Solo En La Oscuridad

Miguel había tenido una noche tranquila. Se había levantado temprano y a pesar de las preocupaciones de su mamá no estaba para nada ansioso. Alguien se acercó a su puerta a a saludarlo y desearle éxitos. Él respondió con un “¡Buenos días!” mientras su mamá agregó un “Gracias". En ese momento, Melissa atravesó la puerta y los saludó efusivamente a ambos. Les preguntó si estaban listos y cuando Miguel respondió afirmativamente soltó un “Entonces, ya regreso. Señora usted debe quedarse acá mientras”. Miguel pensó que se veía muy bonita vestida de blanco y que le pediría salir con él una vez estuviese fuera de allí. Unos minutos después Melissa volvió con una silla de ruedas y le dijo “vámonos a la fiesta”. Atravesaron varios pasillos antes de entrar a una sala donde le pidieron desvestirse por completo y colocarse una bata azul que tenían al lado de una camilla grande. Desvestirse sin un brazo solía ser complicado, pero no se quejó, lo hizo como pudo y se quedó sentado en el borde de la camilla esperando. Un médico con unas gafas tan grandes como destartaladas entró, le hizo algunas preguntas y lo hizo firmar unos formularios mientras fueron entrando uno a uno el resto: enfermeras, médicos, auxiliares y por último un médico joven de baja estatura que vestía una bata a medio poner. Le pidieron recostarse y relajarse por lo que Miguel se tumbó sobre la fría camilla mientras miraba todo a su alrededor. Unos minutos después alguien entró con una bandeja de medicamentos y utensilios. El anestesiólogo (ese médico joven que había visto antes) le colocó una inyección mientras le daba indicaciones (aunque todas se remitían a gritar si sentía algo extraño). Miguel lo escuchó con atención, asintió con la cabeza y sintió un leve pinchazo en su brazo derecho. Unos minutos después, sintió la incisión sobre su otro brazo sin sentir el más mínimo dolor. Estaba preocupado por mirar qué estaban haciendo, pero habían colocado algo similar a una sábana que no lo dejaba ver hacia donde estaban ellos. Dado que no dejaba de moverse le pidieron hasta dos veces que se quedara quieto para evitar cualquier corte no planeado. Miguel, entonces, se quedó completamente inmóvil, tal como le habían pedido que hiciera. Cerró sus ojos para tratar de recrear en su mente lo que iba sintiendo que hacían sobre su brazo. Trazaba las incisiones tal como sentía que las hacía el cirujano. Poco a poco fue sintiendo sus párpados más y más pesados y empezó a sentir sueño. Cuando sus ojos se cerraron por completo, siguió imaginándose a si mismo haciendo cortes y tomando piezas de aquí y de allá (tal como había visto que hacían en la televisión). Poco a poco estas imágenes fueron tornándose oscuras, hasta quedar en la más absoluta oscuridad. Se sintió transportado a un vacío infinito donde no se veía absolutamente nada. Miguel pensó que así debía verse el espacio infinito si no tuviese estrellas, planetas, satélites ni cualquier otro cuerpo similar y solo se viese el vacío del espacio sideral. Trató de que llegaran imágenes a su mente mas solo lograba visualizar la negrura de la oscuridad por lo que empezó a sentirse inquieto. De un momento a otro, vio un punto blanco similar a una canica que a medida que iban pasando los segundos se hacía más y más grande. Cuando ya estaba del tamaño de un balón simplemente desapareció y el destello de una luz blanca inundó el espacio donde estaba por una fracción de segundo. Inmediatamente vio una imagen de él que solo pudo asociar a un recuerdo de unos días atrás. Pero no fue algo vívido como tal sino que lo experimentó como si fuese una fotografía. Luego vio otro recuerdo en otra fotografía y luego otro más, y otro, y otro y así vio sucesivamente, como si fuese un carrusel de imágenes, recuerdos que se remontaron hasta sucesos de su niñez y que sabía no había recordado hasta ese preciso momento. Todas estas “fotografías” las veía como si estuviese viendo una tirilla larga de fotos en negativos. En un comienzo no se asustó y hasta se divirtió al pensar que era una forma ingeniosa de mantener recuerdos, pero cuando empezó a ver recuerdos de su niñez que no tenía para nada frescos comenzó a inquietarse. La última foto que vio fua la que lo inquietó más: se vio a si mismo, saliendo de la barriga de su madre, siendo recibido por un médico. No lo alarmó tanto la imagen en si sino lo que había visto apenas hubo abierto sus ojos siendo aún un bebe. Vio claramente una pequeña esfera de luz que se fue acercando más y más hasta poder verla con claridad: era la luz de una lámpara. No lo inquietó haber descubierto ese primer recuerdo de su vida tanto como darse cuenta de que esa misma luz que había visto al nacer y abrir sus ojos por primera vez se asemejaba mucho a aquella luz que había visto en aquel vacío infinito que había antecedido al carrusel de recuerdos que habían venido a su mente. Fue entonces cuando despertó sobresaltado y lo único que pudo hacer fue soltar una lagrima y decir casi entre dientes mientras agarraba a una de las enfermeras por su uniforme: “Oxígeno enfermera” para luego escuchar a otra de las enfermeras decir en tono sumamente bajo, casi que susurrándole a otra que estaba cerca: “no sé cómo pudo volver tan rápido y sin siquiera hacerle técnicas de reanimación”…