Curvas Del Corazón

Juliette se encontraba en la sala de emergencia, revisando los resultados de unos exámenes. Mientras hojeaba los documentos sin prestar mucha atención, escucho su nombre y levantó la mirada.

Ante ella, en el mostrador, se encontraba una mujer alta, delgada y bella. Era la doctora Fiorella, una figura imponente con una sonrisa encantadora.

- Disculpa, ¿Eres la doctora Di Marco? - pregunto Fiorella con amabilidad.

Juliette asintió, sintiéndose algo nerviosa, sabía quién era Fiorella por lo que le había contado Elizabeth, pero como estuvo fuera del hospital 1 mes no se habían cruzado.

- ¡Hola! Soy Fiorella Grimaldi - dijo Fiorella, extendendo la mano hacia Juliette.

Juliette estrecho su mano, tratando de ocultar su sorpresa.

- Encantada. Soy Juliette Di Marco. Residente de la sala de emergencia.

- Leonardo me ha hablado mucho de ti - continuo Fiorella con una sonrisa. - Me ha dicho cosas maravillosas de ti.

- Ah, ya veo - dijo Juliette tratando de ocultar su incomodidad.

- Me alegra conocer a la mujer que ha capturado su corazón.

Juliette se sintió más incomoda ante la elogiosa conversación, y más ante lo que acababa de decirle Fiorella.

No sabía cómo reaccionar.

- No entiendo a que se refiere - le dijo Juliette

- ¿En serio?

- Si, entre el doctor Cappelletti y yo no hay nada, creo que está confundida.

Mmmm con que Leonardo aún no le ha hablado de lo que siente, pensó para si misma Fiorella.

El ambiente se tenso aún más cuando, en ese precio momento, Leonardo entro en la sala de emergencia. Su presencia agrego una capa adicional de nerviosismo a la situación ya cargada.

- ¡Hola, Juliette! ¿Que haces aquí? - dijo Leonardo con sorpresa al ver a Juliette junto a Fiorella.

- Solo revisando unos resultado de unos exámenes doctor.

Leonardo miro a Fiorella con curiosidad.

- Y tú, Fiorella, ¿qué haces aquí?

Fiorella sonrió con confianza.

- Estoy trabajando, Leo. Recuerdas, que soy médico en este hospital también. - respondió Fiorella con naturalidad.

El silencio se instaló en la sala, cargando de tensiones no expresadas, Juliette y Fiorella intercambiaron miradas breves, cada una evaluando a la otra, mientras Leonardo trataba de comprender la dinámica entre ellas.

- Leo, deberíamos ir a beber algo al terminar el turno - propuso Fiorella, tratando de romper la incomodidad - ¿Qué dicen ustedes dos?

- No, lo lamento. Aún no puedo tomar alcohol, aún estoy tomando mi tratamiento. Y si me disculpan debo seguir atendiendo a mis pacientes. - Se disculpó Juliette, y se retiró para seguir trabajando.

Leonardo tomó a Fiorella del brazo con delicadeza y le pidió que fueran a su consultorio.

Entraron y cerraron la puerta.

- Pero, ¿qué tratabas de hacer? - le pregunto algo molesto a Fiorella.

- Nada, solo quería conocer a la mujer que puso romper las barreras de ese corazón, conocer a mi rival.

- ¿ Rival? - le pregunto Leonardo algo confundido.

- Si, rival. Sé que te gusta ella, y yo te dije que regrese por ti. Así que es mi rival. Aunque debí decir que me cayó bien, parece una buena chica.

- Lo es, pero por favor, detente - le dijo Leonardo - ella no tiene ni idea de lo que siento.

- Si, me di cuenta de eso. Y después de hablar con ella creo que tengo mucha oportunidad de estar contigo. - le dijo, luego lo beso en la mejilla y salió del consultorio.

Leonardo quedó, en shock, nunca espero algo así. Su corazón se aceleró, camino y se sirvió un vaso con agua. Mientras pensaba, en que Fiorella siempre lo sorprendida. Nunca sabía qué esperar de ella.

Ya era la hora de salida, y Fiorella y Leonardo caminaban fuera del hospital.

- Cuando saldo del hospital contigo, los recuerdos vienen a mi. Cómo de cuando estabas empezando y éramos dos jóvenes residentes. Teníamos tanto que aprender, comeríamos tantos errores, todo era difícil para nosotros.

Leonardo la escuchaba y sonreía.

- Y, ¿qué piensas ahora? - le pregunto Leonardo.

- Que aunque estamos tú y yo aquí en el mismo hospital, en la misma sala de emergencia, todo es tan distinto.

Así siguieron caminando hasta llegar al lugar donde siempre. Iban a tomar algo después del trabajo.

Se sentaron en la barra, y pidieron lo mismo de siempre.

- Bueno, colega brindemos. - dijo Fiorella con una sonrisa.

- Y ¿por qué brindamos?

- Porque la vida siempre trae sorpresas.

Leonardo la miraba tratando de entender a qué se refiere.

- Dime Leo, ¿Hoy te sorprendiste?.

- ¿Por qué?

- Porque me viste hablando con ella hoy.

- Y eso, que importa. Nuestra relación es laboral.

- La verdad es que sé que tú quieres que deje de ser laboral, pero no sé si ella también quiera. - dijo Fiorella tomando un sorbo de su copa - Si me preguntas, aunque te sigo queriendo y tal vez no sea correspondida, deseo que seas feliz, que te cases y puedas formar una familia.

Leonardo bajo su copa y la miro fijamente

- Fiorella, Si siento algo por Juliette, lamento lastimarte con esto. Pero no sé si estoy listo para dar ese paso. Talvez por eso no he tenido el valor de declararme.

Fiorella bajo la mirada y luego con una pequeña sonrisa le dijo

- No me decepcionas, cuando tome la decisión de irme, sabía todo lo acarrearía con esa decisión. Yo, más bien lamento haberte lastimado tanto que tengas temor a dar ese paso.