¿Morir o vivir? Una pregunta extraña, sin duda, y una que no tuve la oportunidad de responder. El universo, caprichoso o sabio, decidió por mí. No sé cuál fue la razón de esta segunda oportunidad, de esta inesperada vuelta al ruedo. Lo que sí sé, con cada fibra de mi ser, es que la voy a aprovechar al máximo, que no volveré a cometer los mismos errores que me llevaron al final de mi primera vida. Esta vez, las cosas serán diferentes.
NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo XXIII Dolor contenido
Desperté ya entrada la tarde con un fuerte dolor de cabeza. Miré a mi alrededor y, en el sillón, vi a Lorenzo, que me observaba con una expresión de profunda preocupación.
—Al fin despiertas, amor —dijo con el ceño fruncido.
—Perdón por preocuparte. Solo me recosté unos minutos, pero se me fue la noche —respondí, con la voz aún adormilada.
Lorenzo caminó hasta la cama y se sentó a mi lado. Acarició mi mejilla con tal ternura que cada roce calmaba un poco mi angustia.
—Ahora más que nunca, estoy convencido de que debe verte un médico. Y antes de que te niegues, déjame decirte que ya concerté una cita para mañana a primera hora.
—Está bien, cariño. Iré a esa cita, solo para que dejes de preocuparte tanto —dije, aunque en el fondo sabía que lo hacía por mí.
Lorenzo me abrazó fuertemente contra su pecho, como si temiera perderme. Yo sabía que mi cansancio no era normal; se debía a los recuerdos inesperados que se estaban creando en mi mente.
—Sabes que también aceptaré ir con un psicólogo —le confesé.
Lorenzo me miró con asombro. —¿Estás segura? No quiero que lo hagas porque creas que te estoy presionando.
—Lo haré por mí. Necesito confiarle a alguien todo esto que me está pasando.
Sentir su mirada llena de preocupación me hizo un nudo en el pecho. Lo que menos quería era que él se preocupara por mí o que creyera que estaba perdiendo la razón. Pero si no me atendía, todo esto podría terminar mal. Y si esta segunda oportunidad se me estaba dando, debía aprovecharla al máximo.
Después de cenar algo ligero, volvimos a la habitación. Me quedé dormida sin mucho esfuerzo, convencida de que mi cerebro necesitaba procesar y almacenar toda la nueva información que estaba recibiendo, por eso requería más horas de sueño de lo normal.
Al día siguiente, nos levantamos temprano para la cita médica. El camino a la clínica lo hice en un silencio tenso, asustada de lo que pudieran decirme, pero segura de que Lorenzo no me abandonaría.
Apenas entramos, el olor a cloro y medicamentos golpeó mis sentidos. La atmósfera de la clínica era opresiva y, de repente, una oleada de recuerdos me invadió, haciendo que perdiera el sentido. Me sumergí en un mar de resentimiento aún más profundo de lo que había sentido antes.
Flashback
—¿Qué hacemos en esta casa? —le pregunté a mi madre mientras su auto entraba a una propiedad enorme y elegante.
—Este será tu nuevo hogar —respondió Lucrecia con una mirada siniestra.
Al entrar, nos esperaba el mismo hombre que había tropezado en la clínica y que, la última vez que intenté escapar, me había devuelto a casa de mis padres.
Los dos primeros años que viví con él fueron extrañamente tranquilos. Salía a trabajar todos los días y regresaba por la noche. Cenábamos juntos, pero casi nunca hablábamos. Poco a poco, fui ganando su confianza hasta el punto de que me dejaba salir sola y ver a mi mejor amiga, Marisol.
Un día, ella me citó en el restaurante de un hotel. Se me hizo extraño que fuera precisamente en ese lugar, pero como nunca había desconfiado de ella, asistí a la cita sin imaginar que era una trampa.
Cuando llegué, me recibió como siempre, y no tuve motivo para sospechar.
Tomé una bebida que ella pidió para mí. A los pocos minutos, empecé a sentirme mal. Marisol, con la excusa de pedir ayuda, me dejó sola. Fue entonces cuando Camilo apareció en escena y se acercó a mi mesa con una sonrisa perversa.
—Te estábamos esperando, Alma. Es hora de que cumplas con tu destino —dijo, mientras mis párpados se volvían pesados y todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas.
Cuando desperté me encontraba en una habitación que no reconocía mire a mi alrededor buscando a mi amiga, pero está no se encontraba por ningún lugar, me levanté aún un poco mareada, tome mis cosas y salí de aquel lugar. No sabía que le diría a Lorenzo pues la noche había caído y él estaría furioso.
Entre a la mansión esperando lo peor y así fue, Lorenzo estaba en la sala fumando un cigarrillo y bebiendo su acostumbrado whisky.
—Pero miren quién apareció, la mentirosa más grande del mundo—, dijo dándole una calada a su cigarrillo.
—Puedo explícate por qué llegó tarde.
—Ja, ja, ja, me vas a decir como mientras te estaba esperando aquí tú te estabas revolcando con el esposo de tú hermana— su voz cargada de odio resonó por toda la casa haciendo que está temblara desde los cimientos.
—No, eso no es así. Por favor déjame explicarte.
Lanzando el vaso que tenía en sus manos contra el piso camino a toda prisa hasta llegar donde estaba y sin mediar palabras me arrastró hasta la habitación.
—Te acuestas con ese hombre que te engaño mientras que a mí me ignoras aunque te he dado todo...— sus ojos mostraban una furia que nunca antes había visto en él.
—Las cosas no son así, te lo juro. No hice nada o al menos no con mi consentimiento.
—Deja de decir estupideces... Estoy cansado de esto, tu padre aún me debe mucho dinero y llegó la hora de cobrarlo.
Lorenzo se abalanzó sobre mi lastimándome de la manera más inhumana posible, me hizo la humillación más grande que se le puede hacer a una mujer, cuando terminó en sus ojos había arrepentimiento; sin embargo, yo no lo vi, lo único que sentía era un miedo profundo que me estaba matando.
Después de que él descargará su furia como pude me levanté de la cama y fui al baño quería borrar las huellas de esa noche aterradora, al regresar a la habitación lo encontré mirando fijamente una mancha roja sobre la cama. Él me miró queriendo decirme algo, pero al final yo solo tomé la almohada y una colcha y me fui a dormir al sillón, ese sillón que fue testigo de todas las lágrimas que había derramado.
Fin del flashback