Rafaela Cameron era hija del mayordomo y la cocinera de los señores, seducida por el hijo mayor, Matheus, se entregó completamente. El joven CEO la expulsó de su casa cuando ella llegó diciéndole que estaba embarazada de dos hijos suyos, él se negó a reconocerlos, diciendo que ella solo estaba intentando hacer el famoso golpe del vientre. Hoy, Rafaela trabaja en una de las empresas rivales de la suya, tiene un cargo digno y cría a sus hijos lejos de aquel que debería ser el padre. Matheus, aún de lejos y negándose a seguir la vida de sus hijos de cerca, siempre está al tanto de cada detalle de aquellos que ya heredan todo lo que es suyo. Una evaluación médica fue suficiente para que un corazón de madre dejara de lado la promesa hecha un día y se humillara a los pies del padre de sus hijos, ¿será esta la oportunidad para que Matheus rogue perdón por lo que hizo en el pasado?
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Capítulo 24
MATÍAS...
La expresión de Natan no delataba nada, ni buena ni mala noticia. Me pregunto por qué está actuando así.
— Vamos, dilo ya... — dice Rafa apretando mi mano.
— El director nos escuchó atentamente, revisó la habitación de Pedro y llegó a una conclusión... — hace una pausa dramática, creo que probando nuestra resistencia — hemos programado la cirugía de Pedro para el viernes.
Rafa se lanza a mis brazos llorando, yo también la abrazo emocionado, gracias a Dios nuestro hijo va a ser operado, nos quedamos abrazados durante mucho tiempo, Natan incluso ya se ha marchado de la habitación.
— Él va a estar bien... mi bebé va a estar bien...
— Sí, amor, va a estar bien...
Ella se separa de mi abrazo y se acerca a nuestro hijo, lo llena de besos, yo observo la escena y la grabo en mi mente. Nos quedamos en la habitación aproximadamente una hora, el doctor Kilian aparece cuando decidimos buscarle para que nos oriente acerca del procedimiento preoperatorio.
— Hola, ya íbamos a buscarte — digo cuando entra en la habitación.
— Preferí pasar primero por aquí. Clark pensó que sería mejor hablar en su despacho — asentimos y le seguimos, en cuanto llegamos a la oficina de Natan, nos invita a sentarnos — vamos a hablar sobre los procedimientos a seguir.
Ambos médicos comienzan a explicarnos paso a paso cada etapa de la cirugía, desde el preoperatorio hasta el post-trasplante de médula ósea, noto que Rafa escucha con atención cada detalle.
Cuando terminan de explicarnos todo, les damos las gracias y volvemos a la habitación de Pedro, él está despertando, así que me despido y voy a la joyería, todavía tengo una reunión antes del almuerzo.
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La semana transcurre rápidamente, hoy ya es jueves, Rafa ha dormido en el hospital desde el martes, pero hoy, yo dormiré aquí, así será más práctico para mañana. Llego al hospital y Rafa se está preparando para irse, ya pasé por la escuela y traje a Ana, Igor y Flavia, ya que querían desearle buena suerte en la cirugía.
— ¡Buenas tardes! — saludo entrando, beso la frente de Rafa y también doy un beso a Pedro — hola, campeón.
— Hola, papá...
— ¿Cómo te sientes hoy?
— Con miedo... — responde apenado.
— Papá, ¿va a doler? — pregunta Ana, abrazada a su hermano.
— No, hija, tu hermano va a dormir todo el tiempo, no se va a enterar.
Los abrazo a los dos y los cubro de besos, los amigos también piden subir, así que los acomodo en la cama. Se quedan un buen rato en silencio, simplemente abrazados, y sólo en ese momento me doy cuenta de cuán puro es su lazo de amistad, la forma en que Igor acaricia a Ana, los ricitos que Flavia hace en el cabello de Pedro...
— Es hora de irnos, trío... — dice Rafa con un dejo de tristeza.
Tomo a Ana y a sus amigos, y los bajo de la cama, después de que cada uno deja un beso en Pedro.
— Hasta mañana, hijo — Rafa lo besa y le seca unas lágrimas — no llores, amor, mamá vendrá temprano, ¿vale? — él asiente con la cabeza, los acompaño a la puerta de la habitación.
— Llámame si pasa algo — asiento — hasta mañana, Mati — deja un besito en mis labios y se aleja.
Después de que ella se va, me quedo unos minutos intentando asimilar, ¿cómo un simple beso puede hacerme sentir así? Salgo del trance con Pedro llamándome.
— Papá.
— O... Hola, hijo.
— ¿Por qué no vives en casa?
Me acerco lentamente y me siento a su lado, tomo sus manitas y trato de pensar en una respuesta sincera, pero que no sea tan... brusca, porque... ¿cómo le diría a mi propio hijo que lo rechacé cuando supe de su existencia?
— Tu mamá te enseña a ser un buen chico, ¿verdad? — asiente con la cabeza — a tratar bien a las niñas, a respetarlas, ¿no es así? — vuelve a asentir.
— ¿Papá no trataba bien a mamá? ¿No la respetaba?
— Todo lo contrario, hijo... Papá siempre ha hecho todo eso... Pero... Cuando tu mamá dijo que... que tú y tu hermana estaban en su vientre... Yo... — Dios, qué difícil — papá se quedó en shock. Tenía miedo.
— ¿Has tenido miedo todo este tiempo? ¿Por qué?
— Porque papá hizo que mamá estuviera triste... y yo tenía miedo de hacerlos tristes también. De no saber cómo hacerlos reír...
— ¿No querías ser papá? — ahora que lo pregunta... me doy cuenta de que nadie me ha preguntado eso antes.
— No es eso, hijo. Papá sólo no... no quería equivocarse con ustedes, tenía tanto miedo de entristecerlos que...
— Te alejaste — asiento, sintiendo una enorme vergüenza por haberle revelado eso a mi hijo — pero ya no te vas a alejar, ¿verdad?
— No, hijo. No me voy a alejar más.
Lo abrazo y pronto siento cómo se relaja y se duerme. Continúo acariciando su cabello hasta quedarme dormido también.
