Prestando Mis Alas

Alana:

TARARAN!! TARAN!! TARAN!!

Abrí mis ojos lentamente, mi móvil estaba sonando sin parar, me senté apresuradamente.

Alana: Rayooos… me quedé dormida.

Corrí hacia el tocador tomando el cepillo de cabello, pasaba rápidamente dejando a un lado mi móvil, podía esperar, mi hijo no. Negué con la cabeza. Acomodaba un poco mi ropa mirándome hacia el espejo, sonreí viendo que me veía tal como le gusta… abrí la puerta de salida, miré hacia dentro de la habitación ubicando mi móvil. Rodé los ojos, más tarde se me iba hacer, como pude ser tan irresponsable de quedar dormida, lo tomé igual que las llaves de mi auto… Salí de la habitación bajando las escaleras, la casa no era la misma sin Rimbo corriendo de un lado gritando ¡Mamá, papá me atrapar! Esbocé una ligera sonrisa. Tomé mi bolso metiendo el móvil dentro. Mi corazón empezó acelerarse sin razón alguna, debe ser por el apuro y saber que Román me llamaría la atención, nunca le gustaba empezar un partido que no haya llegado dejando a Rimbo solo.

Alana: Lo bueno es que Kiara estaría con su hijo eso no me preocupa.

Salí de la casa cerrando con llave, me cercioré cerrar muy bien. Bajé los dos escalones de la entrada, el viento empezaba a resoplar un poco.

Alana: MMM, si en su mochila tenía su abrigo.

Abrí la puerta del auto volviendo a escuchar mi móvil, dejé caer mi bolso en el asiento del copiloto. Tragué saliva al entre cortarse mi respiración… miré el volante presionando un poco mi pecho, negué con la cabeza, no pensaba contestar y ponerme a discutir con Román, ya me conocía su forma de decirme las cosas y no estaba para llegar donde estaba mi hijo y hacer corajes con su padre. Cerré la puerta metiendo la llave, encendí el auto empezando a conducir, miré por los espejos que no viniera nada acelerando.

Había algo que no me dejaba estar tranquila, seguro era esto que me causaría problemas con Román, últimamente ha estado de un pésimo humor, aunque cree que si me llega a decir algo hoy se la iba a pasar, no tanto por las ofensas que tenía planeado en decirme, solo que no estaba para discutir, ya me sentía un poco abrumada, pero de seguro que es cosa mía. Además que este fin de semana se iba de viaje de trabajo y tenía que mandarlo bien atendido. Reí al pensar en eso. Mi móvil volvió a sonar.

Alana: aaayyyy… estoy cerca.

Pasé la mirada hacia el bolso metiendo mi mano…

TAAAAAAN!!!!

Alana: AAAAAHHHHH…

Giré de golpe el volante viendo pasar dos camionetas negras a toda velocidad… frené de golpe por poco y golpeaba a un auto aparcado. Levanté la mirada hacia el retrovisor llevando mi mano a mi pecho, podía sentir que mi corazón se iba a salir… giré un poco mi cuerpo viendo esas dos camionetas alejarse.

Alana: PERO QUE IDIOTASSS, ES ZONA RESIDENCIAL, IMBECILES.

Di reversa alejando el auto del otro, seguí mi camino, no podía seguir demorándome… di la vuelta, bajé la velocidad al ver que el campo esta vacío… pasaba al frente muy lente, no había nadie, solo había un lugar acordonado. Tragué saliva aparcando el auto. Abrí la puerta, me bajé mirando todo alrededor, los venteros estaban por quitarse y me acerqué a uno de ellos.

Alana: buenas noches. ¿Tan rápido se terminó el partido?

Ventero: no señora, un auto chocó con el poste y se incendió, atropellaron a un niño por ese auto y aun hombre, se suspendió el partido.

Di la media vuelta viendo a unos peritos que estaban revisando el lugar, sonreí asintiendo con la cabeza, caminé hacia mi auto mordiendo mi dedo pulgar, tenía curiosidad de saber, pero que pena llegar y preguntar solo así. Respiré profundamente armándome de valor, bajé de la acera mirando por ambos lados, reconocí a uno de los que estaban allí, era el comandante y Fiscal muy reconocido, aunque al acercarme unos oficiales detuvieron el paso.

Oficial: No puede pasar, señorita.

Sonreí al escuchar que me decían señorita, por mi edad nadie creía que tuviera un hijo y que estuviera casada, cosa que agradecía en lo absoluto.

Alana: solo quiero saber que sucedió.

El comandante me dirigió una mirada de pocos amigos, pasé de su mirada prestando atención hacia el oficial que se veía más amable…

Oficial: Es usted familiar de la mujer fallecida.

Negué con la cabeza, miré hacia el poste que se veía quemado, ahora entendía la grúa con algo arriba que ni se lograba ver que era, solo metal negro consumido por las llamas.

Alana: No, solo que mis familiares y amigos tenían un partido y veo que se suspendió.

Gerard: Buenas noches, ¿la podemos ayudar en algo?

Este hombre si que me intimidaba, negué con la cabeza sonriendo un poco nerviosa, no quería seguir molestando, prefería seguir mi camino sin saber más de lo sucedido, di la media vuelta regresando a mi auto, abrí la puerta subiendo, cerré…

TOC!! TOC!!

Levanté la mirada hacia el cristal, vi al comandante que estaba parado junto a la otra puerta, encendí el auto bajando la ventana.

Gerard: Le sucede algo…

Alana: No, solo… nada. Que tenga buenas noches.

Gerard: La velocidad máxima en zonas residenciales son 40 km/hr.

Asentí con la cabeza, pisé el acelerador, necesitaba ubicar a Román con mi hijo, pero por la hora deben estar ya cenando con Javier y Kiara. Bajé la velocidad deteniendo el auto. Mi atención se fue hacia mi bolso, lo sostuve pasando encima de mis piernas, lo abrí mirando mi móvil, lo saqué viendo un montón de llamadas de Javier…

Mi corazón iba latiendo mucho más fuerte que hace rato, tuve la necesidad de llamarlo y saber donde estaban, era mejor que regresar a casa sin mi hijo. Me daba tono pero no tomaba la llamada. Aceleré nuevamente dejando el móvil sobre una de mis piernas, giré en retorno para los restaurantes de comida rápida donde siempre iban después de un partido, así que de seguro deberían estar por allí. Pasé la mirada hacia el auto que estaba aparcado. Era el de Román.

Alana: ¿Por qué tan lejos te habrás aparcado?

Detuve el auto bajando, me acerqué a su auto intentado abrir pero estaba cerrado, miraba por ambos lados y solo estaba unos cuantos autos en la zona pero no había presencia de Román y mi hijo.

Alana: ¿Dónde se han metido todos?

No había nada por hacer, tampoco tenía el duplicado y si se fueron con Javier, estarían de vuelta por el auto en cualquier momento, así que tenía que ubicarlos cuanto antes. Subí al auto cerrando la puerta, tomé el móvil decidida en llamar hasta que me tomara la llamada Javier, por que esos cuando se ponen a ponerse al día no hay quienes los detengan, ya me imagino a la pobre Kiara con estos niños terribles y nuestros esposos que la deben estar aburriendo con pláticas que ella nunca entendería.

Volví a llamar a Javier.

Llamada:

- Alana…

- Javier, en verdad mil disculpas por no poder tomar tus llamadas, estaba muy cansada y sin pensarlo me quedé completamente dormida.

- Te estuve llamando.

- Si, si, solo que prefería llegar a tiempo al campo, pero no hay nadie, los venteros me dijeron que hubo un terrible accidente y se suspendió el partido.

- Alana… ¿Dónde estás?

- A la vuelta del campo, dejó Román el auto, pero no veo a mi hijo ni a él. ¿Están contigo? ¿Dónde están para que vaya?

- Ayy, Alana estamos en el hospital Hope…

- Ayy Dios mío, no me digas que alguno de los hijos de nuestro equipo fue a quien atropellaron, me dijeron que igual a un hombre.

- Alana, a Rimbo y a Román los atropellaron.

Parpadeaba sin procesar las palabras de Javier, tragué saliva dejando caer el móvil sobre mis piernas terminando sobre el piso del auto. Apreté con fuerza el volante sin poder reaccionar, trataba de asimilar lo que me había dicho, pero negaba que fuera cierto.

Alana: ¿Rim..bo?

Pisé el acelerador, mis ojos se fueron llenando de lagrimas, estaba hiperventilando demasiado, me sentía fatal en pensar que el niño que había atropellado y al hombre eran mi hijo y mi esposo… Mis lagrimas empezaban a recorrer por mi mejillas, no, eso era mentira. Mi hijo no pudo ser ese niño, Javier estaba muy equivocado.

Alana: Si, si… si eso es, fue otro niño. Nooo, nooo, mi hijo no pudo ser… estaba con su padre.

El camino se me hacía demasiado eterno en tratar de llegar al hospital Hope, quería llegar y que me dijeran que todo era una broma, no quería que se tratara de la verdad… mis manos temblaban en pensar cosas diferentes y no tener en peligro a mi hijo, ni siquiera sabía que había sucedido. No sabía nada. Miraba la entrada del hospital, las luces hasta parecían brillar. Me fui aparcando con el corazón destrozado.

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Alana