Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.
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Capítulo 22
Los gemelos entraron, observando con detenimiento todo el lugar, esperando encontrar un desastre, ya que la misma Dalia había comentado que la casa de ese hombre era literalmente un basurero, pero para su mala suerte, no encontraron excusa para criticar su casa ordenada y limpia.
Ambos chasquearon la lengua al unísono y como si fueran dueños del lugar, se sentaron en el sofá, con la actitud de suegra metiche.
-El color de las paredes es un poco simple…
-Al sofá le faltan almohadas a Dalia le gusta retozar entre muchas almohadas…
-Las cortinas oscurecen el lugar, a Dalia le gusta que el sol ilumine la casa…
-El piso debe ser de otro color, uno más claro, a Dalia le gusta que la luz del sol se refleje hasta en las losas…
Pasaron al baño, a la habitación, incluso en la cocina y siempre le buscaban un pero para mencionar que no tenía en cuenta las preferencias de su hermana. Dalia solo sintió pena ajena ante la actitud extraña de sus hermanos, mientras que Kei parecía tomar en cuenta sus opiniones respondiéndoles que haría una remodelación completa. Dalia se llevó la mano al rostro y suspiró. Estos niños la estaban volviendo loca.
Entonces llegó la comida y ambos chicos no dudaron en mostrar su desacuerdo ante lo malo que era la comida para su hermana que le encanta la comida casera.
-Chicos – intervino Dalia – Yo sugerí la comida a domicilio, no tenía las energías para cocinar y Kei tampoco sabe cocinar.
Ante la mención de que Kei no sabía cocinar, los gemelos se cruzaron de brazos y lo miraron con una sonrisa llena de burla. Verlos hacer el mismo gesto al mismo tiempo, hacía parecer toda la situación una comedia, y no podía tomarlos en serio, pero Kei parecía tomarlos en serio y hasta parecía nervioso.
-Nosotros sabemos cocinar – dijeron al unísono – Cómo puede un hombre no saber cocinar.
-Debería ser al revés – dijo Leo, mientras que Max asentía en acuerdo.
-Sí, los hombres deben cocinar para su novia, y tratarla como una reina.
Ambos asintieron ante sus propias palabras y Dalia empezaba a erizarle la piel de sus tontos comentario, pero una vez más, Kei parecía darles la razón. Cómo no supo que Kei podría ser manipulado por dos mocosos.
-Aprenderé, tienen razón, Dalia es una reina.
-Que bien que lo entiendas – replicó Leo.
-No debes olvidar lo que dijiste – secundó Max.
-Chicos – intervino Dalia – Ya es tarde, seguro no han comido, ¿Por qué no nos acompañan?
Los gemelos se miraron de reojo y luego asintieron en acuerdo, para luego sonreír con triunfo cuando Dalia se había dado la vuelta y aunque Kei notó sus intenciones, no se molestó. Estaba feliz de conocer a la familia de Dalia e incluso notar que la querían mucho, que la protegían, demostrando con su presencia que Dalia no estaba sola.
Sonrió feliz y un poco nostálgico. También le hubiera gustado que sus padres mostraran esa preocupación, pero viendo que hasta ahora jamás se habían presentado o intentado comunicarse con él, le confirmaba que no era tan importante para ellos a pesar de ser su único hijo, aunque posiblemente hayan tenido otro solo para mantener las apariencias.
En fin, se sentía más cálido porque al lado de Dalia, tendría la familia que nunca tuvo, incluyendo a sus hermanos.
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Por otro lado, Lisa bajó la cabeza en cuanto sus padres la observaron con su enorme vientre. Sintió miedo y tristeza luego de tanto tiempo ocultándoles a sus padres la estupidez que había cometido. Apretó la mano de su hermano, disculpándose internamente de meterlo en este lío, pero Joan no la soltó, se mantuvo firme ante sus padres.
En cuanto los padres de Lisa, Ana, la madre de Lisa casi se desmaya de no ser sostenida por su marido Ning Guo Tan, quien también estaba conmocionado de ver a su pequeña princesa con esa enorme barriga.
Ayudó a su esposa a sentarse en el sofá, mientras que una sirvienta trajo un té calmante para la señora, pero el aturdimiento salió en cuanto se dio cuenta que Joan le había ocultado algo de gran importancia, enfureciéndolo en el acto.
Se paró y se dirigió a su hijo solo para asestarle una cachetada, haciendo que el muchacho girara la cara hacia un lado por el impacto. En seguida la mejilla de Joan se hinchó, mientras que Lisa se asustó por el golpe, y se apresuró a ponerse frente a su hermano.
-¡Papá, no! ¡No es culpa de Joan, es mía! - a pesar del llanto, se mantuvo firme frente a su padre – Yo le dije que no te dijera nada, no quería que supieran lo estúpida que fui…
-¿Quién es el padre? – la voz de su padre, aunque no había gritado, denotaba que estaba furioso – ¿Quién es el desgraciado que no ha dado la cara?
Lisa retrocedió un paso.
-Eso no importa, yo voy a tener al bebé estés de acuerdo o no. No me importa si me desheredaras, yo veré como salir adelante.
Ning Guo, estaba furioso. Se sintió decepcionado de su princesa y por un instante, cegado por la ira, levantó la mano para darle una bofetada, pero notando su vientre se detuvo. No importaba que bastardo la había dejado así, ella estaba en una condición delicada. No la golpearía pero sí la dejaría fuera de la familia, al menos de momento, hasta apaciguar su ira.
-Bien lo dices – cerró los ojos, dudando de dejarla sola – No vuelvas por un tiempo. No quiero verte Lisa. Me has decepcionado.
Lisa lloró, y asintió. Sabía que esa sería la sentencia pero se lo merecía. No sabía hacer nada, solo esperaba poder sacar adelante a su hijo como madre soltera. Por su puesto que Lisa no sabía, que a pesar de las palabras de su padre, jamás la dejaría desamparada y más aún en su estado. Solo quería que aprendiera a reflexionar, obviamente le pediría a su hijo que cuidara de Lisa, ya cuando no se sintiera tan enojado, dejaría que Lisa regresara.