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Circulos De La Eternidad

Circulos De La Eternidad

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Ángeles / Reencarnación / Demonios
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Diego chablé

Touji, con una vida aparentemente normal, comienza a experimentar extraños sueños y visiones, fragmentos de recuerdos que no son suyos, la llegada de asmodeo, ahora un ser oscuro y vengativo, desencadena una serie de eventos que llevarán a touji a descubrir la verdad sobre su pasado y su conexión con el ángel caído.

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Capitulo 24 El regreso al reino celestial

El silencio de la oscuridad, reflejado por la misma luna, se dispersó lentamente, ocultándose en el horizonte, mientras los rayos anaranjados del sol se elevaban por las nubes reflejando el cielo azul, sin embargo en medio del amanecer, touji aún continuaba segado por el odio y sus pensamientos eran oprimidos por la ira, sin tener control de su cuerpo su mano se alzó empuñando su espada, rin que se encontraba frente de él se encontró indefensa.

—Por favor, touji, no lo hagas—suplicó rin, su cuerpo temblando de miedo y a la vez retrocediendo para no ser golpeanda.

Las palabras de rin parecían no tener efecto en touji, era como si no las escuchara, de repente la espada se detuvo en el aire suspendida por las manos de un arcángel que había aparecido de la nada, así mismo deteniendo el leve ataque con una fuerza increíble, sólo podía esperar a que touji recobrara el sentido o se dejara consumir por la ira que lo impulsaba.

—Touji, no dejes que la ira te domine—dijo el arcángel, su voz firme mientras contraatacaba el filo de la espada con sus manos desnudas.

Touji se detuvo al reconocer la voz, su mirada pérdida en el vacío y por un momento pareció despertar de su trance.

—Ayúdenme, me siento solo por dentro—susurró touji, su voz apenas audible llena de dolor.

Su mano comenzó a temblar y la espada fue perdiendo poder, el arcángel aprovechó la debilidad para acercarse a él.

—No estarás sólo de nuevo, deja que te ayude a salir de tú sufrimiento—dijo el arcángel, su voz llena de compasión.

El arcángel extendió su mano hacía touji ofreciendo una nueva oportunidad de reparar sus errores, y así escapar de la oscuridad que lo cautivaba.

—No pude salvar a mí amigo, y a causa de eso perdí el control—respondió touji, su voz llena de culpa inclinando la mirada hacía abajo incapaz de mirar a rin.

La espada cayó al suelo con un sonido metálico, mientras touji caía abrumado de rodillas pidiendo perdón por dejar que la ira lo dominara, el arcángel caminó lentamente hacía el con una mirada compresiva.

—No tienes por que disculparte, no fue tú culpa—respondió el arcángel con una voz cálida tocando el corazón de touji.

—¿Qué debo hacer para no volver a caer en la ira?—preguntó touji poniéndose de pie, está vez haría el esfuerzo de hacer las cosas bien.

—La culpa y la ira no te devolverán a tu amigo, pero puedo ofrecerte ir al cielo—el arcángel extendió una mano hacia touji, ofreciéndole un gesto de amabilidad.

—Tienes que ir touji, por makoto—las lágrimas escurrían por las mejillas de rin al saber que touji se iría por un tiempo.

—Perdoname, por tratar de lastimarte—se arrodilló touji pidiendo perdón por haber tratado de hacerle daño.

—No fue con intenciones malas, sólo habías perdido el conocimiento—respondió rin levantando a touji mientras lo abrazaba por que era la última vez que lo vería.

—Pido disculpas aún no les digo mi nombre, soy sinji el arcángel de la vida—interrumpió el momento de la despedida.

—Es momento de que vayas y te hagas más fuerte—recordó rin una vez más escapando del lugar para que touji no la viera llorar.

—¡Espera! No te vayas—trato touji de alcanzarla pero fue detenido por sinji que debían marchar lo antes posible.

—Debemos irnos, ella estará bien—respondió sinji en lugar de ella, mientras se marchaban juntos al cielo.

Al llegar a lo más alto del cielo, donde el viento apenas llegaba y el eco de las aves cantando se desvanecía, la silueta del reino celestial era reflejada por aquellas nubes que las sostenían con una fuerza sobrenatural, en la entrada yacía un hombre formidable de aspecto firme, su cabello teñido de un color rojo oscuro y sus ojos color gris.

—Querido hijo, después de muchos años has vuelto a casa—dijo ren con una voz monotóna conteniendo sus lágrimas.

Ren se desplomó, apenas cayendo sobre sus rodillas al ver la misma determinación de su hijo en touji, desde su muerte, hacia miles de años había soñado con volver a verlo, las lágrimas recorrían su rostro mientras miraba el mismo color de ojos de touji, recordando a los de sora.

—Sora—la voz temblorosa de ren apenas logró pronunciar su nombre.

Touji preguntó con voz confundida, sin entender el sentimiento de volver a ver a un hijo amado.

—¿Acaso hice algo indebido?—preguntó touji, mirando como el alma de aquél hombre formidable se quebrantaba.

Ren se levantó apoyándose en touji con ojos llenos de lágrimas, su rostro lleno de recuerdos.

—No has hecho nada hijo, sólo pensé que nunca volvería a verte—respondió ren en voz baja, extendiendo sus manos para finalmente abrazarlo.

El corazón de sinji se estremeció, sintiendo un nudo por dentro, mientras ren se reencontraba con su amado hijo sus ojos se llenaron de lágrimas recordando con nostalgia los días que sora convivía con ellos, caminó con firmeza sus pasos sonando con un leve sonido.

—No me gustaría interrumpir el bello momento, pero tenemos que avanzar touji—dijo sinji, con una voz firme rompiendo el círculo emocional.

—Habia olvidado el propósito de tú regreso—respondió ren, dando palmadas suaves en la espalda de touji sintiéndose orgulloso de él.

—Se que con su ayuda, podré dar todo mi potencial—agradeció touji apenas conteniendo las lágrimas, pero sabía que tenía que avanzar y olvidar el pasado.

—Los cuatro arcángeles te dirán que hacer—sonrió ren, llamando con alegría a los tres arcángeles que hacían falta.

Al escuchar sus nombres, los tres arcángeles se acercaron hasta la entrada con elegancia, y a la vez mostrando firmeza ante el regreso tan esperado de touji, finalmente los cuatro arcángeles estaban en un sólo lugar.

—Los cuatros arcángeles estamos reunidos—inclinó la cabeza sinji, siendo el líder de los cuatro mostrando reverencia.

—Entrenaran a touji, y así su poder estará completo—ordenó ren sintiendo calma dentro de su corazón.

—Si ese es el caso, señor ren, no tenemos mucho tiempo—la voz pálida de yuto reflejaba el poco tiempo que tenían.

—No debemos perder tiempo, nuestro propósito es detener a mi hermano asmodeo—respondió ren mostrando un rostro inquietante.

Ren se marchó sin más que decir al respecto, pensando como debía detener los planes malvados de su hermano menor, temia que touji fallara y el mundo cayera en la desesperación, por otro lado los arcángeles tenían claro que no debían perder más él tiempo, era el momento crucial que touji enfrentara sus pensamientos en la recámaras del bien y el mal.

Las cuatro recámaras del bien y del mal un lugar mítico donde las almas eran purificadas y a la vez juzgadas, touji enfrentaría sus pensamientos y las voces dentro de su conciencia, los cuatro arcángeles confiaban en que touji saldría victorioso y su destino sería marcado por la eternidad.

—Si realmente deseas controlar tú poder, cumplirás nuestras expectativas—dijo taro admitiendo que no sería una tarea fácil de cumplir.

—¿Cuáles son las expectativas que debo cumplir?—preguntó touji impaciente, subestimando lo difícil que podría ser.

Los cuatro arcángeles rieron al mismo tiempo.

—¿Dije algo gracioso?—preguntó touji, caminando detrás de ellos mientras contemplaba el reino.

De repente dejaron de reír dejando un silencio inquebrantable.

—Ven con nosotros, te mostraremos el reino—dijeron los arcángeles hablando al mismo tiempo.

—El reino es impresionante—admiró touji la gran belleza que lo rodeaba.

—Si eso te impresiona, espera ver el palacio real—avanzó sinji dando pasos ligeros mostrando el camino, con una sonrisa energética siendo iluminada por la suave luz del reino.

Los ojos de touji brillaron como el rojo al atardecer, dentro del reino, yacían ángeles formidables y de buen aspecto custodiando con firmeza y lealtad, recorría los pasillos con nostalgia recordando su niñez.

—Llegamos touji—dijo taro, con una voz débil mientras se detenía a una gran puerta de madera tallada con símbolos antiguos.

—Es momento de entrar touji—abrió lentamente takashi la puerta de madera, dando pasos a un nuevo camino.

—¿Es seguro entrar aquí?—preguntó touji, con voz nerviosa comenzó avanzar lentamente sólo mirando oscuridad alrededor.

De repente, las luces se encendieron de golpe asustado a touji, y con aplausos de ángeles, dieron bienvenida a la reencarnación de sora.

—¿Por qué están celebrando?—la voz nerviosa de touji apenas era entendible en algunos ángeles que no entendían su idioma.

—¡Es momento de celebrar tú regreso a casa!—alabaron los arcángeles, sus voces entonando una melodía celestial.

Touji caminó forzando sus piernas temblorosas, y por segunda vez se sintió amado, su corazón palpitaba no de miedo si no de alegría, sus ojos brillando al compás de la música.

—¿No debería estar meditando en vez de celebrar?—volvió a preguntar touji, su voz apenas audible mientras intentaba sentarse.

Los arcángeles se miraron mutuamente, y al mismo tiempo terminaron de cantar, su felicidad se debía a un solo propósito, ayudar a touji a encontrar el camino correcto.

—¿Recuerdas cuando siempre ibas detrás de taro?—preguntó yuto, recordando con nostalgia aquellos momentos que sora lo rechazaba.

—Como olvidar aquellas palabras sinceras al decirme héroe—recordó taro, con una sonrisa nostálgica perdiéndose en su propio mundo.

Touji sonrió con calidez compartiendo sus recuerdos.

1
Nephrite
Bueno
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