Amor En Rojo

Karoly camina de un lado para otro, las estrellas brillan muchísimo esa noche, Carpio está sentado sobre una roca, por ahora no puede hacer nada más por ella, solo acompañarla.

Una brisa llena el lugar, luego el sonido de un silbido siniestro se escucha, Carpio se apresura en llegar con Karoly, se forma una columna de humo, luego entre las partículas aparece la mujer de la isla, luce algo diferente, pero sin lugar a dudas de ella, está vestida completamente de negro y tiene fuego en sus manos.

...Bosszú en tierras de Hurmaya, el demonio de fuego que crea pesadillas...

Karoly se estremece, es como si escuchara un canto en su cabeza, Bosszú sabía que en tierras de Hurmaya el instinto de su hija se alteraría como un grito ahogado que te dice quien eres, pero no puedes escuchar.

Carpio parece traer a su memoria un recuerdo confuso de una noche similar, el humo, las estrellas, el llanto de un bebé y una mano pequeñísima apretando su mano de niño.

- "Había olvidado el silencio de este lugar, es agotador venir, solo lo haré una vez. Con el único propósito de que no pisen mis tierras una vez más", dijo Bosszú con una sonrisa coqueta y un guiño a Carpio.

El fuego de sus manos brilla más, eso lo ha provocado Karoly odia que le coquetee al príncipe, esa niña no tiene poderes, pero es fuego, tiene el carácter suficiente para la misión que le dará solo que para ello deberá ser capaz de renunciar a quien ama, solo que aún no es tiempo de decirle eso.

- "¿Me dará respuestas?, o ¿ha venido a coquetear con el príncipe?", preguntó Karoly molesta.

- "Eres una nena muy celosa, y la decisión de aceptar mis coqueteos es de él no tuya, a estas alturas de la vida ya deberías saberlo niña", manifestó la reina con altanería.

- "Los dejaría solos, pero necesito respuestas, después no me interesa lo que hagan ustedes", manifestó con indiferencia, Carpio le hizo un gesto como si le preguntara si lo creía capaz de eso.

- "No tengo tiempo para esta tontería, quieres respuestas, te las daré. Tú eres de Fontana, herencia pura de ese lugar, no tienes nada que le pertenezca a la tierra de fuego de donde era tu madre, tampoco naciste en ese castillo, sino en Rojo, en la residencia real de la familia de Susumira, esa que se oculta detrás de la enredadera y se abre con nueces rojas", dijo Bosszú.

Carpio retrocedió esos recuerdos confusos, sus padres estaban disgustados porque no había logrado dominar ninguno de sus poderes mágicos, tenía 10 años, edad en que Susumira un príncipe heredero ya debería ser un guerrero medianamente bueno y un mago con tres poderes mágicos completamente dominados.

Estaba castigado en Rojo, con instructores que venían al alba y se iban al atardecer para enseñarles las artes de guerra sin compasión, en la residencia solo estaba la señora Martha quien solo tenía permitido enseñar al príncipe a preparar sus propios alimentos y asistirse solo, "un príncipe sin poderes no debería ser tratado como tal" fue la sentencia de su madre, la reina de Susumira.

Era una noche serena, hace poco más de dieciocho años, estaba cansando, le dolían los golpes en los brazos, en las piernas, en la espalda; aprender a usar las lanzas aún sin filo era doloroso. Salió de la residencia Rojo, quería huir, pero en la oscuridad escuchó los quejidos de una mujer.

En ese entonces, Bosszú había escapado del encierro de su madre, la sentencia para su hija al nacer era la muerte, su padre la había prometido en matrimonio, y la evidencia de su pasado no debía existir; aunque no pudo ir muy lejos, el trabajo de parto había iniciado, estaba asustada. Aquel niño pelirrojo de diez años, fue quien la encontró y pese a su propio dolor físico, la ayudó a ir a la residencia real de Susumira.

Doña Martha que estaba preocupada buscando al príncipe Carpio, a quien no encontraba por ningún lado, se sorprendió al verlo ingresar con una mujer embarazada que rompió fuente en el patio de la residencia.

La llevaron a la sala y la recostaron sobre una manta; Carpio veía asustado mientras la mujer tenía gestos de dolor visible en su rostro.

- "Su Alteza, somos nosotros dos, me va a tener que ayudar, hoy traeremos vida a este mundo, así que no debe tener miedo", le dijo a doña Martha tomando los hombros del príncipe, "vaya por paños, toalla y agua caliente rápido", el príncipe asintió y fue corriendo por las cosas.

Bosszú solo podía seguir las indicaciones de doña Martha, era inevitable el nacimiento de su hija bajo dichas circunstancias, el último pujo, el último grito y la bebé lloraba con fuerza, doña Martha la envolvió con una toalla, aún tenía que ayudar a la madre un poco más antes de atender a la bebé, así que la puso en los brazos del príncipe Carpio, sentandolo en el mueble con la pequeña, el príncipe estaba nervioso, eran diez años los que tenía y la experiencia era aterradora por como ocurrió todo, la bebé aún tenía sangre en cuerpo y se veía extraña, pero él no se atrevía a moverse, pensaba que cualquier movimiento haria caer a la bebé o la lastimaría.

Carpio miró tanto a la bebé que desde dentro de sí solo deseaba que nada malo le pasara, evocando en su mente casi inconsciente el hechizo de protección de Susumira; él sonrió porque sintió paz repentina acercó una mano en la mano de la pequeña, quien apretó fuerte su dedo; el hechizo de protección se hizo efectivo haciéndole imposible de rastrearla como heredera de la tierra de fuera de Rojo, vinculándola a su destino y convirtiéndolo a él en el único príncipe de sangre real mágica que ella jamás podría lastimar con su cercanía.

Ya en el presente, Carpio respira profundamente, la bebé que ayudó a nacer cuando él tenía diez años, es ahora la mujer de la que está enamorado. Bosszú se da cuenta de que el príncipe ya recordó. Karoly solo quiere la verdad y no se ha percatado.

- "¿Nací en Rojo?, ¿qué pasó con mi mamá?, y si ella no era de algún lado de Hurmaya, ¿Por qué yo sí soy de Fontana?", preguntó Karoly.

-" Karoly, tu padre ha sido el único hombre que tu madre amó en su vida, ella dejó su mundo para dejarte con él, y tuvieras la vida de felicidad que jamás hubieses podido tener con ella. La mujer que el duque de Husag amó alguna vez ya no existe, murió, no busques en las tinieblas lo que jamás podrá ser hallado, aprende de este mundo, de cómo amarlo, de cómo protegerlo, ama sin miedo y sé feliz; te aseguro que eso es lo que más a anhelado la mujer que te dio la vida; alguna vez caminó conmigo y te aseguro que hubiese cambiado su mundo por este sin dudar, ¿por qué quieres volver al sitio, que ella nunca quiso para ti?, ¿eres diferente al resto?, tal vez, ¿por qué te importa la opinión de quien no es capaz de atreverse a conocerte?, en este mundo existe mucha gente que te ama, gente que te protegería sin dudar, en ese otro mundo nadie te puede amar, solo lastimar. Pareces una chica inteligente, espero que realmente lo seas", expresó Bosszú tratando de que su corazón no llorara, pero Hurmaya por ahora era el único lugar seguro para su hija. Dio media vuelta y empezó a alejarse.

- "¿Mi madre me amó?", preguntó con desesperación Karoly sin poder dar un paso.

- "Con todo su ser", respondió Bosszú sin voltear, ya que una lágrima caía sobre su mejilla, y siguió alejándose.

Carpio le habló a su mente, "tú eres su madre, ahora lo recuerdo", Bosszú solo respondió "tal vez un día puedas decírselo, pero ahora ¿crees que si lo sabe, no irá a buscarme?, ¿podrás protegerla en ese lugar?"; Bosszú se alejó y desapareció en el humo, de una noche serena.

Karoly ya no pudo más, no le gustaba que la vieran llorar, pero se derrumbó de rodillas en el suelo, Carpio se agachó y la abrazo, ella solo lloró todo lo que pudo oculta en el pecho del príncipe de Susumira.