Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Bandidos!
^^^___En Algún Lugar fuera de la Ciudad___^^^
La advertencia de Hans quizás había llegado muy tarde, pues una espada ya había atravesado la carroza. El filo de la espada estaba a sólo unos centímetros de su cuello, era tanto su resplandor que el rostro afligido de Anya se reflejaba en el.
Anya suspiró aliviada de que no la había matado pues si ese individuo hubiera tomado la decisión de meterla a unos centímetros más atrás ya hubiera sido su fin. Pero muy pronto se relajó porque la espada rápidamente fue retrocediendo hacia su rostro y ella tuvo que agacharse para que no le cortaran la cabeza.
Respiraba pesadamente, el pánico la invadió nuevamente. Empezó a sudar y su cuerpo empezó a temblar, pero Anya aún estaba consiente y sabía que si no salía del carruaje iba a morir de nuevo.
—¡Mi Señorita! ¿Se encuentra bien?— Preguntó Hans preocupado mientras batallaba con los mortíferos bandidos.
El chófer ya había muerto y solo quedaba él para protegerla. Era uno contra interminables bandidos, y Hans sabía que no tenía mucha oportunidad de ganar, se notaba la capacidad de combate de estos bandidos.
Anya no podía responder, su pánico la dejó muda. Sólo escuchaba como las espadas afiladas chocaban entre sí y escuchaba gemidos de dolor de voces desconocidas. En el fondo Anya se encontraba aliviada ya que no había escuchado quejidos de dolor de Hans, por lo consiguiente supuso que aún se encontraba a salvo.
La deslumbrante espada salió del carruaje y Anya aprovechó para escapar. Supuso que Hans estaba luchando con él.
Mientras tanto, afuera del carruaje era un caos, había un montón de bandidos luchando contra el caballero. Por desgracia Hans solo había logrado herirlos pues los bandidos eran muy ágiles para escapar de su espada, pero no tan fuertes como para rasguñarlo.
Hans atacaba a todo aquel que se acercara mucho a la carroza, pero no podía con todos por el simple hecho de que eran demasiados para él. Pero ya tenía fijo al que analizó que era más ágil y por ello lo mantenía ocupado, pero siempre lograba escaparse y atravesar su espada al carruaje donde se encontraba Anya.
—¡Maldición! — Exclamó fastidiado al ver que el bandido ágil atravesó nuevamente su espada en el carruaje.
Se ocupo con urgencia de los que le estorbaban y corrió rápidamente hacia el bandido astuto. Pero otros se interpusieron en su camino manteniendolo ocupado. Entonces el bandido ágil se ríe y con un salto en posición de ataque, destruyó completamente el carruaje.
El chico de ojos castaños, se quedó atónito mirando el carruaje destrozado. Se sentía inepto, un completo inútil y estaba decepcionado de sí mismo, que por su debilidad había matado a su ama, a su única Señorita.
En un momento de furia y sed de venganza. Empezó a atacar como un loco, estaba dolido, destrozado.
—¡Señorita Anya!— Gritó desesperado luchando sin control como sino le importarle su vida.
—Hans.— Exclamó Anya en voz alta al observar que su caballero había perdido la cordura.
El abatido caballero al escuchar la voz de su señorita, un alivio inundó su pecho. La buscó con la mirada y cuando la encontró, vio que estaba sana y salva.
—Estoy bien, así que sigue con lo que estás haciendo.— Ordenó en forma de consuelo a su admirable protector.
Pero Anya brevemente se dio cuenta, que era mejor no haber gritado. Una espada de los bandidos acarició ligereramente su cuello. Ella solo se quedó inmóvil por el miedo a morir otra vez.
—¡Alto!— Habló ¿su salvadora?
La hoja de la espada estaba a punto de cortar la aorta de la garganta de Anya y este ágil bandido, no tenía la intención de alejarla.
Todos los bandidos e incluso Anya y Hans observaron a la mujer que estaba vestida de negro.
—Son idiotas, ¡¿Cómo se les ocurre robar a una niña?!— Sermoneó la mujer que parecía que pertenecía al mismo grupo de los bandidos.
—Pero Ama... aunque es una niña siempre corre sangre noble por sus venas. ¿Por qué no robarle si todas maneras cuando crezca será siempre igual? Además, no se suponía que este iba a ser nuestro botín predicho por aquel joven brujo.— Reprochó el astuto bandido.
Dijo meneando su espada de un lado para otra, pero siempre apuntando en la garganta de Anya. Por lo que Hans se puso más atento a sus movimientos, cualquier movimiento en falso no dudaría en matarlo.
—Tienes un punto, pero la vida de esta niña puede ser otra. ¿No miras que apenas tiene unos 10 años? No seas igual que los nobles de que se aprovechan del débil.— Exclamó la mujer de ojos griseados.
—¡Ash! Eso dolió ¿No te dije que ya no me golpearas?— Se quejó el bandido al ser golpeado por la mujer con el pomo de su espada.
—Tienes razón, pero como no aprendes no me diste opción.— Respondió levantando sus hombros y manos exageradamente.
Luego, la formidable mujer se acercó lentamente a la pequeña niña de cabellos plateados. Sacó algo de su cartera y lo apretó en el cuello de la pobre niña, presionando la herida.
—¡Toma esto! Presionalo en la herida para que ya no sangre. Ahora ¡Vámonos caballeros!— Ordenó la mujer dejándole el pañuelo y marchándose hacia el bosque.
—¡Deténgase!— Exclamó Anya.
—¿Qué quieres, niña?— Cuestionó la mujer observándola con una ceja arqueada.
—Gracias a su amable súbdito, como ve, nos hemos quedado sin carruaje. ¿Cómo se hará responsable de sus acciones groseras?— Acusó la pequeña villana.
La mujer quedó impresionada por la mirada penetrante de Anya. Sus ojos resplandecían destellos, era como si estuviera amenazandola con esos bellos ojos. Pero a pesar de eso, veía como le temblaba sus manos, pensó que tenía miedo pero sabía que tenía valor y coraje para hablar.
—Eres una niña bastante peculiar. A pesar de que te encuentras temblado de miedo, hablas muy bien.— Elogió la mujer.
— Ja, ¿Crees que les tengo miedo? mi mano solo tiembla por otra razón de la cual no tengo el interés de decirles. Pero volviendo a lo que importa, ¿Cómo nos lo recompensará?— Dijo sonriendo fríamente.
—Pero tu caballero también hirió a mis hombres, ¿no crees que ya estamos empates?— Excusó señalando a todos sus hombres heridos por Hans, al saber que no podían recompensar a un noble.
— Eso fue a defensa propia porque ustedes empezaron a atacar en un principio, por lo que ustedes son los culpables.— Exclamó observando a cada culpable.
—... ¿Esto es suficiente?— Negoció con una bolsa llena de monedas de oro.
Anya lo atrapó y lo miró. Era bastante dinero hasta más de lo necesario, pero eso no era lo que buscaba Anya.
—¿Cree que con dinero podré hacer milagrosamente un carruaje y viajar? Se equivoca. Además, han matado también a mi chófer.— Refutó Anya regresandole las monedas.
—¿Es en serio Potasio? Es que si seras..- Regañó molesta la mujer.
—¡Ah! ya le dije que no es Potasio es ¡Protasio! y además, que yo sepa, no le hice nada a ese, ni siquiera lo toque y este calló.—
Todos quedaron dudosos de sus palabras. Pero caminaron hacia el cuerpo del chófer para comprobar y cuando lo tocaron este dio un gran salto.
—¡No me maten!— Rogó el revivido chófer.
—¡Ya ven! ¡¿Qué les dije?! Pero si quieren lo mato ahorita para que deberás este muerto jeje.— Bromeó pesadamente Protasio.
El pobre chófer rogaba de rodillas que le perdonarán la vida. Nadie pensó que fuera tan astuto para fingir su muerte, pero era lo mejor que pudo hacer porque seguramente hubiera muerte de no haberlo hecho.
Hans lo miró fulminante. No podía creer que fuera tan cobarde al punto de hacer eso, pero no pudo hacer nada más que dejar que se fuera.
—Entonces... ¿Qué quieres?— Preguntó rendida la mujer.
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—¿Es en serio? ...Nunca pensé que dejaría montar a una noble en mi caballo y aún más, que yo me fuera a pie.— Protestó el lamentable Protasio quien corría agotado mientras fulminaba con la mirada a su ama, la mujer sólo le sonrió inocentemente.
—Fuiste el causante, no deberías quejarte.— Exclamó la mujer acelerando la velocidad para alcanzar la a niña quien cabalgaba en el caballo.
—Para ser una niña, cabalgas el caballo muy bien.— Elogió a la pequeña niña.
Anya solo sonrió fingidamente pues obviamente se debía a sus caprichos del pasado, cuando Anya quería impresionar al joven Arian. Aunque no lo logró pues su hermana fue quien se robó la impresión cayéndose del caballo y el joven Arian apareció como un héroe a su rescate.
Fueron días muy estresantes en ese entonces para Anya, pero nunca se le ocurrió hacer un acto de maldad contra su hermana, aunque si unas pequeñeces como encerrarla en el baño o retrasarla con algo para que ella aprovechará el tiempo con el joven Arian, pero este siempre la lograba salvar. Sin embargo, Anya agradecía que nunca descubrieran que fue ella porque pensaron que fueron accidentes que su propia hermana cometía ya que en sí, Alice es muy torpe por nacimiento.
—Entonces solo te acompañaremos hasta el tren ¿verdad?— Preguntó la mujer para estar segura.
— Si...—
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^^^___Mansión Vertron___^^^
Mientras tanto, el duque de Vertron sintió que algo andaba mal y fue a llamar a unos de sus guardias para que fueran a vigilar sigilosamente a Anya.
Pero estos cuando fueron, se asustaron al ver un carruaje hecho pedazos en el camino. Por coincidencia este también llevaba el mismo sello de los Vertron grabado.
Buscaron por todas partes para encontrar alguna pista que los indicara que Anya estuviera viva o posiblemente muerta, pero no encontraron cuerpos. Solo encontraron bastante sangre en diferentes partes del camino y encontraron una foto que estaba cubierta de sangre también.
Las cosas no se encontraban en el carruaje, supusieron que había sido un posible ataque de bandidos quienes robaron y posiblemente mataron a la señorita Anya o la secuestraron.
Y ya no encontrado más pruebas, marcharon rápidamente a avisarle al duque de Vertron.
aburrida
Alguien que me responda porfa