José Augusto pretende ser el Ceo en la empresa de su padre, pero este le puso como condición que debía casarse en un año. De lo contrario otro ocuparía ese lugar.
Así que él buscaba afanosamente una esposa.
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¡¿Cómo que secuestraron a mi esposa?!
"Vaya, vaya, de manera que vives en esa pocilga" pensó.
"Bueno, mi casa no es un lujo, pero es mucho mejor que eso donde vives" seguía pensando.
Al día siguiente, muy temprano, Lucrecia se asombró de escuchar el timbre de la puerta. Por lo general nadie la visitaba a esa hora, solo su casero.
¿Tú otra vez, acaso me has seguido?
Una belleza como tú no puede pasar desapercibida.
Luego, le extendió una rosa.
Esto es para ti.
¿Y quién te dijo a ti que puedes regalarme rosas?
Ni siquiera te conozco, ¿quién te crees que eres?
Eso tiene remedio, me llamo Erick Godoy.
Ah, bueno, así ya cambia todo, yo soy Lucrecia.
¿Puedes invitarme a tomar un café?
Lucrecia lo pensó unos segundos y después le contestó:
Está bien, pasa.
¿Por qué vives aquí?, este no es lugar para ti.
¿Y dónde debo vivir según tú?
En un palacio, eres muy bella, y el lugar no concuerda contigo.
Qué galante eres. Mira que me la voy a creer.
Pues créete es la verdad.
En mi vida no he visto a una mujer más bella que tú. ¿Me permites conocerte más?
Erick había logrado crecer más en su trabajo. Ganaba bien y se podía dar ciertos lujos.
No había olvidado por completo a Elena, pero Lucrecia era muy hermosa, y, como dicen por ahí, "un clavo saca a otro clavo".
Decidió darse una oportunidad con Lucrecia.
Ella lo aceptó de buenas a primera.
Está bien, ¿por qué no?
Y así, poco a poco Lucrecia y Erick se iban enamorando.
A Lucrecia le parecía un hombre encantador.
No sé por qué no te conocí antes. Eres fantástico.
Y tú eres la mujer más hermosa que he conocido jamás.
¿Has conocido a muchas mujeres?
Muy pocas, pero nada importante.
¿Alguna exnovia que te haya abandonado?
Sí, tuve una que me abandonó porque no quise casarme con ella.
¿En serio? ¿Y por qué no quisiste?
Estaba muy inseguro, ella se quería casar y yo no quería responsabilidades.
¿Y dónde está ella?
Se casó con un hombre poderoso por dinero.
Lucrecia abrió mucho los ojos, estaba muy sorprendida.
¿Cómo se llama ella?
No quiero hablar más de ella, no vale nada. Mejor hablemos de ti y de mí.
Por hoy fue suficiente, y ahora vete, la casera no quiere que traiga visitas y menos si son hombres.
Bueno, pues ya me voy, mañana vendré para pasear contigo, ¿te apetece pasar el día entero conmigo?
Claro, hasta mañana, mi amor.
Hasta mañana, preciosa. Erick se despidió de ella dándole un beso.
.
.
Graciela ya se sentía mal, tomó la incapacidad propia de su embarazo. Ya le faltaba solo mes y medio, los dos bebés iban creciendo en su vientre.
Augusto la consentía mucho, y Ariana (la nueva empleada del servicio), ayudaba en todo lo posible.
Ay, me duelen mucho las piernas, se quejaba Graciela.
Descansa, te traeré la comida.
Gracias, Ariana, eres un gran apoyo para mí.
No digas eso, solo cumplo con mi trabajo.
Aun así, muchas gracias.
Ariana fue a preparar la comida.
Rato desoués lkecaba con una comida bastante nutritiva.
A Graciela se le hizo agua la boca. Comió como si no hubiera comido en una semana.
Ariana la veía, complacida porque eso quería decir que sí cocinaba bien.
De pronto, alguien irrumpió en su casa a punta de pistola.
¿Qué pasa? ¿Quiénes son ustedes?, dijo Ariana, asustada.
Fue maniatada de inmediato.
¡Amárrala!, le digo a su acompañante.
Luego, fueron a la alcoba donde Graciela comía plácidamente.
¿De manera que tú estás muy tranquila mientras que yo estoy padeciendo hambre?
Apuntó a Graciela con el arma y la amarraron a la cama.
Entre los dos se comieron el resto de la comida.
Traían pasamontañas, por eso Graciela no los reconoció de inmediato.
Pero Graciela era muy lista y no la podían engañar tan fácilmente.
Reconoció los zapatos de Katy, y las manos de Heliodoro, en una tenía un lunar.
Claro, ella guardó silencio, no quería provocarlos para no hacerles daño a sus hijos.
Después de que se tragaron la comida de Graciela; tú vienes con nosotros.
Esperen, ¿qué no ve que estoy embarazada?, estoy a un mes, por favor no me hagan daño.
De ti depende, no te pasará nada si te portas bien.
La sacaron casi a rastras. La subieron a un coche que más bien parecía un montón de chatarra.
Justo en ese momento, Lucrecia y Erick llegaban a la casa, alcanzaron a ver el coche que arrancó a toda velocidad.
Vaya, vaya, esos tipos encapuchados llevaban a alguien, ¿quién sería?, dijo Lucrecia como por casualidad.
¿Ahora sí me vas a decir a qué venimos aquí?, preguntó Erick sin atinar a saber los planes de Lucrecia.
Venía a hablar con Graciela de algo, pero nos han ganado esos.
¿Graciela has dicho?
Sí, ¿por?
No, solo preguntaba.
Erick se sintió mal, creía que los tipos se habían llevado a su antigua novia.
Mira, está abierto, entremos, dijo ella.
Cuando entraron vieron a Ariana amarrada en el sillón.
Erick se apresuró a desatarla.
¿Qué pasó aquí?, preguntó Erick.
Esos tipos se llevaron a la señora Graciela.
¿Los que acaban de salir?, casi nos los topamos.
Le voy a llamar al señor Augusto.
Tranquila, estoy segura de que Augusto sabrá qué hacer.
¿Lo conoce?, preguntó Ariana.
Eso es lo de menos, bueno, nosotros nos vamos, llama a Augusto y a la policía.
Lucrecia y Erick salieron de ahí, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
"¿Será Graciela, mi exnovia?", ¿por qué siento tanta angustia?
"Ja, esto fue mejor de lo que yo esperaba, estos tipos me ahorraron el trabajo, ¿pero quiénes eran?
Augusto estaba en una junta importante cuando su asistente (una que había contratado para que cubriera el lugar de Graciela en lo que volvía), llamó a la puerta de la sala.
Señor, perdón por interrumpir, pero tiene una llamada urgente de su casa.
Ok, Augusto terminó la junta y fue a su despacho a contestar.
Augusto se puso pálido...
¡¿Cómo que secuestraron a mi esposa?!
