— Melisa espera. — La llamé pero me ignoró. — Melisa por favor. — Tomé su brazo. — Tú sabías que ésto podía pasar. — Ella me observo y negó con la cabeza. Luego jalo su brazo.
— ¿Qué sabía? ¿Qué sólo me veías cómo la opción de repuesto? ¿eso debo saber?
— Eres mi amiga, mi socia.
— Yo quería más. Y tú, me has cambiado por una colegiala. — Dijo con rabia.
— No te cambie, entré tu y yo nunca ha habido nada.
— ¡Por qué tú no has querido! — Gritó con desesperación. — Pero siempre has sabido de mis sentimientos por ti. — Sus ojos se pusieron llorosos. — Te has comprometido con una niña de 21 años, la pregunta es por qué. ¿La amas? ¿o es que te casas con ella para que te dé su virginidad?
— No sé de qué hablas.
— Te escuché hablando con Ramiro. Dijiste que es la primera vez que conoces a alguien virgen con esa edad y belleza.
— No es lo que piensas. ¿Creés que me casaría con ella por una razón tan tonta?
— No lo creó. Si esa fuera la razón te habrías casado conmigo hace mucho tiempo
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¡Por qué eres tan estúpido!
Días después Ramiro da con el paradero de Emily, se lo informa a Diego y este no tarda en ir hacia ella. Cuando se encuentran el la abraza y besa. Aunque Emily lo evade.
— No debiste buscarme. Yo no quería que me encontrarás.
— Lo nuestro no puede terminar así.
— No soy digna de ti.
— ¿Por qué no?
— Sabes bien el por qué.
— No. Yo lo único que se es que te amo. Te amo y quiero que seas mi esposa.
— ¿Y lo que pasó esa noche?
— No me importa lo que pasó. No fue tu culpa.
— Si lo fue. Yo debí entregarme a ti desde hace mucho. Te amo y no tenía por qué esperar.
— No pienses en eso. Todavía podemos ser felices.
— No seré feliz mientras el culpable no reciba su castigo.
— La policía está investigando. El culpable pronto estará tras las rejas.
— Yo no lo creo así. No puedo vivir tranquila sabiendo que ese criminal anda por ahí.
— Te prometo que haré todo lo que está en mis manos. No voy a escatimar en gastos. Por favor, regresa conmigo.
— Dame tiempo. No es fácil superar lo que pasó.
— Vamos a superarlo juntos. Ven a mi casa. Te cuidaré bien.
... Días después, por la tarde, Benavides encuentra a Melisa y Roberto en el restaurante de Ariana.
— Qué agradable sorpresa. — Saluda a ambos. Aunque Roberto no tiene nada en su contra, si le molesta un poco su presencia.
— Buenas noches señor Benavides. ¿Cómo está? — Pregunta Melisa.
— Ahora que te veo mejor. ¿Puedo invitarlos a cenar?
— No es posible. Mi novia y yo estamos hablando de cosas importantes.
— Es una pena. No interrumpo más. Con permiso.
— Propio. — Dicen ambos.
— ¿Hablando cosas importantes? — Acababan de llegar. Y ninguno había dicho gran cosa.
— Debo decirte algo, sobre Emily.
— No me interesa nada sobre esa tipa. — Melisa no quiere saber nada de ella y menos de Diego.
— Esto si. Estuve investigando y...
— Roberto, en serio. No quiero saber nada de ella.
— Aunque no quieras. Es importante que sepas esto. Por favor escúchame.
— Bien. Lo haré por cortesía. Por qué en serio no me interesa.
— Emily no es la víctima que Diego creé. — Melisa no comprende.
— Explícate bien.
— Ella antes de Diego tenía un novio, el fue quien la secuestro. Y ella en su testimonio dijo que no sabía quién había sido.
— ¿Ella planeó todo?
— Es lo que sospecho. Seguramente no era la mujer pura que Diego creía, y para no ser delatada se inventó ese cuento del secuestro. — Melisa siente una carga menos encima.
— Desde que la conocí supe que era una hipócrita, pero no imaginé que también tenía una mente enferma.
— Hay algo más...
— No podré digerir mi comida si me cuentas algo más. Por favor, no me des más detalles.
— Está bien. Pero si se los daré a Diego. Tiene que disculparse por lo que hizo.
— No me interesa su disculpa... No quiero volver a verlo nunca.
— ¿Lo dices de verdad?
— Nunca le voy a perdonar esas bofetadas que me dió. Incluso si sabe la verdad, dile que no me interesa su disculpa. Qué este lejos de mi. — Roberto ve a una Melisa muy decidida. Ahora está seguro de que el amor que antes sentía por Diego, está desapareciendo o tal vez ya desapareció.
— Lo haré.
... Al día siguiente Roberto va a la oficina de Diego, le pide permiso para entrar y al recibirlo le cuenta lo que sabe. Diego en lugar de creerle se enoja muchísimo.
— ¿Cómo puedes inventar algo así?
— No estoy inventando nada. Tengo pruebas.
— Pruebas falsas. Seguramente Melisa te mando. ¿Ella no se cansa de dañar mi vida.?
— ¡Por qué eres tan estúpido! — Roberto grita lleno de frustración. — Siempre la culpas de todo.
— Por qué siempre tiene la culpa.
— No es así. ¿Emily te contó que fue su ex el que supuestamente abuso de ella?
— ¿Qué?
— Esa mujer a la que ves llena de nobleza, no es más que una mentirosa.
— No hables así de mi prometida. Te lo prohíbo.
— Bien. No hablaré mal de ella. Pero te prohíbo que te acerques a Melisa. Y si por alguna razón, no me importa cuál sea la vuelves a golpear. Te corto las manos. ¿Entendiste? — Ambos se ven llenos de odió. Diego no responde, Roberto se cansa de esperar una respuesta y se va. Apenas sale Diego se va a casa y habla con Emily.
— ¿Viste al hombre que abuso de ti?
— Estabas en el hospital ese día. Escuchaste lo que le dije a la policía.
— Yo ya se quién fue.
— ¿Quién? — Pregunta ella nerviosa.
— Tu ex novio.
— ¿Qué? — Ella finge sorpresa. — ¿Fue el? — Unas lágrimas bajan por sus mejillas. — ¿Cómo pudo hacerme eso? — Ahora se altera. Diego se preocupa al verla conmocionada y la abraza.
— ¿De verdad no sabías?
— ¿Cómo podría? El y yo terminamos cómo amigos. Nunca imaginé que sería capaz de hacerme algo así. — Emily llora sobre el pecho de Diego. — ¿Ya está en la cárcel?
— Todavía no.
— ¿Cómo supieron que era el?
— Alguien cercano a mi investigo por su cuenta.
tan linda asustada parece una niña.
afortunadamente su Rodrigo estará ahí siempre.
ya se están destapando las ollas podridas falta que Roberto el hombre perfecto pele el cobre y demuestre lo que es.
pero está enamorándose de Rodrigo.
Y que bien que el la proteja cuide y respete.