¿Inocente O Culpable?

Varios días después, el abogado citó a Alison.

Igor la acompañó, dejó a su mano derecha a cargo del negocio.

Brayan Muñoz habló claro.

Mire, señorita Alison, le voy a ser muy claro. Me presenté en la delegación como abogado de la señorita Sofía Morin, el fiscal me dio toda la declaración que ella hizo antes de que le dictaran la sentencia. Yo quisiera poder ayudarla, pero después de leer esto no veo que tenga una ayuda posible. Aunque, si usted lo desea podemos seguir investigando. Solo una cosa sí le advierto esta mujer es sumamente peligrosa y le pido que lo piense bien antes de seguir adelante.

Gracias por el informe licenciado, pero es mi deseo que siga usted adelante, solamente tome todas las precauciones necesarias, por favor, dijo Alison sin el menor rastro de temor en su rostro. Ella había estado con Sofía y no la había visto para nada peligrosa, al contrario, se veía como un perrito asustado.

Está bien, si usted así lo quiere así será.

Gracias, llámeme en cuanto tenga alguna noticia.

De acuerdo le recomiendo que lea bien la declaración de ella.

Brayan Muñoz le extendió el documento de varias hojas que tenía en su poder.

Ella las tomó y se fue acompañada de Igor.

Amor, ¿te importa que llegue más tarde a casa?, quiero concentrarme en esta declaración.

Claro que no, pero no me gusta que estés sola yo puedo estar contigo mientras tú lees ese reporte.

Gracias, amor, pero entiende quiero estar sola.

Está bien, me voy, pero, por favor, si tienes alguna duda ya sabes que yo siempre estoy aquí.

Yo lo sé amor, pero esto es muy importante para mí.

Te espero en casa, bye.

Igor regresó a su casa y desde ahí se puso a trabajar. Afortunadamente, tenía una computadora en su despacho.

Mientras tanto, Alison se sentó en una banca de un parque. Ahí se puso a leer.

Muy en el fondo de su mente aún podía escuchar lo que le dijera el abogado, esta mujer es muy peligrosa.

Trató de no pensar más en eso. Se concentró en la lectura:

Me llamo Sofía Morin, tengo 29 años, y una hermana de 30. Ella y yo nunca nos hemos llevado bien, y esto es por culpa de mis padres. Ellos siempre han hecho una marcada diferencia entre las dos.

Yo trabajaba en una agencia de modas, mi peso era muy notorio. Tanto mis padres como Alexa, mi hermana, siempre se reían de mí, me decían la "gurgus", una manera vulgar de decir gorda.

Todo este tiempo yo me sentía poco menos que nada. Mi hermana cumple años en marzo y yo en abril, cuando ella cumplió 15 años mis padres le hicieron una gran fiesta. Muy bonita, por cierto. Ella se veía feliz con su vestido rosa muy esponjado. Después se llegó el mío, y yo, tontamente, pensé que ellos me harían una fiesta también. El día tan anhelado llegó, pero no hubo nada. Nadie me felicitó, mi madre decía que porque yo no necesitaba fiestas. Mi madre y mi padre siempre tenían una sonrisa burlona en sus labios, aún mi hermana, aunque ella era menos mala por decirlo de alguna manera.

Al día siguiente yo decidí festejarme sola aunque solo tenía 14 años yo sabía que podría lograrlo.

Me fui a un bar, al principio no me querían dejar entrar por la edad, pero como no los aparentaba mucho el dueño me dio una oportunidad para entrar al fin y al cabo yo parecía como de 18 por la gordura.

Ahí me divertí de lo lindo bailando con los tipos que iban a tomar. Claro sin dejar que ninguno de ellos se aprovechara de mí porque yo siempre fui muy fuerte jamás me dejaba de nadie.

Las cosas que sucedían en mi casa me habían dado fuerza para nunca dejarme de nadie. Mis padres no se cansaban de burlarse de mí, cosa que me dolía mucho porque se supone que los padres son los que deben de darte la protección necesaria. Y los míos nunca me daban protección, pero sí recibía muchas burlas de ellos.

Mi hermana, "la hermosa" porque ella sí era hermosa tenía todos los privilegios de los que a mí me negaban. La dejaban ir a fiestas a bailes hasta le daban dinero para que se comprara ropa y yo siempre andaba con los mismos trapos de siempre. Hasta puedo decir que yo recibí a los golpes de la vida que le tocaban a mi hermana.

Cuando hacía algo que no les gustaba a mis padres agarraban lo que encontraban a mano y me azotaban ya fuera un cable del teléfono, una escoba, un zapato o el cinto.

Siempre había golpes para mí mientras que mi hermana solamente observaba.

Había a veces en que ella me defendía y también era azotada aunque fuera la consentida.

Hubo muchas veces de esas. Creo que yo los odié desde que nací. Porque, además, nunca hicieron nada por ganarse mi amor.

Mi madre a veces llegaba con regalos hermosos para mi hermana y a mí me daba cualquier cosa aduciendo que no le había quedado mucho dinero.

Yo trataba de comprenderla porque no quería que después me golpearan si estaba en desacuerdo.

La vida me estaba enseñando que los más fuertes eran los que tenían más privilegios. Así que luché contra todo por volverme fuerte.

Aunque mi hermana y yo no nos llevábamos bien por lo menos procurábamos estar en paz una con la otra. Sabíamos que si no estábamos unidas nunca lograríamos nada bueno.

A mis padres no les gustaba que nosotros estuviéramos juntas y nos separaban, mandaban a mi hermana a cualquier parte con tal de que no estuviera conmigo y así.

A pesar de todo la sangre llamaba y ella y yo, a querer o no siempre estábamos juntas aunque nuestros padres se enojaran.

Esta vida de perros se prolongó por muchos años más. Crecimos entre golpes y burlas. Aunque la mayor parte me la llevaba yo, ya que mis padres no dejaban de llamarme "gurgus".

Yo sabía que habría alguna manera de defenderme, pero todavía no encontraba cómo.

Mi mente poco a poco fue maquinando ciertas ideas, aunque, por el momento no podía saber a qué me refería yo misma.