¡Plan BL! Renaceré Como Tu Esclavo, Mi Querido Alfa

Él se agacha delante de mí con las pupilas dilatadas y el deseo en su entrepierna. Aun así, me toma por las mejillas a la fuerza con las dos manos haciéndome abrir la boca. Coloca algo en mi garganta y luego me cierra los labios con la palma.

Es un sabor amargo, muchísimo. Presiona mi nariz sin dejarme respirar. ¿Me matarás? ¿Tendré el placer de morir gracias a ti? Dios... Esto sería perfecto. Planeo dejarme ir de esta forma cerrando los ojos, pero mi cuerpo por su propio reflejo se empieza a mover por su cuenta en un forcejeo involuntario cuando realmente todo lo que siento de esta situación es placer.

—¡Traga! —me dice haciendo más presión hasta dejar las marcas rosas en mejillas.

Termino por obedecer su orden, como si me fuese siquiera posible escapar de algo que él desee. Le veo controlarse, parece tener dificultades para hacerlo. Apoyo las manos en el suelo para mantenerme erguido y solo puedo mirarle, su perfecto rostro...

—Eres mi mayor deseo —susurro con una amplia sonrisa luego de que me libera.

—Solo habla tu celo, naciste para ser usado por todo Alfa que te vea en este estado —me responde observando mi situación de manera despectiva.

Lo puedo percibir en él. Le conozco, ya hubiese salido de la habitación si tuviese cero interés en mí. Posiblemente sean mis feromonas, pero me da igual...

Me levanto con la poca fuerza que le queda a mis piernas luego de correrme cinco veces pensando en su cuerpo. Me dejo caer en su pecho, aunque me duele el hecho de tener que mancharle con mi desagradable olor, como me amará, en algún punto agradecerá este momento.

Me levanto en la punta de mis pies para llegar a él y ni así lo consigo, solo queda rozar su cuello con mis labios mientras sus manos me agarran por la cintura dejando la marca de la presión en la piel.

Termina por bajar su cabeza hacia mí cayendo en sus impulsos y levanta mi mentón para morder mis labios. Introduce su lengua en un juego sumamente húmedo y divertido mientras los suspiros se escapan al simple tacto y también mi conciencia, porque todo se comienza a hacer oscuro.

—¿Qué me hiciste? —susurro cerca de su boca apoyándome en él.

—Acabar con tu sufrimiento, descansa, necesitas tener esta energía para luego, el rey ya llego y los demás invitados también —comenta él sin ser capaz de apartarme, no soy idiota, percibo que se está controlando.

—Ahderon, no quiero... Yo... Te quiero a ti... —susurro antes de perder el contacto con el exterior.

No soy capaz de mover ni un solo milímetro de mi cuerpo, ni siquiera hablar, pero estoy consciente de lo que sucede. No entiendo bien el funcionamiento de lo que me hizo ingerir, pero siento como me levanta en sus brazos para salir conmigo en un largo camino hacia alguna cama, una superficie blanda y cómoda donde me coloca con cuidado.

Su mano se desliza por cuello haciendo un recorrido por mi abdomen hasta separarse de forma brusca. No es difícil percibir el golpe en la pared, se encuentra reacio a continuar.

Le entiendo de alguna manera, aunque solamente quiero tenerlo conmigo. La madre de Ahderon también era una Omega, una de las tantas mujeres con las que se casó su padre. Recuerdo que la marcó por diversión y la hacía tener relaciones con otros hombres hasta que ella vomitaba y empeoraba en salud, así que murió. Sin embargo, él falleció igualmente antes de tener más descendientes y terminó heredando su único hijo todo el ducado y propiedades.

Quizás no sea creíble por mi actual estado, pero podría salir de ello y seguiría queriendo lo mismo. Que él me acepte como suyo... ¿No ve todo lo que estaría dispuesto a hacer? No, no te vayas de la habitación, no me dejes solo aquí. Intento estirar la mano hacia él en su cabeza y me es imposible, mi cuerpo no responde. Demonios, únicamente me queda dormir...

La puerta suena una vez más al cabo de las horas entrando alguien. No logro dormir en todo el tiempo de su ausencia. Soy capaz de reconocer su olor, quiero solo estar cerca de él. Deja un lamento volviendo a golpear la pared, para luego sentir como se introduce en mi cama. No me besa o toca más allá que en un fuerte abrazo deslizando su nariz por mi cuerpo, como si le estuviese atrayendo. ¿También tomaste algo? Deberías estarme haciendo todo lo que soñé.

—No te voy a hacer nada, descansa, Cian —dice él apretando mi cuerpo entre sus manos y llenádome de un calor intenso. Deja ligeras mordidas por mis hombros, evitando subir a la zona de mi cuello. Me saborea todo lo que puede y me lleva al cielo, pero nunca mueve sus manos del lugar, como si estuviesen pegadas ahí. No sube a mis labios ni sale de mis hombros, pero por hoy, siento que esto es suficiente, solo dame más confianza, mi querido Ahderon.

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Una campana suena a mi lado haciéndome reaccionar. Cuando abro los ojos veo a Laura, la sirvienta loca, a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja y un pañuelo con una pastilla en la mano.

—Buenos días, dormilón —dice colocando la campanita en la mesa—: espero que estés listo, los regaños lloverán. Por su culpa el amo no pudo alejarse de usted. Las pastillas que investiga nuestra empresa son fuertes, pero no tanto para un Omega dominante.

—Me valen tres hectáreas de verga, fue la noche más placentera de mi vida —digo abrazando mi propio cuerpo para cubrirme con la almohada—: ¿Dónde está mi futuro esposo?

—Con la señorita Vicaria y el Rey, sus planes se salieron de su camino por vuestro percance. Habíamos conseguido que luego del baile de primavera se quedasen aquí la mayoría de los invitados, debido al mal tiempo y su relación de años con nuestro amo. Para hoy no tenemos una excusa, aunque hay que lograr que la señorita rompa ese estúpido compromiso, ella no ama a su prometido —dice la sirvienta con emoción y apretando el puño.

—Vicaria me cae como una patada en el culo, algún día va a morir aplastada por caballos, verás que sí —digo revirando los ojos. No es algo que pase en el libro, pero solo debo aprender a conducir un carruaje y que ella esté en mal lugar.

—No seas mal educado. Ahora vístete, debemos salir a caminar. Por suerte soy Beta y no me afecta tu aroma, pero al rey sí y eso aún se puede usar —me responde ella—: quizás puedas lograr algo público.

—¿Eres consciente de que si eso sucede a mí me van a cortar la cabeza después de ser violado? —le respondo levantándome de golpe y tirando al suelo la pastilla—: no me obligues a hacer una locura.

La mano de ella aguanta la mía haciendo una presión descomunal en la muñeca, con solo un poco más de fuerza esta podría romperse.

—Cian, hay algo que parece que olvidaste. El amo te compró, eres un esclavo, incluso más bajo que yo que soy, un sirviente. Si el dice que te acostarás con el rey, lo harás. Si dice que debes morir, lo harás. Si dice que lamerás sus zapatos... Lo harás. Tu voluntad es basura, aprende eso y resígnate —me comenta ella con una seriedad en sus ojos algo extraña mientras me alcanza las pastillas de nuevo recogiendolas del suelo—: ahora, toma esto para aumentar tu fertilidad y logres embarazarte de nuestro rey.