Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
NovelToon tiene autorización de JESSE_SDV para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo N°23
La oficina estaba en silencio.
La secretaria de Leonardo cerró la puerta con cuidado, asegurándose de que nadie la viera.
Frente a ella, sentado en un sofá de cuero negro, estaba un hombre de traje oscuro. Su presencia imponía respeto, pero también desprendía una sensación de peligro sutil.
—¿Tienes información para mí? —preguntó con voz profunda.
La secretaria tragó saliva y asintió.
—Sí. Pero… antes de hablar, necesito recordar por qué estoy haciendo esto.
El hombre arqueó una ceja.
—Por tu hermana.
Ella cerró los ojos un segundo.
Sí, por su hermana menor, quien estaba completamente obsesionada con Leonardo Devereux.
Desde la universidad, ella había insistido en que algún día se casaría con él.
Incluso había movido influencias para que sus padres hablaran con la familia Devereux sobre un matrimonio por conveniencia, uno que beneficiaría a ambas familias económicamente.
Pero los padres de Leonardo se negaron.
"No vamos a obligarlo a casarse", dijeron con firmeza.
Esa negativa fue un golpe devastador para su hermana, quien se había convencido de que Leonardo sería suyo.
Y ahora…
Ahora su hermana estaba aún más obsesionada.
Porque se enteró de algo más.
—Leonardo está cortejando a una empleada —soltó la secretaria en un susurro—. A Evangelina Ríos.
El hombre entrecerró los ojos.
—Interesante.
—Ella no es de una familia poderosa. Es solo una becaria que llegó a la empresa por méritos propios. Pero… últimamente, se ha vuelto demasiado cercana a Leonardo.
El hombre sonrió de lado.
—Entonces, ¿crees que es un peligro?
La secretaria dudó por un momento.
Evangelina no parecía una cazafortunas, pero…
Su hermana estaba dispuesta a todo para no perder a Leonardo.
Así que, con un suspiro, cerró los ojos y respondió:
—Sí.
Y, con esa única palabra, selló el destino de Evangelina Ríos.
El día en la empresa transcurría con normalidad… o al menos eso parecía.
Evangelina se encontraba sentada en su escritorio, concentrada en su investigación, cuando sintió una mirada intensa sobre ella.
Levantó la vista y se encontró con el becario, Diego, quien sonreía con una expresión amistosa.
—Evangelina, ¿tienes un momento?
Ella parpadeó, sorprendida, pero asintió.
—Claro, dime.
Diego se inclinó levemente sobre su escritorio, bajando la voz con cierto tono de complicidad.
—Sé que estás muy ocupada con la investigación, pero… ¿qué te parece si nos tomamos un descanso y bajamos por un café?
Evangelina soltó un suspiro discreto.
Diego era agradable, educado y con una sonrisa que podía derretir a cualquiera. Pero ella no estaba en busca de romance.
Especialmente después de todo lo que estaba pasando con… Leonardo.
Su jefe.
Su jefe que la robaba besos a escondidas.
Su jefe que despertaba un torbellino de emociones en su interior.
Su jefe que, si seguía actuando así, iba a volverla loca.
—Gracias, Diego, pero tengo que terminar unos informes —respondió con amabilidad, sin mirarlo demasiado.
Diego pareció decepcionado, pero no insistió.
—Está bien. Si cambias de opinión, avísame.
Cuando Diego se alejó, Evangelina sintió una presencia mucho más intensa a su espalda.
Su cuerpo se tensó.
No tuvo que girarse para saber quién era.
Leonardo Devereux.
Su aura era intimidante, y cuando se ponía celoso, su presencia era casi sofocante.
—¿Te molesta si te hablo un momento? —dijo él con voz grave.
Evangelina se giró lentamente, encontrándose con los ojos oscuros de Leonardo, que parecían escrutarla con intensidad peligrosa.
—Si es sobre trabajo, claro.
—No es sobre trabajo.
Ella sintió su corazón acelerarse.
—¿Entonces?
Leonardo cruzó los brazos y miró en dirección donde había desaparecido Diego.
—Ese becario… parece interesado en ti.
Evangelina lo miró con incredulidad.
—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
—Me molesta.
Ella casi se atraganta con su propia saliva.
—¿Qué?
Leonardo avanzó un paso, inclinándose lo suficiente para quedar demasiado cerca de ella.
—No quiero que otros te miren de esa manera.
Evangelina sintió su rostro arder.
—Leonardo, eso no tiene sentido.
Él sonrió con arrogancia.
—Para mí sí.
Y antes de que ella pudiera responder, Leonardo le robó otro beso.
Uno rápido, apenas un roce de labios, pero suficiente para hacerla enloquecer.
Evangelina se quedó paralizada, con la piel ardiendo y el corazón desbocado.
—¡Leonardo! —susurró en un tono escandalizado.
Él solo se encogió de hombros.
—Fue inevitable.
Evangelina quería gritarle, pero en ese momento Marina y Sebastián, los hermanos de Leonardo, aparecieron en escena.
Marina tenía una sonrisa traviesa en el rostro.
—¡Evangelina! ¿Quieres almorzar con nosotros?
Evangelina, todavía con los labios hormigueando, solo pudo asentir como una tonta.
Leonardo la miró con una sonrisa de satisfacción.
Esto no había terminado.