Un chico solitario, incrédulo de lo fantástico, ve su vida tranquila y aislada tras tocada por un encuentro inesperado con lo desconocido.
Ese momento cambiará todo: su corazón, antes apagado, latirá con fuerza, y la soledad que lo envolvía comenzará a desvanecerse poco a poco.
Ahora deberá enfrentarse a una decisión que definirá su destino:
¿Elegirá la luz o se rendirá ante la oscuridad?
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¿Porque?
13/01/2019
"Después de que bebiera mi sangre, se dejó caer en la silla frente a mí, como si aquel acto la hubiera consumido. Yo me senté también, sintiendo el peso del silencio entre nosotros. La observé fijamente, estudiando cada uno de sus movimientos. Finalmente, tras unos largos segundos, rompí la calma con una pregunta que llevaba quemándome por dentro.
Losert: Como prometiste, ahora debes responder mis preguntas.
Elizabeth: (Me observa en silencio por un momento y luego suspira) Está bien. ¿Qué quieres saber?
Losert: ¿Por qué no te quemas con el sol?
Elizabeth: (Esboza una sonrisa burlona antes de reír) No somos como en las películas, Losert. El sol no nos destruye, somos más resistentes de lo que crees.
Losert: ¿Solo eso? (Frunce el ceño) No me convence tu respuesta, pero sigamos.
Hice varias preguntas sobre ellos, intentando encajar las piezas de un rompecabezas que no terminaba de entender. Resultó que los vampiros no eran como en las películas. Me explicó que la mayoría no bebe sangre por placer, sino por necesidad, y que, sorprendentemente, pueden comer alimentos normales si lo desean. Sin embargo, admitió que muchas de las habilidades que los humanos describen en la ciencia ficción son reales. Cada vampiro, según dijo, nace con un don único.
En su caso, su habilidad era desconcertante: podía seducir a cualquier hombre o mujer con una simple mirada. Lo llamaba 'gran atracción', y por cómo me observó al decirlo, entendí que no era solo una afirmación, sino una advertencia.
Losert: Entonces, si no es obligatorio tomar sangre, ¿por qué lo haces?
Elizabeth: (Suspira y cruza las piernas, como si estuviera decidiendo qué tanto contarme) Supongo que mereces saberlo. Verás, entre nosotros existe una maldición. A cambio de la vida eterna, hay un precio muy alto. Solo puedes escoger dos caminos, lo que llamamos Luz o Oscuridad. (Alza la vista al cielo, perdida en sus pensamientos) Si eliges la oscuridad, no tienes que tomar sangre, pero jamás podrás volver a ver la luz del día. Si eliges la luz, debes beber sangre humana para soportar el sol. (Su mirada regresa a mí, y sonríe con un deje de ironía) En cierto modo, y de manera bastante retorcida, sí nos parecemos a los vampiros de la televisión.
Losert: (La observo, incrédulo, tratando de asimilarlo) Elegiste la luz del día... (Hago una pausa, frunzo el ceño y bajo la voz) Espera, ¿y yo? ¿Cómo terminé involucrado en esto? Solo tenías que tomar mi sangre y dejarme.
Elizabeth: (Juega con un mechón de su cabello, como si fuera un simple detalle) No sirve cualquier sangre. Tiene que ser de alguien peculiar. Y en tu caso, lo peculiar es que eres inmune a mis ojos.
Losert: (Parpadeo, desconcertado) ¿Inmune a tus ojos? ¿Y qué pasó con el anterior?
Elizabeth: (Su rostro se endurece, y por un momento parece distante) Dejó de ser especial. (Mira hacia otro lado, evitando mi mirada) Los híbridos solo pueden mantenerse durante dos años. Después de eso, solo hay dos opciones: o se transforman completamente o dejan de ser híbridos y pierden todos los recuerdos relacionados con el vampiro.
Losert: (Me pongo de pie, intentando aparentar indiferencia) Bueno, la segunda opción no suena tan mal. No le veo lo interesante a ser un vampiro.
Elizabeth: (Alza una ceja y sonríe, con una mezcla de diversión y curiosidad) Eres extraño. Eres el primer humano que no quiere ser un vampiro... y también el primero en ser un familiar contra su voluntad. (Se ríe suavemente, como si fuera un chiste privado)
Losert: (La miro fijamente, hasta que algo en su frase me hace fruncir el ceño) Sí, supongo que es... (Me detengo de golpe, procesando sus palabras) Espera, ¿qué dijiste?
Elizabeth: (Finge no escucharme mientras mira su reloj) ¡Vaya, ya son las ocho! ¿En qué momento se hizo tan tarde? (Se levanta apresuradamente, con una sonrisa que no responde nada) Nos vemos el lunes. Adiós.
Losert: (Mi frustración explota mientras doy un paso hacia ella) ¡Espera! ¿Cómo que soy el único que fue obligado? ¡Vuelve aquí!
Ella se marchó corriendo, tan rápido que apenas tuve tiempo de reaccionar. Era como si el viento mismo la hubiese arrastrado lejos de mí, dejando solo silencio tras su huida. Me quedé allí, paralizado, con una mezcla de frustración y confusión. ¿Cómo era posible que yo fuera el único humano obligado a ser un familiar? Las preguntas se agolpaban en mi mente, cada una más inquietante que la anterior. Sentía que estaba atrapado en un juego cuyas reglas desconocía por completo, y ella, la única que podía darme respuestas, acababa de desaparecer.
CONTINUARA....