Como en toda historia de colonización hay esclavitud y prostitución. Pero veremos cómo Gerrit, gigante holandés, se enamora de una nativa que trabaja haciendo la limpieza y como Ismaël , el militar francés, pierde el juicio por una prostituta. Dos historias de dos hombres enamorados de mujeres con culturas muy diferentes alas suyas.
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Adiós Países Bajo
Gerrit amó a Pounamu. Él permanece unido a ella.
- Ahora que nos hemos amado, ya eres una Van der Vaart.
- ¿Como es eso? – Pounamu no lo tenía muy claro, hablar de esto era un tabú, los novios recibían charlas días previos a la boda.
- Eres Pounamu de Van der Vaart, eres mi mujer, eres la perla que me motiva protegerla con mi vida. Me gustas.
- Aquí en Aotearoa, hacemos rituales previos al casamiento. Siempre se pide permiso a los dioses para que el ritual se desarrolle a la voluntad de ellos.
- Esa es tu cultura, pero en Países Bajos, cuando un hombre y una mujer se unen carnalmente ya son marido y mujer no oficiales, por qué nosotros firmamos un acta que va registrada.
- ¿Acta? – está bastante confundida.
- Es un documento oficial que da fe y es prueba fehaciente de que somos un matrimonio, que yo te doy mi nombre en señal de protección.
- Ahora entiendo. Yo tengo tu nombre por así decirlo.
- Tú y yo somos uno, yo te he dado mi nombre, pero sobre esta cama, debemos firmar los papeles.
- Pero aquí no hay papeles. Nosotros no hacemos papeles.
- Descuida mi amor, nos vamos a la oficina de registros públicos, allí formaremos los papeles. Ya sabes firmar ¿Verdad?
- ¿Qué es la firma?
- Es una manera elegante de escribir tu nombre de manera que no sea copiable, como cuando firmaste tu contrato.
- Cuando firmé contrato, recuerdo que debajo decía nombre, pero yo dibujé el símbolo de la familia de mi papá.
- Tienes que practicar una firma con tu nombre. Te voy a ayudar.
- Quiero aprender, ahora.
- ¿Cuál es la prisa? Estamos ocupados con nuestra unión, tenemos tiempo. Tranquila, amémonos bien primero.
Gerrit permanece unido a Pounamu por un buen rato, no había cuando acabar, iba a un ritmo intermedio, Pounamu gemía, se excitaba, pronunciaba el nombre de Gerrit entre jadeos. Él, por su parte chocaba su cadera contra la de su pareja.
- Sigue cantando, me gusta escuchar tu voz… me gusta como pronuncias mi nombre … vamos sigue cantando… eso es… me gusta… esto es insaciable… resiste un poco ya voy a terminar… solo un poco y sale.
- Eso lo dijiste varias veces.
- Siento que no estoy haciendo lo suficiente.
- No siento mis piernas. – se queja.
- Ya está por salir… aguanta un poco … ya viene, ya viene.
Y termina el acto amatorio con una gran descarga, por fin, los cuerpos se separan. Gerrit está cansado, se acuesta al lado de su novia.
- Y ha sido intenso ¿Cómo te sientes? ¿Te gustó hacer el amor?
- Me he sentido rara y a la vez sentí que fue bonito.
Gerrit sonríe, le gustó saber que su chica disfrutó de la unión pasional. Ambos se abrazan sin preocuparse del más mínimo detalle de sus cuerpos, quieren sentir el calor de sus cuerpos, sentir como sus pieles intercambian estímulos, ambos están estrechamente unidos entre sus brazos.
Cuando decidieron que era hora de dejar las sábanas, se visten perezosamente. Al terminar de vestirse, Gerrit abre su equipaje, busca el regalo para Pounamu y lo encuentra.
- Mi amor, te traje un regalo. Es algo muy común en mi país. – le entrega el paquetito en mano.
- Gracias. – Está emocionada por el regalo y lo abre sin demora.
- Espeto que guste. – está ansioso.
- Es muy bonito, brilla bastante.
- Es una peineta, solo es para decorar el cabello. Te enseño como se usa, lo haremos frente al espejo para que veas.
Gerrit le enseña a Pounamu a como arreglar su larga cabellera al estilo europeo.
- Me veo diferente, el cabello se ve más arreglado. Gracias, Gerrit.
- Gracias a ti, por cambiar el rumbo a mi vida, y de aceptarme como el único hombre en tu vida.
Pounamu sonríe como muestra de alegría, aunque también baja la cabeza para esconder su rojez, están cansados, después de la actividad sumamente cariñosa, se acuestan abrazados, en sus rostros tienen sonrisas de satisfacción como niños que han recibido el mejor regalo.
Después de unas horas, el dueño de la posada entra a la habitación y despierta a la parejita, era hora de comer. La pareja baja y sale del lugar para ir a buscar algo de comer, durante la comida, Gerrit le sostiene una mano a Pounamu, se la acaricia y le confiesa algo.
- Pounamu, debo volver a mi país. No sé por cuanto tiempo tendré que estar allí.
- ¿Y lo que pasó entre nosotros? Solo fue un pasatiempo. - esta triste.
La palabra pasatiempo fue como una puñalada para Gerrit, por lo que se apresura a corregir el malentendido.
- Cariño. El pasatiempo es una palabra que no existe en mi vocabulario. Tengo asuntos que atender a mi país.
- Muchos dicen lo mismo, se van y no vuelven más. Muchas mujeres están solas criando a sus hijos y ¿Tú? Uno más que se va y yo...
- No digas eso. Eso no va a ocurrir, yo no soy como los demás. Yo si voy a regresar, confía en mí, me gustas.
Gerrit acaricia la mano de Pounamu con más fuerza.
-No sé en qué pensar, puedo esperar por ti, pero si no vuelves, yo te olvidaré. – Pounamu no está convencida de que Gerrit vuelva.
Gerrit está triste, él sólo quiere poner fin al asunto con Jetta, recoger lo que le previene de herencia y hacer su vida en Nueva Zelanda al lado de su novia. Las palabras de Pounamu fueron con dagas de doble filo, hacen profundas heridas, ella lo metió en el saco junto con los otros que prometieron volver y nunca cumplieron con su promesa.
La despedida fue sentida, pero Gerrit necesita arreglar sus asuntos. El viaje de retorno a Países Bajos fue difícil para el capitán, si Pounamu supiera que Gerrit se escapó de casa para darle su regalo y estar juntos, lo más probable es que no lo crea. Durante el viaje, el capitán ha tenido noches largas y en blanco, nunca dejó de pensar en Pounamu, lloraba cuando recordaba esas palabras, a veces de la tristeza ni comía.
Al fin llega el día del desembarque, Gerrit baja con un aspecto desprolijo, la barba crecida, tenía ojeras azules, había bajado un poco de peso. En esas condiciones llegó a casa y fue recibido por Jetta.
- ¡Gerrit! Has vuelto, pensábamos que habías desaparecido. – Fue un saludo efusivo.
- Apártate de mi vista. – el tono de su voz es frío.
- Déjame ayudarte, te llevo a darte un baño. – Jetta ignora el frío mensaje de Gerrit.
- Que te apartes de mi vista. – está enojado.
- Te ves muy cansado, después del baño podrás ir a dormir, luego yo te preparo tu comida. – sigue ignorando el mensaje de advertencia de Gerrit.
- ¡Déjame en paz! Eres detestable. Me asfixia tu presencia, estoy cansado y quiero estar sólo. – levantó la voz.
- No te enojes – ella se muestra cariñosa – sé que has tenido un viaje agotador. Solo quiero ayudarte, soy tu futura esposa, por lo tanto, debo empezar a atenderte.
- Haces muy mal tu trabajo. Te puedes ir.
Jetta se quedó algo fría ante la conducta amargada de Gerrit. Ella pensó que actuando como buena esposa y con paciencia como le enseñaron, tendría a Gerrit complacido, contento, satisfecho y dispuesto a aceptar el matrimonio arreglado. El tiro le salió por la culata, de nada le sirvió dar la buena atención.
Ella se quedó en la sala esperando a que la señora Van der Vaart llegue y contarle todo lo que pasó.
- ¡Señora Van der Vaart! Gerrit ha vuelto. – su tono de voz suena preocupada.
- Te noto preocupada ¿Le pasó algo a Gerrit?
- Lo atendí con paciencia, mostré todo mi cariño, fui atenta y persistente, pero él fue distante, frío, se enojó.
- Algo le han hecho a mi hijo. Tendré que hablar con él después de su descanso, ustedes se tienen que casar e impedir que vuelva a hacer viajes tan largos.
- ¿Para cuándo sería la boda?
- Cuando antes, mejor. Busquemos al juez para tener cita.
Gerrit por su parte, se había bañado, ahora estaba en cama durmiendo, su aspecto es demacrado, pero no desaliñado, se afeitó y se vistió bien. Duerme como un bebé sobre la cama que con la justa cabe.
Al atardecer, Gerrit baja al comedor para pedir algo de comida y se encuentra con su padre leyendo un libro.
- Buenas tardes, papá.
- Hijo mío, que gusto verte. – la emoción está a flor de piel.
- Tengo hambre.
- Sí, claro. Come, después tenemos que hablar.
- Si tenemos que hablar, hablemos de una vez.
- Come tranquilo.
- No, porque yo también tengo algo que decir.
- Vamos a la sala.
Ambos van a la sala, toman sus asientos en sus respectivos sillones frente a la chimenea.
- Te escucho hijo.
- Seré lo más directo posible.
- Adelante. – se posiciona sobre su sillón para estar atento a las palabras de su hijo.
- No quiero volver a ver a Jetta en casa. Su presencia me incomoda. Su recibimiento me ha irritado.
- Ella es tu futura esposa, ella solo cumple con su papel.
- No me gusta.
- Tienes que tratarla, ella es gentil, piensa mucho en ti. Se esfuerza por ser una buena esposa.
- No quiero casarme, la razón por la que estoy aquí es para despedirme, me voy a Aotearoa definitivamente, tengo posibilidad de tener trabajo como instructor para capacitar nuevos marinos.
- ¿Te vas por trabajo?
- Sí, están buscando instructor, hay un proyecto de abrir una escuela de navegación de grandes embarcaciones.
- Bueno, si ya tienes trabajo. Entonces ya tienes posibilidades de mantener una familia. Solo tienes que tomar por esposa a Jetta y llevártela contigo.
- Ella no me gusta.
- Solo trátala, y te vas a enamorar. No te vas a arrepentir de tenerla como complemento a tu vida.
- No me gustó el recibimiento que tuve.
- Imposible – se sorprende el viejo – ella ha trabajado duro para darte la mejor atención. – la defiende – Gerrit , ella va a ser tu esposa te guste o no.
- Esta bien, pero una vez en Aotearoa la vendo como esclava.
- Ella es tu esposa y con ella es con quién tendrás hijos.
- La única manera de que ella se adapte es vendiéndola como esclava, estando bajo órdenes de un patrón no le quedará de otra que quedarse.
- No te atrevas a hacer ese vejamen a tu esposa.
- La vida es dura en Aotearoa. Solo valientes puedes ir allá, y otra cosa más. Nada de lo que hay aquí se encuentra allá. Ella no se va a adaptar al lugar.
- Por amor, uno soporta todo.
- Muy bien, papá, tú ganas la jugada por ser mayor. Pero no respondo de lo que pueda ocurrir después.
- Dale tiempo para que se adapte.
Gerrit es acompañado al comedor por su padre, ambos comen, pero para el joven enamorado la comida era insípida, comió por el hambre y nada más, no se siente a gusto en casa. Su padre se da cuenta de los cambios en su hijo, estos son muy notorios, lo nota al momento de masticar la comida, de cómo hace los gestos, de la manera de respirar, la mirada, el silencio entre otros detalles. Algo hay en su hijo, algo que no está bien, papá está en alerta, le gustaría conversar en privado con él, crear un ambiente cómodo y ayudarlo, lo único que quiere es verlo feliz.
-Hijo, aprovechando que en este momento estamos solos en casa, cuéntame lo que te angustia, te noto tan cambiado, tan distante ¿Es que acaso hay alguien en tu vida? ¿Has conocido a alguien aparte de Jetta?
- Quiero comer en paz. - muestra su lado autoritario.
- Soy tu padre, no un extraño, cuéntame ¿Qué es lo que te angustia? ¿Qué es lo que pasa contigo en realidad? Has cambiado tanto. Te veo triste, yo solo quiero que seas feliz.
Gerrit guarda silencio, deja la servilleta sobre la mesa, se pone de pie y el ambiente queda en total silencio.
-Gerrit, – llama a su hijo – hijo. – el tono de voz es suplicante.
El padre esta triste, le duele ver a su hijo en esa condición, quiere saber que hay en el corazón de su hijo, pero si Gerrit no habla ¿De qué manera lo puede ayudar?
Al día siguiente mientras los mayores iban a ver al juez para la fecha en que podría celebrar la boda, Gerrit, por su lado, preparó el baúl con todas sus pertenencias y pidió ayuda a sus hermanos para que puedan bajarlo y a la vez llevarlo al puerto, se iba a ir definitivamente de casa.
Jetta estaba en la sala bordando un pañuelo, al ver a los hombres bajar el baúl y por detrás Gerrit. Ella, de inmediato, quiso detenerlo, hizo todo lo posible para retrasar a los hombres con su trabajo.
- Gerrit, ¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo?... - ahora se dirige a los hombres - Deténganse… les estoy ordenando… -vurlve a hablar con Gerrit, cariño mírame, nos vamos a casar pronto, estaremos bien, no tienes por qué irte… si te vas me voy contigo, pero primero tenemos que casarnos.
Gerrit mira en un punto fijo y su punto de enfoque no es Jetta, sino el horizonte, su rostro férreo hace estremecer a cualquiera que lo mire a los ojos. Ella bloquea el pase de Gerrit, le exige una explicación, le golpea el pecho para provocar una reacción en él, ella es persistente en su actuación. Por su parte, el capitán, de cansancio, tomó a Jetta de los hombros la zarandea dos veces y la tira al suelo, ella llora a modo de llamar la atención, pero Gerrit sigue adelante, sigue su camino, el camino del no retorno.