Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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La osadía del corazón
Sacha se encontraba sentada frente al espejo, examinando su reflejo. Sus dedos rozaron su cuello, donde aún podían verse si te hacercabas bien, las marcas rojizas que el emperador había dejado con su agarre. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar el momento en que sus manos se cerraron alrededor de su garganta, y las palabras que le susurró aún resonaban en su mente:
"Tarde o temprano descubriré quién eres."
Sacha Lin
Había logrado calmarlo, al menos por ahora, pero no podía dejar de preguntarse cuánto tiempo podría mantener su fachada antes de que todo colapsara.
"Al menos, por ahora, parece agradecido. Después de todo, lo salvé... aunque no puedo confiarme. El emperador no es alguien que se deje engañar fácilmente."
Unos golpes suaves en la puerta la sacaron de sus pensamientos. Era una sirvienta.
—Señorita Sacha, el joven duque desea verla.
Sacha se levantó de inmediato, pero antes de salir de la habitación, se colocó un pañuelo alrededor del cuello, tratando de ocultar las marcas. No quería que Leo se preocupara más de lo necesario.
Cuando Sacha llegó al estudio donde Leo la esperaba, encontró a su hermano de pie junto a la ventana, con las manos apretadas en puños. El rostro de Leo estaba sombrío, y sus ojos parecían arder con una furia contenida.
—Hermana. —Su voz era un susurro peligroso. Se dio la vuelta para mirarla, y sus ojos se clavaron en su cuello.
Sacha intentó fingir que no entendía.
—¿Qué sucede, Leo?
—¿Qué sucede? —repitió él, avanzando hacia ella con un paso decidido. Antes de que pudiera detenerlo, tiró suavemente del pañuelo, revelando las marcas—. Esto sucede.
El silencio cayó entre ellos como una losa. Sacha intentó hablar, pero Leo levantó una mano para detenerla.
—No digas nada. Fue ese canalla, ¿verdad? —Su voz temblaba, y sus ojos brillaban con una mezcla de furia y dolor—. ¡El emperador!
—Leo, no es lo que piensas...
Pero él ya no la escuchaba. Dio media vuelta y salió del cuarto, sus pasos resonando con fuerza en el pasillo.
—¡Leo! —Sacha lo siguió, pero él ya estaba en las escaleras, dirigiéndose hacia la entrada principal.
Leo no perdió tiempo. Ordenó preparar el carruaje y se dirigió directamente al palacio imperial. Aunque sabía que no tenía una audiencia formal con el emperador, no le importó.
Los guardias en las puertas del palacio lo detuvieron de inmediato.
—Mi señor, no puede entrar sin una invitación oficial.
—¿Acaso tengo que recordarles quién soy? —rugió Leo, sus ojos llenos de determinación—. ¡Soy el duque de Lin!
La tensión era palpable, y los guardias parecían dudar. Uno de ellos murmuró algo al oído de otro, quien asintió y desapareció dentro del palacio.
En el salón principal, un sirviente se acercó apresuradamente al emperador, inclinándose profundamente antes de hablar.
—Su Majestad, el joven duque de Lin está en la entrada. Insiste en verle.
El emperador, que estaba revisando algunos documentos, levantó la vista con una expresión neutral.
—¿Y qué hace un cachorro como él en mi palacio sin ser invitado?
—Dice que es urgente, Su Majestad.
El emperador suspiró y dejó los documentos a un lado.
—Déjenlo pasar.
Leo entró al salón principal con pasos firmes, sin siquiera hacer una reverencia. Los sirvientes y guardias que estaban presentes contuvieron la respiración ante su descaro, pero el emperador no pareció inmutarse.
—¿Qué trae al joven duque de Lin a mi palacio en tan inusual estado de ánimo? —preguntó el emperador con frialdad, aunque sus ojos brillaban con un leve interés.
—¿Cómo te atreves a tocar a mi hermana? —espetó Leo, sin molestarse en ocultar su ira—. ¡Es una joven indefensa!
El salón quedó en silencio. La mirada del emperador se endureció, y el ambiente pareció volverse más pesado.
—Tienes valor, Leo Lin. Te presentarías ante tu señor y hablarías con tanta insolencia... —El emperador se levantó de su asiento y avanzó hacia él lentamente—. ¿No temes por tu vida?
—Si no respetas a mi hermana, no tengo razones para respetarte. —Leo lo miró directamente a los ojos, sin retroceder ni un paso—. Si vuelves a lastimarla, me convertiré en tu enemigo, y ya tienes suficientes de esos.
El emperador lo observó con una mezcla de furia y algo más que era difícil de identificar.
—¿Mi enemigo, dices? —Una sonrisa helada curvó los labios del emperador—. Tendrías que ser muy valiente o muy estúpido para hacer semejante declaración.
Leo no respondió de inmediato. Su pecho subía y bajaba con rapidez, y aunque la tensión era palpable, no apartó la vista del emperador.
—Sé que tengo un deber hacia ti como señor. El ducado de Lin siempre ha sido leal a la corona, y seguiré cumpliendo ese juramento. Pero si tocas a mi hermana otra vez, todo será diferente.
El emperador lo estudió en silencio durante unos momentos. Luego, dio un paso hacia atrás y volvió a su asiento.
—Eres un hombre audaz, Leo Lin. Pero recuerda: tu familia ya ha perdido mucho. No te conviene agregar tu cabeza a la lista.
Leo apretó los dientes, pero no dijo nada más. Dio media vuelta y salió del salón, dejando al emperador con una expresión fría e inescrutable.
Sacha estaba en su habitación, caminando de un lado a otro mientras esperaba noticias de Leo. Sabía que había ido al palacio, y la preocupación la estaba consumiendo.
"Leo siempre ha sido impulsivo, pero enfrentarse al emperador directamente..."
Una sirvienta interrumpió sus pensamientos al entrar.
—Señorita, el joven duque ya ha regresado.
Sacha dejó escapar un suspiro de alivio y siguió a la sirvienta hasta la habitación de Leo.
Cuando llegó a la puerta, se detuvo por un momento. Respiró hondo y golpeó suavemente antes de entrar.
—Leo.
Él estaba sentado junto a la ventana, con una copa de vino en la mano. Levantó la vista al verla entrar, y su expresión se suavizó.
Leo Lin
—Hermana.
—¿Qué hiciste? —preguntó Sacha, acercándose lentamente.
Leo suspiró y dejó la copa a un lado.
—Solo me aseguré de que el emperador entendiera que no puede tocarte otra vez.
—Leo... —Sacha se sentó frente a él, su voz temblando—. ¿Qué te dijo?
Leo se encogió de hombros, tratando de restarle importancia.
—Nada que no esperara. Me amenazó, por supuesto, pero no me importa. No me quedaré de brazos cruzados mientras alguien te lastima.
Sacha sintió una mezcla de alivio y culpa. Sabía que Leo estaba actuando por amor y lealtad, pero no podía evitar preocuparse por las posibles repercusiones.
"En la novela original, Leo siempre fue audaz con el emperador, pero su lealtad lo mantenía a salvo. Ahora, las cosas son diferentes. He cambiado demasiado la historia. Espero que esto no termine mal."
—Gracias, Leo. —Su voz era apenas un susurro, pero estaba llena de sinceridad—. Pero por favor, ten cuidado.
Leo asintió, pero Sacha sabía que no podía prometer algo que no cumpliría.
Mientras tanto, en el palacio, el emperador estaba sentado en su escritorio, con un pergamino frente a él. Su dedo tamborileaba sobre la superficie de madera, mientras su mirada permanecía fija en un punto inexistente. La luz de la lámpara de aceite proyectaba sombras inciertas sobre las paredes, reflejo de los pensamientos oscuros que lo acechaban. Pero su mente volvía una y otra vez a las palabras de Leo.
—"Si tocas a mi hermana otra vez, todo será diferente..." —murmuró, apoyando una mano en su barbilla.
La sombra de una sonrisa cruzó su rostro, pero sus ojos seguían siendo fríos como el hielo.
Entonces recordo a Sacha Lin...
—"Ella actuó sin dudarlo. ¿Por qué arriesgaría su vida por alguien como yo? Una joven tímida, casi invisible para la sociedad... y, de repente, una mujer que se enfrenta al filo de una espada sin miedo."
Tomó el pergamino y lo dejó caer sobre la mesa. Los informes eran claros: no había conspiración, no había traición. Sin embargo, su instinto le decía otra cosa.
Se levantó, caminando hacia una estantería donde reposaban documentos antiguos. Sacó uno al azar y lo abrió, pero sus ojos no se movieron por las palabras.
—"Sacha Lin... hay algo en ti que no encaja. Y Leo Lin... tu furia no era solo por proteger a una hermana. Hay más detrás de esa lealtad."
Sus labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible mientras cerraba el documento con un golpe seco.
—"Los secretos tienen una forma curiosa de salir a la luz. Y yo estaré allí cuando lo hagan."
La luz tembló por un instante, como si incluso el fuego reconociera el peligro que representaba su obsesión naciente.