EL MAL QUE NOS ACECHA

Elizabeth Fierro

Pasé una noche terrible, aunque no noté nada extraño, me sentía incómoda, cómo si me estuviesen observando, es una sensación extraña, incluso me hace pensar que está casa no quiere que yo viva aquí, di tantas vueltas intentando dormir, que al final decidí levantarme, o terminaría por despertar a los demás.

Bajé al primer piso y pensé en que podría ocupar mi tiempo, miré el reloj y eran las 3 de la madrugada, así que decidí que lo mejor sería ponerme a organizar lo que faltaba en el primer piso, saqué las herramientas y comencé por el comedor, atornille muy bien los módulos, me demoré un poco, evitando hacer mucho ruido, cuando lo logré, limpié muy bien y le puse un mantel, el centro de mesa y acomodé las sillas alrededor, recogí la basura y terminé de desocupar las cajas que contenían artículos para la cocina, las fotos familiares y algunos documentos, los guardé en el buró y todo comenzó a tomar forma, luego barrí y me puse a trapear todo para que quedara completamente limpio, al terminar me dispuse a preparar el desayuno.

Cuando mi esposo y mi hijo bajaron, el desayuno estaba sobre la mesa, se sorprendió al ver todo organizado, me preguntó si había descansado y tuve que mentir, aunque creo que mi cara dice lo contrario, mi esposo no insistió en preguntar más, así que desayunamos y después fue a llevar a Tomás al colegio, 20 minutos después ya estaba de vuelta.

- ven amor, vamos a hablar -- me dijo, luego nos sentamos en el sofá.

- ¿De qué quieres hablar?-- pregunté haciéndome la que no tenía ni idea de lo que pasaba por su cabeza.

- No te hagas, sabes perfectamente que algo está pasando, ¿no te gusta que nos hayamos mudado? sabes muy bien que si me hubieses dicho que no, no habría aceptado el ascenso, primero están ustedes -- yo negué de inmediato.

- Por su puesto que no es eso, la idea de mudarnos no me molesta en absoluto, sabes que somos los tres contra el mundo, y debemos siempre estar juntos, es que...-- dude si decirle-- es que algo pasa con esta casa... O conmigo, no sé cómo explicarlo, me siento incómoda viviendo aquí, siento una vibra extraña-- finalmente le dije.

- ¿Has visto algo?-- yo negué, no se si la última vez fue una pesadilla o fue algo real, y cuando escuché la voz de un niño que no era mi hijo, no se si fue producto de mi imaginación, pero tampoco quería asustar a mi esposo o pasar por loca comentándole está situación.

- No, es solo una sensación de incomodidad, pero ya me acostumbraré, ocuparé mi mente en otras cosas, hoy tengo que enviar los capítulos, así que todo estará bien -- dije muy segura, tratando de convencerme a mi misma.

- está bien, tendré mi celular a la mano, por si se presenta alguna emergencia, no dudes en llamarme, de todas maneras, estaré aquí al medio día, pasaré a recoger a Tomás y vengo a almorzar con ustedes -- me dijo.

- Está bien cariño, espero que tengas un primer día de trabajo muy tranquilo y que te guste-- le dije, nos dimos un beso y un abrazo y él se fue.

Tomé mi laptop y me senté en el comedor, la encendí y me puse a trabajar en el guión de mi novela, me sumergí totalmente en lo que estaba escribiendo, mi imaginación tomó vuelo y aproveché al máximo esa ventaja, de repente sentí mucha sed, me levanté y fui a la cocina por un vaso de agua, al regresar me senté e iba a continuar donde iba, pero en la pantalla habían unos escritos que yo no había hecho, me quedé muy confundida, habían aparecido al rededor de 200 palabras más, un texto sin sentido, miré para todos lados pero no había explicación para que esto hubiese pasado, eliminé rápidamente ese texto agregado y continúe.

No dejé que ese pequeño suceso interfiriera con mi avance, de nuevo me concentré y seguí en mi labor, para cuando volví a mirar la hora, ya eran las 11:15 de la mañana, había logrado terminar esos cuatro capítulos que me habían pedido, así que le escribí a la editora y envié el correo con los borradores, después apagué mi equipo y me fui a hacer el almuerzo.

Antes de que alcanzara a terminarlo, llegó mi esposo y mi hijo, Tomás estaba muy emocionado, no paraba de contarnos como había sido su primer día, nosotros estábamos muy feliz de oírlo hablar así, es bueno que a el no le afectara el cambio, eso ha facilitado mucho las cosas.

El almuerzo estuvo al poco tiempo, le serví a mi esposo ya que debía regresar al trabajo, mientras Tomás se fue a cambiar su uniforme, yo me senté a acompañarlo, iba a almorzar con mi hijo.

- ¿y como te fue hoy en tu nuevo puesto?-- le pregunté.

- Tengo mucho trabajo, es normal, ya que el puesto estuvo vacío por mucho tiempo y no había nadie que se encargara de ciertos temas, estoy poniendo al día lo que está pendiente -- me comentó -- ¿y a ti como te fue?, ¿pudiste enviar los borradores?-- asentí.

- Si, mi imaginación voló y pude terminarlos antes de tiempo -- omití lo que sucedió.

- Que bueno amor-- terminó de almorzar y se levantó -- en la noche me das más detalles, debo volver al trabajo, gracias por el almuerzo, como siempre, estuvo delicioso -- se acercó y nos dimos un beso, luego fue al baño, se cepilló los dientes, se despidió de todos y se fue.

Tomas y yo nos sentamos a almorzar, mientras lo hacíamos me contaba todo lo que hicieron durante el día, me dijo que le había gustado su maestra, que era muy amable y los trataba muy bien, además hizo nuevos amigos, eso me hizo feliz, ya que en su antigua escuela, algunos días no quería ir, por qué su maestra los regañaba mucho.

- Hijo, tengo un poco de sueño, ¿quieres ir a darte una siesta conmigo?-- le pregunté, el trasnocho me estaba pasando factura, mis ojos se estaban comenzando a cerrar por si solos.

- No mamá, no tengo sueño, ¿puedo jugar un poco? Prometo que no haré ruido -- me dijo y yo accedí.

Subimos y él fue a su cuarto de juegos y yo me fui a la habitación, me acosté y en cuestión de segundos, me quedé completamente dormida.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero comencé a escuchar ruidos, el sonido de niños corriendo por la casa, abrí los ojos, pero me pesaban y los tenía que volver a cerrar.

-¡Shhh! Silencio, podemos despertar a mamá, está cansada -- escuché perfectamente la voz de mi hijo, así que abrí los ojos asustada y me levanté