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ENTRE PLUMAS Y DESEOS

ENTRE PLUMAS Y DESEOS

Status: En proceso
Genre:Comedia / Amor prohibido / Amor a primera vista / Oficina / Aventura Urbana / Jefe en problemas
Popularitas:993
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

¿Qué pasa cuando tu oficina se convierte en un campo de batalla entre risas, deseo y emociones que no puedes ignorar?

Sofía Vidal nunca pensó que un simple trabajo en una revista cambiaría su vida. Pero entre reuniones caóticas, sabotajes inesperados y un jefe que parece sacado de sus fantasías más atrevidas, sus días pronto estarán llenos de sorpresas.

Martín Alcázar es un hombre de reglas. Siempre profesional, siempre en control... hasta que Sofía entra en su mundo con su torpeza encantadora y su mirada desafiante. ¿Qué sucede cuando una chispa se convierte en un incendio que nadie puede apagar?

"Entre Plumas y Deseos" es una comedia romántica llena de tensión sexual, momentos hilarantes y personajes inolvidables. Una historia donde las plumas vuelan, los corazones se tambalean y las pasiones estallan en los momentos menos esperados.

Atrévete a entrar a un mundo donde el humor y el erotismo se mezclan con los giros inesperados del amor.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Una Gran Idea

El sol no solo brillaba, sino que castigaba con saña el Parque de la Ciudad, como si el astro rey hubiera decidido unirse al "experimento social" de Sergio Montenegro. El césped, de un verde casi artificial, crujía bajo los zapatos de los empleados de Estilo Porteño, y los árboles frondosos —alisos y jacarandás en plena floración violácea— agitaban sus ramas en un intento fallido de dar sombra. Los circuitos de obstáculos, diseñados para humillar a cualquiera con menos agilidad que un felino, se alzaban como una metáfora del día que les esperaba: cuerdas colgantes cubiertas de una sustancia gelatinosa que prometía resbalones épicos, muros de madera de tres metros con agarres traicioneros, y pozos de lodo brillante que refulgían bajo el sol como cráteres de un planeta absurdo.

Para Sergio Montenegro, director y gerente de la revista, el espectáculo era perfecto. Observó a su equipo con una sonrisa de tiburón mientras ajustaba sus gafas de sol espejadas. Detrás de él, Ricardo, el conserje de manos callosas y mirada astuta, carraspeó:

—Jefe, esto parece más un casting de ‘Supervivientes’ que un retiro de equipo. ¿Seguro que no se le fue la mano con los obstáculos?

Sergio asintió, divertido, antes de alzar la voz:

—¡Bienvenidos, equipo de Estilo Porteño! —anunció con los brazos abiertos, como el anfitrión de un reality show—. Hoy no hay jerarquías, ni jefes ni empleados solo… supervivencia emocional.

En un rincón, las secretarias Margarita y Sandra, sentadas en una mesa con termos de café y galletitas, susurraban como colegialas. Margarita, la más joven, señaló a Vanessa con la punta de su lápiz:

—Mirá a la reina del marketing. Se está comiendo con los ojos a Martín otra vez. ¿Cuánto creés que tarde en sabotear a Sofía?

Sandra, veterana y cínicamente realista, mordisqueó una galleta.

—Dale cinco minutos. Pero ojo… esa Sofía es más lista de lo que parece. ¿Te acordás cuando llegó a la revista? —Margarita negó con la cabeza—. Ah, claro, vos entraste después. La piba venía de escribir en revistas indie, toda tímida con su pelo en desorden y esos ojos de gata asustadiza. Cuando Sergio la presentó, Martín estaba recostado en la puerta, masticando un chicle como si el mundo le debiera algo. Sofía lo miró, se le cayó la carpeta, y juró que era por el aire acondicionado. Pero todos vimos cómo se le puso la cara de tomate.

Margarita soltó una risita.

—Y ahora son equipo. Ay, esto va a ser mejor que la telenovela de las nueve.

Mientras tanto, Sofía Vidal, cuyas palmas sudorosas delataban su nerviosismo más que cualquier palabra, cruzó los brazos al escuchar a Sergio anunciar:

—El primer equipo: Sofía Vidal y Martín Alcázar.

El nombre de él resonó en su mente como un eco de su primer día en la revista. Siete meses atrás. Sofía, con un vestido azul marino demasiado formal para el ambiente hipster de Estilo Porteño, forcejeaba con la puerta pesada de la sala de reuniones. De pronto, una mano con nudillos tatuados la abrió desde dentro.

—Bienvenida al circo —dijo una voz grave, perteneciente a un hombre alto, de pelo despeinado y sonrisa que hacía pensar en lobos y noches sin luna. Martín. Su jefe. Su primer pensamiento fue: Dios mío, escriben artículos sobre cómo sobrevivir a jefes así… y no incluyen fotos. Ella murmuró un "gracias", evitando su mirada, pero al sentarse, sus ojos traicioneros se posaron en él: en cómo se ajustaba el cinturón de los jeans al inclinarse, en la sombra de su barba de tres días… Hasta que él, sin levantar la vista de su laptop, dijo:—Si seguís mirándome así, ‘estrella’, voy a pensar que te gustan los problemas.

Sofía había tosido, jurando entre dientes que jamás se rebajaría a flirtear con un tipo tan… insufrible. Pero aquí estaba, siete meses después, con ese mismo nudo en el estómago que solo él provocaba.

Giró lentamente la cabeza y se encontró con esa sonrisa que ahora conocía demasiado bien: la de Martín sosteniendo un chicle entre los dedos, como un mago preparando su truco más peligroso.

—Parece que vamos a pasar mucho tiempo juntos hoy —dijo él, acercándose lo suficiente para que Sofía oliera su colonia, una mezcla de menta y algo indómito que siempre la hacía pensar en bosques prohibidos.

—Espero que sepas seguir instrucciones —replicó ella, apretando los puños dentro de los bolsillos de su shorts.

Martín se inclinó, y por un segundo, Sofía recordó cómo, en aquel maldito primer día, él le había alcanzado un café "para descafeinar las tensiones". Ahora, su aliento cálido rozó su oreja:

—Oh, ‘estrella’, eso depende de quién las dé.

En ese instante, el segundo equipo conformado por Vanessa Torres, tres metros más allá, clavó sus uñas rosas en el brazo de Samuel Rojo, el becario. Su voz, afilada como sus tacones, cortó el aire:

—¿En serio piensas quedarte ahí parado? Ayúdame con el arnés. Y no me mires como si fueras un cachorro perdido —añadió, aunque su mirada no estaba en Samuel, sino en Sofía y Martín, o más específicamente, en la mano de él que casi rozaba la cintura de ella. "Patética", pensó Vanessa. "Se cree la protagonista de un romance barato. Pero hoy… hoy voy a asegurarme de que ese idiota vea lo que pierde mirando a esa… escritorcilla de tercera".

Samuel, ignorando (o fingiendo ignorar) su venom, le pasó el arnés con una sonrisa despreocupada:

—Jefa, si quiere ganar, mejor respire hondo. El enojo nubla el juicio.

Vanessa exhaló por la nariz, imaginando mil formas de hacer que Sofía tropezara en el lodo brillante. Al fin y al cabo, ella era la reina del marketing: si podía vender una revista con portadas polémicas, podía venderle a Martín la idea de que Sofía no valía su tiempo.

Mientras Sergio anunciaba el inicio de una excelente competencia, Ricardo se acercó a él con una botella de agua y un susurro cómplice:

—Jefe, apuesto mi sueldo a que la Torres le tira lodo a la Sofía antes del mediodía.

Sergio rió, ajustándose las gafas.

—Guarda ese pesimismo, Ricardo. Yo digo que… le tira el lodo y le roba el arnés. —Su sonrisa se amplió—. Y tú, ¿ya elegiste tu equipo favorito?

El conserje miró a todos, y respondió: 

—Aún no… los voy a analizar.

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Ana Karen Gascon
Hola cómo están
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