En La Mira De Un Mentiroso

CANDELA SANTOS

Crecí en medio de una familia que no valía la pena, mi madre siempre fue una egoísta que pensó en si misma, engañando a mi padre con todo aquel hombre capaz de darle algo que le interesara económicamente.

Mi padre tenía vicios, pero sin ser un hombre brillante un buen día se cansó de las infidelidades de mi madre y se fue.

Mi padre no se preocupó por mi, simplemente se alejó e hizo su vida. Mi madre, como una mujer soltera disfrutó de todos los placeres que pudo y convivió con algunos de sus amantes.

Para mí desgracia, uno de los amantes de mi madre intentó abusar de mi cuando aún no llegaba a la adolescencia. Al decírselo a mi madre, ella me culpó a mi y me acusó de mentir e intentar arruinar su felicidad.

Tuve depresión y además desarrollé un intenso temor hacia los hombres, por ese motivo relacionarme fue súper difícil mientras fui creciendo.

Cómo fui hija única y mis padres no son buenos, dejé de considerarlos mi familia. Tuve la fortuna de tener excelentes abuelos que me ayudaron a convertirme en quien soy hoy.

Mi abuela materna falleció en un accidente cuando un ebrio la atropelló, por lo que solo conté con mi abuelo paterno después.

Cuando terminé la preparatoria, no sabía que haría con mi vida, pero en ese momento mi abuelo enfermó. Él era la única persona que me quedaba en el mundo y no podía imaginar una vida sin él. Lo cuidé hasta el último momento, pero el falleció.

Mis padres estaban ocupados con sus vidas para poder preocuparse por mi. Yo desde hacía tiempo había vivido con mi abuelo y él se había hecho cargo de mis gastos personales y de brindarme todo lo que necesitaba mientras mis padres seguían adelante como si yo nunca hubiese existido.

Alguien me contactó algunos días después y me dijo que mi abuelo me había dejado su casa y el dinero que había ahorrado durante años. No era una suma considerable, pero si la administraba podría vivir algunos años mientras decidía que haría.

Comencé a estudiar enfermería para honrar a mi abuelo. Cuidar de él y ver el gran labor médico hizo que me decidiera por ayudar a otras personas que lo necesitaran.

Fui una persona tímida y demasiado desconfiada que aún a los veinte años no había conseguido estar con algún muchacho.

elientras estudiaba, algunos chicos se acercaron a mi para intentar llevarme a la cama, pero yo no estaba interesada ni en tener una cita.

Escondí mi cuerpo en ropa holgada de colores oscuros, siempre pretendiendo ser invisible para él sexo opuesto, pero no contaba con encontrar el amor.

Joel fue capaz de enamorarme con paciencia, detalles y demasiada perseverancia. Él no se rendía aunque le dije que no en demasiadas oportunidades y poco a poco comencé a enamorarme de él.

Tuvimos intimidad después de ocho meses de relación. Superar mi timidez para poder estar juntos fue todo un reto.

Cómo toda pareja de novios con metas profesionales claras, los dos estudiamos juntos y nos apoyamos mutuamente. Él también estaba por convertirse en enfermero y nos alegraba saber que trabajaríamos juntos.

Cuando estábamos por alcanzar nuestros sueños profesionales comenzamos a planear vivir juntos. Él tenía su apartamento y pensaba rentarlo. Viviríamos en la pequeña casa que mi abuelo me heredó al terminar de hacerle las refacciones necesarias.

Luego de convertirme en enfermera y de empezar a trabajar comencé a hacer algunos pequeños arreglos muy necesarios en casa, pero cuando sentía que podía rozar la felicidad con la punta de mis dedos ocurrió una desgracia que cambió mi vida por completo.

Joel siempre fue una persona sana y no fue hasta que comenzamos a pintar mi casa que él comenzó a sentirse mal. Le recomendé ir al médico, pero él atribuyó lo que sentía a las altas temperaturas y a estar pintando en un lugar que no tenía tanta ventilación.

Jamás olvidaré el día que todo ocurrió. Habíamos terminado de pintar las habitaciones y estábamos hablando sobre los muebles que él traería de su apartamento y los que yo vendería o arreglaría.

Joel me abrazaba y al minuto siguiente se desmayó. Lo asistí mientras llamaba al 911. Jamás sentí tanta desesperación como cuando no encontré su pulso. Con todas mis fuerzas intenté reanimarlo y cuando llegó la ambulancia fue estabilizado. Su ritmo cardíaco no era regular y antes de llegar a la clínica sufrió otro paro cardíaco.

Esperé en la sala en la que tantas personas aguardaron noticias de sus seres queridos viendo como las horas pasaban sin respuesta.

Cómo enfermera había visto morir pacientes y también milagros inexplicables en la recuperación de pacientes con enfermedades difíciles, pero nada me había preparado para ver entre la vida y la muerte a la persona que tanto amaba.

Cuando la doctora se acercó, sus padres habían llegado y juntos recibimos la peor noticia. Joel tenía una afección cardíaca muy extraña que requería una cirugía muy compleja y costosa que no se hacía en la ciudad. Era un caso de vida o muerte, pero ni ellos ni yo teníamos el dinero necesario para salvar su vida.

Sus padres se fueron para intentar conseguir el dinero. Ellos estaban dispuestos a vender todo lo que poseían si eso salvaba la vida de Joel. Yo le hubiese dado mi corazón si hubiese podido. Él tenía más razones para vivir de las que yo tenía. Él tenía una familia y acababa de ser tío, ¿Qué tenía yo?

Miré el monitor cardíaco mientras varios compañeros de trabajo se acercaban para intentar ofrecer su apoyo y ayuda en lo que les fuera posible.

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NOTA DE AUTOR: Hola chic@s, ha pasado mucho tiempo desde que estuve por aquí. Comencé esta historia a pedido de muchos de mis lectores. Espero que les guste.

¿Qué esperar de esta historia? Mucha tensión, drama, traición, malentendidos y también comedia más adelante.

Habrá fotos ilustrativas de nuestros personajes principales y secundarios a medida que la historia avance.

Les agradezco a mis fieles lectores que me acompañan siempre.

Con mucho cariño SilvinaTracy.