Secreto Milagroso

Kediaman Clooney di Negara M, una figura juvenil dormía con el sudor empapando su cuerpo.

Su rostro estaba pálido y sus cejas fruncidas, indicando que lo que soñaba no era bueno.

En ese sueño, se veía a sí mismo siendo arrastrado hacia un baño, un suceso que había experimentado exactamente dos años atrás.

Aún en el sueño, al salir del hotel, inmediatamente buscó información sobre la identidad de la niña que lo había ayudado.

Alena Axelia Manuelo, la hija de la familia Manuelo y la pequeña princesa muy querida en su hogar.

Después de conocer la identidad de la niña, comenzó a seguirla y a observarla en secreto.

La veía crecer y transformarse en una hermosa joven de buen corazón, siempre alegre. La chica siempre mostraba su brillante y dulce sonrisa, hasta que decidió empezar una relación con un joven.

De alguna manera, sentía rabia, como si lo que tenía le hubiera sido arrebatado por otro. Sin embargo, no hizo nada y continuó vigilando a la niña, priorizando que ella siguiera sonriendo.

No obstante, cuando se enteró de que el joven que estaba en una relación con ella solo la estaba utilizando, volvió a sentirse furioso, pero a la vez aliviado.

Sonrió irónicamente, sintiendo pena por ella, hasta que la chica sufrió un accidente y exhaló su último aliento.

Estaba desesperado y llevó el cuerpo de la joven entre sus brazos, gritando enojado.

Y ese mismo día, se dio cuenta de que amaba profundamente a la que no era otra que Alena Axelia Manuelo.

También ordenó a sus subordinados que se encargaran de su amigo y exnovio, así como de los ladrones que habían matado a Alena.

Estaba desolado al ver a la chica yaciendo sin vida en su abrazo.

Sin embargo, al pensar en devolver a Alena al pasado, sus ojos se iluminaron nuevamente llenos de determinación. Tomó su teléfono y se comunicó con su familia.

Informó a sus padres que usaría la técnica familiar para regresar a Alena al pasado, pero que dicha técnica requería su sacrificio.

Cuando se vio caer tras realizar el ritual, despertó con el sudor goteando.

Digiriendo toda la información que había recibido en su sueño, su corazón dolía, y no se dio cuenta de que las lágrimas comenzaron a deslizarse lentamente por su rostro, acompañadas de una suave sonrisa en sus labios.

Sin embargo, al pensar en Alena, quien había desaparecido hace dos años, se sumió de nuevo en la tristeza.

"Alena, te encontraré; en esta vida, no seré tan tonto como para dejarte con otro, solo serás mía."

Mirando por la ventana, aún era de madrugada y el sol apenas se estaba asomando.

Levantándose de la cama, sin ninguna expresión en su rostro, se dirigió al baño para asearse.

Después de terminar, revisó su agenda para el día. Al ver que las actividades de la universidad no eran importantes, no se preocupó y planeó ir a su empresa.

Al salir de su habitación, se encontró con su hermano mayor, quien era un soldado del ejército y sabía que su rango era muy alto para su joven edad.

Stefano Arion Clooney, solo seis años mayor que su hermano, también era un oficial militar responsable.

Él quería muchísimo a su hermano menor y sabía que este estaba buscando a la niña que había desaparecido durante dos años.

"¿Vas a la universidad?"

"No. Voy a la empresa."

"Mi equipo encontró a siete niños, cinco chicos y dos chicas, con edades entre 11 y 12 años. Quizás una de las dos chicas que encontramos sea la que buscas."

Alven frunció el ceño, mirando a su hermano con ojos profundos. Cada vez que su hermano rescataba a algunos niños de la edad de Alena, él se sentía expectante, pero siempre terminaba decepcionado.

Sin embargo, nunca dejó de esperar encontrar a Alena.

"¿Tienes una foto de ellas?"

Al ver a su hermano pequeño con esperanza en los ojos, Arion sonrió levemente y le entregó su teléfono a Alven.

Alven tomó el teléfono de su hermano y abrió la galería, viendo la primera foto; era un niño. En la segunda foto había una niña, pero no era Alena.

Al ver que su hermano no reaccionó al ver la foto de Lea, se sintió un poco incómodo; al ver a su hermano absorto en la foto de Alena, supo que esa era la chica que su hermano había estado buscando durante los últimos dos años.

Al observar eso, su incomodidad aumentó, pero esa sensación solo fue momentánea y se disipó rápidamente.

Alven, sin darse cuenta, tenía lágrimas corriendo por su rostro mientras sonreía suavemente al ver la foto de Alena.

Arion se sorprendió al ver a Alven llorar con una dulce sonrisa. Era la primera vez que veía a su hermano tan sincero con respecto a una chica.

Al observarlo de nuevo, sintió que su hermano era más maduro que antes.

Algo diferente, pero igual.

"¿Dónde la encontraste, hermano?"

"En el Bosque Negro, donde se encuentra la base de los Esqueletos Demoníacos; supongo que ellos huyeron de esa base y la destruyeron."

En realidad, era un secreto, pero estaba dispuesto a compartirlo con su hermano. Al escuchar lo que su hermano decía, Alven sintió como si le apretaran el corazón. Le dolió saber que Alena había sido secuestrada por una organización que solía hacer ese tipo de cosas.

"Tranquilo, ella está a salvo ahora. ¿Vas a encontrarla hoy?"

Alven se quedó en silencio por un momento y luego sacudió la cabeza.

"No, no quiero que se sienta avergonzada frente a mí. La veré cuando sea el momento adecuado."

Alven miró a su hermano con el ceño fruncido.

"¿Y qué hay de tu niña pequeña, ya la encontraste?"

"La vi, pero no estoy seguro de que sea ella, no sentí ninguna familiaridad al verla."

"Entiendo, pero tal vez tu niña pequeña tenga una gemela, y la que viste es su hermana."

Ambos conversaron mientras caminaban hacia la mesa del comedor. Al escuchar lo que Alven dijo, Arion pensó que era posible.

Si la chica que su hermano buscaba tenía una gemela, quizás la niña que él había ayudado era la gemela de la niña que su hermano buscaba.

Entonces se detuvo y recordó que la chica a la que ayudó no tenía un lunar debajo de su ojo izquierdo.

"Sí, tienes razón."

Finalmente, llegaron a la mesa del comedor y encontraron a sus padres ya sentados en sus lugares.

"Buenos días." Ambos saludaron al unísono y se sentaron.

El padre solo asintió, y la madre sonrió dulcemente.

"Siéntense y empecemos a desayunar."

La familia, compuesta por cuatro personas, comió en tranquilidad sin hacer ruido.