"Me cruce por su camino una vez... Solo una vez. ¿Suerte, casualidad o destino?. No lo sé. Pero desde que eso ocurrió conocí al hombre que cambio mí vida..."
Renzo Leone (27 años) es un poderoso mafioso de Grecia: Inteligente, despiadado, sin corazón y frío asesino, todo eso se oculta detrás su fachada de ángel hermoso. No dudo el matar a sus enemigos con sus manos. Inmensamente temido en el mundo de la mafia y aún peor que no portaba debilidades por dónde atacar, logro poner su apellido por encima de todo el mundo tanto así que cualquiera temblaba la oírlo.
Melina Brown (20 años) una dulce joven introvertida de EE.UU que vive bajo la maldad de su mamá, quien la odia por ser hija de una infidelidad de su parte hacia su marido. Con la culpabilidad de haber arruinado la vida y el matrimonio de su madre, jamás presto atención al hecho que estaba siendo vigilada sino hasta muy tarde. Su verdadero padre hará su aparición cuando intenta rehacer su vida.
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24. VUELTA
MELINA
Peino el hermoso cabello ondulado de mí niña. Evangelina es lo más lindo de la vida, es muy tierna, dulce e inteligente. Es lo único que me quedo de Renzo.
Kate está junto a mí, limpiando la cocina.
–. ¿Tienes idea del miedo que sentí, Eva? –le pregunto–. Desapareciste en segundos.
–. Solo quería fiores para ti, mamá –dice–. Perdón.
–. De ahora en adelante no volverás a salir a ningún lado sin mí o sin tus tías, abuela o sin nana –le digo–. ¿Si?.
–. Está bien, mamá –me respondió–. Pero esos hombres me llevaron de vuelta al negocio.
–. ¿Que hombres? –pregunto–. Nana me contó algo pero no mucho.
–. Eran tres, uno de ellos era muy lindo –dice con toda su inocencia–. Tenía ojos azules como los míos, mamá. Se llama, aaamm... Renzo. Si, Renzo.
Me sobresalto al escuchar ese nombre. ¿Renzo?, no puede ser Renzo hay miles que tienen ese nombre.
Kate me miró también nerviosa.
–. Y... ¿Sus amigos como se llaman, sobrina? –le pregunto Kate.
–. Eran... Michel y Sias –dijo.
–. ¿No será Mitchel y Silas, hija? –pregunto nerviosa.
–. Si, así se llamaban, mamá –se giro para mirarme–. ¿Cómo sabes? ¿Ya los conociste, mami?.
La mire a sus ojos azules, iguales a los de Renzo. Él ha vuelto a Nueva York, y se encontró con Evangelina.
Kate se llevó a Eva a dormir unas horas después, yo aún estaba en shock. ¿Que voy a hacer ahora?.
–. Amiga calma –dice–. No sabe que es su hija.
–. ¿Y si se vuelven a encontrar? –le pregunto–. ¿Que tal si... Estoy con ella esa vez?.
–. ¿No crees que es momento de hablar con él? –me mira apenada–. Ya han pasado cuatro años.
–. No lo sé, escucha... Renzo es de la mafia –susurro–. Con una hija es muy peligroso.
–. Y si se enteran de que es su hija sin que él sepa –suspira–. No estará protegida y la usarán para llegar a Renzo.
–. No sé que hacer –paso mis manos por mí cara–. Él mismo me dijo que no había amor solo deseo, quizás en estos cuatro años encontró a alguien más a quien ame... No puedo aparecer con una hija y arruinar su vida.
–. ¿Y eso que? –exclama–. Debes decirle, sino quiero hacerse cargo entonces... Ya no hay nada que hacer. Pero ahora...
–. Lo sé –suspiro–. Pero no sé cómo hacer.
–. Todo pasará como tenga que pasar –me anima–. No te estoy obligando.
–. Lo sé, amiga –tomo su manos–. Lo sé.
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26 DE SEPTIEMBRE DE 2.026
• CAFÉ/PASTELERÍA "ÁNGEL" •
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Evangelina me ayuda a acomodar las mesas, acabamos de abrir. Todos nos conocen desde que Eva era una bebé de unas semanas de vida.
–. ¿Podemos traer más fiores, mamá? –me pregunta.
–. Podemos ir mañana, cariño –le acaricio la mejilla–. ¿De acuerdo?.
–. Está bien, mami –me besa la mejilla–. ¿Puedo comer un pastelito?.
–. Claro que sí, mí amor –le sonrío–. Anda ve a tomar uno.
Corre hacia el mostrador y toma un pastelito de chocolate. Se sienta en una sillita y come.
El día pasa y se asoma la tarde. Eva entra corriendo a la tienda.
–. ¡MAMI! –me llama–. ¿Podemos darle de comer a Manchita?.
–. ¿Quieres llevarlo a casa, mí amor? –le pregunto.
–. ¿¡De verdad mami? –pregunta emocionada–. ¡SI, CLARO QUE SI MAMI!.
–. Bueno, voy a buscar la comida para llamarlo –le sonrío–. Ve a llamarlo pero no te alejes de aquí. ¿Si?.
–. Está bien, mami –dice y se asoma a la puerta.
Voy a la parte de atrás de la tienda y saco la bolsita de alimento que llevo para dar de comer a Manchita, hace unos días lo encontramos vagando solito, entonces lo alimentamos viene siempre antes de que cerremos.
–. ¡MAMI! –Eva me llama–. ¡VEN MAMI!. Mira quién vino.
Seguro es Kate o Florencia que siempre vienen, trabajan juntas en un tienda aquí a la vuelta.
Tomo la bolsita de comida y mí bolso. Empiezo a salir de la cocina y llego donde ellos.
–. ¿Son tus tías, mí amor? –le pregunto.
Levanto la vista y me detengo en seco... Renzo. Nos miramos, él igual de sorprendido que yo.
–. Mami... Él es el señor Renzo –dice con su inocencia–. Él señor que me trajo, te hablé de él ayer.
Renzo mira a Eva y luego a mí, como si ya comprendiera el lazo que nos une a ambos... Nuestra hija.
–. Hermana, llega... –Florencia se queda helada–. Ay mierda.
–. ¡TÍA FLORENCIA, TIA KATE! –Eva salta a sus brazos.
–. Hola, preciosa –dice Kate y me mira–. ¿Meli..?
–. Aaamm... Vamos a... –Mitchel mira a las chicas–. Vamos a dejarlos hablar.
Kate carga a Evangelina en brazos y la saca se la tienda. Nos quedamos solos, Renzo y yo mirándonos.
–. Renzo, yo... –trago saliva–. Escucha.
–. ¿Es mí hija? –pregunta interrumpiendo–. Eva. ¿Es mí hija?.
–. ¿De quien más sino? –le respondo–. No sabía que hacer.
–. ¿No se te ocurrió decirme que iba a ser padre? –me mira–. Me hubieras llamado y debiste decírmelo.
–. ¿Después de lo último que nos dijimos? –cierro los ojos–. Creí que no te lo tomarías bien y me insultarías o rechazarías a Eva.
–. ¿Cómo crees que yo haría algo así? –me mira tristemente.
–. Dijiste que tu mundo no era para tener hijos... –respondo igual de triste–... Una familia. No podía exponerte a ti o a nuestra hija a un riego.
–. Si podíamos evitar tener hijos dije... –suspira–. Pero en caso de eso yo iba a dar mí vida para mantener a mí hija a salvo igual que a ti.
–. No puedes decirme eso luego de la última vez –niego.
Las lágrimas no tardan en salir de ambos.
–. Quiero tener a mí hija –dice–. Quiero que esté cerca de mí. Merezco eso.
–. No pienso negarte eso –lo miro–. Perdón por...
–. No te esfuerces en vano –me dice cortante.
Eva entra en la cafetería con Manchita en brazos, ambos nos secamos las lágrimas rápidamente.
–. ¡MAMI MIRA! –me dice sonriente–. Manchita vino. ¿Ya nos vamos a casa? –mira a Renzo–. ¡Mire, señor Renzo!. Este es Manchita, es nuestra nueva mascota.
Él se agacha a su altura y acaricia su mejilla con un gran cariño. Una sonrisa adornan los labios de los dos.
–. Es hermoso, linda –le dice–. Igual que tu.
–. ¿Se irá ahora? –le pregunta–. ¿Va a volver aquí?.
–. Por supuesto que si –le sonríe con emoción–. Me verás mucho a partir de ahora. ¿Que me dices?.
–. Si, así puede jugar conmigo –aplaude feliz–. ¿Cuando vendrá?.
–. Mañana mismo vendré a verte –le sonríe y me mira seriamente–. Mañana vendré.
–. Está bien, señor Leone –le digo.
–. Las llevaré a su casa –dice–. ¿Que me dices, pequeña?.
–. Sii... Sería increíble –Eva le sonríe–. Le mostraré mis juguetes y mí cuarto.
Salimos de la panadería, Flor y Kate vienen hacia mí con cara de preocupación. No nos queda otra que subir a la camioneta de Renzo con un silencio incómodo, aunque Eva le hablaba a Renzo, Mitchel y Silas sobre su gatito.
Tiene varios enemigos