Después de que su esposo le fue infiel con su mejor amiga, tuvieron un altercado. Todos la creían muerta, pero ella volvió con más fuerza dispuesta a vengarse de todos los que le hicieron daño.
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Una golfa
Isabella no tenía llenadera, disfrutaba mucho del sexo con Germán, ya que Arap parecía estar "apagado", tenían, no días, meses de no hacer nada.
Isabella era muy ardiente, siempre estaba buscando con quién saciar su apetito sexual.
Después de una buena sesión de sexo, sonó el timbre de la puerta.
¿Esperas a alguien?, dijo Isabella, temerosa.
No, pero por las dudas, vístete y no salgas para nada.
Al abrir... Arap, ¿qué te trae por aquí?
Vengo a hablar contigo.
¿Por qué no vamos a comer?, yo invito.
Bueno, pues vamos.
Ambos hombres fueron a un restaurante, lo que aprovechó Isabella para irse a su casa.
Necesito que me hagas un documento para que lo firme Sharon, ella me va a entregar las empresas y propiedades.
¿Ya hablaste con ella?, inquirió Germán.
Sí, solo falta el documento.
Bueno, en dos días te lo tengo listo. ¿Algo más?
Isabella...
¿Qué con ella?
Presiento que me está engañando con otro.
Germán casi se ahoga con el vino que estaba tomando... ¿por qué dices eso?
Últimamente, la he notado muy extraña, ya no me pide que la bese ni la abrace. Antes me recibía muy efusiva, ahora ya casi ni me "pela".
Ha de estar cansada, por todo el ajetreo que trae por lo de la boda. Debes comprenderla.
Claro que si la comprendo, pero yo necesito que me comprendan también. Ella se enoja conmigo por todo, y no me da chanza de explicarle nada.
Aunque a Arap ya casi no le importaba lo que hiciera Isabella, debía mantener al menos las apariencias.
No quería dar de qué hablar. Ellos no eran familia de andar exponiéndose a los demás, les gustaba mantener las cosas con discreción.
Tal vez tú no le das chanza de que crea en ti, dale más tiempo, llévala a pasear, al cine, etc.
Por ahora no puedo, tengo mucho trabajo. Pero lo tendré en cuenta, y ahora, ya me voy, te encargo eso.
Está bien, Arap. Yo te aviso.
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En el internado, Esthercita se estaba acostumbrando poco a poco a estar allí. Las maestras la procuraban mucho porque era hija de uno de los empresarios más importantes de México, y les pagaba bien para que le dieran un trato "preferencial".
La mejor cama, la mejor comida, el mejor trato, etc.
Las demás compañeras la trataban como si fuera una princesa. Le daban un trato único.
La niña solo se dejaba querer, pero extrañaba mucho a Sharon y a Judith.
Las dos la querían mucho, pero ninguna hizo nada para que no se la llevaran.
Las odiaba y las quería al mismo tiempo. Estaba muy confundida.
Esthercita, vamos a jugar, le dijo Sandra que iba corriendo en pos de ella.
Sí, vamos.
Diana, otra compañera les dijo: ¿puedo jugar con ustedes?
Claro que sí. Así las tres niñas se pusieron a jugar a las muñecas.
Estaban muy divertidas, pero las maestras les dijeron que ya era hora de irse a la cama.
Ellas obedecieron al instante.
Esthercita no podía dormir, pensaba en su tía Sharon, ¿por qué había permitido que la internaran?
Estaba muy lejos, no sabía hasta cuándo la iba a volver a ver.
Pensando en eso pronto se quedó dormida.
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A su vez, Sharon también estaba pensando en ella.
¿Dónde estarás, hijita?, no importa lo que tenga qué hacer para encontrarte, lo haré por ti.
"Querida hija: Quiero que sepas que aunque no esté contigo siempre serás mi hija. Hubiera deseado que no te fueras, pero, desgraciadamente, no me di cuenta porque no tenía memoria, y tu padre aprovechó mi ausencia para llevarte lejos. Pero yo jamás te abandonaré, te lo prometo Esthercita, te buscaré hasta el último confín de la tierra".
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Fausto se presentó en la casa de Isabella... (o sea, la mansión).
Ella se asombró de verlo ahí... ¡¿Qué haces aquí?!, ya te hacía muy lejos.
Vengo por una cuenta pendiente que tienes conmigo, dijo Fausto sin inmutarse.
Estás loco, yo no te debo nada, ya te pagué lo que quedamos, además no cumpliste. Sharon sigue viva.
Fausto la aventó hacia adentro, y entró también.
Ahora mismo me vas a pagar con creces todo lo que he hecho por ti.
Suéltame, eres un imbécil, ella lo cacheteó.
Pero Fausto en vez de soltarla más se encendió.
Ella forcejeaba, pero Fausto era más fuerte que ella. Al fin pudo aplacarla, Isabella se entregó completa a ese hombre insaciable. Dejó que hiciera con ella todo lo que él quisiera.
¿Ves, chiquita?, todo es cuestión de que cooperes. Acuérdate que tengo un video tuyo y mío, no intentes pasarte de lista, porque ya sabes lo que puede pasar. Después vengo a darte "mantenimiento".
Salió muy complacido de ahí, "esta vieja es puro fuego"...
Karina, que en ese momento llegaba a la mansión donde trabajaba antes, vio al hombre salir de ahí, dándole un beso en la boca a Isabella.
"Yo ya sabía que Isabella le era infiel a Arap, pero yo creía que era con Germán, ahora resulta que anda con otro hombre. ¡Qué fichita resultó!".
"Esto lo tiene que saber Sharon".
Pero cuando se iba a dar la vuelta para irse, Isabella la vio y le habló.
Karina, ¿qué haces aquí? ¿Desde cuándo estás parada ahí?
Hola, señorita Isabella, acabo de llegar, la señorita Sharon me pidió que le dijera que tiene dos semanas para salir de esta casa.
¿Y por qué no me habló directamente al celular?
No lo sé, bueno, ya me voy.
Un momento, pasa...
No, gracias, es mejor que me vaya, Karina empezó a sentir miedo.
Claro que no te vas a ir, ven conmigo.
Isabella la llevó al sótano, y de un fuerte empellón, cayó dentro y cerró la puerta.
Karina empezó a gritar, pero como la casa estaba apartada de las demás, nadie la escuchó.
Rato después, Germán entró, Karina estaba muy asustada.
Ya me dijo Isabella, que andas husmeando en los alrededores, ¿qué es lo que buscas?
Nada, yo solo vine a darle un recado a la señorita Isabella.
Bueno, pues ya se lo diste, ahora te quedarás aquí hasta que aprendas a respetar las casas ajenas.
Por favor, le prometo que no volveré por aquí. También no diré nada de que vi a Isabella y a ese hombre besarse en la puerta de su casa.
¿De cuál hombre hablas?
De ese, de uno pelón, con cara de pocos amigos.
¡Fausto!, dijo él, Isabella me engaña con ese, ya lo intuía, pero no estaba seguro... Está bien, por ahora lárgate, pero si te vuelvo a ver por aquí, no lo cuentas, ¿estamos?
Sí, gracias, yo me voy.
Karina se fue "echa a la mocha" de ahí.
De manera que me engañas con ese hombre, Fausto.
Claro que no, ¿por qué dices eso?
No te hagas, eres una golfa... Germán le propinó una golpiza...
La dejó tirada en el suelo y se marchó.
