Desafortunadamente, Me Enamoré De Mi Mejor Amigo.

Mari: Estás muy guapo, amigo.

Henry: ¿Te gusta? Jaja.

Mari: ¡Mucho! Has cambiado mucho.

Henry: Sí, no parezco ese flacucho de hace 4 años, jaja.

Mari: No, jaja.

Henry: ¿Aquellos son Fred y Luíza?

Mari: Sí.

Henry: ¿Y ese que me mira raro?

Mari: Murilo Rossi.

Henry: ¿El...?

Mari: Él mismo, jaja.

Henry: ¿Ya te has armado de valor para hablarle de tus sentimientos o todavía lo estás postergando?

Mari: Todavía lo estoy postergando, pero estos días descubrí que él también me ama y supongamos que lo estoy provocando un poquito, jaja.

Henry: Tienes toda la razón. Si su mirada pudiera matarme, ya estaría muerto desde el momento en que te ayudé a subir las escaleras para entrar a la piscina, jaja. ¿Quieres que me haga pasar por un hetero que quiere ligar contigo? Jaja.

Mari: Sería una buena idea. Aunque prefiero a mi amigo gay, jaja.

Henry: Pero no me puedes besar en la boca, es asqueroso.

Mari: Eso no, jaja. Pero, ¿y tú? ¿Conseguiste algún chico italiano?

Henry: Por el momento no, estaba un poco liado y el muy imbécil quería una relación abierta y eso no es para mí.

Mari: Tienes razón. Pero hay muchos hombres guapos aquí, vas a aprovechar estos siete días y besarás mucho, jaja.

Henry: Sí, jaja.

Mari: ¿Estás solo aquí?

Henry: Vine con mi familia. Están de aventuras por el barco. Mari, viene para acá, ¿debería preocuparme?

Mari: No, jaja. No se va a parar, va a seguir nadando.

Henry: ¿Podemos ir a ver a Luiza? Nos gustaría saludarlos.

Mari: ¡Claro! ¡Vamos!

Murilo pasa junto a ellos justo cuando Henry la estaba ayudando a salir de la piscina, luego él incluso le pone la mano en la cintura. Caminan hasta Luiza y Fred, y Henry los saluda feliz de poder volver a verlos. Conversan alegremente durante largos minutos, Murilo permaneció en la piscina solo observando todo. El corazón de Mariana se encogió cuando vio a una hermosa mujer acercarse a él, pero este se encargó de rechazarla. Henry después de un rato se va y Luiza y su esposo entran en la piscina, con lo cual, Mari se queda sola en la tumbona. Aprovecha para tomar un poco el sol, Mari se pone boca abajo y se relaja en la tumbona, pero pronto siente que alguien le tapa el trasero con algo. Era Murilo tirándole su camisa.

Mari: Eh... ¿Por qué has hecho eso?

Murilo: Todos los que pasan están mirando, Mariana.

Mari: Deja de ser aburrido, Murilo. Déjame.

Él no dice nada más, solo se acuesta en la tumbona junto a ella. Mari se arrepintió de haber dicho eso, pues su amigo se había molestado, además de que le parecía tierna su cara de celos. Entonces ella se levanta de su tumbona y se acuesta sobre él, luego le besa el cuello.

Mari: ¡Lo siento! No quería hablarte tan bruscamente.

Murilo no dice nada, solo coge el pareo de Luiza que estaba a su lado y se lo vuelve a poner sobre el trasero. Mari sonríe y vuelve a besarle el cuello.

Mari: ¿Me vas a perdonar?

Él no vuelve a decir nada. Mari, entonces, comienza a dejar un rastro de besos húmedos sobre la piel de su cuello y hombro. Murilo no dijo nada, se mantuvo firme, pero sus manos que antes no la envolvían, ahora están alrededor de su cintura y Mari ya sentía su miembro duro. Su intimidad estaba sobre la de él, y eso los estaba volviendo locos de deseo. Mariana ya estaba lista para recibirlo y Murilo listo para entrar en ella, pero allí no era el momento ideal. Él comienza a buscar su boca, Mariana va subiendo los besos y finge que va a besarlo, pero se detiene antes de que sus labios se toquen. Murilo incluso intentó avanzar, pero con una sonrisa traviesa en el rostro, ella se levanta poniéndose de pie.

Mari: Voy a donde está mi hermana, ¿vamos?

Murilo: Necesito un tiempo.

Mari: ¡Claro!

Murilo: Joder... ¿por qué haces esto y actúas como si nada hubiera pasado?

Mari: Pero ¿qué he hecho?... Te he estado esperando allí con nuestros hermanos.

Murilo: ¡Vale!

Mari le sonríe y se tira a la piscina, nadando hasta su hermana y su cuñado. El paño que antes le cubría el trasero, ahora le cubre el miembro erecto a Murilo que resaltaba en su bañador.

Murilo: Tengo que hacer algo. No voy a soportar pasar otra semana sin ella. La necesito para mí, necesito que sea mía, necesito que todos esos idiotas sepan que Mariana Sanna es mi mujer.

La tarde transcurrió tranquilamente, Mariana no volvió a provocar a Murilo. Los cuatro pudieron disfrutar del día, bebieron, comieron, bailaron y charlaron mucho. Al final de la tarde, Mari y Murilo fueron a un lugar apartado y llamaron a Joana, la responsable de Olivia en el orfanato. Durante unos minutos estuvieron con su hija, aunque fuera por videollamada. Al finalizar la llamada, él abraza a la mujer que tiene lágrimas en los ojos y le da un cariñoso beso en la frente.

Murilo: No querías venir, ¿verdad?

Mari: Una semana lejos de ella es mucho tiempo, no sé si voy a poder. Tenía muchas ganas de venir, quería recuperar el tiempo perdido, pero Olivia se ha convertido en mi vida, no puedo vivir sin ella, no puedo estar lejos de ella...

Murilo: ¿Por qué no me lo dijiste, Mah? Lo habría entendido y...

Mari: Porque vi lo mucho que te estabas esforzando en la empresa para tomarte esta semana libre. Pasamos semanas hablando solo por mensajes y llamadas, porque estabas adelantando todo el trabajo. Sin mencionar a Fred, que también canceló algunas cosas para estar aquí y también está mi hermana, saber que se animó con un crucero, un viaje en medio del océano ya es un avance, una señal de que está perdiendo el miedo.

Murilo: Pensaste en todos menos en ti, Mah.

Mari: Claro que pensé en mí, Lilo. Pensé en mi felicidad y por eso estoy aquí. Aunque sufra por una semana lejos de mi hija, sé que al final todo esto valdrá la pena.

Murilo: No entiendo.

Mari: Cuando éramos jóvenes, me llamabas lenta porque tardaba en entender las cosas, pero hoy, Murilo Rossi, soy yo la que te llama lento, tú que eras tan listo. Tardé años en darme cuenta, pero cuando lo hice, me llamé idiota en varios idiomas, porque todo era tan obvio, que creo que hasta un niño podría darse cuenta.

Murilo: ¿Qué estás diciendo?

Mari: Piensa, analiza los hechos, las últimas semanas, lo que hemos vivido, y lo entenderás todo.

Murilo: ¿Es un enigma, señorita?

Mari: No, porque un enigma es algo difícil y esto es tan fácil. Y como he dicho, hasta un niño puede verlo.

Murilo: Joder, Mariana. ¿Soy tan tonto?

Mari: Jaja. ¡Lo éramos! Ahora solo tú lo eres, jaja.

Murilo: Entonces dímelo ya.

Mari: Nada de eso, jaja. Ahora vamos al restaurante, nuestros hermanos nos están esperando para cenar.

Ella lo toma de la mano y juntos caminan por los pasillos del crucero hasta llegar al restaurante donde Maria Luiza y Frederico ya están en una mesa esperándolos.

Luiza: ¿Pudisteis hablar con mi gatita?

Mari: Sí, y se me encogió el corazón al saber que está tan lejos de mí.

Luiza: Una semana pasa volando, hermana.

Fred: ¿Y tú, Murilo, qué cara es esa?

Murilo: Mariana me ha contado un acertijo que solo yo no consigo ver.

Luiza: ¿Qué sería?

Murilo: No sé. Dijo que pensara, que analizara los hechos, las últimas semanas y...

Fred: Ah, ya sé lo que es, jaja.

Murilo: ¿Lo sabes?

Luiza: Yo también, jaja.

Mari: ¿Ves, Lilo? Todos lo saben menos tú, jaja.

Murilo: ¿Y por qué no me lo decís?

Fred: Porque tienes que descubrirlo tú solo, hermanito, jaja.

Murilo: Qué rabia.