Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 23 : ECOS EN LA NIEBLA
La niebla que cubría las montañas parecía volverse más espesa, envolviendo a Luca y Alessandro en una sensación de aislamiento inquietante. Los sonidos de las figuras moviéndose en la distancia se hacían más cercanos, aunque las sombras no se definían del todo. La tensión en el aire era palpable, y el corazón de Luca latía acelerado mientras sus ojos se movían entre las formas borrosas que parecían rodearlos.
Alessandro avanzaba con cuidado, su mano firme alrededor de la pistola, sus sentidos alerta. La determinación en su mirada no dejaba lugar para la duda, pero incluso él sabía que estaban entrando en un juego mortal, donde no conocían las reglas.
—Mantente cerca de mí —ordenó Alessandro sin voltear la cabeza, aunque su voz era suave, lo suficientemente baja para que solo Luca lo escuchara.
Luca asintió, aunque sabía que Alessandro no podía verlo. Estaba a pocos pasos de él, siguiendo sus movimientos con precisión, confiando plenamente en su capacidad de liderazgo. Pero algo dentro de él, ese instinto que había estado creciendo desde que comenzaron su viaje, le decía que tendría que hacer mucho más que solo seguirlo.
—¿Crees que son ellos? —preguntó Luca en un susurro, aunque ya conocía la respuesta.
Alessandro tensó la mandíbula antes de responder.
—No lo sé. Pero no voy a arriesgarme a averiguarlo.
Las sombras comenzaron a tomar forma, y Luca notó que no eran solo hombres comunes. Vestían ropas negras, casi como si estuvieran hechos de la misma niebla que los rodeaba, y sus movimientos eran extrañamente fluidos, como si no fueran completamente humanos. Sus ojos, los pocos que Luca alcanzaba a ver a través de la niebla, brillaban con una intensidad antinatural, observándolos con una mezcla de curiosidad y malicia.
—Son demasiados —murmuró Luca, su cuerpo tensándose.
—No importa cuántos sean —respondió Alessandro, con una firmeza que Luca solo había visto en los momentos más críticos—. Los detendré a todos si es necesario.
Pero Luca sabía que esto no era solo una cuestión de fuerza o de armas. Las palabras del manuscrito resonaban en su mente, los "Destinados" serían puestos a prueba, y esto parecía ser solo el comienzo de algo mucho más grande que cualquier enfrentamiento físico.
—Alessandro, espera —Luca colocó una mano en el brazo del capo, deteniéndolo—. No creo que esto sea solo una emboscada. Siento que hay algo más detrás de esto. Ellos... saben algo sobre nosotros, sobre nuestro vínculo.
Alessandro lo miró por un momento, sus ojos oscuros buscando en los de Luca alguna respuesta que él mismo no había considerado. El silencio entre ellos fue roto por el sonido de pasos acercándose, cada vez más rápido.
Antes de que Alessandro pudiera responder, una de las figuras emergió de la niebla, un hombre alto y delgado, vestido con una túnica oscura y el rostro cubierto por una máscara dorada que reflejaba débilmente la luz del sol. Alzó una mano en un gesto de paz, pero la energía que emanaba de él era inquietante.
—Los Destinados —dijo el hombre con una voz grave que parecía vibrar en el aire—. Finalmente, han llegado al punto donde las decisiones deben tomarse.
Alessandro dio un paso adelante, sin bajar su arma, sus ojos entrecerrados mientras estudiaba al hombre.
—¿Quién eres tú? —preguntó Alessandro, su tono frío y controlado—. Y qué es lo que quieres de nosotros.
El hombre inclinó ligeramente la cabeza, como si fuera un gesto de respeto, aunque su voz no perdió ese tono ominoso.
—No soy más que un guardián del equilibrio, un observador en esta danza cósmica. Ustedes dos, sin embargo, son el eje de todo lo que está por venir. La decisión que tomen no solo afectará sus vidas, sino las de miles, quizá millones.
Luca sintió que un frío inexplicable le recorrió el cuerpo. La conexión que había sentido con Alessandro siempre había sido intensa, pero escucharla descrita de esa manera, como un evento cósmico, era abrumador.
—No jugaré tus juegos —espetó Alessandro, su paciencia disminuyendo—. Si nos amenazas, te juro que pagarás las consecuencias.
El hombre sonrió detrás de la máscara, aunque esa sonrisa no tenía nada de amigable.
—No soy yo quien los amenaza, Alessandro Moretti. El verdadero peligro viene del interior. La elección entre destrucción y salvación no está en mis manos, sino en las suyas. Todo depende de cuánto estén dispuestos a sacrificar el uno por el otro. Porque el poder de los Destinados no reside en la fuerza ni en las armas, sino en su conexión... y en lo que están dispuestos a hacer por protegerla.
Alessandro intercambió una mirada rápida con Luca, quien podía ver el mismo conflicto en los ojos del capo. Todo esto era más grande de lo que habían previsto, y las implicaciones de cada decisión que tomaran parecían multiplicarse con cada palabra del hombre enmascarado.
—Y si no elegimos... —preguntó Luca, su voz temblando levemente—. ¿Qué pasa si nos negamos a ser parte de este destino?
El hombre enmascarado rio suavemente, un sonido que reverberó como un eco inquietante.
—El destino no espera. No elegir es, en sí mismo, una elección. Y el caos que se desataría en ese caso... es algo que ni siquiera ustedes pueden imaginar.
El silencio cayó sobre ellos mientras la niebla parecía cerrarse aún más. La decisión estaba ante ellos, y ambos sabían que no podían huir de ella.
—Entonces, ¿qué haremos? —preguntó Luca, sus ojos fijos en Alessandro.
El capo se quedó en silencio por un momento, mirando la máscara dorada del hombre frente a ellos. Finalmente, Alessandro bajó su arma, no como un gesto de rendición, sino de algo mucho más profundo.
—Lo enfrentaremos juntos —dijo Alessandro, su voz firme—. Sea lo que sea, Luca.