Venganza Implacable

Cyrus se hallaba sentado con la espalda recta y las manos cruzadas sobre la mesa, revisando un informe con una expresión imperturbable. Era aplastante y cualquiera que entrara en la sala podía experimentar cómo el aire se hacía más opresivo aún. Era un hombre de pocas palabras, pero cada vez que hablaba sus palabras sonaban como las propias de un hacedor de sentencias irrevocables. Era frío, calculador y despiadado, estas son las características que le habían llevado a que fuera temido y respetado.

Se le conocía como un magnate de un imperio que abarca varias industrias: bienes raíces, tecnología, finanzas, por dar ejemplos. No era fortuna sino una mente estratégica, fría y analítica. Desde joven, había mostrado un agudo intelecto y un excepcional grado de habilidad para adivinar lo que iban a hacer los demás, casi como si estuviese jugando parte de un juego de ajedrez para toda la eternidad.

Dicen los que lo conocen bien que Cyrus no mueve un músculo si con ello no está asegurándose una ganancia.

Nunca lo han visto vinculado emocionalmente con nadie; incluso la idea de cercanía parece serle ajena.

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La puerta se abrió silenciosamente, y Charles, entró con una carpeta en la mano. Charles a diferencia de Cyrus, tenía un aire ligero, casi desenfadado, y mantenía una sonria que siempre parecía burlarse de algo o alguien.

—Aquí tienes, jefe —dijo Charles, dejando la carpeta sobre el escritorio con un gesto despreocupado. Cyrus levantó la mirada, clavando sus ojos en él antes de tomar la carpeta con calma estudiada.

Abriendo la carpeta, sus ojos recorrieron los documentos meticulosamente. —Y bien...

Charles, ahora estaba apoyado ligeramente sobre el respaldo de una silla, y se acomodo antes de comenzar a hablar con su tono habitual. —Bueno, para que lo sepas el nombre de tu musa es Elysia Cassiel. Hija única de Desmond Cassiel, al morir su padre la dejo como la dueña y propietaria de una de las empresas más exitosas en el mercado.... De hecho,la número uno en varias categorías.

Cyrus levantó ligeramente una ceja, pero no apartó los ojos de los papeles. Charles continuó, pero esta vez añadió un toque de drama, como si estuviera narrando una novela.

—Casada con Davian Lowens —hizo una pausa deliberada, sopesando cuidadosamente su siguiente comentario— Un hombre común y corriente... o al menos eso era....antes de casarse con la señorita Cassiel.

Un leve sonido, quizás una risa breve, escapó de Cyrus, quien asintió para que Charles siguiera.

—Bien, esto es interesante —dijo Charles, con una pequeña sonrisa mientras se acomodaba en una silla y cruzaba las piernas, claramente disfrutando el momento— Ella estuvo embarazada, ocho meses, pero... inesperadamente perdió al bebé. Algo muy extraño, si me lo preguntas a mí.

Cyrus detuvo la lectura por un instante, girando levemente la cabeza hacia su amigo.

—Continúa —ordenó con voz gélida.

Charles hizo un ademán exagerado con las manos, como si el verdadero espectáculo estuviera por comenzar.

—Esto se pone bueno, Cyrus. Hace unos días se dio a conocer la noticia sobre su desaparición, o para ser más precisos, sobre su supuesta muerte. Sin embargo, lo sorprendente es que... el mismo día en que se hizo el anuncio oficial, ¡boom! Surgió de la nada como un fantasma viviente.

La expresión de Cyrus no cambió, pero sus dedos hicieron un leve ruido al apretar el borde de la carpeta.

—Esa mujer está llena de misterios. Su personalidad de antes y la de ahora son como el día y la noche.

Charles se inclinó hacia adelante, con una sonrisa que era mitad diversión, mitad conspiración.

—Pero eso no es todo. Su mejor amiga y su esposo... bueno, digamos que "mantienen una relación secreta". Aunque, para ser honesto, no parece tan secreta ahora. Por lo visto, ella lo sabe.

Cyrus cerró la carpeta lentamente, levantando los ojos hacia Charles con una mirada que decía más que cualquier palabra.

—Interesante... —murmuró, mientras el ambiente de la oficina se volvía aún más tenso, como si la idea se estuviera formando en su mente. —entonces.. Los ataca intencionalmente, eso quiere decir que…

—¡Si! , ella se está vengando —dijo Charles terminado las palabras dichas por Cyrus. —Siendo ella también haría lo mismo, si las personas cercanas a mi intentaran hacerme daño. Pero dime ¿porque te llama tanto la atención?

—Solo siento …que la he visto antes —respondió.

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Mientras tanto en el salón principal de la casa, Davian estaba sentado en un sillón, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada perdida en el espacio. A su izquierda, estaba Lysandra, quien ocupaba el sofá más grande de la habitación, tenía una postura recta y su rostro adornado con un gesto de desaprobación. Sus labios permanecían fruncidos, y cada que podía lanzaba miradas críticas hacia su alrededor, como si el ambiente mismo fuera indigno de su presencia.

Al otro lado, se encontraba, Elysia sentaba con la serenidad de alguien a quien nada podía perturbar. Su atención estaba completamente puesta en Rowan, quien permanecía sentado junto a ella, con su libro favorito mientras ella le arreglaba el cabello con movimientos delicados. Parecía ignorar por completo a las otras dos figuras en la sala, como si su presencia fuera irrelevante.

Lysandra, incapaz de soportar más el silencio, dejó escapar un suspiro exagerado y finalmente habló.

—De no haber sido porque mi hijo lo pidió, no habría venido.....Pero ya que estoy aquí —dijo, con un destello de superioridad en sus ojos— si tienes intenciones de disculparte por lo que hiciste anteriormente, quiero que sepas que no aceptaré tus disculpas.

Elysia, sin siquiera levantar la mirada de Rowan, respondió con un tono despreocupado, casi suave, que amplificaba aún más su indiferencia.

—Qué alivio, entonces. Porque no tenía la intención de disculparme.

La respuesta fue como un balde de agua fría para Lysandra, cuyo rostro se tornó visiblemente más tenso. Sus labios se apretaron aún más, mientras sus ojos se llenaban de una mezcla de ira y asombro.

Antes de que Lysandra pudiera decir algo más, Rowan, que había estado escuchando con atención, alzó la vista hacia su abuela con una expresión seria pero inocente. Sus ojos brillaban con curiosidad, y su voz, pequeña pero clara, rompió el momento.

—Abuela, leí que las personas amargadas envejecen más rápido. ¿Será por eso que pareces tan vieja?

Aquellas palabras del pequeño, aunque las soltó de manera inocente fue algo que provocó el enojo en su abuela ...al contrario de Davian quien se llevó una mano a la cara, como si intentara ocultar una risa nerviosa, mientras Lysandra se puso rígida, incapaz de articular una respuesta inmediata. Elysia, por su parte, siguió arreglando el cabello de Rowan como si nada hubiera pasado, pero una ligera sonrisa apareció en la comisura de sus labios, tan fugaz que solo alguien atento podría haberla notado.

Lysandra finalmente recuperó la compostura, aunque su rostro seguía teñido de rojo por el comentario del niño.

—Será mejor que vigiles lo que dices, niño —dijo aunque su voz, los trabajos cierto enojo y indignación ante las palabras de Rowan.

Rowan simplemente parpadeó, genuinamente confundido.

—Pero... es lo que dice el libro abuela.

Elysia acarició el cabello de Rowan con suavidad.

— Y no has dicho ninguna mentira cariño.

Davian, al percibir la ira de su madre, decidió intervenir.

—Mamá, por favor, no te enojes. Es solo un niño y no comprende lo que dice.

Lysandra lo miró con severidad, pero su rostro, se hacía cada vez más colorido, evidenciaba su molestia.

—Eso se debe a la falta de educación que recibe por parte de su madre —expresó, sin ocultar su molestar.

Elysia levantó finalmente la mirada, fijando sus ojos en Lysandra con una serenidad que contrastaba con la ira de la mujer mayor. Su voz, calma, pronunciaba cada palabra con la precisión de una daga afilada.

—Estoy educando a mi hijo de manera adecuada, suegrita. Él comprende la diferencia entre la honestidad y la amargura. Sin embargo, quizás el verdadero problema no radique en la forma en que yo he formado a mi hijo, sino en cómo usted educó al suyo. Sinceramente, aún estoy lidiando con las consecuencias de su labor.

Lysandra frunció los labios, pero no logró encontrar una respuesta inmediata. Por su parte, Davian cerró los ojos, visiblemente incómodo, mientras Rowan dirigía su mirada hacia el libro.