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Amatista

Amatista

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada / Pareja destinada / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media / Polos opuestos enfrentados / Bestia
Popularitas:177.1k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Segundo libro de la saga colores.

Prisionero de los campos de sal de Hilaria, O'Brian Adaleón es liberado por un hombre de negocios antes de cumplir su condena, con el fin de ofrecer trabajo como escolta de su revoltosa hija. Lo que al principio le parecerá una auténtica molestia, se convertirá en el comienzo de una hermosa historia de amor.

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PERSIGUIENDO AL CERVATILLO

...O'BRIAN:...

Seguí al Señor Robert hacia su estudio, todo estaba lleno de pila de papeles, incluso el sillón y el suelo, rebuscó en todas partes hasta que encontró una nota arrugada con manchas de hollín.

— Aquí está, es la nota que dejaron en una de mis propiedades — Me tendió el papel y tomé, le letra era bastante sosa, como la de un niño aprendiendo a escribir, pero sabía que era un truco para que no pudiera identificarse al causante.

— "Ande con cuidado Señor Robert o su hija lo pagará" — Leí en voz alta.

— ¿Tiene alguna idea de a qué se refieren?

— Claramente piensan hacerle daño a su hija, no hay duda de que esto es por venganza más que por interés monetario — Concluí y se sobresaltó.

— ¿Quién querría vengarse de mí, yo no le he hecho daño a nadie?

— Vamos, tiene que haber hecho algo para que hagan esto — Seguí observando el papel, intentando hallar alguna señal — No creo que estén jugando, quemaron una de sus propiedades y lo atacaron en pleno carruaje.

— Soy un hombre de buena moral, jamás le haría daño a nadie.

— Puede que no al propósito, pero usted es un empresario ¿Alguna vez se ha negado a negociar con algún otro empresario?

Se frotó la barbilla — He rechazado muchas ofertas.

La otra alternativa era que el Señor Robert estuviese metido en negocios sucios, pero si se lo preguntaba no iba a decírmelo. Hasta ahora no sabía que clase de negocios llevaba a cabo ese hombre para tener tales lujos, tampoco era de mi incumbencia, pero necesitaba comprender el motivo de los ataques para buscar algún indicio.

— Me gustaría tener una lista de esos hombres, usted los debe conocer muy bien.

— Claro que los conozco, por eso no creo posible que uno de ellos tenga este tipo de mañas.

— En la corte de mi hermana había hombres cuya reputación era intachable, nadie sospechó de ellos nunca, pero yo sabía muy bien la clase de actos repugnantes que cometían y en el mundo de los negocios, hay mucha gente ambiciosa que harían cualquier cosa por aumentar sus riquezas — Le advertí y sopesó mis palabras — Créame, usted tiene más enemigos de los que imagina.

— Usted tiene razón, podríamos incluir también a mis socios, nunca se sabe lo que puedan estar haciendo a mis espaldas — Se sentó en su escritorio y tomó una hoja para escribir los nombres de los conocidos.

— Esto es solo para investigar, puede que nos estemos equivocando, pero es mejor empezar por algún lado.

Genial, ahora era un tipo de investigador. Degradado, pero al menos no estaba cargando sal bajo el sol infernal, aunque la parte que no me agradaba en lo absoluto era cuidarle las espaldas a la Señorita Roguina.

Esa mocosa era insoportable.

Al menos no le había parecido desagradable a la modista, era la primera mujer en tanto tiempo que me consideraba atractivo. Tomar una amante no estaba en mis planes, en el pasado tenía que pagarle a las mujeres para que quisieran estar conmigo, por eso no me molestaba en buscar a ninguna mujer, odiaba el rechazo y el temor en sus miradas cuando me les acercaba.

Eso no podía tolerarlo, pero la modista estuvo tan encantada conmigo que sería sencillo acercarme a ella y empezar una aventura, tal vez aquella oportunidad no se presentaría de nuevo.

Era bonita, no como las mujeres que se me acercaban antes de que mi hermana me dañara el rostro, pero si era agradable a la vista.

La Señorita Roguina se apareció en mi mente, observándome detenidamente, con sus labios semi abiertos y su pecho agitado, el rubor permanente en sus mejillas.

La forma esbelta y delgada de su figura inmóvil mientras le tomaban las medidas, como un maniquí en vitrina modelando una hermosa prenda.

Fruncí el ceño, sacudiendo los pensamientos, cuestionando la absurda aparición de esa arrogante.

Volví a prestarle atención al Señor Robert.

La lista creció, viente individuo de los cuales cinco habían sido rechazados.

— ¿Sabe dónde encontrar a esos cinco?

— Si, se donde viven, al igual que ellos saben donde vivo y donde se encontra mi empresa.

— Ese es otro punto en contra de esos sujeto, los hace sospechosos — Leí cada nombre de la lista, completamente desconocidos para mí.

No conocía a nadie en Hilaria, excepto a los príncipes y al Señor Robert, tampoco sabía como llegar a los pueblos, estaba perdido en una tierra diferente y sin derecho a usar mi verdadero nombre.

— Debería contratar a alguien que siga a estos sujetos y vigile sus movimientos — Sugerí.

— Buena idea, iré en la semana al pueblo, con suerte encontraré uno.

— Me gustaría acompañarle.

— Mejor quédese, a Roguina le gusta escaparse cuando no estoy — Dijo y me contuve de soltar un gruñido.

— Me parece que debería contratar a otro hombre que le cuide las espaldas a usted.

— Tiene razón, tal vez aproveche mi visita al pueblo para buscar otro guardaespaldas o al menos alguien con habilidades.

No había duda de que el Señor Robert podía pagar todo un ejército de hombres rudos, no se negaba a nada.

— ¿Por qué no busca otro en los campos de sal?

— Lamentablemente no puedo volver, el comandante me advirtió de que si veía mi rostro de nuevo, iba a acusarme con el rey.

El comandante no era tonto, se vería muy sospechoso que estuvieran saliendo los prisioneros, por muchas monedas que quiera, vender la libertad de los condenados era riesgoso.

Me quedé sopesando otras opciones o motivos de los ataques, pero aquella era la más razonable, aún así rebuscamos, anotando incluso a las amistades en la lista de sospechosos.

...****************...

Después de dos días en la mansión, estaba aburrido, así que me dediqué a fortalecer mis músculos por la noche, haciendo flexiones y ejercicios en la habitación.

El reloj seguía sonando, pero como estaba despierto entrenando, no me molestaba en lo absoluto. Dejaba de sonar abruptamente y sabía que la Señorita Roguina había salido de su habitación para callar el ruido. Me daba un poco de gracia al recordar la patada que le había propinado al reloj.

Al día siguiente me levanté temprano para despedir al Señor Robert, me mostró que estaba armado con un cuchillo de cocina y me aseguró que iría acompañado de un sirviente para mayor precaución.

— Cuida a mi hija, no le despegues los ojos por un ningún momento — Me ordenó y asentí con la cabeza sin mucho ánimo.

Se marchó y los sirvientes desaparecieron del vestíbulo, volviendo a sus labores.

Resoplé y me froté la nuca.

Sería un día aburrido.

Me quedé junto a la ventana y por mucho tiempo todo permaneció vacío, tan silencioso que tel tic tac del reloj descompuesto se hizo desesperante.

Mis ojos se sentían pesados, me estaba durmiendo de pie.

Capté un movimiento en el segundo piso y volví a estar alerta. Decidí esconderme a un lado de la escalera cuando me percaté de que era la Señorita Roguina.

Venía bajando con pasos lentos y tan silenciosos, observando a todas partes como si quisiera escapar.

Llegó al vestíbulo y se aproximó a la puerta.

— ¿A dónde va? — Gruñí, saliendo de mi escondite y soltó un pequeño grito.

Me fulminó con la mirada cuando me acerqué. Tenía el cabello recogido en dos trenzas, llevaba un sombrero de campo, con una camisa de botones, unos pantalones sueltos de color crema y las típicas sandalias ¿Pantalones? ¿Una mujer con pantalones?

— ¡Señor Alfred, me asustó!

— ¿A dónde rayos va? ¿Pretende escaparse?

— ¡No, me dirigía al jardín! — Rodó sus ojos, enojada, retomando su marcha.

Mis ojos se desviaron hacia su trasero, era pequeño pero firme.

Apreté los puños ¿Qué rayos?

— Le acompaño.

— ¡No es necesario! — Cortó, soltando una larga respiración.

— Escuché que se escapó por el muro, así que la voy a acompañar.

Sus hombros se tensaron, pero abrió la puerta con ímpetu y salió.

La seguí, bajó las escaleras y avanzó por el jardín.

Se sentó en un banco, cruzó sus piernas y me detuve junto a unos lirios.

— Le dije que no era necesaria su compañía — Se cruzó de brazos.

— No está intentando nada porque estoy aquí.

Elevó su cabeza para observarme por encima de su sombrero.

— Se toma su trabajo muy en serio.

— Su padre me paga muy bien, así que sí.

Sus fosas nasales se dilataron. Bajé mi mirada por su atuendo y giró sus ojos hacia uno de los arbustos con forma de ave.

— ¿Por qué viste como hombre?

Se rio — Las mujeres podemos llevar pantalones, salvo en eventos sociales, es muy común en Hilaria... Como Hilariano debería saberlo ¿Usted no es aquí verdad? — Apoyó sus manos en el banco.

Mierda, no debí ser tan obvio y descubrirme tan fácil, pero no iba a contarle la verdad.

— Estuve un tiempo lejos.

Elevó una ceja — Querrá decir toda la vida.

— No es de su incumbencia — Corté y se levantó.

— ¿Quiere saber cómo salté el muro? — Me sugirió con excitación en su mirada.

— ¿Y aprovechar para escapar? No, gracias, no me da curiosidad — Me crucé de brazos.

— No voy a escapar, simplemente quiero mostrarle que no necesito de un guardaespaldas.

— Muestre a su padre esto, no a mí, yo solo quiero mis piezas de oro y si tengo que soportar su presencia, ni modo — Me encogí de hombros y resopló, me dió la espalda y me alarmé cuando corrió hacia la esquina del muro.

Dió un salto, pegando sus pies de la pared para impulsarse hacia el otro muro y sus manos terminaron sujetas al borde. Con tanta rapidez y gracia acabó sentada sobre el muro, con las piernas cruzadas, agitando su mano en un gesto de saludo hacia mí mientras reía.

Me acerqué rápidamente.

— ¿Qué le pareció? — Preguntó.

No le haría ningún cumplido a esa engreída.

— Eso no es nada impresionante — Le dí una expresión aburrida — Hasta un niño podría hacerlo.

— Entonces supongo que usted no tendrá problemas en hacerlo — Retó, subiendo sus piernas al muro, se levantó y terminó de pie en el borde.

— ¡Oiga! ¿Qué rayos pretende?

— Sígame si puede — Sonrió y se aventó hacia el otro lado.

Maldita niña, sabía que tanta demostración tenía un propósito.

Retrocedí para impulsar mi cuerpo, corrí hacia el muro y salté, mi altura me permitió llegar al borde, me sostuve y subí, aventando mi cuerpo hacia el otro lado.

Aterricé ágilmente.

Un aplauso se escuchó del otro lado del camino.

La Señorita Roguina estaba apoyada contra un árbol.

— ¡Admito que eso si me impresionó, pensé que no lograría hacerlo! — Bromeó y fruncí el ceño, me estaba irritando.

— ¡Vuelva adentro, Señorita Roguina, no sea infantil!

Negó con la cabeza — ¡Volveré, si logra atraparme antes!

— ¿Qué?

Corrió hacia los árboles, adentrándose al pequeño bosque.

Esto era ridículo, se comportaba como una niña, era inmadura y estúpida. Quise marcharme devuelta a la mansión, no iba a seguirle el juego, pero si le sucedía algo la responsabilidad recaía en mis hombros y no podía darme el lujo de perder mi trabajo. Ya no era el General con tantas riquezas y poder que tenía la vida aseguraba, todo eso lo había perdido, ahora no tenía nada en los bolsillos.

Corrí hacia los árboles, las sandalias no me dejaban ir más rápido, pero logré ver a la Señorita Roguina corriendo por el pasto, esquivando árboles y ramas.

Estaba por alcanzarla cuando se desvió a otra parte y terminé perdiendo por completo la pista.

Me detuve, observando a todas partes.

— ¡Maldita mocosa! — Gruñí, perdiendo completamente la paciencia.

Unas hojas cayeron cuando una rama se sacudió.

Elevé mi mirada.

La Señorita Roguina se había subido a un árbol y estaba sujeta de una rama, saludando para provocarme.

— ¿Cuántos años tiene? ¿Cinco?

— No, dieciocho — Su sonrisa se borró.

— Es tan infantil e inmadura.

— No soy inmadura, soy divertida, es muy diferente — Separó sus pies de la rama bajo y ella, colgando solo de sus manos para saltar, aterrizó frente a mí.

— Es lo mismo.

— Soy una adulta, que haga esto no quiera decir que sea una niña.

— Aunque con tan corta edad no me sorprende que siga teniendo ataques infantiles.

Sus mejillas enrojecieron de la ira.

— ¡Usted parece un anciano amargado, con razón se le decoró el cabello!

Me reí y se alejó corriendo.

Ésta vez no iba a ganarme, aumenté la velocidad de mis pasos y la alcancé, tomándola de la cintura por detrás la elevé en mis brazos.

Soltó un pequeño grito y su sombrero se cayó al suelo.

— ¡No me tiente a jugar rudo! — Gruñí contra su oído.

Su cuerpo era tan liviano y cálido, olía a lavanda.

Se relajó y me espanté cuando cayó en mi cuerpo. Observé su rostro, tenía los ojos cerrados ¿A caso se había desmayado?

— ¡Señorita Roguina! — La dejé en la hierba y sacudí sus hombros.

Abrió sus ojos, elevó sus piernas y se colocó de pie con tanta gracia, era tan flexible.

Soltó una carcajada y apreté mis dientes al percatarme de que me había engañado.

Corrió de nuevo.

Me recordó a la señorita que se había enfrentado a mí con habilidad y astucia.

Aunque era muy diferente a Eleana, tenía la misma energía.

Corrí velozmente, dió un salto lejos de mí, como un ciervo y no salí de mi impresión.

— ¡Ya se cansó, anciano! — Se detuvo cuando me quedé quieto.

Salté hacia ella tan repentinamente que gritó.

Intentó escapar, pero alcancé a tomarla de la camisa.

Tiré con tanta fuerza que los botones salieron disparados.

La señorita terminó en el suelo arrodillada, pero abrí mis ojos como platos cuando la camisa se le deslizó hacia abajo.

Sus senos quedaron al aire, pequeños, pero redondos y firmes de pezones anchos que se erizaron bajo el aire.

Se me endureció como nunca antes.

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Lizzie Cedeño
me quedé con la boca abierta al leer está línea
Lizzie Cedeño
jajaja me muero de la risa 🤣🤣
Jackeline Gaido
Son 16 años de diferencia, el tiene 35 y ella 19.
Yesenia Ortega
Escritora sensacional sin palabras que Dios te siga bendiciendo y sigas escribiendo tan bonito como siempre voy por la próxima.
BAE :) Mage
;)
Flavia Claramunt
ame las 4 historias,tanta creatividad para crear los personajes,la narración impecable y tan descriptiva,los detalles en los paisajes,vestuario,maquillaje,casas y paisajes,y siempre las historias de amor tan hermosas,una fan más de tu forma de escribir fue un placer de principio a fin,y voy a releerlas más de una vez porque sin dudas valen la pena 👏👏👏👏👏👏👏,
Flavia Claramunt
una obra maestra como todo está saga
L34578
Muy bonita
Ely Moreno
una bella historia, que nos recuerda que siempre tenemos una 2da oportunidad
María sarmiento
hermosa historia quiero leer la tercera historia. tienes esa habilidad de adentrarnos y vivir tus historias. felicidades
Eleonor Baker
Maravillosa historia llena de valentía y amor, me ha gustado sus dos gemelas genial una como cada uno de ellos
Eleonor Baker
Este par es genial, luchando y comentando cómo en fiesta del té...jijiji
Eleonor Baker
Exacto, se vio super genial porque no la amarraron, pero amarrada el cuento cambia?
Eleonor Baker
Ah caray, osea que le hubieras permitido casarse con O'Brian si pedía permiso? Ay ajaaaaaa
Ara
Claro el tener albinismo no tiene nada de malo
Ara
Felizmente que ella no se aminala
Ara
Le toca aceptar la situación al papá
Ara
Lindoooooo
Ara
No te dejes Roguina, así se hace, poniéndolas en su lugar
Ara
Aprendiendo juntos cosas nuevas
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