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MADHOUSE

MADHOUSE

Status: Terminada
Genre:Terror / Maltrato Emocional / Médico-paciente / Enfermizo / Romance oscuro / Completas
Popularitas:744
Nilai: 5
nombre de autor: ItZunarxy

𝙱𝚒𝚎𝚗𝚟𝚎𝚗𝚒𝚍𝚘 𝚊𝚕 𝙰𝚛𝚎𝚊 𝚁𝚘𝚓𝚊, 𝚍𝚘𝚗𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚕𝚘𝚌𝚞𝚛𝚊 𝚗𝚘 𝚎𝚜 𝚞𝚗 𝚍𝚒𝚊𝚐𝚗𝚘𝚜𝚝𝚒𝚌𝚘... 𝚂𝚒𝚗𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚜𝚒𝚗𝚏𝚘𝚗𝚒𝚊.
𝚂𝚒𝚎𝚝𝚎 𝚙𝚊𝚌𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎𝚜.
𝚂𝚒𝚎𝚝𝚎 𝚒𝚗𝚏𝚒𝚎𝚛𝚗𝚘𝚜.
𝚄𝚗𝚊 𝚎𝚗𝚏𝚎𝚛𝚖𝚎𝚛𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚖𝚊𝚗𝚘𝚜 𝚜𝚞𝚊𝚟𝚎𝚜.
𝚈 𝚞𝚗 𝚑𝚘𝚜𝚙𝚒𝚝𝚊𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘 𝚌𝚞𝚛𝚊, 𝚜𝚒𝚗𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚞𝚖𝚎.
¡𝙲𝚄𝙸𝙳𝙰𝙳𝙾!
𝙰𝚚𝚞𝚒 𝚕𝚘𝚜 𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 𝚐𝚛𝚒𝚝𝚊𝚗 𝚎𝚗 𝚜𝚒𝚕𝚎𝚗𝚌𝚒𝚘 𝚢 𝚕𝚘𝚜 𝚎𝚗𝚏𝚎𝚛𝚖𝚘𝚜 𝚋𝚎𝚜𝚊𝚗 𝚌𝚘𝚗 𝚌𝚞𝚌𝚑𝚒𝚕𝚕𝚘𝚜.
¿𝚀𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚜𝚊𝚕𝚟𝚊𝚛𝚕𝚘𝚜, 𝙺𝚊𝚗𝚐? 𝙴𝚕𝚕𝚘𝚜 𝚝𝚊𝚖𝚋𝚒é𝚗 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎𝚗 𝚜𝚊𝚕𝚟𝚊𝚛𝚝𝚎... 𝙰 𝚜𝚞 𝚖𝚊𝚗𝚎𝚛𝚊.
𝙳𝚒𝚜𝚏𝚛𝚞𝚝𝚊 𝚕𝚊 𝚕𝚎𝚌𝚝𝚞𝚛𝚊... 𝙳𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚝𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚛𝚊𝚜 𝚒𝚐𝚞𝚊𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚕𝚕𝚘𝚜.

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Capítulo 23

El hospital se hundía en su quietud artificial. Un silencio peculiar, ese que no significaba paz, sino algo más inquietante. Algo expectante... Pero éso no impedía hacer lo que sabía que estaba saliendo bien.

Estaba apoyado contra la pared de su habitación cuándo llegué. No se sorprendió al verme.

Había escuchado a Kang venir desde el final del pasillo.

—¿A qué debo el honor? —preguntó, con su tono habitual, ese que siempre parecía estar a medio camino entre la burla y el aburrimiento.

—Hoy es tu turno para salir a caminar —sonreí con ligereza.

Jay no se movió de inmediato. Ladeó la cabeza, analizándome con sus ojos oscuros y siempre atentos.

—¿Me estás invitando a una cita, Kang?

—Te estoy invitando a salir —respondí con calma — si quieres llamarlo así, es tu decisión.

Jay soltó una risa baja y empujó la puerta con el hombro, avanzando sin apresurarse.

—Si lo llamo así, suena más interesante.

El hospital por la noche era una entidad diferente.

Durante el día, un lugar con rutina, con voces, con movimiento. Pero en la oscuridad, se transformaba en algo más... Vivo, o tal vez más muerto.

Todo dependía de quién lo mirara.

Jay lo veía como un laberinto siniestro, un escenario de posibilidades. Cada sombra proyectada en la pared gracias a la luna parecía alargarse de manera antinatural, cada rincón vacío parecía contener un secreto.

Y ahora, caminaba en ese escenario junto a mi.

—Esto es un poco decepcionante —comentó con su tono despreocupado — cuando dijiste que saldríamos a caminar, imaginé algo más... Romántico.

Rodé los ojos, pero no detuve el paso.

—Si esperabas velas y música de fondo, lamento decepcionarte.

Jay sonrió.

—No, pero al menos podrías habernos llevado afuera.

—Por la noche no está permitido.

—Oh, Kang... —Jay negó con la cabeza con diversión y con aquella voz ronca y profunda qué me causaba escalofríos — tienes más libertades que cualquier persona aquí, pero aún juegas bajo las reglas.

—Esas reglas son las que me permiten estar aquí —refuté.

—Pero en este lugar, las reglas no significan nada.

Giré la cabeza para mirarlo.

—Para mí, sí.

Jay sostuvo tu mirada por un segundo, evaluándome, antes de exhalar suavemente.

—¿Cuánto tiempo crees que podrás seguir así?

—¿Así cómo? —arqueé una ceja.

—Manteniendo el control.

Lo pensé, tardando un poco en responder.

—Tanto como sea necesario.

Jay sonrió.

—Eso suena como algo que diría alguien que aún no ha visto lo peor.

Lo ignoré y seguí caminando.

El pasillo estaba en penumbra, iluminado solo por las débiles luces de emergencia y la luna que entraba por los amplios ventanales, cómo la noche anterior.

El lugar tenía una presencia inquietante y aunque ya estaba acostumbrada, la sensación de estar siendo observada nunca desaparecía del todo.

Jay me seguía con pasos tranquilos, las manos en los bolsillos, como si estuviera disfrutando de la caminata más de lo que debería.

—Dime, Kang... ¿Alguna vez has sentido miedo aquí?

—No.

Jay inclinó la cabeza con curiosidad.

—¿Ni siquiera un poco?

Lo miré de reojo.

—Si tuviera miedo, no podría hacer bien mi trabajo.

—Eso no responde mi pregunta.

—¿Y tú, Jay? —contraataqué — ¿sientes miedo aquí?

Jay se detuvo por un segundo.

—No —respondió con simpleza.

—¿Nunca?

Jay sonrió, pero esta vez su expresión fue más cerrada.

—El miedo no me sirve de nada.

No insistí. En cambio, doblé por un pasillo menos iluminado, consciente de que Jay continuaba cerca.

Caminaba a su propio ritmo, sin apurarse, sin dejar que dictara el paso de la conversación.

—Kang... —su voz salió suave, casi despreocupada — ¿por qué haces esto?

—¿A qué te refieres?

—Estos paseos —giró la cabeza para mirarme — sé que tienes buenas intenciones, pero no puedes creer realmente que caminar en la penumbra con un grupo de psicópatas vaya a cambiarnos.

Sonreí apenas, manteniéndome firme.

—No lo hago para cambiarlos, lo hago para conocerlos.

Jay se detuvo por un momento, observándome con una expresión críptica, casi divertida.

—¿Y qué es lo que crees que has descubierto de mí?

Sostuve sus ojos oscuros sin vacilar.

—Que te gusta jugar con la verdad. Que disfrutas empujar a la gente a los límites, solo para ver si se quiebran.

Jay arqueó una ceja, como si realmente le sorprendiera mi respuesta.

—Eso es bastante acertado. —hizo una pausa antes de agregar —: pero dime, Kang... Si sabes eso, ¿por qué sigues aquí, conmigo?

Incliné la cabeza levemente.

—Porque aún no me has hecho huir.

—Eres una mujer interesante —Jay sonrió suavemente, su tono fué bajo, casi seductor.

Seguimos caminando en silencio por un rato. Por la ventana, el viento movía las copas de los árboles y las sombras jugaban con la luz.

—Ahora es mi turno —dije mirándolo de reojo — ¿por qué aceptaste salir conmigo esta noche?

—Curiosidad —volvió a sonreír pero sin mostrar los dientes.

—¿Curiosidad por qué?

—Por ti...

Un escalofrío me recorrió los nervios, pero mi expresión continuó impasible.

—¿Qué quieres saber?

Jay se detuvo. Sus ojos brillaban en la penumbra, cargados de algo que no era del todo peligroso, pero tampoco seguro.

—¿Cuál es tu límite, Kang?

No respondí de inmediato.

—¿En qué sentido?

Jay se inclinó un poco hacia mi, sin romper la distancia, asegurándose de que sienta su presencia con más intensidad.

—En todos los sentidos.

Lo observé en silencio.

—Esa es una pregunta que no puedo responder.

Jay sonrió de lado.

—Eso significa que aún no lo has encontrado.

Exhalé suavemente, sin apartar la mirada.

—¿Y tú, Jay? ¿Cuál es tu límite?

Me analizó en silencio por un largo instante antes de responder, con una honestidad que no esperaba de él.

—Si te soy sincero... Creí saberlo.

—¿Y ahora?

Jay esbozó una sonrisa más lenta.

—Ahora no estoy tan seguro.

El silencio entre nosotros se tornó pesado, pero no incómodo. Un peso denso, de algo no dicho, de algo que flotaba en el aire.

Suspiré y retomé el paso.

—Sigamos caminando.

Jay me siguió, con su media sonrisa en los labios.

—Como desees, Aerin.

Pero mientras caminaban, la mirada de Jay nunca dejó de analizarla, de grabarse cada detalle.

Y en su mente, la pregunta persistía:

...«¿Hasta dónde puedo llevarla antes de que me detenga?»...

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Afiq Danial Mohamad Azmir
¡Da más, no te canses!
y0urdr3amb0y
Excelente, es muy bueno.
彡 Misaki ZawaZhu-!
No puedo esperar por el próximo, darnos más, gracias
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