Amor encontrado:Fue un encuentro fortuito, una chispa que encendió una pasión arrebatadora. Él y ella, dos almas distintas, se vieron envueltos en un romance fulminante, pero frágil como una llama a punto de extinguirse.
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Capitulo 24
Capítulo 24
Mientras Lucas emprendía su camino hacia la escuela de arte, la vida de Sofía y Alejandro continuaba avanzando con nuevos desafíos y alegrías. Y, sin que ellos lo esperaran, un inesperado giro en su historia les revelaría que el amor puede florecer incluso cuando menos se lo espera.
Una tarde, Sofía se encontraba en la cocina preparando la cena cuando llamaron a la puerta. Al abrir, se encontró con un rostro familiar que no veía desde hacía más de 20 años.
—¿Ernesto? —exclamó, sorprendida y emocionada.
Allí, frente a ella, se encontraba Ernesto, su primer amor de la infancia, con una sonrisa tímida en el rostro.
—Hola, Sofía —dijo él, con voz suave—. Disculpa la visita inesperada, pero tuve que venir a verte.
Sofía se quedó sin palabras por unos instantes, sintiendo que su corazón latía con fuerza ante la presencia de aquel hombre que había marcado su vida de una manera tan especial.
—¿Qué... qué haces aquí? —preguntó, aún atónita.
Ernesto la miró con una mezcla de nostalgia y emoción.
—Bueno, yo... —titubeó, pasándose una mano por el cabello—. Después de todos estos años, he estado pensando mucho en ti. Y en lo que pudo haber sido.
Sofía sintió que un nudo se formaba en su garganta. Tantos recuerdos, tantas emociones que creyó sepultadas, resurgían de pronto con una fuerza abrumadora.
—Ernesto, yo... —comenzó a decir, sin saber muy bien cómo continuar.
En ese momento, Alejandro apareció en la sala, secándose las manos con un paño de cocina.
—Sofi, ¿todo bien? —preguntó, notando la presencia del visitante inesperado.
Sofía se volvió hacia su esposo, sintiendo que un torrente de sentimientos la invadía.
—Alejandro, él es... —titubeó, sin saber cómo presentarlo.
Ernesto se adelantó, extendiendo su mano hacia Alejandro.
—Mucho gusto, soy Ernesto —dijo, con una sonrisa tímida—. Yo... bueno, fui el primer amor de Sofía.
Alejandro miró a su esposa, y en sus ojos pudo ver la confusión y la emoción reflejadas. Estrechó la mano de Ernesto con cordialidad, aunque una leve sombra de inquietud cruzó por su rostro.
—Encantado de conocerte —respondió, con amabilidad—. Soy Alejandro, el esposo de Sofía.
Un incómodo silencio se instaló entre los tres, hasta que Sofía se aclaró la garganta, intentando recobrar la compostura.
—Ernesto, pasa, por favor —dijo, con una sonrisa forzada—. Iba a preparar la cena, ¿te gustaría acompañarnos?
Ernesto asintió, siguiendo a Sofía hacia la cocina. Alejandro los observaba con cautela, sintiendo que una mezcla de emociones se apoderaba de él.
Durante la cena, la conversación fluía con cierta incomodidad, mientras Sofía y Ernesto intercambiaban miradas y recuerdos de su pasado. Alejandro, por su parte, escuchaba atentamente, sintiendo que una extraña sensación de celos se apoderaba de él.
Finalmente, cuando la velada llegaba a su fin, Ernesto se puso de pie, con una expresión de sincera gratitud.
—Gracias por su hospitalidad —dijo, mirando a Sofía y a Alejandro—. Y perdonen la intromisión. Yo... simplemente tenía que venir a verte, Sofía.
Sofía lo miró, sintiendo que su corazón se aceleraba.
—Ernesto, yo... —murmuró, sin saber qué decir.
Alejandro se acercó a Ernesto, estrechando su mano con firmeza.
—Ha sido un placer conocerte —dijo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Espero que tengas un buen viaje de regreso.
Ernesto asintió, y luego se volvió hacia Sofía, posando su mano suavemente sobre el brazo de ella.
—Adiós, Sofía —dijo, con voz cargada de emoción—. Que seas muy feliz.
Sofía lo miró, sintiendo que las lágrimas acudían a sus ojos.
—Adiós, Ernesto —respondió, con voz temblorosa.
Cuando Ernesto se hubo marchado, un pesado silencio se instaló entre Sofía y Alejandro. Finalmente, Alejandro se acercó a su esposa, tomando su mano con suavidad.
—Sofi, ¿estás bien? —preguntó, con preocupación.
Sofía lo miró, sintiendo que una mezcla de emociones la embargaba.
—Sí, mi amor —respondió, con una sonrisa temblorosa—. Fue solo... un recuerdo del pasado.
Alejandro la atrajo hacia sí, envolviéndola en un cálido abrazo.
—Entiendo que su visita te haya conmovido —dijo, con suavidad—. Pero quiero que sepas que tú eres la única mujer a la que he amado y amaré.
Sofía se aferró a él, sintiendo que las lágrimas rodaban por sus mejillas.
—Lo sé, mi amor —susurró, con voz quebrada—. Y tú eres el único hombre al que he amado y amaré.
Alejandro la estrechó con más fuerza, besando suavemente su frente.
—Entonces no hay nada de qué preocuparse —dijo, con una sonrisa tranquilizadora—. Nuestro amor es inquebrantable.
Sofía asintió, sintiéndose reconfortada por las palabras de su esposo. Sabía que, aunque el recuerdo de Ernesto siempre estaría presente en su corazón, su amor por Alejandro era el que verdaderamente importaba.
Juntos, Sofía y Alejandro atravesarían cualquier desafío que se les presentara, fortaleciendo aún más los lazos que los unían. Porque su amor había demostrado ser capaz de superar el paso del tiempo y las vicisitudes de la vida.
Y mientras observaban a Lucas triunfar en su nueva aventura artística, Sofía y Alejandro se sentían más unidos que nunca, seguros de que, sin importar lo que les deparara el futuro, permanecerían juntos, como amantes a través del tiempo.