Sinopsis: En un mundo donde el amor se intercambia por fortuna, Isabella, una mujer atrapada en un matrimonio por conveniencia con un poderoso empresario, se enfrenta a un juego de intrigas y traiciones. Tras un escandaloso divorcio, decide tomar las riendas de su vida, descubriendo no solo su verdadera fortaleza, sino también el amor inesperado en la figura de Alejandro, el carismático rival de su exesposo.
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Capítulo 9: La Traición del Pasado
El aire parecía haberse vuelto más denso, como si la revelación de Alejandro hubiera abierto una caja de Pandora que no tenía vuelta atrás. Isabella no podía dejar de mirar sus manos temblorosas, como si al verlas, pudiera encontrar alguna respuesta que le explicara el caos que se desataba en su vida. ¿Cómo iba a sobrellevar todo esto?
Su padre. La imagen de él, tan confiable, tan protector, ahora se había desmoronado por completo. ¿Qué clase de secretos oscuros había estado guardando? ¿Cómo podía haber estado involucrado en algo tan retorcido, tan peligroso?
Alejandro, por su parte, no dejaba de mirarla, con esa tristeza tan profunda en sus ojos que casi dolía. ¿Había hecho bien al contarle todo esto? La culpa lo devoraba, sabiendo que la verdad podía separarlos para siempre. Pero también sabía que no podía seguir ocultándole más cosas.
— Isabella… yo sé que esto es mucho. — La voz de Alejandro era suave, casi temerosa. — Pero te juro que nunca quise involucrarte en esto.
Isabella, con el rostro pálido y los ojos vidriosos, lo miró fijamente, luchando por ordenar sus pensamientos. ¿Cómo se supone que iba a reaccionar? Todo lo que había creído sobre su vida, sobre su amor por Alejandro, parecía desmoronarse ante ella.
— ¿Qué te pasa, Alejandro? ¿Por qué nunca me lo dijiste? — La angustia se reflejaba en su voz, la frustración a flor de piel. — ¿Por qué me ocultaste la verdad sobre mi propio padre?
La tensión entre ambos se palpaba en el aire, casi era insoportable. ¿Podría seguir confiando en él después de todo esto? Alejandro no dijo nada por un momento, simplemente la miró, buscando las palabras adecuadas, como si su mente estuviera atrapada en un laberinto de culpa y desesperación.
— Lo sabía, Isabella. Sabía que no te lo podía contar. — Finalmente, sus palabras salieron, llenas de peso y arrepentimiento. — Sabía que si te lo decía, perdería todo lo que más amaba. Pero no me queda más remedio. Tu padre estaba involucrado en un escándalo con Mariana y Clara, y ellas no lo han olvidado. Ahora ellas creen que tú eres la clave para recuperar lo que perdieron.
Isabella sentía cómo su cuerpo temblaba, la sensación de traición la envolvía por completo. ¿Cómo iba a enfrentar todo esto? No solo se trataba de su amor por Alejandro, sino también de su propia identidad, de todo lo que había creído sobre su vida.
— ¿Qué quieren ellas de mí? — Isabella apenas pudo susurrar, las palabras se sentían pesadas en su lengua. — ¿Por qué yo?
Alejandro suspiró profundamente, se acercó más a ella, y la tomó de las manos, buscando en su rostro una pizca de comprensión.
— Lo que ellas quieren… es que tú firmes unos documentos, que aceptes ser parte de una red de negocios ilegales que tu padre comenzó, Isabella. — La revelación lo hizo parecer aún más vulnerable, como si al decirlo en voz alta se quitara un peso inmenso. — Mariana y Clara no van a parar hasta conseguir lo que quieren, pero yo… yo no quiero que te involucres. No puedo dejar que te hagas parte de algo así.
La cabeza de Isabella giraba, las piezas no encajaban. ¿Negocios ilegales? Su padre, involucrado en algo tan sucio, algo tan peligroso, y ella misma, sin saberlo, era ahora el objetivo de esas mujeres. ¿Qué clase de vida había tenido su familia realmente?
De repente, la puerta se abrió con un golpe fuerte, y una figura conocida apareció en el umbral: Clara. Sus ojos brillaban con un fulgor peligroso, y su presencia llenaba la habitación con una amenaza palpable.
— ¿Qué pasa aquí? — preguntó Clara con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. — ¿Se ha enterado ya de todo? ¿Está lista para escuchar la verdad?
Isabella se tensó al ver a Clara. ¿Qué quería ahora? ¿Por qué seguía insistiendo en destruir todo lo que ella había construido con Alejandro?
Alejandro se adelantó, colocándose entre ellas para evitar que Clara se acercara más.
— No vas a lograr nada, Clara. — Su voz era firme, pero Isabella podía ver la lucha interna que había en él. — No voy a permitir que manipules más a Isabella.
Clara soltó una risa fría, cargada de desprecio.
— ¿Manipular? — Su risa se detuvo de golpe, y sus ojos se fijaron en Isabella con una mirada que helaba. — No estamos manipulando nada, querida. Solo estamos reclamando lo que nos pertenece.
Isabella, completamente abrumada, no sabía qué hacer ni qué creer. ¿Qué quería decir Clara con eso de que “les pertenecía algo”?
— ¿Qué les pertenece? — la pregunta salió de sus labios, apenas un susurro, pero Clara la escuchó perfectamente.
Clara dio un paso hacia ella, sus tacones resonando en el suelo con fuerza.
— La respuesta está más cerca de lo que crees. — Clara sonrió con malicia. — Lo que te pertenece, Isabella, es la empresa que tu padre dejó atrás. Y si tú no te haces responsable de todo esto, si no firmas lo que necesitamos, las consecuencias serán mucho peores.
Isabella dio un paso atrás, el miedo envolviéndola. ¿Estaba realmente en medio de un negocio de sombras?
¿Qué tenía que ver su padre con todo esto? Y lo peor, ¿qué parte de todo esto le pertenecía a ella?
De repente, la puerta se cerró con fuerza. Alejandro la había empujado, cubriéndola de alguna amenaza invisible que las mujeres podían lanzarles.
— No vas a tocarla, Clara. — La furia de Alejandro se desbordaba ahora, su voz vibraba con una intensidad peligrosa. — Ella no tiene nada que ver con tus juegos. Si alguien va a resolver esto, seré yo.
Pero Clara no se inmutó. Su sonrisa se expandió, y sus ojos brillaron con un toque de maldad.
— ¿Y tú, Alejandro? ¿Qué vas a hacer? — dijo Clara con desdén, dejando que la tensión llenara cada rincón de la habitación. — ¿Vas a protegerla de tus propios secretos?