Octavo libro de la saga colores.
Lady Pepper Jones terminará raptada por un misterio rufián de poca paciencia y expresión dura, prisionera y en manos del desconocido, no tendrá más remedio que ser la presa del lobo, mientras que Roquer, lidiará con su determinación de cumplir con su venganza y la flaqueza de tener a una hermosa señorita a su merced.
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4. Raptada
...ROQUER:...
Rodeé el jardín hasta la parte trasera de la mansión.
— Esa señorita es tan sosa — Susurró Carter a mi lado, mientras seguía con la mirada a mi objetivo — ¿La vas a matar cuando la tengas en tu poder?
— Cierra la boca.
Las otras dos señoritas no serían un problema para mí, podría espantarlas fácilmente.
— Viéndola bien, aunque es muy flaca y delicada, es mucho más hermosa que las mujerzuelas con las que nos hemos revolcado.
Le dí una mirada de reojo a Carter.
Esa mocosa solo me interesaba para vengarme, no era mi tipo.
— Te dije que cerraras la boca.
— ¿Solo la tendrás cautiva o vas a hacer algo más con ella? — Preguntó, sabía que significado escondía en su frase.
— No es tu asunto.
— Si planeas vengarte supongo que también la vas a deshonrar, es un golpe muy bajo para un padre ver que su tesoro, que su niña preciada ha sido manchada — Insistió casi en mi oído.
Solo solté un gruñido.
— Deberías hacerlo, no vas a soportar la carga de tener que estar vigilando a una niña caprichosa sin obtener nada a cambio.
— Obtendré mi venganza.
— Deberías obtener algo más, las mujeres nobles con algo a lo que no podemos acceder, tendrás a una a tu alcance — Susurró, las señoritas se alejaron de la vista de la celebración — Son vírgenes, solo imagina a esa florecita pura entre sus piernas.
Era inmune a sus palabras, si la tocaba, sería por venganza, no por cumplir una estúpida fantasía o por complacer mis bajos deseos.
— Cállate.
— Roquer, solo digo... Esa señorita puede ser un entretenimiento... Si no te apetece tocarla por lo menos podrías dejar que yo...
Lo tomé del cuello.
— La señorita solo me pertenece a mí, será mi prisionera, no tuya, así que nada de tocarla sin mi consentimiento.
— De acuerdo, no te molestes.
Volví mi atención a las señoritas.
— ¿Te casarás con Lord Leandro Mercier?
— Así es — Aseguró ella.
— Es muy guapo, aunque su apellido está manchado.
— Es cierto, pero es un hombre exitoso — Dijo, elevando su barbilla.
Lord Leandro Mercier se estaba divirtiendo con mi hermana mientras se comprometía con esta señorita, no lamentaba arruinarle la vida, al fin y al cabo era hija del duque, obviamente era igual a él.
— Sí, además estaba hablando con el rey, eso lo hace más interesante.
— Aún así no borra lo que se escuchó en los últimos meses — Insistió la amiga — Primero el padre asesinado, la prima en un convento donde se cometían crímenes, luego su casamiento con un terrateniente de apellido común, la madre falsa que tomó el lugar de la esposa y pare de contar.
Vaya, el lord era toda una joya, al parecer también era igual de desgraciado que el duque.
— Es lo de menos.
Venían directo frente a mi posición.
Hice un ruido, Carter se alertó cuando sacudí una rama, preguntándose qué rayos pretendían.
Las amigas de la señorita retrocedieron asustadas.
— ¡Pepper, vámonos! — Gritó una cuando ella se quedó quieta, viendo hacia la oscuridad.
Eso, ven a mí.
— Puede ser un perro.
Un perro no, yo era un lobo.
Conocido por muchos rufianes con ese apodo.
— Retrocede — Gruñí a Carter.
— Igual, vamos, regresemos a la celebración — Las otras fueron inteligentes al marcharse, si no tendría que usar el sedante con ellas también.
Hice un ruido de animal, como un rugido, por eso me había ganado mi apodo.
La señorita empezó a acercarse hacia la linea de árboles, se metió dentro del bosque.
Me preparé.
— ¿Hola? — Dijo Pepper, cerca del árbol donde yo me ocultaba.
— ¡Sal de aquí! — Gritó Maude.
Maldición.
Carter la agarró por detrás y la golpeó contra un árbol.
No podía darle su merecido al desgraciado por maltratar a mi hermana, aunque no estaba tan preocupada, ella era más fuerte que él.
El impacto hizo que se cayera la máscara.
Maldición.
Lanzó un ataque a Carter, pero saltó hacia atrás, volvió a golpearlo con una patada al rostro, cayó al suelo inconsciente.
— Maldito, hubiese traído a Prudence, ese desgraciado es un debilucho ahora tendré que cargar con dos cuerpos sin fuerzas, por tu culpa, Maude — Gruñí, saliendo de detrás del árbol.
La señorita estaba observando, se cubrió la boca al divisar el rostro de mi hermana.
— ¡La costurera!
La conocía, aunque eso no me sorprendía teniendo en cuanta su relación con Lord Leandro Mercier. No era lo que interesaba, debía hacerlo ahora, antes de que huyera y acusara a mi hermana.
Saqué el pañuelo con rapidez, me atravesé y le cubrí la nariz y la boca con el pañuelo, sosteniendo su nuca.
Sus ojos se abrieron como platos, las pupilas estaban tan inquietas, me observaba fijamente mientras presionaba el pañuelo color olivo contra su rostro.
Maude me saltó encima y rodeó mi cuello.
— ¡Suéltala! — Apretó.
Ya estaba perdida. Maude no podría detenerme.
La solté.
Cayó arrodillada, intentando levantarse para huir, pero estaba aturdida por el somnifero, me sorprendió, le había puesto tres gotas y aún así parecía potente.
Elevé una mano, tiré de la capa de Maude y la derribé.
Cayó al suelo como un costal.
Por algo era el hermano mayor.
Avancé hacia la señorita, sentí un golpe en las pantorrillas.
Caí, por algo era tan lista.
La señorita Pepper se arrastró, la tomé del tobillo, era tan pequeño, lo rodeé entero con la mano.
¿Qué rayos le daban de comer?
Escuché su respiración, tan débil, estaba luchando contra el sedante.
Maude saltó sobre mi espalda.
— ¡Ya basta, Maude! — Rodé para aplastarla y se alejó.
Alcancé a la mocosa.
Forcejeó tan inútilmente debajo de mí, estaba tan débil, me dió un golpe en el pecho que no alcancé a sentir.
Tomé sus muñecas, creyendo haberlas roto por lo delgadas que eran. ¿Eran todas las señoritas nobles tan delgadas y delicadas?
— ¡Suéltala ya! — Saltó mi hermana, la tomé del cuello y la aventé.
— ¡No entiendes la magnitud del problema, te ha reconocido, Maude, si la dejas marchar, estarás muerte y por ende yo también lo estaré, todos lo estaremos, porque el lord te tiene viviendo en su casa y asumirán que también está implicado! — Gruñí levantándome, necesitaba dormirla, volví a tomar el pañuelo y la cubrí.
— Estaba aturdida, tal vez ni siquiera lo recuerde, piensa bien... Roquer — Jadeó, cansada — Si te atrapan estarás muerto... Es igual a que me descubran a mí... Tendrías que marcharte de esta ciudad con la señorita... No le hagas daño, ella no tiene que pagar por los errores de su padre.
Sentí la debilidad de la infeliz, no aparté el pañuelo hasta que se desmayó en mis brazos.
Maude no comprendía, solo podía lograr que el duque se arrastrara suplicando con la ayuda de su hija.
La tomé de la cintura y la eché sobre mi hombro.
No pesaba nada.
— Solo así sufrirá, destruir sus propiedades y robarle no le hará tanto daño como perder a su hija, si tengo que llevar a esta mocosa conmigo a cuestas por todo el reino, lo haré, solo quiere que sienta lo que es perder a alguien — Gruñí, muy enojado — No creo que está señorita se le olvida que eres parte de los rufianes que la raptaron.
— No le hagas daño a ella, no soy parte de esto y lo sabes.
— Esta mujer no pensara lo mismo, no dudaría en acusarte... ¿Por qué rayos la defiendes tanto?
— Me preocupo por ti, por mí... Estás llevando esto demasiado lejos...
— Él lo llevó lejos, nos dejó sin hogar, sin padres, sin una vida digna — Caminé hacia Carter inconsciente y tiré de su cuerpo, lo echó sobre mi otro hombro — Maldito estorbo, no sirve para nada.
Maude parecía olvidar todo el daño que sufrimos, no comprendía su forma de pensar.
La venganza era lo justo.
Pero, ella prefería a su lord.
Caminé hacia la orilla del lago, donde ocultaba mi bote, solo tenía unos pocos minutos antes de desaparecer.
Dejé a Carter en la orilla, sin mucho cuidado.
Caminé hacia el bote.
Tomé la soga y lo arrastré, sin dejar de cargar sobre mi hombro a la señorita.
Lo dejé en la orilla, subí al bote y coloqué a la mujer en él.
Se le había subido el vestido, las medias de seda cubrían sus piernas.
"La florecita pura"
Maldito Carter, debería dejarlo tirado para que lo agarraran los guardias.
Bajé del bote, tomé a Carter y lo lancé sobre el bote.
Empecé a remar cuando estuve nuevamente dentro.
No paré hasta llegar a la orilla, me metí bajo el puente.
Me levanté, tomé a Carter y lo aventé hacia el agua.
La superficie junto al borde empezó a sacudirse estrepitosamente. El infeliz apareció, jadeando, tosiendo, casi ahogándose.
Tomé a la señorita Pepper para poder cargarla sobre mi hombro.
— ¡Maldito! — Gruñó aferrándose a la piedra — ¡Pude haberme ahogado! ¡Desgraciado!
— ¡No iba a cargar un costal de mierda!
Me alejé, hacia la el barranco junto al puente.
Observé hacia la calle cuando llegué a arriba, evite los faroles y recorrí hacia la carreta.
Prudence se tornó alerta, pero al verme se relajó.
— ¿Todo está listo?
— Todo listo.
Observó a la mujer sobre mi hombro.
— Colócala atrás.
— Eso haré.
Subí a la carreta y la dejé sobre el suelo.
— ¿Qué rayos te paso? — Siseó ella al ver a Carter escurriendo agua.
— Nada — Subió a la carreta — Roquer quiso dársela de gracioso.
— Se dió cuenta de que necesitaba un baño y aprovechó el lago — Dije.
Prudence hizo un sonido de ave nocturna y la carreta empezó a avanzar hacia el refugio, tomando calles poco transitadas y callejones solitarios.
— ¿Ahora qué harás? — Preguntó Prudence, sentada frente a mí.
Era una mujer masculina, a veces parecía que quería parecerse a mí, su piel oscura y su cabello rapado, su postura y su tono, incluso sus expresiones.
— Planeo atormenta un rato al duque.
— ¿Cómo? — Preguntó Prudence, Carter estaba demasiado enojado para hablar.
— Le mandaré notas sobre falsos actos que haré en contra de su hija.
— ¿No te arriesgas demasiado a qué te descubran?
— Encontrar a las personas mediante de notas no es algo que cualquiera pueda llevar a cabo, solo hay que evitar no dejar en evidencia donde se encuentra uno, es muy fácil cambiar de letra — Dije, apoyando mi espalda de la lona.
— No puedes mantenerla en la capital, pronto empezarán a buscar.
— No lo haré, aunque mi identidad está protegida así que tengo eso a mi favor — Elevé una ceja, gesto que no fue notado debido a la máscara.
Prudence observó a la señorita inconsciente sobre el suelo de la carreta.
— Se ve frágil, como porcelana.
— Así son los nobles, su único poder es su posición privilegiada, una vez que se le arrebata eso, no son nada — Gruñí y Prudence asintió con la cabeza.
— Tienes razón, pero el duque puede destruirte con eso.
— No vayas a empezar como Maude, les pedí ayuda, más no su opinión o un maldito sermón.
— Está señorita puede ser tu pase directo a la horca — Comentó Prudence.
— Siempre y cuando el duque también lo haga, estoy dispuesto a morir.
— Roquer... Espero que logres vengarte.
— Lo haré — Aseguré.
...****************...
Coloqué a la señorita en la cama del sótano.
— Vigila a la señorita, tengo hambre, iré a bañarme y a comer — Gruñí a Prudence y me marché hacia la habitación.
Preparé un baño con balde.
Me quité el traje y la máscara.
Me estaba sudando el rostro.
Volví a salir de la habitación.
Navaja preparó un poco de pollo.
Comí un muslo y una ala.
— ¿Con quién dejaste la señorita? — Preguntó.
— Prudence.
— Hiciste mal — Chasqueó la lengua.
— ¿Por qué?
— Prudence, aunque guste de otras mujeres siempre estará enamorada de ti — Dijo y dejé de masticar — Dejarla al cuidado de la mujer que ahora es de tu posesión no me parece inteligente.
— ¿Insinúas que hará algo por celos?
— Es una posibilidad.
— No tengo interés salvó usar a esa noble para mí venganza.
— Pero, a ella no le importará eso, la necesitas viva para tu venganza.
Me levanté en seguida.
Prudence era peligrosa, al igual que el resto de los integrantes de la banda, era una asesina, era despiadada.
Su fijación por mí podría hacerle cometer cualquier acto en contra de esa señorita.
Llegué al sótano.
Prudence estaba tomando los aretes de la señorita.
Caminé hacia ella, la tomé de la muñeca y se los arrebaté.
— Esto no es tuyo.
— Merezco una recompensa por ayudar.
— No hiciste gran cosa.
— Conseguí el bote — Siseó, alejándose.
Evalué a la mujer tirada sobre la cama.
No estaba respirando con fuerza.
Esperaba que el sedante no le hubiese causado un daño irreversible.
— Toma el collar y los ganchos, los aretes no — Los guarde en mi bolsillo.
Prudence arrancó el collar del cuello delgado de la prisionera, también quitó los ganchos de su cabello.
— Podríamos cortarla en pedazos y mandarla al duque — Sugirió, acercándose a mí.
Evaluó mi camisa gris y mis pantalones.
— No, viva es mejor.
— ¿Por qué? Le daríamos un sufrimiento eterno hasta su muerte se llevamos a su hija dividida en partes — Posó sus manos en mis hombros.
— No lo haré.
Se alejó con el ceño fruncido.
— ¿Por qué? ¿Planeas usar su cuerpo?
— Ya les dije, esta venganza es solo mía, yo decidiré como hacerla.
Se alejó — Cuídala, no necesitaré mucho para cortarle el cuello, es como una paloma, débil.
Observé hacia la señorita.
¿Podría matarla?
Me acerqué, incliné mi cuerpo sobre ella y rodeé su cuello.
Al sentir su suave piel no pude apretarlo.
Los labios.
Jamás besé, no desde es día. Jamás volvería a besar a nadie.
Alguien tiró de mi hombro y me golpeó contra la pared.
Maude sostuvo una daga contra mi garganta.
y que tan piedra de tropiezo es el capitán prometido, ante las riquezas y título de duque no creo vaya a dejar el camino fácil
hay que esperar para ver qué pasa igual puede y tenga su guardado
Tal vez el hecho de que le den tanta importancia o lo que esta pasando, no se, pero siento rabia contenida.