Cuando El Amor Te Aplasta

Después de la heladería, Franco y Vanessa fueron a casa de ella. Pasaron el resto de la tarde teniendo relaciones.

La joven se encontraba acostada junto a él, dibujando garabatos en el pecho del joven con su dedo.

_ Me encanta hacerlo contigo. Incluso más que con mi novio.

_ Eres una desvergonzada - rieron.

_ ¿Por qué, acaso una chica no puede tener más de un amante? Ustedes lo hacen.

_ En eso tienes razón, pero tu novio parece un buen tipo.

_ Claro que no. Lo único que quiere es unir su empresa con la de papá. Cuando me gradúe tendré que casarme con él. Ya lo acordaron, ni siquiera me preguntaron.

_ Y ¿Eso no te pone mal? ¿Cómo te sientes?

_ La verdad me da igual. Me casaré, tal vez tenga un hijo y luego me divorciaré. De esa forma me aseguraré una parte de su fortuna.

_ Vaya, tú sí que sabes lo que quieres - le pareció increíble la frialdad con la que habló.

_ El mundo es así Franco. El amor es para tontos. Sí tienes dinero puedes comprar hasta eso. ¿Y tú, ya sabes lo que harás?

No se animó a decirle que él, quería otra cosa de la vida. Que a pesar de su forma caprichosa e irresponsable de ser, añoraba una familia. Una como la que alguna vez tuvo, hasta que su padre la destruyó con su amante.

_ No sé, todavía no lo decido. Por ahora debemos ir a bailar hasta que las piernas se nos caigan ¿Qué dices? - la nalgueó - la chica pegó un gritito y comenzaron a reír.

Una hora después, estaban bebiendo y bailando con sus amigos en la disco. Cristian era amigo de Franco, pero estaba enamorado de Vanessa. Él era el que satisfacía sexualmente a la joven. Hasta que este llegó de Europa y entonces ella lo desechó como si fuera basura. Le guardaba mucho rencor en secreto, así que esa noche se debatía entre darle su merecido o no.

_ Amigo, estás tomando demasiado - le dijo Franco a Cristian.

_ Acaso eres mi mamá - bebió de un sorbo todo el contenido del vaso - No te atrevas a decirme lo que puedo y no puedo hacer.

_ Ya cálmate Cris. No exageres - dijo Daniel. Él era amigo de ambos, pero conocía a Franco desde la primaria y eran muy buenos amigos - Ya, vamos a bailar - tomó de la mano a la chica que lo acompañaba y se alejó.

En eso, Vanessa se acercó y se llevó a la pista a Franco. Estuvieron bailando de forma muy atrevida. Mientras, en Cris, se acrecentaba la rabia y los celos. La imagen de ellos en la pista, hizo que se decidiera. Tomó el teléfono e hizo una llamada.

📱_ Hola, será esta noche. Te enviaré la ubicación. Lo sacaré a las doce al callejón. Colgó.

El joven se rio y se sirvió otro trago. Se levantó y buscó a una de las chicas que vinieron con ellos y comenzó a bailar. Luego de un rato miró su celular y vio la hora que era. Fingió tener náuseas y le pidió ayuda a Franco.

_ Vamos afuera, el baño está repleto - dijo Franco, preocupado y totalmente ajeno a que estaba a punto de caer en una trampa.

Cristian se agachó e hizo de cuenta que vomitaba, detrás de un contenedor de basura.

_ ¿Estás bien, amigo? ¿Necesitas algo? - Cristian le hizo un gesto con la mano y luego se paró.

_ Estoy bien, gracias por acompañarme. Eres un buen amigo

Justo en ese instante un grupo de hombres salieron de la penumbra y los rodearon.

_ ¿Qué hacen aquí muchachos? La fiesta está dentro. ¿O acaso querían estar solitos?

Los hombres comenzaron a reír y a burlarse.

_ No queremos problemas. Ya nos vamos. Mi amigo solo necesitaba aire fresco. Pero ya está bien y nos iremos - dijo Franco intentando calmar el ambiente hostil que iba en aumento.

_ Uy, miren nada más. Está protegiendo a su novia - dijo uno de ellos.

_ ¿Sabes que? No creo que este sea el novio. A este tipo le gustan las viejas, sobre todo las ajenas ¿No es así? Franco Ibáñez.

Cuando el joven escuchó su nombre rápidamente, se dio cuenta de que las cosas se pondrían feas. No entendía de que estaba hablando, pero evidentemente esos tipos estaban ahí para golpearlo a él.

Agarró del brazo a Cris e intentó escapar. Pero uno de los hombres le lanzó una patada, él la esquivó y le dio Cristian. Este cayó al piso totalmente desmayado. Los tipos se abalanzaron sobre él y comenzaron a golpearlo entre todos. Franco lo único que atinó a hacer fue acurrucarse en posición fetal y evitar así los golpes en sus órganos vitales.

En eso se aparecieron dos personas que empezaron a repartir patadas y puñetazos a diestra y siniestra. Lo estaban defendiendo.

Uno de los hostigadores tomó un pedazo de madera e iba a darle a Franco, pero en eso uno de los defensores se paró en frente y bloqueo el golpe con su brazo, luego le dio una patada que lo arrojó contra una pared a uno dos metros. Volteó a verlo y de pronto los reconoció, los ojos avellanas más hermosos que había visto.

_ ¿Estás bien? - le preguntó la joven, él solo afirmó con la cabeza.

Inmediatamente después ella volvió a la pelea. Uno a uno los delincuentes fueron cayendo, algunos pudieron escapar. Jason iba a correr tras ellos. Pero Laura lo detuvo.

_ ¿Estás bien, amigo? - dijo Jason pasándole la mano al joven, para ayudarlo a levantarse.

_ Sí, gracias. Por ayudarme - miró a Rose - a los dos.

_ No te preocupes. Yo en particular no soporto a los abusivos.

Rose y Laura se miraron, si supiera que él era uno de esos. Franco notó por la mirada de las chicas lo que habían pensado y se sintió avergonzado.

_ Rose, tenemos que irnos ya casi son las dos. Mamá me castigará y le dirá a tu padre.

_ Sí, ya nos vamos. Nos vemos, Dragón. Él te dirá a que colegio voy - dijo subiendo a su bicicleta.

_ Adiós, chicas. Nos estamos viendo

Jason volteó y miró a Franco

_ ¿Tú también las conoces?