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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:975
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 14

Minutos después...

Ariana había llegado a la cafetería con un vestido sencillo pero elegante, de un tono que resaltaba el verde brillante de sus ojos. Llevaba un maquillaje natural que la hacía ver radiante, tanto que varios clientes la miraban con admiración apenas entraba. Saludaba con una sonrisa amable, profesional, mientras se ponía el delantal y comenzaba a atender mesas con la gracia que la caracterizaba cuando estaba en su faceta más tranquila.

Por unos minutos todo fue rutina: pedidos, bandejas, charlas rápidas con los clientes. Hasta que la puerta principal se abrió y entraron Ethan y Valeria. El aire en la cafetería se volvió pesado para Ariana, como si el tiempo se detuviera.

Valeria, impecable con su vestido ajustado y labios rojos, caminaba cerca de Ethan, rozando su brazo como si fuera algo natural. Ariana tragó saliva y se obligó a mantener la compostura, girando con bandeja en mano hacia otra mesa, fingiendo no haberlos visto.

Valeria se acomodó en la silla, cruzando las piernas con elegancia exagerada. Se inclinó hacia Ethan con coquetería y deslizó un sobre amarillo en su mano.

—Aquí está todo. Movimientos en el puerto, contactos en la frontera y los nombres de los que intentan traicionarte. —Lo miró con una sonrisa astuta—. Como siempre, yo hago el trabajo sucio y tú lo disfrutas desde tu trono.

Ethan no apartó la mirada de Ariana mientras tomaba el sobre.

—Yo no disfruto, Valeria. Yo controlo. Y créeme… nada se me escapa.

Ethan tomó asiento en un rincón, con la mirada fría, imperturbable, aunque por dentro todo lo que veía en Ariana lo quemaba. Valeria se inclinó hacia él, entregándole un sobre amarillo cuidadosamente, sus labios casi rozando su oído.

—Como te dije aquí está toda la información que pediste —murmuró ella—. Pero recuerda, Ethan... tu abuelo no aceptará jamás que tú y Ariana estén juntos. Y si no cumples sus órdenes... deberás eliminarla a ella y a toda su familia.

Ethan tomó el sobre con indiferencia. Lo giró entre sus dedos mientras sus labios se curvaban en esa sonrisa oscura.

—Que mi abuelo diga lo que le dé la gana. Mis decisiones no se doblan por nadie.

—No me importa lo que quiera mi abuelo. Nunca me ha importado. Que piense lo que quiera, que mande a quien quiera... yo decido lo que hago con mi vida.

Valeria arqueó una ceja, sorprendida por el tono.

—¿En serio la quieres tanto?

Ethan bajó la voz, sus ojos clavados en Ariana al otro extremo del salón, atendiendo con su sonrisa fingida.

—No es querer, Valeria... es obsesión. Ella me trae loco, no hay día que no piense en esos malditos ojos. Mira nada más: hermosa, amable, perfecta... la única capaz de ser la madre de mis hijos. Y lo peor es que entre más me desprecia, más me consume.

Valeria rió suavemente, aunque había un destello de incomodidad en sus ojos.

—Admito que es hermosa, Ethan... pero sigue siendo tu enemiga. No deberías confiar en ella.

Él chasqueó la lengua, divertido.

—Enemiga, aliada, no me importa. Lo que sé es que esa mujer me enloquece. Y mírala… —sus labios se curvaron con una sonrisa posesiva—. Así, tal como está, es perfecta para provocarme. Perfecta para que la imagine siendo mía.

Él soltó una carcajada baja, seca.

—Y sabes, justo eso  es lo que me gusta. Esa mezcla de odio y fuego. Ariana me mira como si quisiera matarme, pero al final... sus acciones dicen lo contrario.

—Ari, ¿puedes atender esa mesa? —le pidió la compañera, apurada—. Todas las demás están llenas y eres la única libre.

En ese momento Ariana se vio obligada a acercarse.

Ella apretó los dientes, pero con una falsa sonrisa profesional tomó la libreta y fue hacia ellos.

—Buenas noches... ¿qué van a ordenar? —dijo con voz suave, aunque sus ojos ardían.

Valeria aprovechó la ocasión, inclinándose un poco hacia Ariana.

—¡Me encanta tu vestido! Y ese maquillaje tan natural... luces preciosa.

Ariana sonrió con frialdad, inclinando apenas la cabeza. Ethan, que hasta entonces había mirado hacia otro lado, levantó la vista. Por un segundo se le escapó el asombro al verla tan arreglada, tan deslumbrante. Su boca se entreabrió, como si las palabras lo hubieran traicionado, pero enseguida disimuló, girando el rostro hacia la ventana.

Ariana anotó el pedido con calma y se marchó, sin darles el gusto de una respuesta.

Apenas se alejó, Valeria retomó el tono bajo y confidencial.

—La investigación en el puerto está casi lista, pero hay un traidor entre tus hombres. Y respecto a las fotos... ella no sabe la verdad, ¿verdad?

Ethan suspiró, frotándose la sien.

—Intenté explicarlo, pero Ariana no quiso escucharme. Tal vez por eso me mira con odio.

Valeria sonrió maliciosa.

—O sea que no sabe nada... interesante.

De pronto, como si quisiera comprobar su punto, Valeria alzó la mano y acarició el rostro de Ethan con descaro. Ariana, que se había girado a mirar de reojo, sintió cómo la sangre le hervía. Dio un paso en falso y la bandeja con tres tazas de café se tambaleó, cayendo al suelo. El líquido caliente salpicó y le quemó la mano.

—¡Ay! —soltó ella con un gesto de dolor.

Otra mesera corrió hacia ella.

—¿Estás bien, Ariana? Déjame, yo limpio esto. Ve a ponerte crema, anda.

Ariana asintió, apretando los labios, y se dirigió hacia el lavabo. Mientras se ponía la pomada calmante en la piel enrojecida, Ethan la observaba desde su asiento, esa sonrisa de medio lado pintándose en su rostro.

Valeria, entre risas bajas, comentó:

—Se supone que no siente nada por ti... pero mírala. Por una simple caricia ya parece que el mundo se le vino abajo.

Ethan sonrió más amplio, esa sonrisa peligrosa y encantadora que siempre lo delataba.

—Dicen que me odia, que me desprecia... pero al final, sus acciones gritan lo contrario. Y eso, Valeria... eso me vuelve aún más adicto a ella, mas me obseciona.

---

Ariana regresó del lavabo con la mano ya cubierta de crema y el gesto perfectamente compuesto, como si nada hubiera pasado. Caminaba con la bandeja en alto, su sonrisa fingida otra vez en el rostro, pero sus ojos brillaban de furia contenida.

Ethan y Valeria conversaban en voz baja, inclinados hacia adelante, aparentando hablar de banalidades cuando en realidad discutían sobre rutas, movimientos de enemigos y un intercambio de armas que se daría en pocos días. Pero en cuanto Ariana se acercó, ambos callaron y Valeria, con un gesto teatral, soltó una risita, como si le hubiera contado un chisme divertido.

—No sé qué tanto nos mira —murmuró Ethan con sarcasmo, sin apartar la vista del café que giraba en su taza—. Su vestido, su forma de arreglarse... no parece de una simple mesera. Siempre la vi desmaquillada, con ropa simple. No sé si nos espía o si es casualidad. De cualquier forma... yo seguiré ignorándola. Aunque... —se interrumpió con una sonrisa oscura— todo de ella me provoca. Uff...

Valeria arqueó las cejas, disfrutando del juego.

—Menos mal que todo es actuado —le dijo en un susurro venenoso, —. No te confundas, Ethan, tú no me interesas. Solo cumplo mi trabajo: traer información y fingir que somos cercanos. Aunque debo decir... ella me quiere matar con la mirada. Y eso que jura no sentir nada por ti.

Ariana, desde el otro lado del salón, los veía reír y su pecho ardía. Fingió acomodar una mesa, pero sus dedos se apretaron con fuerza en el mantel.

Valeria, disfrutando de la tensión, volvió a acariciar el rostro de Ethan con descaro. Ariana, sin poder evitarlo, lanzó una mirada tan helada y feroz que varios clientes voltearon a verla. Valeria sonrió como si hubiera ganado una partida.

Cuando terminaron su café, Ethan llamó discretamente a otra de las meseras. Sacó una pequeña nota doblada y se la entregó junto a una buena propina.

—Dáselo a la señorita de ojos verdes cuando termines de limpiar esa mesa. Y dile que es de mi parte.

La chica asintió, nerviosa por la seriedad de su tono.

Minutos después, mientras Ariana terminaba de organizar la vajilla rota, la mesera se acercó y le dejó la nota encima de la bandeja.

—Es para ti... me dijeron que lo leyera solo cuando estuvieras sola.

Ariana frunció el ceño, abrió el papel y leyó las palabras rápidas, intensas, con la caligrafía inconfundible de Ethan:

"Te espero en el mirador. Ni se te ocurra faltar."

El corazón de Ariana dio un salto, entre miedo, rabia y esa atracción imposible de ignorar. Afuera, el ruido de la calle parecía apagarse, dejando solo el eco de esa cita marcada como destino.

---

La noche estaba fría en el mirador. Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos como estrellas atrapadas en el suelo. Ariana llegó con paso decidido, aunque el corazón le latía con fuerza. No sabía si había cometido un error al acudir, pero algo dentro de ella le había obligado a hacerlo.

Y ahí estaba él. Ethan, recostado contra la baranda, las manos en los bolsillos, su silueta recortada por la luz de los faroles. Levantó la cabeza al escuchar sus pasos, y una sonrisa lenta apareció en sus labios.

—Pensé que no ibas a venir —dijo, con voz grave, cargada de un tono que era mitad burla, mitad confesión.

Ariana apretó los dientes.

—No tenía por qué venir. —Hizo ademán de darse la vuelta—. Me voy.

Ethan se movió rápido, bloqueándole el camino con el brazo extendido. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que la hizo estremecerse.

—Siempre huyes... pero siempre terminas volviendo.

—No te confundas —respondió ella, clavando sus ojos verdes en los de él—. No estoy aquí por ti.

Ethan inclinó apenas la cabeza, sonriendo con ironía.

—¿Ah, no? Entonces, ¿por qué tiemblas cada vez que me miras? ¿Por qué viniste corriendo cuando viste mi mensaje?

Ariana abrió la boca para responder, pero él dio un paso más cerca. Su proximidad la envolvió, ese aroma peligroso y adictivo que siempre la rodeaba. Su mano rozó apenas su muñeca, deteniéndola con suavidad pero firmeza.

—Mírame y dime que no sientes nada —susurró él.

Ariana tragó saliva, intentando recuperar el control.

—Lo único que siento es odio.

Ethan soltó una carcajada baja.

—Ese odio... es el fuego que me alimenta.

Los segundos se volvieron eternos. El contacto de sus miradas era tan fuerte que parecía que todo alrededor desaparecía. Hasta que una voz interrumpió, cortando la tensión como un cuchillo.

—¡Ariana!

Ella se giró de golpe. Jhonar estaba allí, con el ceño fruncido, caminando hacia ellos con pasos cargados de enojo.

—¿En serio? —escupió—. ¿Me dejaste solo en el cine... para venir aquí con él?

Ethan giró lentamente la cabeza hacia Ariana, y una chispa de diversión brilló en su mirada. Murmuró para sí mismo, apenas audible:

—Así que por eso estabas tan arreglada...

Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios.

—Tú... —Jhonar se acercó, señalando a Ethan con rabia—. No sé qué juegas con ella, pero ya basta. No voy a dejar que la sigas lastimando.

Ethan lo miró de arriba abajo, su expresión se endureció, y en un segundo pasó de divertido a serio, letal. Dio un paso hacia él, su presencia imponiéndose como un muro.

—Cuidado con tus palabras, muchacho —dijo con calma helada—. No tienes idea del mundo en el que estás metiendo las manos.

Jhonar no se echó atrás, aunque su voz temblaba.

—Lo único que sé es que ella no merece estar cerca de alguien como tú.

Los ojos de Ethan chispearon, peligrosos.

—¿Alguien como yo? —repitió, inclinándose un poco hacia él, con una sonrisa gélida—. Yo soy alguien que construye imperios y destruye enemigos... mientras tú apenas puedes comprarle una entrada de cine. No compares tu sombra con mi fuego.

El silencio que siguió fue denso, cortante. Ariana, atrapada entre ambos, sentía que el aire podía encenderse con una sola chispa.

---

El aire en el mirador se volvió más denso. Ariana permanecía en silencio, con el corazón a mil, mientras veía a los dos frente a frente como si fueran depredadores midiendo fuerzas.

Jhonar, con el rostro enrojecido de rabia, alzó la voz.

—¡Ariana no puede estar contigo! —gritó señalando a Ethan—. Eres un mafioso, alguien que solo mata gente por diversión. ¿Eso es lo que eres? ¿Un asesino con dinero manchado de sangre?

Ethan sonrió de lado, sereno como siempre, con esa calma que helaba la sangre.

—Qué curioso… hablas como si conocieras mi vida.

—Lo que sé —continuó Jhonar, con voz cargada de veneno— es que todo lo que tienes no es tuyo. Es de tu abuelo, de tus padres. Si un día te dejan de apoyar… ¡no tienes a dónde caer muerto! Eres nada sin ellos.

Ethan inclinó la cabeza, su sonrisa se ensanchó con ironía.

—¿Nada? —su voz salió suave, peligrosa—. Yo construyo lealtad, mando hombres que darían la vida por mí. No necesito la herencia para tener poder... el poder soy yo.

Se inclinó un poco hacia Jhonar, su mirada oscura y penetrante.

—Y tú… eres apenas un chico con ilusiones baratas de héroe. No eres rival, ni siquiera un estorbo digno. Eres ruido de fondo en mi historia.

Ariana contuvo el aliento. Sabía que esas palabras eran como cuchillos para Jhonar.

—¡Cállate! —gritó él, dando un paso más cerca, los puños apretados—. ¡Te crees intocable, pero no eres más que un cobarde escondido detrás de tu familia y tus hombres!

Ethan rió suavemente, como si le hubiera contado un chiste.

—¿Cobarde yo? —se llevó la mano al pecho, teatral—. Qué gracioso que me digas eso cuando eres tú el que se esconde detrás de una cita de cine para sentirte valiente.

Jhonar estaba perdiendo el control, su respiración agitada, la rabia dominándolo. Y en ese instante, Ethan metió la mano en su bolsillo.

Los ojos de Jhonar se abrieron de golpe.

—¡Un arma! —gritó retrocediendo—. Te vas a arrepentir, Ethan, ¡te lo juro! ¡Te arrepentirás de todo!

Y salió corriendo sin mirar atrás, dejando solo el eco de sus pasos en la noche.

Ariana, que había estado conteniendo la tensión, soltó una carcajada repentina. Ethan sacó lentamente la mano del bolsillo, mostrando lo que tenía: un simple teléfono.

—¿En serio? —dijo ella riéndose aún más—. ¿De verdad pensó que ibas a dispararle aquí?

Ethan también empezó a reír, esa risa grave que pocas veces dejaba escapar.

—Creo que se asustó un poquito —comentó con sorna, guardando el teléfono otra vez—. No esperaba que corriera tan rápido.

Los dos rieron por unos segundos, el sonido mezclado con el viento nocturno. Pero luego, en medio de la risa, las miradas volvieron a cruzarse. Y la tensión regresó, quemando por debajo de esa aparente calma, como un fuego que no se extinguiría tan fácil.

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Continuará...

1
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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