Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 5
Ya casi a la hora del cierre, Luna y Camila vieron como Christopher y sus amigos se retiraron del café.
—Esperé tanto algo así, y ahora que pude tenerlo, lo rechacé. — Comentó Luna, dejando su delantal en cima del mostrador. —Es que estoy tan casada, y no quiero ser solo su amiga.
—Pero, por ahí se empieza. —Contestó su amiga, sin dejar de acomodar las tazas que unos minutos antes Luna había terminado de lavar. — De todas maneras si no tienes ganas, está bien que digas que no.— Sugirió.
—No necesariamente lo nuestro tiene que comenzar así. — Ella no quería eso para los dos, nunca lo había visto como un amigo, no iba a cambiar de idea. —Además me incómoda un poco estar con su grupo, es extraño.
—Terminemos con esto, así podremos irnos a casa. —Camila la hizo volver a la realidad.
—Tienes razón, lo siento. —Se disculpó y comenzó a ayudar a su compañera.
Después de terminar de realizar todas las actividades para el cierre del café, ambas chicas se dirigieron a la salida. Estaban agotadas, y sus pies les dolían.
—Nos vemos mañana.— Saludó Luna, acercándose a Camila para darle un abrazo. —Avisame cuando llegues a casa por favor.
—Tu también avísame cuando llegues a casa. —Camila se acercó a su oido. —Creo que alguien te está esperando del otro lado de la calle. —Murmuró.
Luna no entendió de que hablaba, hasta que miró en la dirección que su amiga señalaba, y vio a Christopher, recostado sobre la pared de enfrente, con un cigarro en la mano.
—Siento que en cualquier momento mis piernas me van a fallar. —Susurró, para que solo su amiga lo escuchara.
—No seas tonta, ve con él, no pierdas tiempo. —Camila contestó bajito y se alejó del lugar, saludando a Christopher con la mano, quien también le devolvió él saludo.
Luna cruzó la calle, hasta donde él se encontraba.
—Creí que ibas al cine. —Comentó, llegando a su lado, y recostandose en la pared, junto a él.
—Me arrepentí. —Expresó él, llevándose el cigarro nuevamente a los labios.
—¿Puedo preguntar el por qué?— Luna no podía dejar de mirarlo, le parecía el hombre más lindo que había visto en su vida.
—Por que no quisiste venir conmigo. —A ella le temblaron las piernas, iba a volverse loca, no entendía cómo pasó de ni siquiera ser recordada por él, a qué le diga tales cosas.
—Lo siento. —Se disculpó. —Es que de verdad estoy algo cansada como para ir al cine, pero la próxima prometo que iré.
—La próxima podemos ir solos si así lo prefieres. —Christopher la miró y sonrió. Por unos instantes Luna olvidó como era que se respiraba.—Por ahí me dijeron que no te gusta estar rodeada de mucha gente a la cual no conoces.
—Es cierto, perdón. — Susurró ella, un poco apenada. —No suelo sentirme cómoda cuando estoy rodeada de mucha gente, pero en verdad, no me molesta ir.
—No te disculpes por todo. —Christopher tiró el cigarro al suelo y lo pisó. —No es necesario, si no te gusta no tienes porque hacerlo, podemos ir solos, estoy seguro de que nos divertiremos igual.
—Gracias. —Luna se acercó disimuladamente un poco hacia él, hasta que sintió que sus brazos se tocaban. —¿Quieres hacer algo?
—Voy a acompañarte a la parada del autobús. —Respondió, y se alejó unos pasos de Luna.—Estas cansada, lo mejor es que vayas a casa, otro día que estés mejor podemos hacer algo.
—Pero es que si quieres podemos tomar algo, o caminar un rato. —Ella trato de acortar nuevamente la distancia que había entre los dos, caminando hacia donde él se había movido, no quería irse, no ahora que él estaba demostrando interés.
—Tienes cara de que podrías desmayarte ahora mismo del sueño. —Christopher acercó peligrosamente su rostro hacia el de Luna, quería observarla de cerca.— Tengo una idea, puedo ir contigo hasta tu casa, así me aseguro de que no te quedes dormida.
—Pero vives en sentido contrario. —Luna retrocedió unos pasos, no podía soportar que la mirara así, tenerlo tan cerca la haría perder la cabeza. Christopher la tomó de la mano y comenzó a caminar hacia la parada del autobús. —Bueno, es una linda forma de pedirme que me callara. —Él soltó una carcajada.
—Es que no quiero que sigas poniéndome excusas. —Confesó. —Me hace pensar que no quieres hacer algo conmigo.
—No pienses eso. —Se apresuró ella a responder. —Solo no quiero abusar de tu tiempo.
—No estás abusando de nada. —Christopher se detuvo un momento y la miró con intensidad. —Lo hago porque quiero, sino te aseguro que no estaría aquí.
—Esta bien, si de verdad quieres acompañarme a casa, no voy a impedirtelo. —Expresó, sintiendo como el corazón cada vez le latía con más fuerza.
—Quiero asegurarme de que llegues bien.
A penas llegaron a tomar el autobús, si demoraban un poco más, lo habrían perdido. Ambos subieron y Luna pagó el boleto de ambos, pensaba que era lo mínimo que podía hacer por él.
—Vamos hacia atrás, así puedo tomar asiento a tu lado. —Le susurró en el oido, ya que adelante no habían asientos dobles disponibles.
—Esta bien. —Respondió Luna sonriendo.
Ambos se sentaron juntos, y cuando Christopher vio que ella ya no podía mantener los ojos abiertos, le preguntó dónde debían bajar para despertarla cuando se acercarán a su parada, así podía descansar al menos un poco.
Luego de 20 minutos de trayecto, Christopher tuvo que despertar a Luna para que bajarán del autobús.
—No sabes cuánto te agradezco por eso. — Expresó la chica, ya abajo del autobús. —Si venía sola a casa, seguramente hubiese pasado de largo.
—No me agradezcas. —Respondió Christopher. —Me gustó.
Se quedaron mirándose por un momento.
—Pero si solo dormí todo el viaje. —Soltó Luna, de manera divertida.
—¿Puedo acompañarte mañana otra vez? —Hasta él se sorprendió con esa pregunta, no entendía que le estaba pasando, su cabeza se sentía confundida.
—Si puedes, prometo descansar bien hoy, y mañana no dormirme. — Sonrió. —Me da un poco de pena que ahora debas esperar otro autobús para ir hasta tu casa.
—Mañana te traigo en mi coche. —Ella casi pierde la cabeza al escucharlo decir aquello. —Hoy no vine preparado, fue todo muy improvisado.
Christopher le parecía un chico sincero, no se pensaba mucho las cosas, lo primero que se le venía a la cabeza lo decía, y a Luna, que siempre analizaba todo, y cuidaba cada una de sus palabras, eso le gustaba.
—Esta bien. —Le regaló una sonrisa. —Buenas noches.
Christopher sonrió también, y se inclinó para darle un beso en la mejilla, dejando a Luna completamente hipnotizada.
—Buenas noches a ti. —Susurró, y se alejó, dejando a Luna con una sonrisa que iluminaba todo su rostro.
Christopher caminó de regreso a su casa sumido en pensamientos, no quiso tomar el autobús, tenía tanto que resolver. No entendía qué le estaba pasando, Luna era diferente, eso era seguro, no sabía que tenía ella que lo había capturado así, pero no podía negar la conexión que sentía. "¿Cómo es posible que en dos días me tenga así?" se preguntó a sí mismo, sacudiendo la cabeza.
No entendía por qué le gustaba tanto su sonrisa, por qué le fascinaba la forma en que se reía, por qué quería pasar más tiempo con ella. No era su tipo, no era la chica que solía buscar, pero algo en ella lo había atrapado.
—Esto es locura.— Soltó, sonriendo. No recordaba la última vez que se había sentido así, y menos aún por alguien que parecía tan normal. Pero no podía evitarlo, quería más, quería saber más de ella, quería estar más cerca de ella, y eso lo asustaba, porque no sabía qué pasaría después.
Christopher sentía que Luna era un torbellino silencioso, capaz de arrasar con su cordura y su corazón, su presencia era un susurro que lo hacía temblar, un murmullo que lo llamaba hacia la orilla de la locura, cada mirada suya era un abismo sin fondo, cada sonrisa una promesa de caída libre, y él, inexplicablemente, se sentía atraído hacia ese precipicio, dispuesto a dejar que ella lo consumiera por completo.
vale la pena esperar muy buena novela