Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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El lugar de los espíritus
El padre de Richard le convocó a una reunión. La atmósfera era tensa y misteriosa, cada palabra no dicha resonaba en el aire. Richard salió de la conversación con una leve preocupación reflejada en su rostro y rápidamente llamó a Victoria para pedirle que buscara a Oliver.
—Está bien, respondió Victoria con seriedad mientras se dirigía a cumplir con lo pedido.
Después, Richard se volvió hacia Evelyn.
—Debes prepararte, le dijo.
Evelyn, manteniendo una expresión seria, respondió: —Así que ya ha llegado el momento... Lo entiendo.
Un rato más tarde, Oliver llegó al restaurante, su mirada buscaba a Richard.
—¿Dónde está Richard? preguntó con cierto nerviosismo.
Cuando Richard apareció, Oliver, curioso y un poco inquieto, le preguntó el motivo de su llamada.
—Es un asunto de suma importancia, e explicó Richard con voz grave—. Estamos en una situación crítica.
Oliver tragó saliva, esperando con ansias la explicación. A su alrededor, un silencio solemne llenaba la mesa.
Richard tomó aire y declaró:
—Evelyn y yo iremos a buscar mercancía.
La expresión de Oliver cambió a una de confusión. —¿Eh?
Richard continuó: —Por eso, te encargaré que acompañes a Victoria en sus entrenamientos.
—¿Ah? ¿Qué? replicó Oliver, sorprendido.
—Te lo agradezco mucho, Oliver, dijo Richard con una sonrisa.
—¡Espera, aún no he dicho...! protestó Oliver mientras veía cómo Richard y Evelyn se marchaban.
Se volvió para mirar a Victoria, que estaba un poco sonrojada y con la vista fija en el suelo. Oliver suspiró y murmuró para sí mismo: —Buehhh, ya qué...
—Bien, andando entonces, comento victoria con una sonrisa.
—¿Exactamente dónde queda eso? , pregunto Oliver mientras miraba hacia Evelyn mientras ella guardaba algo en una mochilita.
—En la mazmorra del lado este, la que mi familia compró hace varios años, le respondió victoria con orgullo
—Ahh, No ni idea, respondió Oliver casi sin interés alguno.
Victoria: jajajaja, es normal, pero tranquilo queda cerca, comento victoria con pequeña una sonrisa.
—Mira es aquí, señalo victoria mientras miraba hacia a oliver.
Vaya que si es cerca. Comento Oliver con un sonrisa un poco incómoda.
Frente a Oliver y Victoria había una escotilla en el suelo del lado trasero del restaurante de Victoria.que llevaba a un túnel subterráneo. Con unas cuantas luces magicas titilantes, el túnel los guiaba en nuestro camino. Después de caminar durante bastante tiempo, finalmente llegaron a una gran puerta que indicaba la entrada a la mazmorra.
Victoria, presionó un lugar en la pared, abriendo la puerta. Esta rechinó fuertemente, vibrando en el suelo mientras se movía. Una vez dentro, los ojos de Oliver se ampliaron con sorpresa al encontrarnos grandes caminos de rocas lisas, estrechos y largos.
Victoria: Bien, esta mazmorra es pequeña, así que solo debemos llegar al nivel cinco.
Oliver, con una mezcla de expectación y cautela, consultó: ¿Debería ir preparando la espada por si acaso?
Victoria: No será necesario; todos los monstruos aquí fueron derrotados hace tiempo. Solo debemos descender para llegar a nuestro destino.
Oliver suspiró profundamente, — Ahhh, jajaja, ya veo, entonces para que traje la espada, una risa casi incomoda salió de parte de Oliver, —jajajaja.
—Mira, aquí está la bajada al segundo piso, ya solo debemos seguir bajando y listo.
Entiendo, entiendo, respondió Oliver.
Ambos continuaron el camino de bajada y finalmente, al llegar al final del piso cuatro, una vista impresionante se desplegó ante ellos. Un amplio campo de flores y árboles majestuosos resaltaba con una belleza que dejó a Oliver boquiabierto, especialmente porque el lugar estaba bañado por una luz suave de día, algo que no esperaba encontrar allí.
Oliver miró hacia arriba y pudo notar varios cristales que brillaban con gran intensidad, como si el techo estuviera repleto de estrellas.
—Es increíble, ¿no crees?, respondió victoria mientras acompañaba a Oliver mirando arriba.
—Eso es poco decir, es impresionante ver una luz tan brillante cuando estamos casi 100 metros bajo tierra, comento Oliver sin apartar la mirada hacia arriba.
Victoria asintió con una sonrisa llena de entusiasmo, —Bien, es por aquí, justo en este lugar.
Oliver miró curioso hacia un gran árbol rodeado de pequeños arbustos, —¿Aquí es...?
Victoria afirmó, —Sí, justo aquí es donde realizo mi entrenamiento para mejorar mi compatibilidad con los espíritus, Este es el lugar de los espíritus.
Oliver, intrigado, miró a su alrededor, —Pero yo no veo ninguno.
Victoria sonrió comprensiva, —Ese es el entrenamiento. Aún no se han manifestado. El desafío es comunicarme con ellos y lograr que se hagan presente, es algo fácil y sencillo, pero esencial para el control de la magia espiritual.
Oliver asintió, comprendiendo poco a poco, —Entiendo, bien, iré a sentarme por allí.
Observó a Victoria, admirando su energía.
—Está muy enérgica, es increíble que camine tanto cada tres días, Ahhh, así q es por eso, soltó un susurro comprendiendo porque lo habían llamado.
Mientras los minutos pasaban, Oliver comenzó a sentir el aburrimiento. Se recostó en el suelo, mirando hacia arriba, y empezó a hacer garabatos en la tierra con una ramita.
El ruido que hacía Oliver al raspar el suelo se volvió molesto para Victoria, cuyo ceño empezaba a fruncirse. Finalmente, una de sus cejas comenzó a saltar con desesperación.
Victoria, aún de espaldas pero notando las distracciones de Oliver, convocó un espíritu de agua para dejar caer una gota sobre su cuello.
Oliver dio un respingo al sentir el aire frío y miró hacia atrás, donde vio a Victoria con una expresión seria y concentrada. Esto lo hizo volver a tumbarse en el suelo, consciente de que ella no había terminado.
Victoria, con una sonrisa burlona apenas perceptible, se levantó y dijo:
—Bien, ya eso sería todo por hoy. Oliver, toma esto, dijo, mientras le lanzaba una manzana.
—¿Eh, una manzana? ¿Dónde la conseguiste?, preguntó él, con curiosidad en su voz.
—Uno de los espíritus me la dio, respondió Victoria sin darle importancia.
—Ahhh, exclamó Oliver, más para sí mismo que para ella.
Victoria, con un tono decidido manifestó:
—Dicho eso, vámonos.
—Yendo, respondió Oliver de inmediato.
Entonces Victoria, con un aire de suficiencia, le preguntó:
—¿Hacia dónde vas?
—Pues de regreso, ¿no?, dijo Oliver un tanto confundido.
—No, tenemos que tomar un sendero diferente para regresar. Más adelante hay un teletransportador que nos llevará directamente arriba, explicó Victoria como si fuera obvio.
La expresión de sorpresa en el rostro de Oliver fue evidente. —ohh, eso me gusta, expresó con entusiasmo.
Ya en el portal ambos se pararon frente a el.
—Bien, vamos, dijo Victoria, extendiendo su mano hacia Oliver.
Oliver la miró intrigado.
—¿Qué?, preguntó al ver la mano extendida.
—Toma mi mano o de lo contrario solo saldré yo, le advirtió Victoria con un tono que no admitía réplica.
Con esa advertencia, Oliver tomó la mano de Victoria, quien sonrojándose ligeramente miro hacia otro lado con vergüenza.
—Ahhhh, que calor, —exclamó Oliver, mirando a su alrededor.
Al desvanecerse el campo mágico, ambos se dieron cuenta de que estaban bastante lejos de donde empezaron.
—Oye, Victoria, no seré un experto en estas cosas, pero estoy seguro de que no estamos en la entrada de la mazmorra, y mucho menos cerca de tu casa —comentó con preocupación.
—Qué raro, nunca antes me había mandado tan lejos —dijo Victoria, inclinando la cabeza con un gesto de desconcierto.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿No controlas hacia dónde te manda? —preguntó Oliver, más sorprendido aún.
—No —contestó Victoria tranquilamente.
Oliver dejó escapar un gran suspiro, resignado ante la perspectiva de un largo camino de regreso.
—Ahhhh, esta debe ser la verdadera razón —dijo para sí mismo, aceptando su suerte.