Sombras De Venganza.

Mientras cada día el embarazo de Megan avanzaba, la vida de todos los demás también seguía.

La mañana en la base militar comienza con el sonido del entrenamiento matutino. Aura observa desde la lejanía cómo los soldados realizan sus ejercicios bajo la vigilancia del teniente coronel Jhon Carter.

Su postura es firme y su expresión es seria; eso lo convierte en una figura imponente y sexy, pero Aura conoce el lado más amigable y protector que se ocultaba tras el uniforme y los rangos.

Llevaban algunos meses saliendo sin que nadie lo sepa, averiguando lo que surge entre ellos. No es fácil. Ambos han pasado por cosas muy fuertes, en especial ella. Aura aún está tratando de asimilar el hecho de haber hallado a su verdadera familia después de tantos años de sobra y dolor. Ahora tiene un hogar, personas que la aman, pero él sigue; esa duda que le susurra que puede perderlo todo de nuevo está allí latente y llenándola de inseguridad.

Jhon se acerca a ella con su paso seguro.

"¿Qué hace aquí tan temprano, capitana?" —pregunta, con una pequeña sonrisa cómplice.

Aura se encoge de hombros.

"No podía dormir. Me gusta ver el amanecer y a ti en él "sonríes de manera discreta".

Jhon asiente a su lado. Durante un momento, se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad antes de que el día trajera sus desafíos. Luego, él toma su mano con delicadeza.

"No tienes que hacerlo todo sola, Aura", le dice con dulzura.

Ella suspira, sabiendo a qué se refiere.

"A veces aún me siento como aquella niña que no tenía a nadie, es que…" Se quiebra su voz y Jhon aprieta su mano con ternura.

"Pero ahora está tu familia. Y estoy yo; jamás estarás sola de nuevo".

Aura lo mira a los ojos; la sinceridad en su expresión es clara.

"Te quiero, Jhon. "Pero me da miedo lo rápido que pasan las cosas entre nosotros", se sincera.

Él le acaricia el rostro con suavidad.

"No hay prisa. "Solo quiero estar contigo y protegerte, de la forma en que te sientas cómoda", le dice, llenándola de más seguridad.

Aura le regala una hermosa sonrisa, apoya la cabeza en su hombro mientras se asegura de que nadie los vea. Por primera vez en demasiado tiempo, siente que puede confiar en alguien sin miedo a perderlo.

Mientras tanto, en Alemania, Drako camina por los pasillos del palacio presidencial. Aún le cuesta acostumbrarse a la idea de que es hijo de un hombre tan poderoso. Durante años ha vivido como un asesino huérfano a sueldo, huyendo, sin saber la verdad sobre su familia.

Ahora, su padre lo observa con orgullo desde el otro lado del escritorio; sabe que todo lo que hizo no es su culpa y fue fácil borrar su registro y más porque ese no era su verdadero nombre.

"Nunca imaginé que te volvería a ver; perdí las esperanzas, pero aquí estás, hijo", dice su padre, con un deje de emoción en la voz. "Y menos verte así, siendo un hombre tan fuerte y tan capaz", agrega.

Drako esboza una pequeña sonrisa.

"No me quedó de otra, padre. He pasado por demasiado; la debilidad en mí se esfumó.

El presidente asiente mirando a su hijo como lo que es: un tesoro.

"Pero ya tienes una nueva oportunidad de elegir tu camino. "No tienes que seguir luchando por sobrevivir; ahora serás lo que quieras". Drako le da un asentimiento lleno de determinación.

Drako mira por la ventana, mientras su mente viaja y piensa.

Quizás no, pero hay personas que aún corren riesgo. Alphonso sigue desaparecido, y aunque no ha dado señales, sé que no se quedará quieto; lo conozco.

Su padre suspira; entiende a su hijo.

"Si decides enfrentarte a él cuando vuelva a aparecer, tendrás todo mi apoyo. "Pero no olvides que también tienes derecho a una vida más allá de la guerra; aquí siempre habrá un puesto para ti, hijo", dice, y Drako lo sabe: su padre lo adora, al igual que su madre y demás familiares, pero hay cosas que van primero.

Drako no está seguro de qué vida quiere a futuro, pero ahora necesita proteger a los suyos.

En estos momentos, su prioridad es proteger a sus hermanos de sangre, sobre todo a Valeria y Leila.

Megan y Elliott disfrutan de una tarde tranquila en la cabaña donde se han refugiado durante unos días para alejarse de todo junto a su familia. Megan pasea las manos por su vientre, ahora casi a punto de estallar. Mientras Elliott le lee en voz alta un libro que últimamente le ha dado por leer, él lo hace por ella. A Megan no le molesta su voz ronca; la hace pensar que uno de los tantos protagonistas está leyendo.

"Me encanta esto, Elliott, creo que por primera vez luego de mucho tenemos tranquilidad; siento que no está mejorando", comenta ella.

Elliott deja el libro a un lado y la abraza.

"Sí, mi Elza, igual no te preocupes, no ha habido complicaciones y si las hay, yo estoy aquí". La besa y no se puede sentir mejor.

Megan suspira llena de felicidad; luego de todo, al fin lo está logrando.

"Lo sé, mi amor, y por eso y por todo te amo. Quiero disfrutar este momento y esperar a nuestros bebés en tranquilidad".

Elliott besa su frente con todo el amor que siente por ella; en estos momentos deja de ser el coronel McGarrett y es el hombre que ama con locura a la madre de sus hijos.

Mientras tanto, en la base de la OMSG, Jhon Carter se reúne con el general Adams y el comandante Mark Johnson.

"¿Alguna noticia de Alphonso?", pregunta el general Adams.

Mark niega con la cabeza observando a Adams.

"Todavía no tenemos noticias. Parece que ha desaparecido".

Jhon entrecierra los ojos.

"Eso es lo que me preocupa. "Un hombre como él no se rinde tan fácilmente". Adams asiente porque tiene razón.

"Por eso debemos estar alerta. Sabemos cuál es su objetivo. "Él debe estar furioso porque le vimos la cara; volverá y esta vez debemos asegurarnos de que no tenga ninguna oportunidad", ordena Adams, su voz firme.

La amenaza de Alphonso está y esa incertidumbre de no tener noticias preocupa.