Te Necesito Conmigo

-¿Todo eso dijo? - la voz burlona de su amigo le crispo.

-Retira ese tono burlón o te bajo de puesto de vicepresidente a obrero - amenazo con su mirada fulminante Alexander.

-Está bien, está bien - asustadizo Eduard asintió y respiro hondo - Entonces ¿Narcisista, mimado... que más?

-Mujeriego - completo mascullando Alexander con la mirada hacia abajo.

-Bueno, eso no lo discuto - otra mirada de Alexander fulminante le advirtió – Digo, no te lo discuto a ti. Porque ¿Tú mujeriego? No, no, imposible tú eres más santo que la virgen María hermano - con una sonrisa nerviosa corrigió sus anteriores palabras.

-Nunca, nadie, me había dicho todo eso ¡Y menos una mujer! - indignado exclamo - Porque no le atraigo ¡Soy todo lo que una mujer desea! ¡Todas quieren estar conmigo! egoísta siguió exclamando sin entender la actitud de su apuesta secretaria.

-Amigo, ella ya está contigo y te conoce como en realidad eres, tal vez por eso no le atraigas como a las otras mujeres - se encogió de hombros Eduard, sorbiendo una caja de zumo de jugo.

-¿Qué?

-Lo que digo es que, las mujeres con la que acostumbras a salir tú la conoces en una discoteca, tienes una noche de pasión, sales con ella solo un par de semanas y solo la vez como 2 horas en total en una semana. Esas mujeres no te conocen, ellas solo ven tu dinero y atractivo en cambio Isabella, te conoce tal y como eres y por eso no le atraes- dijo su amigo consejero.

-Pero a ti... tú esposa te conocía a la perfección y aun así se divorció de ti - murmuro Alexander con la intención de lastimarlo, aunque no lo demostrase, Alexander con las palabras de su amigo y de su secretaria estaba demasiado afectado, era la realidad ante sus ojos.

-¡No estamos hablando de mí! - exclamo herido, una mueca apareció en su rostro - Natalia me ama tal y como soy solo que... los problemas fueron más fuertes y nos superaron-melancólico empezó a relatar.

Como sea, me voy. Tengo una junta y tú una presentación conmigo presente - apunto y con elegancia se retiró del despacho de su amigo.

-¡Natalia como te extraño!

...----------------...

-Necesito que esta noche vallas a casa - ordeno/pidió mientras fingía leer unos papeles entre sus manos.

-¿Trabajo por hacer? - cuestiono con frialdad la azabache, aún estaba molesta con la discusión que tuvo con su jefe en la mañana.

-Sí y también quiero que me combines varios trajes ya que no iras por las mañanas, no me gustaría volver a hacer el ridículo como hoy.

-Lo veo en la noche entonces señor - Isabella dio media vuelta y se retiró del despacho de su jefe.

-Isabella es brava... muy brava - murmuro mirando el camino por donde se marchó su secretaria, sonrió mientras mordisqueaba la punta de su pluma carísima. La empezaba a ver de otra manera.

Desde que ambos empezaron a trabajar juntos, Alexander si había tratado de conquistarla, le hablaba coquetamente pero al ver que la hermosa azabache no le seguía sus indirectas muy directas descartó su idea de tenerla como conquista. ¿Hirió su ego? Si, lo había herido ¿Pero es que como una joven aspirante se podía resistir a un Dios que tenía como jefe? Su pensamiento en ese tiempo, era que su secretaria no era humana.

La noche había llegado y él se miraba por tercera vez en el espejo chequeando de que todo mechón, toda hebra estuviera en su lugar, de que su camisa no estuviera arrugada, había practicado sus expresiones. En el camino de la empresa hacia su casa, había llegado a una conclusión, conquistaría a su secretaría para que ella no renunciara y permaneciera a su lado, como debía de ser.

La puerta de entrada sonó, su apuesta secretaria había llegado. Prácticamente corrió hasta su encuentro y se detuvo al verla, llevaba un pantalón vaquero corto y una sudadera ancha, con su cabello en una media coleta ¿Así se vestía ella siempre que venía a su casa? Entonces ¿Por qué no lo había notado?

-Señor Arnault empecemos con el trabajo - su voz seguía siendo fría. La azabache era rencorosa.

-A...ahora traigo los papeles -

¿Por qué carajos tartamudeaba? ¡Él era Alexander Arnault, las mujeres tenían que tartamudearles a él no él a ellas!

-El lunes a primera hora tendremos las entrevista para su nueva secretaria señor - informo Isabella mientras sin mirarlo ordenaba los papeles en sus manos en una carpeta.

-Renuncias a ser mi secretaria pero... ¡Te doy un puesto mayor en la empresa! - exclamo señalándola, no se daría por vencido. Aceptaría que ya no fuera su secretaria pero que de alguna manera siguiera trabajando cerca de él.

-Señor...

-Una oferta imposible de rechazar ¿Cierto? - con su sonrisa altiva expreso.

-Tal vez. Pero yo si la rechazo. Por favor señor Arnault, no me vuelva a crispar porque esta vez le volveré a gritar y no volveré a la empresa - Alexander entonces por obligación cerró su boca y bajo la mirada mirando sin ningún interés los papeles en su mesa de madera cara.

-Bueno, es todo. Gracias por ayudarme - dijo después de una hora entera de ordenar papeles y rellenarlos. Isabella entonces se puso de pie y se dirigió hacía el cuarto de su jefe, Alexander confundido a paso lento le siguió por detrás - ¿A dónde vas?

-Me pidió que combinara sus trajes ¿Lo olvido? - Isabella con una mirada aburrida se giró hacia él.

-Lo olvide - la paciencia de Alexander se estaba agotando, la actitud insolente de su secretaria le estaba cansando.

Siguió por detrás a la azabache y le vio sumergirse en su extenso armario, él se recostó en su gran cama con sus brazos debajo de su nuca sirviéndole como almohadas.

-¿¡No saldrá esta noche!? - grito Isabella desde el interior del vestidor de su jefe. Ya iba combinando tres trajes.

-¿¡Había algo más hoy!? - respondió de la misma manera Alexander desde su cama confundido.

-¡Hoy es viernes y usted siempre sale con el señor Eduard! -Cierto... eso sí que lo olvide - se reincorporo en la cama, no había hablado con Eduard sobre salir.

-¿Le preparó un conjunto señor? - Isabella salió del vestidor con varias corbatas en su cuello.

-No he hablado con Eduard, no sé si ir hoy - la miro de arriba hacia abajo más de una vez.

-Opino de que debe de salir, siempre lo hace y varias veces lo hizo sin el señor Eduard. Diviértase, al menos no estará como un perro gruñón el lunes.

-¿Perro gruñón? - exclamo con ofensa.

-Sí, la última vez que no salió un viernes, el lunes volvió con un horrible humor y los empleados, especialmente yo, tuvimos que aguantarlo toda una semana entera - informó Isabella, desde que había renunciado se sentía con la libertad de decirle lo que en realidad pensaba a su jefe.

-No sabía que habría sido así - un poco avergonzado desvió su mirada - Iré.... Isabella asintió con una pequeña sonrisa - Si tú vas - Isabella abrió sus ojos.

-Yo no iré señor.

-Por supuesto, tú ocuparás el lugar de Eduard. Hoy tomaré y me divertiré y tú te encargaras de traerme de vuelta...

-Oh sí coge una conquista llevarlo al hotel al que frecuenta - completo la frase Isabella – Está bien señor, seré su conductor designado - entonces Isabella volvió a ingresar al vestidor. Y después de unos pocos segundos salió - Puede ponerse este conjunto, unos jean oscuros, una camiseta blanca y su cazadora negra favorita, junto con su tenis blanco - le dejo el conjunto de ropa tendido a los pie ceros de cama de su jefe.

-¿Tú también te cambiaras? - cuestiono.

-He dejado algo de ropa en la habitación que suelo usar, así que veré que combino - se encogió de hombros con desinterés - Cámbiese señor - aconsejo y se volvió al cambiador para descolgarse las corbatas de su cuello.

Salió del cambiador y se topó con una gran vista de la ancha espalda de su jefe, ya se estaba cambiando, lo escaneo con la mirada sus músculos se movían con cada movimiento de su jefe. No era la primera vez que lo veía sin camisa, pero lo sentía como si fuera así.

-Iré a prepararme señor - paso por su lado y se retiró a paso veloz de la habitación de su jefe.

Cerró sus ojos con pesar y camino hacia la habitación de huéspedes mientras se ventilaba con la palma de su mano. ¿Acaso estaba caliente? ¿Y encima a causa de su jefe? ¡Ja'! Imposible, el verano se acercaba seguro eso debería de ser la causa.

Abrió el placar que tenía unas cuantas prendas suyas, cogió un pantalón corto de algodón tiro largo con franjas negras y blancas en líneas verticales y un top negro con tiritas de fideos, se soltó el cabello y se lo peino dejándolo liso y plano. Se puso sus tenis y listo.

Se aplicó mascara de pestañas de su bolso y bálsamo labial y sonrió, hace mucho que no salía a una discoteca, dejaría a su jefe divertirse y ella se alejaría y también se divertiría, no tomaría mucho pero si se divertiría.

Cogió una campera vaquera con flecos, su celular lo puso entre sus senos junto con dinero y salió de la habitación. Bajo las escaleras y espero a su jefe en la entrada de la casa, rodeo los ojos, su jefe era peor que una mujer, se tardaba mucho en prepararse.

Levanto sus ojos minutos después y por primera vez desde que lo conocía lo escaneo con la mirada casi hambrientamente.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué reaccionaba así, porque ahora y no hace 5 años?