Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Las horas contigo
Capítulo 24
Valeria y Luis decidieron caminar alrededor de la hacienda para conversar, notaba diferente a su prometida. Más atenta, más confiada, más abierta en hacerle saber que es lo que le agrada y que le desagrada. Luis también pudo notar las pequeñas heridas en sus dedos, eran los pinchazos de las agujas de coser. No dudó en preguntar qué le había sucedido.
—¿Qué te pasó en tus bellas y delicadas manos?—
—Aunque usó dedal es imposible no resultar lesionada, el bordar un vestido no es cosa sencilla.—
—¿No te gustaron los que te regalé?—
—Si por supuesto todos son muy bellos, pero decidí hacer mi vestido de novia. Sé que diste instrucciones para que el banquero cubriera todos los gastos de la boda, sin embargo mi nana y yo queríamos hacer mi vestido.—Luis estaba fascinado con Valeria, aprovechó para tomarla de las manos y besar cada una de ellas.
—Las horas contigo han sido las mejores de mi vida en mucho tiempo.—
Por un momento Luis pensó decirle la verdad sobre sus verdaderas intenciones pero que ahora descartaba, también decirle que él había sido el culpable de que su padre haya perdido la pierna, sobre todo hacerle saber el motivo de su absurda venganza. Por primera vez tenía miedo de decir la verdad, sabía que en el momento que hablara, Valeria lo repudiaría para siempre.
—Eres diferente Luis, para ser sincera contigo me agradas mucho. Te prometo que seré una esposa digna de ti.—
Luis se acercó lentamente para acercar sus labios a los de su prometida, sin esperarlo Valeria se acercó para unirse a él en ese primer beso. Luis notaba el temblor en los labios de ella, así que colocó ambas manos en el rostro de Valeria para guiarla. La respiración de Valeria se aceleraba, poco a poco ella se entregaba en un solo beso a Luis, el notaba la enorme pasión encerrada dentro de ella. Él quería más, más de ella. Pero Valeria lo contuvo, lo miraba fijamente y le regalaba una dulce sonrisa, nuevamente ella se aferraba a sus brazos.
—Lo siento me dejé llevar.—
—Nunca había besado a alguien antes, tu aliento es fresco.—
—Note de inmediato tu inexperiencia, bien señorita permítame acompañarle devuelta a su casa. Debo regresar a la hacienda.—
Ambos caminaron devuelta a las ánimas, Valeria se sujetó de su brazo. Luis no quería separarse de ella, todo los planes que había pensado antes de conocer a Valeria se habían derrumbado con ese primer beso, no entendía como podía estar sintiendo algo tan profundo por la hija del hombre al que quería destruir, estaba totalmente confundido.
Al llegar hasta la puerta de la casa de Valeria, se despidió de ella y subió a su caballo para volver a su hogar. Valeria entró a su casa, su tío Rómulo estaba en el salón esperando por ella.
—Hija, ¿por que no me habías dicho sobre el ofrecimiento de Loreto? Que se gana ella con eso.—
—Ella siempre ha tenido un particular odio hacia mi, no sé cómo explicarlo. Pero pienso que hay algo más, a veces pienso que también odia a mi padre.—
—Incluso se casó con el rival de amores de tu padre, Gilberto Pimentel. Recuerda que él planeó robarse a tu madre, yo fui quien lo impidió. Ya estaba comprometida con tu padre, hubiera sido una vergüenza para los Cortina y también para nosotros. Por otro lado, yo le pedí a Francisco que buscara un esposo para Loreto, estoy seguro que ese debe ser la causa de su resentimiento que supones que tiene hacia tu padre. Pero ya no hablemos del pasado, sabías que Luis está enamorado de ti.—
—Se supone que el amor nace de la convivencia tío.—
—También puede nacer antes, deseo que seas muy feliz en tu nueva vida. Si no siempre hay un lugar para ti en mi casa en España.—
—Gracias tío, ahora debo ir a que mi padre haga sus ejercicios, pronto lo veremos de nuevo en su rutina diaria.—
Rómulo buscaría a Loreto y la pondría en su lugar, lo había difamado. Eso no lo pasaría por alto jamás. Mientras tanto Luis regresó a casa, al entrar su madre lo esperaba pacientemente.
—Hijo, ¿Qué sucedió?—preguntó Gertrudis
—Nada mamá, estoy enamorado de Valeria. Hoy la bese por primera vez, no debía enamorarme. Todo se salió de control.—decía mientras golpeaba la mesa.
—Entonces habla con ella, dile la verdad. Y afronta lo que hiciste.—
—No mamá, ella será mi mujer. Por nada del mundo debe enterarse de nada no podría enfrentar su desprecio, se lo mucho que ama a su padre. Si tú tienes razón sobre la inocencia de Francisco, entonces buscaré al verdadero culpable.—
—Se que debe haber alguien más detrás de toda esta mentira.—
—Espero que así sea, porque no pienso perder a Valeria, por culpa de su padre. Ella es solo mía.—
Susana escuchaba la conversación de ambos, lloró al escuchar que Luis se había enamorado, tenía que usar su última carta antes de que Luis se casara así se convertiría en la querida y nadie podría sacarla de la hacienda separándola de él. Más tarde Luis había bebido demasiado, no podía superar el beso de Valeria, lo había hechizado. Tampoco podía ignorar que dentro de su futura esposa había una pasión tan grande que pudo sentir como si una hoguera lo abrazara fuertemente y sin piedad. Con dificultad subió a su habitación para dormir, definitivamente tenía que hacer algo con su problema de alcoholismo, tenía que dejarlo para ofrecerle un buen hombre a Valeria.
Luis se arrojó a su cama, tenía los ojos cerrados y estaba apunto de quedarse profundamente dormido cuando sintió a su lado a alguien. Era Susana, estaba completamente desnuda y lista para que la hiciera suya.
—¿Qué haces aquí?—pregunto Luis
—Vine a complacerte, no me rechaces sé que me deseas.—
Luis no se resistió y comenzó a besarla, mientras que Susana le quitaba la camisa, la besaba con demasiada urgencia, todo su deseo reprimido estaba saliendo a flote. La besaba, la mordía y acariciaba sin freno. Susana introdujo su mano dentro de su pantalón para acariciar el miembro de Luis. En ese momento lo hizo reaccionar, la empujó contra la cama y la miró fijamente.
—No te detengas, no sabes cuánto he fantaseado con este momento.—decía Susana
La respiración de Luis estaba acelerada, tragó saliva y con una sola mano levantó a Susana para sacarla de su habitación. La empujó hacia afuera y también le arrojó la sábana para que se cubriera. Cerró su puerta con llave para impedir que entrara, Susana golpeaba la puerta suplicando que la dejara pasar. Pero Luis solo quería compartir su intimidad con una sola mujer, esa era Valeria. Gertrudis se asomó para saber que era lo que sucedía. Enfureció al ver a Susana de esa manera tan impúdica.
—No me equivoqué contigo, eres una meretriz. Como te atreves a meterte a la habitación de mi hijo para ofrecerte como una ramera.—
—Usted es una mojigata, una frustrada. Cuando llegué aquí la supuesta esposa del patrón se dará cuenta que es una aburrida igual que todas ustedes, las disque mujeres de la aristocracia. Siempre son una frígidas, se sentirá aburrido y aquí estaré para darle toda mi pasión.—
—Espero que mañana mi hijo te dé el castigo que te mereces, lárgate de mi vista.—
Susana se sentía complacida, Luis era muy apasionado y ardiente. Sabía que la próxima vez lograría convertirse en su mujer, estaba más apasionada que nunca de él, no descansaría hasta estar en su cama.