Los Ecos De Dorian O'Brien

Syra estaba en medio de una conversación con Qiū Líng, su lobo de confianza. Los dos se encontraban en el bosque, rodeados de la tranquilidad que solo la naturaleza puede ofrecer. De repente, el sonido de pasos apresurados rompió el silencio. Al levantar la vista, vio a su nuevo tutor, el Señor Lohg, corriendo hacia ellos con un pergamino en la mano.

"Señor Lohg! ¿Qué hace aquí?" Syra se levantó, sorprendida por su aparición inesperada.

El Señor Lohg se detuvo, jadeando. "Syra, llegó un pergamino para ti," dijo, extendiendo el pergamino hacia ella.

Junto con el pergamino, había un pedazo puntiagudo de madera y una fina capa blanca. Era una combinación de troncos en aquel puntiagudo pedazo de madera, que medía 15cm de largo y 12 de ancho.

Syra tomó el objeto y lo examinó de cerca. "Es parecido a la varita de Dorian," pensó. Dorian era un mago conocido por su habilidad para manipular la madera y su varita era famosa en todo el reino.

Syra miró al Señor Lohg, su expresión llena de preguntas. ¿Quién le había enviado esto y por qué? ¿Qué significaba ese objeto? Pero antes de que pudiera preguntar, el Señor Lohg le dio una sonrisa tranquilizadora.

"Todo a su debido tiempo, Syra," dijo. "Por ahora, creo que es mejor que leas el pergamino."

Y así, con el misterioso objeto en sus manos y un pergamino por leer, Syra se preparó para descubrir lo que el destino tenía reservado para ella.

Syra, con el pergamino aún en sus manos, giró hacia la dirección de la voz, sus ojos se iluminaron al ver a Cairo corriendo hacia ella. La emoción de su amiga era tan palpable que se podía sentir en el aire. "¡Cairo!" gritó Syra, su sonrisa se ensanchó al ver a su amiga acercándose.

El viento jugaba con los cabellos de ambas niñas mientras Cairo finalmente llegaba hasta Syra, jadeando y sonriendo de oreja a oreja. "¡Lo logré, Syra!" exclamó Cairo, su voz resonaba con puro júbilo. "¡Voy a ir a la escuela!"

Syra, aunque sorprendida, no pudo evitar sentirse tremendamente feliz por su amiga. En 1957, en un mundo donde las niñas recién comenzaban a tener la oportunidad de recibir educación formal, esto era un logro monumental.

"¡Eso es increíble, Cairo!" respondió Syra, su risa se mezclaba con la de su amiga. "¡Estoy tan orgullosa de ti!"

Cairo, aún sin aliento, asintió con entusiasmo. "¡Gracias, Syra! Tú me has ayudado mucho con las tutorías. ¡No habría podido hacerlo sin ti!"

Las dos amigas se quedaron allí, riendo y celebrando el logro de Cairo. El pergamino que Syra sostenía en sus manos ya no parecía tan importante. Por un momento, todo lo que importaba era la alegría de su amiga y la promesa de un futuro brillante.

Más tarde, cuando la noche envolvía el mundo con su manto oscuro, Syra se adentró en su habitación con el pergamino en sus manos. La luz de una lámpara tenue iluminaba la habitación, creando un ambiente misterioso y lleno de expectación.

Con cuidado, desenrolló el pergamino y comenzó a leer las palabras escritas en tinta negra. Cada letra parecía cobrar vida ante sus ojos, y Syra no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda.

"Sabemos que has tenido encuentros con la magia", decía el pergamino. Las palabras resonaron en la habitación, llenándola de un aura mágica. Syra se preguntó cómo podían saber sobre sus habilidades, ya que había mantenido su conexión con la magia en secreto.

El pergamino continuaba, mencionando lo inusual que era que alguien tan joven como ella pudiera dominar la magia con tanta rapidez. Syra se sintió halagada y a la vez intrigada por el conocimiento que los remitentes tenían sobre ella.

"Te queremos encontrar en la estación de Belfast Great Victoria Street", continuaba el mensaje, instándola a reunirse con los directivos de la Academia Rivern. La dirección era desconocida para Syra, y nunca había oído hablar de esa academia antes.

Syra se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras del pergamino se hundieran en su mente. Pensó en las posibilidades y en las preguntas que surgían en su interior. ¿Quiénes eran estos directivos? ¿Qué sabían realmente sobre su conexión con la magia? Y, lo más importante, ¿debía confiar en ellos?

La curiosidad y la sed de conocimiento comenzaron a arder en el corazón de Syra. Aunque sentía una mezcla de emoción y aprensión, la idea de descubrir más sobre su propio poder y potencial la empujaba hacia adelante.

"¡Nunca escuché sobre esa academia!", murmuró en voz baja, su mente llena de preguntas y su corazón lleno de intriga.

Syra sabía que esta era una decisión importante, una que podría cambiar el curso de su vida. Pero también sabía que la oportunidad de explorar su conexión con la magia y descubrir quién era realmente valía la pena.

Con determinación en sus ojos, Syra tomó una decisión. Se prepararía para el encuentro en la estación de Belfast Great Victoria Street y se adentraría en el mundo desconocido de la Academia Rivern, lista para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.

Al día siguiente, Syra llegó a la estación de Beilfat Grey Victorian Street llena de expectación y nerviosismo. Miraba a su alrededor, tratando de identificar a los directivos de la Academia Rivern entre la multitud. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, unas grandes manos la agarraron por la boca y la arrastraron a un lugar apartado.

El miedo se apoderó de Syra y, sin pensarlo dos veces, luchó por liberarse. Mordió la mano del desconocido mientras gritaba desesperadamente. "¡Arthur, Arthur, suéltala!" se escuchó la voz de una señora mayor, y en ese momento, el agarre se aflojó.

Syra se encontró cara a cara con la señora mayor y se dio cuenta de que había otras 14 personas mirándola directamente. La confusión y el temor aún llenaban sus ojos mientras trataba de recuperar el aliento.

La señora mayor, con una expresión de disculpa en su rostro, se acercó a Syra. "Usted es Syra Dunne Walsh, ¿verdad?" preguntó con cautela. Su voz era suave y tranquilizadora, lo que ayudó a calmar los nervios de Syra en cierta medida.

Syra asintió, todavía un poco desconcertada por la situación. "Sí, soy Syra. ¿Quiénes son ustedes? ¿Y qué está pasando aquí?"

La señora mayor suspiró y le tendió una mano amablemente. "Perdón por el susto, Syra. Mi nombre es Evelyn y somos los directivos de la Academia Rivern. Lo siento mucho por el malentendido. Estábamos preocupados por tu seguridad y queríamos asegurarnos de que fueras realmente tú".

Syra, aunque aún se sentía inquieta, aceptó la mano de Evelyn y se levantó del suelo. Miró a los demás directivos, quienes parecían igualmente apenados por la situación.

"Entiendo su preocupación, pero ¿por qué me llevaron así? ¿Por qué no simplemente se acercaron y me hablaron?" preguntó Syra, tratando de comprender lo que estaba sucediendo.

Evelyn asintió comprensivamente. "Lo siento mucho, Syra. Fue un error de nuestra parte. Pensamos que sería mejor asegurarnos de tu identidad antes de revelar nuestra verdadera intención. Queremos ofrecerte una oportunidad única en la Academia Rivern, donde podrás desarrollar tus habilidades mágicas y aprender más sobre tu potencial".

Syra se quedó en silencio por un momento, procesando toda la información. Aunque el comienzo había sido turbulento, la idea de una oportunidad para crecer y aprender más sobre la magia seguía siendo atractiva para ella.

Finalmente, Syra miró a Evelyn y a los demás directivos y dijo con determinación: "Estoy dispuesta a escuchar lo que tienen que decir. Pero por favor, asegúrense de que no haya más sorpresas desagradables".

Los directivos asintieron solemnemente, reconociendo su error. Juntos, se dirigieron hacia un lugar más tranquilo para que pudieran explicarle a Syra en detalle lo que la Academia Rivern tenía reservado para ella.