Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Cena familiar
Después de nuestra conversación, Hyunmin y yo bajamos hasta el garaje, donde su coche ya estaba listo. El ambiente entre nosotros era algo tenso, aunque trataba de ignorarlo. Me subí al asiento del copiloto y, en silencio, observé cómo Hyunmin se colocaba tras el volante. El motor rugió suavemente al encenderse, y pronto nos pusimos en marcha, el silencio del viaje solo roto por el suave sonido de la música que Hyunmin había puesto para relajarnos.
A medida que avanzábamos por la carretera, mi mente no dejaba de pensar en la cena que teníamos por delante. Sabía que sería un momento incómodo, pero lo que más me ponía nervioso era la presencia del pretendiente. Las palabras de Hyunmin resonaban en mi cabeza, asegurándome que todo saldría bien, pero no podía evitar sentir que estaba caminando sobre una cuerda floja. Por supuesto, también estaba la presión de mantener mi fachada de beta, algo que con la nueva medicación y las feromonas de Hyunmin se hacía más fácil, pero no dejaba de ser una preocupación constante.
Finalmente, tras unos minutos, llegamos a la casa de sus padres. Era una mansión enorme, mucho más tradicional y elegante que el moderno departamento de Hyunmin. La arquitectura reflejaba poder y antigüedad, con grandes columnas y un jardín impecable que se extendía frente a la entrada. Me sentí pequeño al lado de todo eso, como si fuera una pieza fuera de lugar.
Hyunmin aparcó el coche y bajamos. Respiré hondo, ajustándome la chaqueta que él mismo había elegido para mí antes de salir. Hyunmin, como siempre, parecía perfectamente tranquilo, lo que me daba un poco de envidia. A mí me temblaban las manos.
-¿Listo?- Preguntó, con esa seguridad que siempre lo caracterizaba.
-Lo intentaré.- Respondí, intentando esbozar una sonrisa.
Nos dirigimos hacia la entrada y antes de que pudiéramos tocar la puerta, esta se abrió lentamente, revelando a la madre de Hyunmin, que nos recibió con una sonrisa educada, aunque sus ojos me observaban con cautela, y aunque siempre había sido más amable que su esposo, todavía había un aire de juicio en su mirada.
-Hyunmin, querido.- Dijo, abrazándolo con calidez, antes de volverse hacia mí. -Junsu, ¿verdad?- Preguntó con una sonrisa leve.
-Sí….- Respondí con una pequeña inclinación de cabeza, sintiendo el nerviosismo aumentar a cada segundo. Su amabilidad era solo superficial, lo sabía. Aún así, era un alivio en comparación con lo que probablemente me esperaba dentro.
-Pasen, ya casi estamos listos para cenar.- Dijo ella, dándonos paso.
Entramos en la casa, que era aún más impresionante por dentro. Todo parecía sacado de una revista de decoración de lujo: techos altos, candelabros brillantes, muebles de época. Mientras caminábamos hacia el comedor, traté de hacerme pequeño, esperando pasar desapercibido. La medicación y las feromonas de Hyunmin debían ayudarme a parecer lo que no era, un simple beta que acompañaba al poderoso heredero, pero los nervios seguían ahí, como un nudo en mi estómago.
Al llegar al comedor, vi al padre de Hyunmin sentado en la cabecera de la mesa. Su rostro serio y frío me recibió con la misma actitud distante que siempre había mostrado hacia mí. Claramente no estaba planeado que yo estuviera ahí. No me había perdonado por lo que consideraba una distracción en la vida de su hijo, pero lo que más me sorprendió fue ver a un hombre joven sentado a su lado, el supuesto pretendiente. Lucía impecable, con una sonrisa calmada, seguro de sí mismo.
-Él es Kang Taeyong.- Dijo el padre de Hyunmin, señalando al hombre, que se levantó y extendió su mano hacia Hyunmin primero.
-Encantado de conocerte.- Dijo Taeyong con una sonrisa cortés.
Hyunmin le devolvió el gesto con una cordialidad que no revelaba ni un ápice de incomodidad.
-Igualmente.- Dijo Hyunmin, manteniéndose en control de la situación, como siempre. Luego, Taeyong se dirigió hacia mí, estrechando mi mano.
-Tú debes ser Junsu.- Dijo con esa misma sonrisa. No pude evitar sentirme un poco fuera de lugar bajo su mirada, pero me obligué a responder de la manera más educada posible.
-Sí, es un placer conocerte.- Dije, aunque lo último que sentía era placer en este momento.
Nos sentamos en la mesa, y pude notar que el ambiente se volvió tenso de inmediato. El padre de Hyunmin apenas disimulaba su molestia. No era difícil darse cuenta de que no estaba contento con mi presencia, y la idea de que Hyunmin hubiera supuestamente vuelto conmigo probablemente lo irritaba aún más, especialmente con Taeyong allí, a quien claramente prefería para su hijo.
La madre de Hyunmin trataba de mantener la conversación ligera, hablando sobre temas triviales mientras los sirvientes traían la comida, pero el peso de la situación se sentía en cada palabra. Yo me mantenía en silencio, concentrado en no cometer ningún error que pudiera empeorar las cosas.
Mientras cenábamos, sentía las miradas de todos en la mesa sobre mí, especialmente la del padre de Hyunmin. Hyunmin, por otro lado, estaba perfectamente calmado, como si nada lo afectara. Me pregunté cómo podía estar tan tranquilo cuando yo apenas podía contener el nerviosismo que me recorría.
Cuando nuestras miradas se cruzaron por un momento, Hyunmin me dio una ligera sonrisa, como si quisiera tranquilizarme, pero el nudo en mi estómago no se deshacía. Sabía que esta cena no sería fácil.
La cena avanzaba lentamente, y a pesar de que trataba de mantenerme al margen, era imposible no sentir la tensión en el aire. Cada vez que el padre de Hyunmin me miraba, era como si me juzgara, como si estuviera esperando que cometiera algún error. Traté de concentrarme en la comida frente a mí, aunque apenas tenía apetito. De pronto, sentí la mano de Hyunmin deslizarse suavemente bajo la mesa y tomar la mía. Me tensé al principio, sorprendido, pero su toque era cálido, tranquilizador. Me dio un pequeño apretón, como si quisiera decirme que todo estaría bien. Aunque apreciaba el gesto, no podía dejar de sentirme en el punto de mira.
Fue entonces cuando el padre de Hyunmin, sin previo aviso, comenzó a hablar.
-Taeyong es un muchacho brillante.- Dijo, su tono calmado, pero con un toque calculado. -Ha estudiado en las mejores universidades, y su familia tiene una reputación impecable. Además, como omega dominante, tiene grandes perspectivas. Podría darle una gran descendencia a cualquier familia que tenga la suerte de contar con él.-
No fue difícil entender hacia dónde iba esa conversación. Mi cuerpo se tensó aún más. Las palabras del padre de Hyunmin no eran más que un ataque velado hacia mí, comparándome con alguien a quien claramente consideraba superior. Traté de mantener la calma, pero cada palabra me hacía sentir más pequeño, más fuera de lugar.
Entonces, como si no fuera suficiente, el padre de Hyunmin se giró hacia mí, con esa mirada fría y calculadora que ya había llegado a conocer.
-Junsu.- Comenzó. -Me pregunto qué es lo que tú puedes ofrecer a mi hijo. No vienes de una familia prestigiosa, y... bueno, ser un beta, o al menos eso es lo que dices ser, tampoco es algo que realmente aporte mucho a una relación, ¿no crees?-
Sentí que la sangre me subía al rostro, y por un momento, no supe qué responder. Mi timidez habitual me empujaba a quedarme callado, a no hacer nada que empeorara la situación, pero algo dentro de mí, tal vez por el contacto reconfortante de la mano de Hyunmin, o tal vez porque simplemente me había hartado, hizo que todo ese nerviosismo se transformara en enojo.
-Con todo el respeto, señor.- Dije, mi voz más firme de lo que esperaba. -Mi clase social o mi casta no tienen nada que ver con quién soy como persona, ni con lo que puedo ofrecerle a su hijo.-
La mesa quedó en silencio. Sentí las miradas de todos sobre mí, pero no me importaba. Estaba cansado de que me juzgaran por cosas que estaban fuera de mi control, como si mi valor dependiera de esas etiquetas. Hyunmin apretó un poco más mi mano, como si me diera su apoyo, pero el padre de Hyunmin no parecía estar impresionado.
-¿De verdad crees que eso es suficiente?- Replicó, con una sonrisa fría en los labios. -No se trata solo de ti, Junsu. Mi hijo necesita a alguien que lo complemente, que pueda darle estabilidad... y descendencia. Algo que, por lo que veo, tú no podrías darle ni aunque lo intentaras.-
Sus palabras me golpearon como una bofetada. Sabía a dónde quería llegar. Yo, como sigma, aunque no lo supiera, no era capaz de dar hijos. No solo era un estigma para la sociedad, sino que también me restaba valor ante personas como él, que solo veían el futuro en términos de descendencia y poder.
-En cambio, Taeyong.- Continuó, señalando al omega sentado al otro lado de la mesa. -Él sí puede. Es un omega dominante, alguien que no solo tiene la capacidad, sino el linaje adecuado para darle a esta familia lo que necesita.-
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Sentí mi sangre hervir, y aunque sabía que debía callarme, que no valía la pena seguir alimentando esa conversación, simplemente no pude. Ya estaba demasiado furioso como para mantenerme en silencio.
-¿Y qué pasa si Hyunmin no quiere eso?- Respondí, mi voz sonando más fuerte de lo que esperaba. -¿Qué pasa si lo que él necesita no es alguien que le dé hijos, sino alguien que esté con él porque lo ama y lo respeta como persona?-
La cara del padre de Hyunmin se endureció, y por un segundo, pensé que me gritaría, pero antes de que pudiera decir algo, Hyunmin intervino.
-Eso es suficiente.- Dijo, su voz calmada pero firme. Retiró su mano de la mía, colocándola sobre la mesa. -Junsu tiene razón. No necesito a nadie para darle hijos a esta familia si no es lo que quiero, y mucho menos si no es lo que él quiere.-
El silencio que siguió fue aún más incómodo. La madre de Hyunmin miraba a su esposo con una expresión preocupada, mientras que Taeyong solo sonreía cortésmente, como si nada de esto lo afectara, pero yo estaba temblando, mi respiración agitada, el enojo aún en mi pecho. Hyunmin había defendido mi punto, pero no podía evitar sentir que, a pesar de todo, seguía siendo un intruso en este mundo al que no pertenecía. Tal vez Hyunmin había sido algo cruel al llevarme a esa cena.
Hyunmin se volvió hacia mí, sus ojos calmados, como si intentara tranquilizarme una vez más.
-Vamos a terminar la cena.- Dijo, su tono indicando que la conversación sobre ese tema había concluido, pero el daño ya estaba hecho, y lo sabía. El padre de Hyunmin no me aceptaría, y, aunque Hyunmin había estado de mi lado, no podía evitar sentir que había una brecha que tal vez nunca podría cerrar.
Me levanté bruscamente de la mesa, el enojo hervía dentro de mí, mezclado con la vergüenza y la impotencia. Las miradas sorprendidas de todos en la mesa me siguieron mientras caminaba con pasos apresurados hacia la sala de estar. Mis manos temblaban, mis pensamientos eran un caos. No podía creer que me hubiera permitido perder el control de esa manera. Sentía que había arruinado todo.
Me senté en el sofá, tratando de calmar mi respiración, pero cada vez que recordaba las palabras del padre de Hyunmin, mi ira volvía a encenderse.Recalcar que no podía darle un hijo a Hyunmin no era solo un comentario cruel; era una herida que me recordaba algo que siempre intentaba enterrar. Sabía que nunca podría ser como ellos querían, y eso me hacía sentir aún más fuera de lugar.
De repente, escuché pasos detrás de mí. Hyunmin había salido detrás de mí y se detuvo a unos pasos de donde estaba sentado, su expresión seria pero preocupada.
-Junsu.- Comenzó con una voz calmada. -Lo siento mucho. No debí haberte traído aquí... no después de lo que pasó.-
-No es tu culpa.- Murmuré, sin mirarlo. -Pero ya no puedo más. Me quiero ir, Hyunmin. A mi casa.-
Su silencio fue palpable por un momento. Sabía que no esperaba esa respuesta, que probablemente pensaba que iba a calmarme después de un rato y que todo se solucionaría, pero no podía soportar más esta situación. La cena, la mirada juzgadora del padre de Hyunmin, el comentario sobre Taeyong, todo me recordaba lo fuera de lugar que estaba. Ese no era mi mundo.
Hyunmin dio un paso hacia mí, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y culpa.
-Junsu, sé que fue difícil. Mi padre... es difícil, pero no tienes que irte. Vamos a resolver esto juntos.-
Sacudí la cabeza, sintiendo la presión en mi pecho. No era que no quisiera estar con Hyunmin, pero después de todo lo que había pasado, solo quería alejarme de esa casa, de esa familia que me hacía sentir insignificante.
-No lo entiendes…- Dije con la voz temblorosa, finalmente levantando la mirada hacia él. -Quiero irme a mi casa, no a la tuya. Necesito... un tiempo para mí. No puedo seguir fingiendo que todo está bien.-
Hyunmin se agachó frente a mí, buscando mis ojos. Parecía dolido por mis palabras, pero no se rindió.
-Junsu... no tienes que fingir nada conmigo. Solo estoy aquí para ayudarte.-
-Lo sé, Hyunmin, pero no puedo quedarme aquí. Ni en tu casa.- Respondí con un nudo en la garganta. -Solo quiero volver a mi vida, aunque sea por un momento. Volver a lo que conozco.-
Sus ojos buscaron los míos, pero yo aparté la mirada. No quería verlo ahora, no quería ver el dolor en su expresión, porque eso solo hacía que me sintiera peor. Sentí su mano sobre la mía, un toque suave que normalmente me reconfortaba, pero en ese momento solo me recordaba lo cansado que estaba de todo.
-Lo siento.- Murmuró Hyunmin, su voz baja. -No debí haberte traído a esta situación, no después de lo que pasó la última vez. Sé que te estás recuperando y no quise presionarte… Fui egoísta pensando que sería fácil terminar esta situación trayéndote.-
-Hyunmin…- Comencé, intentando encontrar las palabras. -No estoy enfadado contigo. Solo... solo quiero volver a mi vida por un rato. A mi casa, donde puedo pensar y respirar.-
Hyunmin asintió lentamente, aunque pude ver la culpa en sus ojos. Sabía que no quería dejarme ir, pero también comprendía que insistir en que me quedara solo empeoraría las cosas.
-Está bien.- Dijo finalmente, su voz suave. -Te llevaré a casa..-
Me levanté del sofá, sintiendo el agotamiento físico y emocional pesar sobre mis hombros. Hyunmin me siguió de cerca mientras ambos salíamos de la sala de estar y nos dirigíamos hacia la puerta. Cuando pasamos junto a la mesa del comedor, pude sentir las miradas de los demás sobre mí, pero no hice contacto visual con nadie. No quería enfrentar más preguntas o juicios.
Hyunmin abrió la puerta del auto y me dejó entrar. El silencio entre nosotros mientras conducíamos era pesado, pero no incómodo. Sabía que él estaba respetando mi espacio, permitiéndome procesar lo que había pasado sin presión. Mientras miraba por la ventana, no pude evitar sentirme aliviado por alejarme, aunque al mismo tiempo, una pequeña parte de mí se sentía culpable por haberlo obligado a llevarme.
Finalmente, cuando llegamos a mi casa, Hyunmin estacionó el auto y se giró hacia mí.
-Si necesitas algo... cualquier cosa, Junsu…- Dijo, su tono más suave de lo habitual. -Solo llámame, ¿sí?-
Asentí, sin saber qué decir. Me sentía agradecido por él, pero también exhausto. Sin decir una palabra más, salí del auto y caminé hacia mi puerta. Sabía que, eventualmente, tendría que enfrentar todo esto, pero por ahora, solo necesitaba estar solo.