Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capítulo 23
...CLARET:...
Fue una mala idea, admitía mi error.
Observé como Cillian se metía a mi baño, era la primera vez que observaba su espalda desnuda y me dió curiosidad un extraño tatuaje que tenía en el lado izquierdo de su espalda.
No alcancé a ver que era.
Si le contara las verdaderas razones por las que fui a esa discoteca.
No debí haberle hecho caso a Marie, tremendo problema que me gané por andar cayendo en sus ideas dementes. Nunca fui a una discoteca, aquella fue mi primera vez, después de ir a visitar a mi amiga al trabajo, esperé por ella y nos marchamos a su casa, donde tuve más privacidad para contarle mi primera vez con Cillian, ella dió gritos y armó un alboroto, me salté varios detalles vergonzosos, pero eso no evitó que Marie dejara el alboroto y terminara más alocada que antes.
— ¿Y cómo actuó al día siguiente? — Preguntó, ambas estábamos sentadas en el sofá, no le especifiqué que mi primera vez sucedió el día anterior, ella creía que llevaba tiempo en eso — Supongo que debió despertarte con mucho cariño y te dió algún detalle como flores o llevarte el desayuno a la cama.
— No, no hizo nada de eso.
— ¿Cómo qué no hizo nada? — Frunció el ceño.
— Se fue temprano a atender sus asuntos.
— ¿Despertaste sola después de tu primera vez? — Hizo gesto de horror.
— Si.
— Pero, si te llamó o te envió un mensaje para saber como estaba.
— No, tampoco — Dije, el disgusto me volvió a recorrer — Cillian es un hombre ocupado, no tiene tiempo para mandar mensajes.
Marie negó con la cabeza — No hay excusas, no toma mucho tiempo escribir un mensaje.
— Eso no tiene importancia, no tengo porque hacer un drama por un mensaje o llamada, por despertar sola — Corté, la verdad es que si me molestó un poco la falta de preocupación de Cillian.
— Los detalles cuentan y tener un gesto de preocupación hacia ti no es algo sin importancia — Dijo, bebiendo su soda — ¿O es qué ya cambió y si te manda mensaje?
Cillian nunca enviaba mensajes, ni llamadas.
— No.
— ¿Y no te preocupa su falta de preocupación?
No debería preocuparme, Cillian y yo no éramos prometidos de verdad, pero no sabía porque me sentía tan disgustada por su actitud.
— Un poco, tal vez.
— Amiga, tienes que probar a ese hombre, para ver si siente algo por ti — Dijo y fruncí el ceño.
— ¿A qué te refieres?
— Soy tu amiga y he tenido muchos novios, se como es esto, me preocupa que jueguen contigo.
— Nos comprometimos, él no jugará conmigo — Observé el anillo falso en mi dedo.
— Si será tu esposo, no debes permitir que sea un trozo de hielo contigo — Me aconsejó.
— Marie, mejor déjalo hasta ahí, te conozco y se que algo tramas.
— Por lo menos escucha mi idea — Pidió, juntando sus manos — Con esto demostraremos si tiene sentimientos hacia ti.
Si, Cillian si sentía algo por mí, pero era deseo y tenía que recordarlo siempre, él solo me quería para tomarme una y otra vez.
No se que me sucedía, pero aquello me dió un cosquilleo.
Aunque no estaba perdía nada con probarlo.
— ¿Qué? ¿A una discoteca? — Gruñó Dante, junto al auto cuando salimos a la calle.
— Como oíste, guapo, nos vamos a la discoteca — Dijo Marie, pero él me observó.
— Al jefe no le gustará, debo notificarle — Hizo ademán de sacar el teléfono.
— ¡No lo hagas! — Me apresuré, tomando su muñeca.
— Es mi deber y son órdenes del jefe.
— No es necesario, solo será un momento — Intervino Marie — Claret es mayor de edad y puede salir libremente.
No me gustaba como sonaba eso.
Sentía que no estaba haciendo bien.
— Me voy a meter en un lío sino aviso — Insistió Dante — El jefe me va a botar.
— No, yo cargaré con toda la responsabilidad si se molesta — Dije, no muy convencida de lo que estaba por hacer — Por favor, no le digas nada — Buscó en su teléfono y tuve que hurgar en mi bolsa — Ten, toma esto.
— ¿Me estás sobornando? — Siseó Dante, de muy mal humor — ¡No gracias, yo gano lo suficiente!
— Vamos amiga, no contamos con este — Dijo Marie, tomando mi brazo.
— ¡No, esperen, esperen! — Gritó Dante, asustado — ¡Las voy a llevar, pero si pierdo mi trabajo, tu tendrás que hacer hasta lo imposible por conseguirme uno! — Me señaló con su dedo — ¡O por lo menos recompensar!
Marie me guiñó un ojo cuando subimos al auto y así fue como llegamos a esa discoteca.
Hicimos la fila y el guardia de la puerta nos pidió las identificaciones.
Dante seguía murmurando que era una mala idea y entró a regañadientes a acompañarnos adentro.
La música era estruendosa y las luces me molestaban en los ojos.
Había mucha gente bailando y bebiendo.
Subimos al segundo piso para tener mejor visión.
— ¿Compraremos unos tragos? — Preguntó Marie, queriendo sacudirse al ritmo de la música.
— No es necesario, yo no voy a beber.
— Solo uno.
— No vinimos a celebrar, te lo recuerdo.
— Pero un trago no cae mal.
— Yo no voy a beber, este lugar me hace sentir incómoda — Dije contra su oído, para que Dante no escuchara.
— Tranquila, te vas a acostumbrar.
Dante se aproximó cuando dos chicas se le acercaron para acosarlo.
— ¡Señorita, vámonos, el jefe no le gustará!
— ¡Tu eres un aguafiestas! — Siseó Marie.
— ¡Y tú eres una irresponsable, vamos, se comportan como adolescentes! — Gruñó Dante, irritado — ¡Están poniendo en riesgo mi trabajo!
— ¡Tiene razón, mejor vámonos! — Concordé, arrepentida.
— ¿Y qué hay de nuestro asunto? Yo no me voy — Dijo Marie, lanzando una mirada despectiva hacia Dante — Tu eres un amargado. Claret, no me vayas a dejar sola aquí.
— ¡Cállate, eres una loca, estoy seguro que fue tu idea y no la de Claret! — Dante la fulminó con la mirada — ¡Pero, hay de ti si pierdo mi trabajo...
— ¡A mí no me amenazas!
El teléfono de Dante sonó.
Él lo sacó e hizo un gesto de espanto.
— ¡Mierda, es el jefe!
— Bingo — Dijo Marie, riéndose.
— ¡Loca irresponsable! — Siseó Dante y Marie lo fulminó con la mirada.
— ¡Voy a contestar!
Se alejó y colocó el teléfono en su oído.
Al ver su rostro nervioso me di cuenta de que lo menos que sentiría Cillian sería rabia, furia y mucho descontento, nunca sentiría preocupación o celos como argumentaba Marie.
Aquel fue un estúpido plan y sentí pánico cuando Cillian llegó, después de que un sujeto quisiera propasarse, le di un puñetazo y lo dejó inconsciente en el suelo.
Al posar sus ojos en mí me di cuenta de que mi comportamiento tendría severas consecuencias, tenía una expresión de asesino, de depredador y al tirar de mi brazo lo comprobé.
Ese plan era una porquería, mi jefe jamás sentiría preocupación por mí, solo le preocupaba los escándalos.
Todavía me dolía el trasero por las nalgadas y ni hablar de mi centro, no me dejó recuperarme.
Era un brusco, me trataba como una muñeca, tirando de mi cabello, cubriendo mi boca y ahorcando, mientras me daba duro, sin piedad, mi interior era masoquista, ya que se empapaba por esas embestidas dolorosas.
Incluso al pensar en eso clamaba por más.
¿Cuándo me volví tan urgida?
Me levanté de la cama y caminé hacia el baño para cepillarme los dientes.
Cillian dejó la puerta abierta y lo encontré en la bañera, recostado y repleto de espuma.
El cabello hacia atrás, completamente empapada.
— ¿No tiene baño en su habitación? — Tomé mi cepillo de dientes y le coloqué pasta, me cepillé frente al espejo.
— ¿Para qué ir a mi habitación si tengo un baño cerca? — Apoyó sus brazos de los bordes y me dió una mirada descarada — Aquí tengo mejor vista.
Escuché la salpicaduras del agua y enjuague mi boca.
— Pensé que iría a hacer ejercicio.
— Me gusta bañarme antes y después del ejercicio — Trazó una mano por su cuello y luego por su pecho — ¿No le apetece lo mismo?
Al parecer solo pensaba en eso.
— No...
— Aún estoy molesto, no se atreva a provocarme — Me advirtió, con una mirada hambrienta.
— Estoy adolorida, no me dejará recuperarme.
— Vamos a bañarnos juntos, no lo hemos hecho — Dijo y tragué con fuerza.
— Solo baño — Advertí y sonrió como depredador.
— De acuerdo.
Dudosa, caminé hacia la bañera mientras recogía mi cabello en una cebolla alta.
Me quité la ropa con manos temblorosas, mientras sus ojos recorrían el movimiento.
Extendió su mano hacia arriba para ayudarme a entrar y la tomé.
Me dió un espacio, intenté sentarme del otro lado, pero me tomó de las caderas y me obligó a sentarme entre sus piernas, de espaldas a él.
— Así, preciosa.
Su piel mojada me rozó, el agua estaba tibia.
Escuché como aplicaba más jabón líquido en su palma.
Frotó sus manos por mi hombros.
— Yo puedo hacerlo sola — Dije, nerviosa, pero siguió trazando.
— Estás tensa — Besó mi cuello, sentí su dureza.
— Si pretende hacerme...
— Calma — Susurró contra mi oído — Solo te estoy dando un baño y después de lo que hiciste yo no debería ser tan considerado y tu no deberías ser tan criticona.
Apreté la boca en una línea, dejando vagar sus manos por zonas decentes, mi cuerpo traidor se calentó de nuevo a pesar de eso.
— No puedo esperar a verte sobre mí y también arrodillada dándome mucha atención.
— ¿Cómo dice? — Lo observé de reojo.
— Tranquila, haremos eso después.
— ¿A qué se refiere con arrodillada?
Trazó por debajo de mis senos.
— Todo a su momento — Rozó su nariz por detrás de mi oreja — Me estás provocando.
— No tiene consideración, estoy adolorida — Me quejé, mi cuerpo tampoco consideraba eso e insistía en querer más, pero eso no lo diría en voz alta.
— Sino fuera considerado contigo, estaría todo el día enterrado en ti. Me vuelves loco, preciosa, eres tan exquisita — Gruñó y se me cortó la respiración — Quisiera que fueses más abierta, hacerme saber que ansias, suplicar por mi atención y pedir lo que necesitas cuando me adentro en ti.
Me avergoncé, yo era muy recatada para comportarme así.
Trazó por mis brazos — ¿Te quedaste muda?
— No, es que me da vergüenza.
Se rió — No deberías, ya te tomé, somos íntimos.
— Yo soy así...
— ¿Por qué está tan de mal humor?
— Usted siempre anda de mal humor y yo no protesto — Dije y frotó mis senos.
— Eres una cosita rebelde, muy respondona, al parecer quieres otro castigo.
— Solo piensa en eso.
— Es que contigo no puedo pensar en otra cosa, me descontrolas — Amasó mis pechos— Hacerte mía fue mi alivio, pero también el inicio de mi vicio a tu cuerpo.
Se inclinó hacia atrás, me empujó.
Cerré mis ojos y me apoyé de su pecho.
Incliné mi cabeza a un lado y me besó, con profundidad y lentitud, respondí, tomando el ritmo.
— Aún le falta aprender, pero lo hace bien, su boca es exquisita — Dijo, dando un pequeño mordisco — Solo mía.
Suya solo por tres meses, pero no para siempre, no como su novia, ni como su prometida, no como su amor.
"Basta, Claret"
Bajó una mano y me tocó.
Me estremecí, jadeando.
— No puedo dejar de desearla, es solo mía y no permitiré que nadie más la toque.
— Yo puedo decidir eso — No puede evitar responder y hundió su dedo mientras usaba sus piernas para abrir las mías.
— ¿Ah sí y acaso quiere que otro la toque?
Era posesivo ¿Por qué ser tan posesivo con alguien que no quería?
— No, por ahora solo quiero que me toque usted — Dije y atrapó mi boca.
Me elevó un poco y se acomodó para tomarme mientras me acariciaba.
No pude protestar, me dejé llevar de nuevo, era tan débil cuando me tocaba.
Sus caderas se sacudieron hacia arriba y en círculos, en mí y el agua se derramó en las baldosas.
Una y otra vez mientras me tocaba.
Hasta que nos quedamos jadeando después de colapsar.
El agua se enfrió así que Cillian se levantó.
Cuando estuvo fuera se giró para tomar una toalla.
Volví a observar ese tatuaje, era como un escudo, dos ametralladoras cruzadas y un casco de caballero entre ellas.
Me ordenó levantarme y luego me rodeó con la toalla y besó mi boca.
— Ya, tengo que parar o no saldré de aquí jamás — Se reprendió así mismo mientras se apartaba.
— ¿Le gustan los tatuajes?
— No, no me gustan — Dijo, con su expresión seria.
— ¿Y entonces por qué se hizo uno en la espalda?
— Eres muy curiosa — Me pellizcó la mejilla.
— Solo es una pregunta.
— Era joven y estúpido — Cortó, sin ninguna expresión.
— Puede borrarlo.
— ¿Y maltratar mi piel? — Resopló.
— Al menos no lo tiene en un lugar visible.
Rodeó su cintura con una toalla y salió del baño en una actitud extraña, como sino le hubiese gustado que preguntara por el tatuaje.
No era lo único extraño, también tenía unas cicatrices en la espalda baja.
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— Voy a llamar a una doctora para que elijamos un método, eso de tomar pastillas de emergencia no es seguro — Dijo Cillian, ya vestido con uno de sus trajes negros mientras yo estaba sentada en el sofá de la sala, tres horas más tarde.
— De acuerdo ¿Cuándo tendré la cita?
— Será aquí para mayor discreción — Observó su reloj — Mierda, voy atrasado, tengo demasiado trabajo — Sus ojos se desviaron a mí — No vayas a salir — Negué con la cabeza — Ah, casi lo olvido tendremos un evento al que asistir el sábado.
— ¿Un evento?
— Fuimos invitados a una función de teatro y luego habrá una celebración, asistirá gente importante así que recuerde y practique sus lecciones.
— Me gustaría que Raúl me alistara para ese día, si es un evento tan prestigioso debo lucir hermosa — Comenté y asintió con la cabeza — Aún no soy experta con los peinados.
— De acuerdo, llamaré a Raúl.
— Y Claris para mis clases de maquillaje.
— ¿Algo más? — Preguntó burlón.
— No que se me ocurra.
— Hasta la noche — Se despidió, caminando hacia el elevador.
Me quedé pensando en el tatuaje y las cicatrices.