¿Qué sentirías al mirar los ojos de un asesino? Vacíos, fríos, sin alma. ¿Qué harías al tenerle frente a tí? ¿Huirías? ¿Esperarías la muerte? ¿Le enfrentarías?
Entonces...
¿Qué sentirías al tener al asesino tras de tí?
Esta es la historia de Levi.
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5.
...El tiempo no pasa en vano......
— Conseguí algo para comer — Le dije a la chica frente a mí.
— Levi... Gracias.
Hizo un esfuerzo por tratar de levantarse, pero no pudo hacerlo.
— Pagaré un día más, debes descansar — Dije mientras le ayudaba a sentarse.
— Levi... ¿Estás seguro de eso? Mis heridas están mejor...
— Estoy seguro, y... Ya estamos bastante lejos, la preocupación no es tanta.
— Por favor, Levi — Tomó mi mano — Trata de descansar tú también.
Me gustaría haber aprovechado el tiempo cuando lo tenía.
7:30 A.M
Mentiré diciendo que dormí esa noche y que el pánico no me mantuvo despierto cada segundo hasta que salió el sol.
Me abracé a Reno y lloré.
Nunca había estado en este tipo de situaciones. Yo siempre había sido una persona tranquila, no era ese tipo de hombre. Yo no era un asesino, no sabía nada de esta ciudad, no conocía a nadie aquí y no conocía nada en absoluto de esta mujer.
Pero ella me había obligado a dispararle, y yo lo hice. ¿Qué decía eso de mí?
¿Debía llamar a la policía?
No... No tenía nada, ni siquiera un miserable rastro de aquella mujer.
Ni siquiera entendí bien qué ocurrió en ese momento. ¿El arma no tenía balas? Yo escuché el disparo, pero esto era diferente, creo que era como un disparo falso, como si hubiera sido simple pólvora al aire, creo que no había una bala allí realmente.
¿Qué tenía que hacer? ¿Qué hubieras hecho tú?
Sólo seguí abrazado a Reno. Mi mejor consejo es que, si te sientes mal, abraces un San Bernardo. Siento que él sabía cómo me sentía, su respiración tranquila también me tranquilizó. Su pelaje cálido me hizo recuperar la calma.
Lentamente me fuí quedando dormido, creo que mi mente colapsó en algún punto.
2:32 P.M
Desperté en medio del calor de la tarde, sudado, con esa sensación de que no sabía ni siquiera quién era.
Revisé mi teléfono.
14 mensajes, de mi mamá, naturalmente.
...¿Quién es Erica?...
...¿A qué te fuiste tú, no ibas a estudiar?...
...¿Te querías separar de tu madre?...
Ay mamá...
Que dolor de cabeza.
Respiré hondo y me tumbé en la cama, observando el techo. Reno me veía desde abajo, me observó, como esperando a que le dijera algo. Ni siquiera noté el momento en el que se había bajado de mi cama. Lo miré jugando con unos papeles viejos. Creo que de algún modo él sentía mi incertidumbre.
3:12 P.M
Me levanté, fuí a darme una ducha y salí a hacer algunas compras.
No sabía ni siquiera qué responder a mi madre. No sabía qué decir.
Entré en mi auto y Reno subió de copiloto. Lo acaricié y sentí en el bolsillo de mi pantalón el teléfono vibrar.
Mensaje nuevo.
Número desconocido:
Hola cara bonita. Soy yo, Erica.
Al leer eso ese sentimiento extraño de que estaba siendo observado, se apoderó de mí.
Esto ya no era un juego. Esta mujer realmente no iba a dejarme en paz. La policía dejó de ser una opción en este momento.
Apoyé mi cabeza contra el volante y suspiré muy hondo. Ni siquiera supe el momento en el que ella había tomado mi número. Mi cordura ya empezaba a vacilar.
Ignoré el mensaje. Ni siquiera a mi madre le respondí. ¿Qué se supone que diría?
Ah madre, sí, Erica es una mujer loca que ví matar a un hombre en un callejón oscuro y ahora me amenaza con matarme si no hago lo que me pide.
Ya entiendo por qué la policía no creyó ni un poco mi historia. Ni siquiera yo le creería a nadie que dijera algo así de surreal. Pero sí, como bien dicen, a veces la realidad, supera a la ficción.
Salí de compras, necesitaba sentirme normal. Desde que había llegado a este sitio sólo me habían ocurrido locuras una tras de otra. Reno me esperó en el auto mientras yo compraba los víveres.
Quería que todo esto terminara. Volver a mi rutina, juro que cualquier cosa era mejor que esto.
— Oye, amigo — La voz del cajero me sacó de mis pensamientos — Son 96.
— Ah, claro — Pagué por las cosas y volví a mi auto.
Me recosté un momento del asiento mientras Reno se acercaba a lamer mi cara.
Encendí la radio y me dispuse a volver a casa:
— ¡Todos celebran en biscuit! En su gran apertura, café biscuit apunta a ser una de las cafeterías más famosas de todo Cuzfield. Encuéntranos en...
Llegué a casa y bajé todas las cosas, por algún motivo me sentí aliviado de llegar y no ver a ninguna asesina loca apuntándome con un arma hoy.
Empecé a pensar en qué haría. Tenía que tomar una decisión.
Ya sabía que no iba a ir con la policía, no tenía suficientes pruebas. ¿Entonces debería dedicarme a reunirlas y así mandar a esta mujer a prisión?
Podía ser un buen plan, pero eso me convertiría automáticamente en su cómplice.
Destapé una cerveza y me senté en el mueble. Reno echado a mis pies quería dormir. El lugar estaba en completo silencio.
Necesitaba averiguar más acerca de ella. Dijo que su nombre era Erica.
Yo vine aquí para empezar la universidad, y ahora estaba metido hasta el fondo de una extraña complicidad con una psicópata. Nada podía ir peor. No sabía a quién buscar.
Siempre fuí bastante huraño y alejado de los demás. No es que no tuviera amigos, pero luego de la secundaria todos tomaron caminos separados, realmente no me pesaba, se suponía que estaba a punto de empezar una nueva vida. Pero no que la primera persona que conocería mataría a otra a sangre fría frente a mis ojos.
Decidí responder a los mensajes.
No le dí mayores explicaciones a mi madre.
Mi mamá se esforzó durante muchos años por darme lo mejor. Ahora ya yo no estaba resultando una carga para ella, y ella necesitaba un respiro. Luego de tanto trabajo duro, era momento de que yo me esforzara en hacer todo en mi mano por devolverle lo que durante tantos años hizo por mí. Era mi mayor motivación. No podía preocuparla de ese modo, no podía decirle la verdad.
Decidí simplemente decirle que era una chica a quien estaba conociendo, que de ser algo más serio, ella sería la primera en enterarse. Sin embargo esto me dejó un sabor amargo de boca.
Las madres tienen un sexto sentido, ¿Saben? Ellas saben identificar a la perfección cuando algo está fuera de lugar. Y sentí a través de sus mensajes de respuesta que no me creyó, pero aún así decidió confiar en mí. Eso me cayó aún más pesado. Estaba mintiendo. Y mintiendo para mal. Estaba encubriendo a una asesina.
Pero... ¿Qué más podía hacer? La policía no me creyó. Estaba en esta ciudad que no conocía. La única solución que encontré, fué esperar. Tendría que seguirle la corriente, al menos hasta entenderla mejor. No me gustaba nada de esto, pero apreciaba mi vida lo suficiente como para aferrarme a no perderla por precipitarme a cometer cualquier locura por impulso.
Entonces decidí responder a su mensaje de antes.
— Hola, Erica.
Casi al instante, casi como si hubiera tenido el mensaje preescrito, recibí la respuesta.
— Que bien que contestas. Estuve a punto de visitarte de nuevo.
Suspiré y froté mis lacrimales con los dedos.
— Sí, estaba algo ocupado.
— No puedes estar ocupado para mí, cariñito.
Mi estómago se hundía en mi abdomen cada vez que se refería a mí con esa forma extraña de afecto. Tenía plasmada en mi cabeza su mirada vacía, y recordaba perfectamente ese hedor. Una mezcla entre sudor y sangre, que se me hacía repugnante. Lo peor es que sabía que estaba jugando conmigo, sentí ese gusto emanando de ella al verme caer en desesperación por su culpa.
— ¿Necesitas algo?
— Pues, ya que lo mencionas, justo ahora no necesito nada más que saber de tí, corazón.
— ¿Qué necesitas saber?
— Ya sabes, lo normal, cómo estás, si comiste hoy, qué estarás haciendo en 5 días exactamente a las 3:00 de la mañana, ese tipo de cosas. :)
Me imaginé lo peor. Pero antes de poder contestar, recibí otro mensaje.
— Bueno, no te preocupes, donde sea que estés, yo lo sabré. No puedes esconderte, porque te encontraré, no puedes huir, porque allí estaré. Agradece que sigues con vida, cara bonita. Entonces es una cita, dentro de 5 días, 3:00 A.M, sabrás dónde encontrarme. Besos.
No tuve oportunidad de responder. Todos los mensajes en el chat fueron borrados automáticamente. Maldigo a estas nuevas tecnologías de "privacidad". Pero leí todo. Me sentí atrapado. No sé cómo explicarles la energía tan pesada e imponente que aquella chica, tan delgada y pálida emanaba.
3:00 A.M...
No quería más de esto en mi vida.
No sentía que hubiera la manera de huir.
...Y esto era sólo el comienzo....