Para ser guerrera no se necesita tener una armadura, tampoco tener super poderes y mucho menos una espada mágica, para ser guerrera, necesita tener humildad, decisión, amor propio y mucho carácter, para poder enfrentaras adversidades que la vida le presenta, con esa armadura se viste todos los días Cristina Mejia para salir adelante junto a su pequeña hija de ocho años.
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Reconciliación
Cristina y sus compañeras empezaron a servir el almuerzo, bajo las miradas de José que trato de disimular que Cristina lo atraía. Miradas que no pasó por desapercibida por Yolanda que no le agrado mucho que su único hijo mire de esa manera a una empleada de su casa cuando terminaron de servir Yolanda ordenó que ellas se retiren.
Señor Del Valle----: Es muy hermosa, es prácticamente una niña, ella cocinó, es de no creerlo, es muy joven.
Lucila----: Ojalá mi Martin consiga una esposa así, he quedado encantada con esta niña, Yolanda cuando me mudé a esta ciudad, la quiero contratar.
José---: Hablan de la muchacha como si fuera un ganado o caballo.
Jofré----: Tranquilo hijo, sabes que cuando tu tía se enamora de algo, siempre lo consigue.
José comió con agrado aquel ceviche de camarón que estaba exquisito, era la primera vez que él comía esa delicia así de sabroso, antes los comía en los mejores restaurantes, pero jamás con ese sabor único. Así mismo Lucila que sabía mucho de comida ella se encantaba con cada cucharada que se llevaba a la boca.
Lucila----: La verdad es único, cuánto le pagas a este ángel de la cocina.
Yolanda---: Solo el básico.
Señor Del Valle----: Si a sus 16 años cocina así, que no más, hará cuando sea adulto esta niña es oro en bruto.
Mientras tanto en la cocina, Catina que había escuchado todo lo que decían corrió e informo a Maura y a Cristina de lo que los patrones hablaban.
Cantina---: Están encantados con tu comida muchachita, tienes que darme algunos consejos para cocinar igual a ti.
Maura--- : Ni siquiera yo puedo superar a mi sobrina y eso que fui yo quien le enseñó a cocinar.
Cristina---: No digas eso tía, sabes que me gusta cocinar, cuando estoy en la cocina me uno con ella para que la comida salga bien.
Maura---: Ella aprendió a cocinar desde los seis años, ella tiene ese sazon mágico que caracterizaba a mi madre.
En la sala los señores Del Valle se despedían, tenía. Que volver a la ciudad de Guayaquil, porque desde ahí Federico Del Valle administra todos sus negocios, solo cuando hace donaciones las hace personal junto a su esposa y eso es lo que inculca a sus hijos, ser benefactor de muchas escuelas públicas es lo que más le gusta hacer.
José subió a su habitación, miro a sus tíos partir desde la ventana y respiro profundo, él no tenía nada que envidiarle a su primo, pero a veces hay momentos que el gustaría ocupar el lugar de su primo.
Por su parte Cristina aprovecho la oportunidad de descanso para buscar a José en la terraza, espero y espero, pero él jamás llegó, Cristina se sintió un poco frustrada, y no entendía por qué el señorito José ya no le quería enseñar a leer.
Cantina---: ¿Qué haces aquí? Sabes que no podemos subir sin autorización de los patrones.
Cristina----: Solo quería saber cómo se ve la hacienda desde aquí, ¿verdad que se ve hermosa?.
Cantina---: Si, que suerte tienen ellos en nacer ricos y cuando uno es pobre solo tiene que soñar.
Cristina---: Algún día yo tendré una finca pequeña, con un hermoso chalé de la mejor madera en medio de ella, con muchas gallinas, patos, pavos y muchos animales y mis hijos corriendo al rededor jugando al escondido.
Cantina---: Una finca pequeña (ríe) tan poco aspiras yo sueño con una casa grande y hermosa con muchos empleados, pero a mis 25 años ya no creo que lo logré, vamos Cristina antes que la jefa venga.
Yolanda---: ¿Qué hacen ustedes aquí?
Cristina---: Lo sentimos señora solo vine por unas hojas de albahaca, que necesitó para hacer la carne que me pidió para la merienda y pedí a Cantina que me acompañe (agachando la cabeza).
Yolanda---: Está bien, ya pueden retirarse (mira a Cristina). Niña, ahora en adelante solo limítate a la cocina, deja que Maura y Cantina sirvan los alimentos en el comedor, tampoco quiero que converses con mi hijo.
Cristina---: Si, señora no conversaré con el señorito.
Yolanda---: ¡Pueden retirarse!
Cantina---: ¡Permiso, señora!
Yolanda sentía que la belleza de la joven Cristina no le era indiferente a su hijo, y ella tenía que evitar cualquier acercamiento entre ellos, ella siempre decía que su hijo no podía caer en amores con chicas pobres y menos que sea una empleada de su casa.
Aunque cada día Cristina no entendía la razón del alejamiento del señorito como ella lo llamaba, solo lo observaba cuando él ingresaba a su auto o cuando se iba de regreso a su casa junto a su tía y él pasaba a caballo juntos a otros trabajadores.
Por la noche en su cama, ella sonría al imaginar su rostro y recordar cuando lo veía sentado en el comedor saboreando la comida que ella preparaba, ese hermoso rostro que tenía en su mente calentaba todo su ser y era más que suficiente para dormir tranquila.
Con los días, la rutina en casona Muñoz continuaba, Cristina tenía como costumbre asomarse a la ventana y observa a José cuando bajaba del caballo, de esa manera ella podía apreciar al bello hombre que se había enamorado, cuando estaba por terminar sus labores diarias y su esperanza de hablar con él se perdían, un milagro hizo que José ingresará a la cocina, que ella al verlo sintió como su corazón palpito tan fuerte que sentía que se iba a salir del pecho.
José---: Cristi, me ayudas con agua (la mira)
Cristina---: Claro señorito.
José---: ¿Cómo has estado? ¿Sigues practicando con la lectura?
Cristina---: (entrega el vaso de agua) Si señorito ya reconozco algunas letras, también intento rejuntarlas para formar, como se dice señorito, cuando une letras con vocales.
José---: (sonríe) Se llaman sílabas y no se rejuntan, se unen, (la mira y toca su rostro) eres única Cristina realmente eres hermosa.
José no pudo contenerse las ganas de besar a Cristina, porque sus rosados labios sin maquillaje lo atraían como un imán al metal, sus labios eran cálidos y suaves como un malvavisco que lo único que quería era intensificar su beso porque había olvidado que estaba en la cocina de su casa, pero las voces de Maura con Cantina se acercaba y ellos tuvieron que alejarse rápidamente, José tomo el caso de agua para disimular y tranquilizar su respiración, mientras que Cristina tomo una toalla de cocina y simuló limpiar el mesón.
Maura---: Lleguemos estos tachos si están pesados, joven disculpe usted ha estado aquí.
José---: Sí, vine por agua ¡gracias Cristina!.
Cristina---: De nada señorito.
Maura---: Ya terminaste, apúrate vamos que se nos hace de noche.
Cristina---: Si tía enseguida.
Por su parte en su habitación José, tocó sus labios con su dedo índice y sonrió al recordar el beso que le dió hace unos minutos a Cristina, se sentó enseguida y dijo en su mente que estaba loco. Se levantó abrió su computadora y reviso los correos que esperaba para nuevas inversiones, pero al abrir su bandeja de entrada encontró respuestas de los correos que le había enviado a Romina, su corazón se alegro al ver el contenido del correo. Donde ella manifestaba [que no podía olvidarlo y que lo amaba con todo su ser, que si podía perdonar la y ella estaría dispuesta a seguirlo] y de manera inmediata una videollamada apareció en su monitor.
Romina💻 ¡Hola!
José 🖥️ Yo pensé que jamás, me buscarías
Romina💻 Talvez sea una tonta, por poner el amor primero, pero la verdad que no puedo estar sin ti, José yo te amo ¿tú me perdonarías? Amor en estos meses me has hecho mucha falta.
José🖥️ Claro que si amor, tú eres mi vida y no puedo estar sin ti.
José lleno su vida de alegría con la noticia que su amor todavía lo ama y quiere arreglar las cosas, ellos en un mes fijaron la fecha del retorno a España, lo que más quería era estar con ella, su novia era elegante una dama y sobretodo la ama con todo su ser.