Curando Tu Alma

En la mansión el ambiente es muy animado, las niñas se han reunido en determinado lugar para hablar solas, lejos de los adultos; y los varones se fueron a la sala de juegos que ha implementado Federico con pool, algunas maquinitas y un saco de boxeo liviano.

Más tarde, entre tantas emociones, Mara decide comunicarle a la familia que le gustaría ser como su tía Bella y viajar por diferentes países en las vacaciones finales, por lo que están de acuerdo, hasta cierto punto; ya que Marisol ya ha pasado por eso antes y admite que es demasiado triste estar lejos de tu hija por tanto tiempo.

Luego ella misma empieza a hablar sobre su nueva amiga Alma, dejando a Federico un poco descolocado por la mención, puesto que no imagina a su madre con la chica que lo cautivó hace unos días atrás, por el simple hecho de que piensa que la pelinegra no le dará importancia a una señora mayor, a pesar de darle su número.

Por otro lado, Amadeo está muriendo de nervios por la noticia que debe informar, pero también recibe un mensaje de parte de Olga, avisándole que está en camino, como se lo prometió a Theo.

Aunque en el interior, dicha mujer, sabe que también lo hace por su jefe, porque no quiere que nadie lo insulte o piensen mal de él y en parte, también es testigo de cómo llegó el niño y la decisión de la madre biológica. Mientras, el veterinario quiere a su secretaria a su lado, no solo por la ayuda que podrá brindar, sino por el amor que siente hacia ella, la fortaleza que puede tomar con una pequeña mirada y la tranquilidad que le ofrece una de sus sonrisas.

Federico se muere de nervios y no por lo que puede pasar con su primo, el hijo, la secretaria, que supone en cualquier momento vendrá, sino por Alma; el que se esté comunicando con su madre, la intensidad que la señora maneja y el mensaje cortante que recibió en la mañana.

No puede decir que la quiere o que ya tenga un sentimiento amoroso para con su ex paciente, pero sí puede asegurar que le interesa demasiado y la quiere conocer aún más, puesto que le pareció una mujer muy hermosa de corazón, su simpatía lo envolvió, su timidez le llamó la atención y esos ojos lo hechizaron completamente, queriendo verla cada día de su vida, así tenga que hacer un pacto con el mismísimo diablo.

Sin darse cuenta, su madre se para detrás de él y le pide una foto, cosa que acepta de inmediato, hasta la ve teclear y sonreír como tonta, pero no le da mucha importancia porque cree que la pondrá de estado; sin embargo, se la manda a su linda paciente y se escriben unos mensajes por algunas horas, donde el tema principal es el doctor.

Brandon ya sabe lo que su esposa está haciendo, así que la deja muy tranquila en su celular, yéndose con su primo Joaquín, quién ve negar con la cabeza mientras su esposa, también usa el celular y sonríe.

—¿Qué pasa?— cuestiona el mayor de todos.

—Amanda y sus cosas para casar a nuestro hijo Amadeo— dice suspirando.

—Ya verás que es la mejor idea— se defiende ella.

—¿Quién sería la chica?— indaga Brandon con curiosidad.

—Olga Hernández, la secretaria de mi hijo.— responde nuevamente la mujer, haciéndose cargo de lo que quieran opinar— Para mi suerte, ella vendrá hoy.— dice sonriendo muy, muy feliz porque cree que ha logrado semejante hazaña, sin saber la verdad que se asoma.

—Seguramente, has sido muy insistente— ríe Joaquín

—No, para nada.—niega haciendo una mueca— Solo he mandado tres mensajes recordándole esta reunión, la invitación y el gusto que le daría a Amadeo de que llegase a estar aquí.

—A decir verdad, sí son pocos los que has enviado, porque conociéndote es obvio que mandarías más.

—Eso es un poco raro— admite Brandon.

—No me interesa, tal vez no necesito decirle que debe venir para estar con mi hijo porque  también quiere hacerlo – dijo ella levantando los hombros y saliendo de allí, dejándolos solos.

Poco tiempo después, Olga llega al terreno de la mansión y llama a Amadeo para avisarle.

Él sale a recibirla y la abraza de inmediato, sin que nadie lo vea, o sí, pero ninguno de ellos lo saben todavía.

La secretaria lo ve corriendo hacia ella, para luego sorprenderse cuando debe recibirlo en sus brazos, ya que Amadeo la rodea desde los hombros y envuelve los suyos por la cintura del hermoso hombre, derritiéndose entre sus músculos, algo que siempre quiso y extrañó por algunas horas… No puede controlar la velocidad de su corazón, ni el temblor que le ha provocado semejante cercanía que su jefe ha implementado, pero le encanta este íntimo momento.

Luego, entran en silencio y saludan para subir a ‘’hablar’’ según le habían dicho a los Belmonte, aunque escuchan los inevitables comentarios pervertidos e indecorosos por parte de todos ellos, principalmente de Amanda que les gritó ‘’Quiero un nieto’’ sin saber que el sueño se le haría realidad, en cuestión de minutos.

Sin embargo, no será un recién nacido, sino un adolescente y tampoco nacerá de ella; o para mayor decepción, no subirán al segundo piso para hacer cochinadas.

Olga llega a la habitación de Theo totalmente sonrojada por la imaginación que ha empezado a volar gracias a las bromas y esos posibles escenarios, donde le puede dar duro y parejo contra la pared o en algún mueble.

Por suerte, Amadeo no llega a darse cuenta por estar en su propia nube, pero la mano de la linda secretaria en la suya, lo vuelve a la realdad.

—¿Qué?— cuestiona él sin saber qué sucede, pero todavía con sus manos unidas, las aprieta un poco para sentir su calor.

—Theo— dice mirando al joven que está sentado en la cama jugando con una computadora, mientras aleja ese toque que no debió iniciar porque nuevamente tiembla como una hoja.

El chico la mira y deja todo de lado para correr hasta Olga, abrazándola en un acto que calma los tres corazones.

—Por favor, no me dejes solo hoy— ruega él, haciendo sentir mal a la mujer y también a su padre porque sí, lo dejó totalmente solo, con una empleada que lo alimentó y lo ha entretenido hasta que su secretaria llegara.

—No, cariño. Estaré contigo hasta que duermas y si no te saco de aquí, pero debes saber que la familia de tu padre, te va a amar desde el primer segundo que bajes las escaleras –le aclara la situación creyendo que Amadeo no se dio esos minutos para contarle de los Belmonte. —¿Sabes que son buenos, amorosos, simpáticos, solidarios y profesionales?— cuestiona al menor para obtener la respuesta que sospecha.

—No, Olga— responde con duda.

La secretaria mira a su jefe y arruga el entrecejo culpándolo de que el niño le tenga miedo a conocer la gran cantidad de personas que está abajo.

—Tranquilo, te van a amar, así como yo— lo consuela ella y consigue que él sonría, aunque sin darse cuenta, porque Amadeo está detrás de ella; también lo hace.

—Quiero conocerlos— admite Theo.

—Entonces, tenemos que bajar— ella le guiña el ojo y le da un beso en la cabeza, mientras recibe otro abrazo de su pequeño.