se sentía incómodo, por eso me ofreció este trabajo.

La chica me pedía que le tomara fotos para que las viera, recordé a mi hermana como se tomó fotos así, pensaba.

¿Ella era modelo?, pero si era tímida, yo era la más atrevida de las dos, a mí me encantaba coquetear con chicos y usaba ropa muy ajustada, pero ella siempre tenía miedo a mostrar su cuerpo.

Muy bien, este me gusta, decía la modelo.

Llévate este también le dije sonriendo, las luces del set pueden cambiar el color, además este es más sexi.

Vaya, vaya, eres buena en esto.

Me gusta la moda, dije sonriendo.

¿Y por qué no eres modelo?.

No, yo modelo, no gracias, prefiero trabajar en un hospital tener un sueldo fijo, prestaciones.

Estás diciendo que las modelos no tenemos un trabajo seguro.

Si, es un medio muy difícil, o digo mentiras.

No, eres muy honesta, yo también estoy estudiando, quiero ser maestra, pero ahora he tenido tanto trabajo que tuve que darme de baja.

Bueno nunca es tarde para lograr lo que deseas.

Gracias, dijo abrazándome.

Todas las chicas se burlan de mi porque quiero ser maestra.

Yo seré enfermera, dije sonriendo.

Pues serás muy buena.

Celia, te puedo preguntar algo.

Si claro.

¿Tu conociste a Lina?

¿Lina?, ¿era modelo?

No, pero vi unas fotos de mi hermana en ropa interior, pensé que tal vez fue modelo y la conocías.

No, pero puedo preguntarle a las otras chicas.

No es necesario.

Tu hermana te dijo que trabajaba en esta agencia porque hay otra.

Ya no hablo con ella, dije triste.

Pues ella se lo pierde, tu eres increíble, ya me había dicho Jaqueline que comprar contigo era más divertido que ir con el jefe, creo que no vamos a querer a nadie más para las compras, dijo sonriendo.

Gracias, dije sonriendo.

Salimos de la tienda.

Llegamos a las oficinas, ella mostraba a las otras sus compras, yo me sentaba a acomodar las zapatillas.

Tamara y Nicolas